Mostrando entradas con la etiqueta felicidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta felicidad. Mostrar todas las entradas
sábado, 23 de diciembre de 2023
Thierry, separado, con hijos crecidos y «frágil»: «Empiezo a leer poemas de santas, salmos, la biblia, entro en una iglesia y conocí a Dios que me ama y me llama a seguirle y a amarle»
* «Tuve la oportunidad de conocer gente de mi parroquia: había una pequeña fraternidad que surgió espontáneamente, nos acogíamos en nuestras casas donde charlábamos y debatíamos. Así pude hablar con otros sobre mi fe, me aconsejaron leer libros, tal o cual pasaje de la Biblia… Fui avanzando. Uno de los frutos es que pude reconciliarme con mis padres, aunque nunca habíamos roto del todo. Eso me permite estar ahora con ellos para acompañarles en su vejez. A pesar de nuestras limitaciones, suyas y mías, hemos reconstruido una relación de amor»
martes, 19 de diciembre de 2023
Pauline con secuelas de un accidente y una enfermedad neurológica: «Le digo: ‘Señor, te ofrezco mis dolores. ¡Tómalos y lánzalos como flores sobre el mundo!’ Y lo hace»
* «Gracias a esta enfermedad y a estas secuelas del accidente, encontré un camino de profunda y duradera felicidad, un camino de alegría. A diario sigue siendo un calvario, pero jamás estoy triste, ¡jamás! Siento una alegría y una paz permanentes, porque el Señor me ayuda a soportarlo, me ayuda, me empuja, tira de mí, me lleva. Está conmigo todos los días, a cada paso. ¡Ha sido un descubrimiento absolutamente maravilloso!»
domingo, 11 de diciembre de 2022
Homilía del Evangelio del Domingo: Es hora de proclamar con valor que Dios es felicidad / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, ofmcap.
* «La revelación dice: «Dios es felicidad»; el hombre invierte de nuevo el orden y dice: «¡La felicidad es Dios!». ¿Y qué sucede así? No conocemos en la tierra la felicidad en estado puro, como no conocemos el amor absoluto; conocemos sólo fragmentos de felicidad que se reducen con frecuencia a ebriedades pasajeras de los sentidos. Cuando por eso decimos: «¡La felicidad es Dios!», divinizamos nuestras pequeñas experiencias; llamamos «Dios» a la obra de nuestras manos o de nuestra mente. Hacemos, de la felicidad, un ídolo. Esto explica por qué quien busca a Dios encuentra siempre la alegría, mientras que quien busca la alegría no siempre encuentra a Dios. El hombre se reduce a buscar la felicidad en razón de cantidad: siguiendo placeres y emociones cada vez más intensos, o añadiendo placer a placer. Como el drogadicto que necesita dosis cada vez mayores para lograr el mismo grado de placer. Sólo Dios es feliz y hace felices. Por eso un salmo exhorta: «Ten tu alegría en el Señor, y escuchará lo que pida tu corazón» (Sal 37,4). Con Él también los gozos de la vida presente conservan su dulce sabor y no se transforman en angustias. No sólo los gozos espirituales, sino toda alegría humana honesta: la alegría de ver crecer a los propios hijos, del trabajo felizmente llevado a término, de la amistad, de la salud recuperada, de la creatividad, del arte, del esparcimiento en contacto con la naturaleza. Sólo Dios ha podido arrancar de los labios de un santo el grito: «Basta, Señor, de alegría; ¡mi corazón ya no puede contener más!». En Dios se encuentra todo lo que el hombre acostumbra a asociar a la palabra felicidad e infinitamente más, pues «ni ojo vio, ni oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman» (1 Co 2,9)»
Continuar leyendo
Continuar leyendo
lunes, 15 de julio de 2019
La felicidad es la serenidad del alma que se siente cuidada y amada por Dios / Por P. Carlos García Malo
Etiquetas:
amor a Dios,
amor de Dios,
confianza en Dios,
Dios,
Espíritu Santo,
Evangelio,
fe,
felicidad,
Jesucristo,
Oración,
Palabra de Dios,
vida
lunes, 21 de septiembre de 2009
martes, 16 de junio de 2009
Según un estudio de la Complutense para la Fundación 'Crecer jugando'
Una familia unida y numerosa, garantía de felicidad para los niños españoles
Ven la separación -y no la muerte de un familiar- como la disolución de la familia
Los niños sitúan su felicidad en el 8'5 en una escala de 0 a 10
16 de junio de 2009.-Los niños españoles se sienten felices con su vida. En una escala del 1 al 10, su felicidad la sitúan en el 8′5. Los datos proceden de un estudio realizado por un equipo de pedagogos de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con la Fundación ‘Crecer Jugando’, que ha tomado como muestra las respuestas de 817 niños de enseñanza Primaria, de entre 6 y 13 años.
