* «La soledad ha sido mi cruz, el mayor sufrimiento que he tenido en mi vida, sobre todo de los 13 a los 21 años. Fue un sufrimiento tan grande que por mis fuerzas no podía encontrar una solución y es ahí donde el Señor fue actuando. Empecé a rezar. Empecé a experimentar que cuando iba a un torneo ya no estaba solo. Empezaba a ganar y no lo celebraba solo, decía: “El Señor está conmigo”. Llegaba a la habitación del hotel y tampoco me sentía solo. Él iba actuando a través de esa soledad. Imagínate qué cambio se dio en mi vida que Dios transformó esta soledad en algo glorioso, tanto que me acostumbré a viajar solo y hoy en día cuando me toca viajar así lo hago feliz»
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