* «Yo no sabía los misterios del rosario, sino que empecé a hacer el Ave María, diez veces, luego un Padre Nuestro. Y le dije al Señor: esa es mi oración porque no sé más… Sentía que me estaban metiendo candela (fuego) y cuando me puse en pie porque no era capaz de quedarme tanto arrodillado, al dar la media vuelta salió como un rayo de la Eucaristía y sentí como un choque en la espalda como cuando le meten una palmada a uno, sentí algo que había entrado en mí. Me confesé, empecé a comulgar todos los días, sediento de recibir es pan vivo del que habla el Evangelio, eso fue lo que encendió el motor para prender mi conversión»
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