(Sonsoles Calavera / Alba) El punto de partida es un reciente informe de ‘UNICEF-Innocenty’ sobre las condiciones de vida de los niños en las naciones económicamente avanzadas. ”Los niños españoles son de los más felices dentro de los países industrializados, por detrás sólo de los países Bajos. Pero se ve también que para tener esa felicidad no necesitan tener muchas cosas, porque están por debajo de la media en cuanto a bienes materiales”, explica el catedrático de Historia de la Educación de la Complutense Gonzalo Jover.
Según ha podido constatar esta encuesta, la razón de esa felicidad la encuentran en la familia. “Los niños identifican la felicidad con una vida familiar plena. Para que un acontecimiento especial sea vivido con carácter festivo, necesitan compartir esa experiencia con más gente. La felicidad es para ellos una experiencia comunitaria. Les gustan las multitudes: que vaya toda la familia a su cumpleaños, a su Comunión. Les gusta la familia extensa, ‘el mogollón’“, apuntó Bianca Thoilliez, doctoranda de la Complutense que ha hecho el trabajo de campo. Los niños recuerdan como momentos de gran felicidad fiestas y acontecimientos familiares especiales de carácter multitudinario. Cabe destacar que para muchos niños consultados, la Primera Comunión ha sido el día más feliz de su vida. Rodrigo, de 9 años asegura: “Que mi familia esté siempre muy unida y yo estaré muy contento”. “Para mí la familia es lo más importante”, dice Cristiano, otro de los encuestados, de 10 años. “Daría todo lo que fuera por estar con ellos”, aseguraba Demetrio, 11 años. Francisco, de 8 años decía ser feliz porque está con su familia: ”Y es lo que más quiero en todo el mundo”, añadía al responder a la encuesta.
Lo más importante: estar juntos
Muestran la necesidad de sentirse queridos y reconocidos, y destacan, cuando se les pregunta por su felicidad, numerosos momentos que tienen relación con una familia unida. “El día más feliz de mi vida fue el que nació mi hermano que era muy guapo y chiquitín” afirma Lourdes de 9 años. Incluso hay quienes señalan que el mejor día de su vida fue el de su nacimiento: “El día más feliz de mi vida fue cuando nací, porque estaba toda mi familia en el nacimiento”, dice Juanjo, de 10 años. El hecho de nacer es en sí mismo un acontecimiento de felicidad para su familia y, por tanto, para ellos, aunque ni siquiera lo puedan recordar. También el ver pasar el tiempo a través de la familia, la experiencia de su dinámica más habitual, es signo de felicidad y ésta puede conseguirse simplemente viendo crecer a un hermano. La idea de felicidad de Bibí, de 8 años, es simplemente ver que su hermano “se haga mayor”.
Entre las actividades para su tiempo libre que les hacen más felices destacan jugar con los amigos y estar con su familia. Para ellos, estar con la familia, aunque sea en actividades cotidianas y sencillas, como ver juntos la televisión, supone estar acompañados y protegidos y les aporta un momento de felicidad que valoran porque, según afirman, no son muchas las ocasiones en las que se pueden reunir, por falta de tiempo o exceso de ocupaciones. Agradecen mucho también la compañía familiar en los juegos: “Me gusta jugar con mi padre o con mi madre, se me enciende la sonrisa”, asegura Roberto Carlos, de 10 años. Charo, de 10 años, explica por qué estar con la familia es lo que más feliz le hace: ’Porque me lo paso bien: si no es viendo la tele todos juntos, es durmiendo, si no comiendo, cenando, desayunando, en realidad me gusta estar con mis padres, con mis hermanos, con el resto de familiares”.
Rupturas y conflictos familiares, lo más traumático
Las experiencias negativas ligadas a la familia son la mayor causa de infelicidad.”Las discusiones, separaciones, o la muerte de un familiar son los hechos que los niños viven de manera más traumática. Esos días quedan marcados como los más tristes”, explicó Bianca Thoilliez. ”Mi padre se fue de casa, se enfadaron y decidió marcharse”, recuerda Rebeca, de 10 años, como su momento más doloroso. Roberto Carlos, 10 años, no olvida su día más triste: “Fue el día que se separaron mis padres, ese día no podía con mi alma, estaba muerto”. La separación, a diferencia de la muerte de un familiar, es vista como la disolución de la familia y no sólo como un acontecimiento triste e inevitable. Así lo expresa esta misma niña al contar cómo fue su día más alegre: “El día que estaba mi padre, que éramos una familia”.
Conforme los niños van adentrándose en la preadolescencia, la relación con los padres va dando paso a la creciente importancia de las relaciones con los amigos o hermanos. En esta etapa, muchos expresan su preocupación por no ser aceptados en su entorno más cercano.
Y, sorprendentemente, el colegio no les quita el sueño: no hay muchos niños que sitúen su felicidad, inmediata o futura, en el éxito o el fracaso escolar.
Cómo se ven en el futuro
Sobre sus aspiraciones de cara al futuro, un 34% de los niños consultados tienden a ver en su futuro laboral una garantía de felicidad y opinan que ser un adulto feliz consiste, básicamente, en tener un trabajo y sobre todo, que les guste. La emancipación, que asocian a la idea de libertad, es el aspecto que más desean a medio plazo, (un 42%); y un 24% de los niños no quieren que su vida cambie, prefieren que el mundo siga siendo lo que es.
Al preguntarles si serán felices cuando sean mayores, muchos están preoocupados por la crisis. Para Isabel, de 11 años “depende de la crisis”; Adolfo, de 10 años, tiene claro que “no porque habrá crisis”.
Esta preocupación lleva a algunos niños a pedir, entre sus deseos, que la crisis se acabe: “Que todo el mundo tenga paz y que se acabe la crisis”, desea Evelin, de 11 años. Pero además, los niños españoles tienen inquietudes solidarias: entre las cosas que les preocupan, mencionan “ver a pobres o a animales abandonados”, señala Andrés, de 9 años; o “los niños que tienen que ir a las guerras”, apunta Mar, de 9 años. Y las aspiraciones formuladas por un 8% de los niños, como imprescindibles para su felicidad, tienen relación con los valores, como “ser buena persona”, “paz para el mundo” o que “la gente no contamine tanto”.
Una familia unida y numerosa, garantía de felicidad para los niños españoles
Ven la separación -y no la muerte de un familiar- como la disolución de la familia
Los niños sitúan su felicidad en el 8'5 en una escala de 0 a 10
16 de junio de 2009.-Los niños españoles se sienten felices con su vida. En una escala del 1 al 10, su felicidad la sitúan en el 8′5. Los datos proceden de un estudio realizado por un equipo de pedagogos de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con la Fundación ‘Crecer Jugando’, que ha tomado como muestra las respuestas de 817 niños de enseñanza Primaria, de entre 6 y 13 años.
(Sonsoles Calavera / Alba) El punto de partida es un reciente informe de ‘UNICEF-Innocenty’ sobre las condiciones de vida de los niños en las naciones económicamente avanzadas. ”Los niños españoles son de los más felices dentro de los países industrializados, por detrás sólo de los países Bajos. Pero se ve también que para tener esa felicidad no necesitan tener muchas cosas, porque están por debajo de la media en cuanto a bienes materiales”, explica el catedrático de Historia de la Educación de la Complutense Gonzalo Jover.
Según ha podido constatar esta encuesta, la razón de esa felicidad la encuentran en la familia. “Los niños identifican la felicidad con una vida familiar plena. Para que un acontecimiento especial sea vivido con carácter festivo, necesitan compartir esa experiencia con más gente. La felicidad es para ellos una experiencia comunitaria. Les gustan las multitudes: que vaya toda la familia a su cumpleaños, a su Comunión. Les gusta la familia extensa, ‘el mogollón’“, apuntó Bianca Thoilliez, doctoranda de la Complutense que ha hecho el trabajo de campo. Los niños recuerdan como momentos de gran felicidad fiestas y acontecimientos familiares especiales de carácter multitudinario. Cabe destacar que para muchos niños consultados, la Primera Comunión ha sido el día más feliz de su vida. Rodrigo, de 9 años asegura: “Que mi familia esté siempre muy unida y yo estaré muy contento”. “Para mí la familia es lo más importante”, dice Cristiano, otro de los encuestados, de 10 años. “Daría todo lo que fuera por estar con ellos”, aseguraba Demetrio, 11 años. Francisco, de 8 años decía ser feliz porque está con su familia: ”Y es lo que más quiero en todo el mundo”, añadía al responder a la encuesta.
