* «San Esteban, diácono de la iglesia de Jerusalén. Primero entre los mártires de Cristo, tus verdugos no soportaron la verdad que de tus labios salía. Tú, en un acto de gracia e inspiración divina exclamaste: “Señor Jesús, te entrego mi espíritu. No les tengas en cuenta este pecado”. Y entregaste tu vida, por amor, a ejemplo de tu Señor. Diácono fiel y servidor ruega por la Iglesia y recoge, hoy, la sangre de tantos mártires que de manera anónima siguen vertiendo su sangre, semilla de nuevos cristianos»
Leer más...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario