* «Gracias a esta enfermedad y a estas secuelas del accidente, encontré un camino de profunda y duradera felicidad, un camino de alegría. A diario sigue siendo un calvario, pero jamás estoy triste, ¡jamás! Siento una alegría y una paz permanentes, porque el Señor me ayuda a soportarlo, me ayuda, me empuja, tira de mí, me lleva. Está conmigo todos los días, a cada paso. ¡Ha sido un descubrimiento absolutamente maravilloso!»
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