Lo más importante: estar juntos
Muestran la necesidad de sentirse queridos y reconocidos, y destacan, cuando se les pregunta por su felicidad, numerosos momentos que tienen relación con una familia unida. “El día más feliz de mi vida fue el que nació mi hermano que era muy guapo y chiquitín” afirma Lourdes de 9 años. Incluso hay quienes señalan que el mejor día de su vida fue el de su nacimiento: “El día más feliz de mi vida fue cuando nací, porque estaba toda mi familia en el nacimiento”, dice Juanjo, de 10 años. El hecho de nacer es en sí mismo un acontecimiento de felicidad para su familia y, por tanto, para ellos, aunque ni siquiera lo puedan recordar. También el ver pasar el tiempo a través de la familia, la experiencia de su dinámica más habitual, es signo de felicidad y ésta puede conseguirse simplemente viendo crecer a un hermano. La idea de felicidad de Bibí, de 8 años, es simplemente ver que su hermano “se haga mayor”.
Entre las actividades para su tiempo libre que les hacen más felices destacan jugar con los amigos y estar con su familia. Para ellos, estar con la familia, aunque sea en actividades cotidianas y sencillas, como ver juntos la televisión, supone estar acompañados y protegidos y les aporta un momento de felicidad que valoran porque, según afirman, no son muchas las ocasiones en las que se pueden reunir, por falta de tiempo o exceso de ocupaciones. Agradecen mucho también la compañía familiar en los juegos: “Me gusta jugar con mi padre o con mi madre, se me enciende la sonrisa”, asegura Roberto Carlos, de 10 años. Charo, de 10 años, explica por qué estar con la familia es lo que más feliz le hace: ’Porque me lo paso bien: si no es viendo la tele todos juntos, es durmiendo, si no comiendo, cenando, desayunando, en realidad me gusta estar con mis padres, con mis hermanos, con el resto de familiares”.
Rupturas y conflictos familiares, lo más traumático
Las experiencias negativas ligadas a la familia son la mayor causa de infelicidad.”Las discusiones, separaciones, o la muerte de un familiar son los hechos que los niños viven de manera más traumática. Esos días quedan marcados como los más tristes”, explicó Bianca Thoilliez. ”Mi padre se fue de casa, se enfadaron y decidió marcharse”, recuerda Rebeca, de 10 años, como su momento más doloroso. Roberto Carlos, 10 años, no olvida su día más triste: “Fue el día que se separaron mis padres, ese día no podía con mi alma, estaba muerto”. La separación, a diferencia de la muerte de un familiar, es vista como la disolución de la familia y no sólo como un acontecimiento triste e inevitable. Así lo expresa esta misma niña al contar cómo fue su día más alegre: “El día que estaba mi padre, que éramos una familia”.
Conforme los niños van adentrándose en la preadolescencia, la relación con los padres va dando paso a la creciente importancia de las relaciones con los amigos o hermanos. En esta etapa, muchos expresan su preocupación por no ser aceptados en su entorno más cercano.
Y, sorprendentemente, el colegio no les quita el sueño: no hay muchos niños que sitúen su felicidad, inmediata o futura, en el éxito o el fracaso escolar.
Cómo se ven en el futuro
Sobre sus aspiraciones de cara al futuro, un 34% de los niños consultados tienden a ver en su futuro laboral una garantía de felicidad y opinan que ser un adulto feliz consiste, básicamente, en tener un trabajo y sobre todo, que les guste. La emancipación, que asocian a la idea de libertad, es el aspecto que más desean a medio plazo, (un 42%); y un 24% de los niños no quieren que su vida cambie, prefieren que el mundo siga siendo lo que es.
Al preguntarles si serán felices cuando sean mayores, muchos están preoocupados por la crisis. Para Isabel, de 11 años “depende de la crisis”; Adolfo, de 10 años, tiene claro que “no porque habrá crisis”.
Esta preocupación lleva a algunos niños a pedir, entre sus deseos, que la crisis se acabe: “Que todo el mundo tenga paz y que se acabe la crisis”, desea Evelin, de 11 años. Pero además, los niños españoles tienen inquietudes solidarias: entre las cosas que les preocupan, mencionan “ver a pobres o a animales abandonados”, señala Andrés, de 9 años; o “los niños que tienen que ir a las guerras”, apunta Mar, de 9 años. Y las aspiraciones formuladas por un 8% de los niños, como imprescindibles para su felicidad, tienen relación con los valores, como “ser buena persona”, “paz para el mundo” o que “la gente no contamine tanto”.
miércoles, 29 de octubre de 2008
miércoles, 30 de julio de 2008
jueves, 17 de julio de 2008
"Cristo sigue llamando a aquéllos que sufren a que se acerquen a Él para sanarlos" / Autor: cardenal George Pell, arzobispo de Sydney
El evangelio y la homilia en video
Video 1
Video 2
Video 3
Homilía en la misa inaugural de las Jornadas Mundiales de la Juventud
Todos sabemos que Cristo nuestro Señor es a menudo descrito como el Buen Pastor del salmo responsorial de hoy. Nos han dicho que él nos guía a aguas tranquilas, reaviva nuestros espíritus decaídos y nos permite descansar en paz. Profundizando en esta imagen, Jesús una vez explicó que el buen pastor estaba preparado para dejar sus 99 ovejas e ir a buscar la que se le había perdido. Hoy en día, pocos países tienen pastores que cuidan de sólo 20 ó 30 ovejas, y en Australia con grandes granjas y rebaños, el consejo de Nuestro Señor no es muy práctico.
Mientras nosotros vemos esta visión como una prefiguración de la resurrección de los muertos, los judíos de los tiempos de Ezequiel no creían en tal concepto después de la vida. Para ellos, el inmenso ejército resucitado representaba a todo el pueblo judío, a aquéllos del reino del norte llevados a Asiria, a aquéllos en casa y a aquéllos en Babilonia. Los judíos iban a ser reconstituidos como un pueblo en su propia tierra y sabrían que el único verdadero Dios había hecho esto. Y todo esto vino a suceder. Por los siglos nosotros los cristianos hemos usado este pasaje litúrgico en Pascua, especialmente para el Bautismo de catecúmenos en la noche del Sábado Santo y es, por supuesto, una imagen poderosa de la verdadera fuerza regenerativa de Dios para esta vida y la eternidad.
La sabiduría secular proclama que el leopardo no cambia sus manchas, pero nosotros los cristianos creemos en el poder del Espíritu para convertir y cambiar a las personas del mal al bien; del miedo e incertidumbre a la fe y la esperanza. Los creyentes nos vemos alentados por la visión de Ezequiel, porque conocemos el poder del perdón de Dios, la capacidad de Cristo y la tradición católica que provoca el nacimiento de nueva vida incluso en circunstancias poco probables. Ese mismo poder vislumbrado en la visión de Ezequiel se nos ofrece hoy, a todos nosotros sin excepción. Ustedes jóvenes peregrinos pueden ver el futuro que se extiende ante ustedes tan rico en promesas.
La parábola evangélica del sembrador les recuerda la gran oportunidad que tienen para abrazar su vocación y producir una abundante cosecha y abundantes frutos. Mateo, Marcos y Lucas ubican a esta historia del sembrador al inicio del conjunto de parábolas de Jesús. La historia explica algunas verdades fundamentales sobre los retos del discipulado cristiano y se enumeran las alternativas para una vida cristiana fructífera. La fidelidad no es automática o inevitable. Un detalle hace que la parábola sea más convincente, porque parece que los judíos en el tiempo de Nuestro Señor tiraban las semillas sobre el terreno antes de que el mismo fuera arado, eso explica un poco mejor el hecho de que las semillas también caen en lugares pocos probables y no sólo en los surcos. ¿Estamos entre aquéllos cuya fe ha sido arrebatada por el diablo, como cuando Nuestro Señor explica la imagen de las aves del cielo engulléndose las semillas? Nadie en esta Misa estaría en esa categoría. Algunos podrían ser como la semilla en terreno rocoso que no puede echar raíces. Aquellas personas en esta segunda categoría es probable que deban esforzarse para volver a empezar en la vida espiritual, o al menos examinar la posibilidad de hacerlo. Pero la mayoría de nosotros estamos en la tercera y cuarta categorías, donde la semilla ha caído en tierra fértil y está creciendo y floreciendo, o estamos en peligro de ser asfixiados por las preocupaciones de la vida.
Todos nosotros, incluidos los que ya no son jóvenes, tenemos que rezar sabiduría y perseverancia. No tengo dudas en creer que Nuestro Señor explicó en detalle el significado de esta parábola a sus seguidores más cercanos y que ellos le hubieran solicitado hacerlo repetidamente. Pero las preguntas de los discípulos provocaron una respuesta desconcertante cuando Nuestro Señor dividió a sus oyentes en dos grupos: aquéllos a quienes los misterios del Reino les fueron revelados y el resto para quiénes las parábolas siguen siendo sólo parábolas. Este segundo grupo se describe en las palabras del profeta Isaías como los que "quizás pueden ver pero no percibir, escuchar pero no entender".
Probablemente el trasfondo de esto es el asombro de los discípulos de Nuestro Señor ante el gran número que no acepta su enseñanza. ¿Por qué esto todavía es así? ¿Qué debemos hacer para estar entre los destinatarios de las revelaciones de los misterios del Reino? El llamado del único Dios verdadero sigue siendo un misterio, sobre todo hoy, cuando a muchas personas les resulta difícil creer. Incluso en el tiempo de los profetas, muchos de sus oyentes permanecían espiritualmente sordos y ciegos, mientras que otros a través del tiempo alcanzaban a admirar la belleza de la enseñanza de Jesús, pero nunca fueron inspirados a responder a su llamado. Nuestra tarea es estar abiertos al poder del Espíritu para permitir que el Dios de las sorpresas pueda actuar a través de nosotros. La motivación humana es compleja y misteriosa, ya que a veces católicos y otros cristianos de fuerte devoción pueden rezar y ser buenos, pero también pueden estar decididos a no tomar siquiera un paso hacia adelante. Por otro lado, algunos seguidores de Cristo pueden ser mucho menos entusiastas y fieles, pero abiertos al desarrollo y a cambiar para mejor porque se dan cuenta de su indignidad y su ignorancia. ¿Dónde están ustedes? Sea cual fuera nuestra situación debemos rezar por una apertura de corazón, por la voluntad de dar el siguiente paso, incluso tenemos miedo de aventurarnos demasiado. Si tomamos la mano de Dios, Él hará el resto. La confianza es la clave. Dios no nos fallará.
¿Cómo podemos trabajar para evitar deslizarnos desde la última y mejor categoría de los que dan mucho fruto a aquéllos que "son asfixiados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida" y que no producen frutos en lo absoluto? La segunda lectura de la carta de Pablo a los Gálatas nos señala la dirección correcta, nos recuerda que cada persona debe tomar postura en la vieja lucha entre el bien y el mal, entre lo que Pablo llama la carne y el Espíritu. No es suficiente ser solamente un observador o tratar de vivir en "tierra de nadie" entre las partes beligerantes. La vida nos obliga a elegir y a la larga destruye cualquier posibilidad de neutralidad.
Vamos a dar buenos frutos si aprendemos el idioma de la Cruz y dejamos que ella selle nuestros corazones. El lenguaje de la Cruz nos da los frutos del Espíritu que Pablo enumera, nos permite experimentar la paz y la alegría, ser amables con regularidad y generosos con los demás. El seguimiento de Cristo no está libre de costos, no siempre es fácil porque requiere luchar contra lo que San Pablo llama "la carne", nuestro ego implacable y el viejo egoísmo. Siempre es una batalla, ¡incluso para las personas mayores como yo! No pasen su vida sentados al borde del camino manteniendo sus opciones abiertas., Sólo el compromiso plenifica.
La felicidad viene de cumplir nuestras obligaciones, haciendo nuestro deber, sobre todo en los pequeños asuntos y de manera regular; de esta forma nos elevamos para hacer frente a desafíos más difíciles. Muchos han descubierto su vocación durante las Jornadas Mundiales de la Juventud. Ser un discípulo de Jesús exige disciplina, en particular la autodisciplina, lo que Pablo llama autocontrol. La práctica del autocontrol no hará que ustedes sean perfectos (no lo ha hecho conmigo), pero el autocontrol es necesario para desarrollar y proteger el amor en nuestros corazones y evitar que otros, especialmente nuestra familia y amigos, sean heridos por nuestras fallas o pereza. Pido para que a través del poder del Espíritu todos ustedes se unan a ese inmenso ejército de santos, sanados y reconciliados, como le fue revelado a Ezequiel. Un ejército que ha enriquecido la historia de la humanidad por innumerables generaciones y que recibe la recompensa en el cielo luego de esta vida.
Permítanme concluir con la adaptación de uno de los más poderosos sermones de San Agustín, el mejor teólogo del primer milenio y obispo en la pequeña ciudad de Hipona al norte de África alrededor de 1600 años atrás. En los próximos cinco días de oración y celebración espero que vuestros espíritus se eleven, como el mío siempre lo hace, en el entusiasmo de esta Jornada Mundial de la Juventud. Pidamos a Dios estar alegres de poder participar en este evento, a pesar de los costos, las molestias y las distancias recorridas. Durante esta semana tenemos todo el derecho de regocijarnos y celebrar la liberación de nuestras faltas y la renovación de nuestra fe. Estamos llamados a abrir nuestros corazones al poder del Espíritu.
Y a los jóvenes les doy tan sólo un gentil recordatorio de que en su entusiasmo y emoción ¡no se olviden de escuchar y rezar! Muchos de ustedes han recorrido un largo camino y quizás crean que han llegado, de hecho, ¡a los confines de la tierra! Si es así, eso es bueno, ya que Nuestro Señor les dijo a sus primeros apóstoles que serían sus testigos en Jerusalén hasta los confines de la tierra. Esta profecía se ha cumplido en el testimonio de muchos misioneros de este vasto continente, y se cumple una vez más por nuestra presencia aquí.
Estos días pasarán muy rápido y la semana próxima volveremos a nuestras tierras. Por algún tiempo algunos de ustedes encontrarán que el mundo real de casa y parroquia, trabajo o estudio, es algo poco excitante y hasta decepcionante. Pronto, demasiado pronto, todos ustedes se irán de aquí. Por muy corto tiempo nos encontramos aquí en Sidney en el centro del mundo católico, pero la semana que viene el Santo Padre regresará a Roma y nosotros como habitantes de Sidney volveremos a nuestras parroquias, mientras que ustedes, ahora peregrinos de visita, volverán a sus casas en lugares cercanos o lejanos. En otras palabras durante la semana próxima nos despediremos. Pero cuando partamos felices después de haber disfrutado de estos días, no dejemos que nos apartemos nunca de nuestro querido Dios y de su Hijo Jesucristo.
Y que María, Madre de Dios, a quién invocamos en esta Jornada Mundial de la Juventud como Nuestra Señora de la Cruz del Sur, nos fortalezca en esta resolución. Y por eso rezo. Ven, ven O Aliento de Dios, desde los cuatro vientos, de todas las naciones y los pueblos de la tierra y bendice nuestra Gran Tierra Austral del Espíritu Santo. Danos fuerza también para ser otro gran e inmenso ejército de servidores humildes y fieles testigos. Ofrecemos esta oración a Dios nuestro Padre en el nombre de Cristo su Hijo. Amén.
--------------------------------------
Traducción distribuida por la organización de las Jornadas Mundiales de la Juventud (www.wyd2008.org).
Video 1
Video 2
Video 3
Homilía en la misa inaugural de las Jornadas Mundiales de la Juventud
Todos sabemos que Cristo nuestro Señor es a menudo descrito como el Buen Pastor del salmo responsorial de hoy. Nos han dicho que él nos guía a aguas tranquilas, reaviva nuestros espíritus decaídos y nos permite descansar en paz. Profundizando en esta imagen, Jesús una vez explicó que el buen pastor estaba preparado para dejar sus 99 ovejas e ir a buscar la que se le había perdido. Hoy en día, pocos países tienen pastores que cuidan de sólo 20 ó 30 ovejas, y en Australia con grandes granjas y rebaños, el consejo de Nuestro Señor no es muy práctico.
Si la oveja perdida fuera valiosa y saludable, entonces puede tener sentido dedicar un tiempo para buscarla. De otra manera, usualmente sería abandonada o su ausencia no sería notada. Jesús decía que tanto Él como Su Padre no son así, porque Él conoce cada una de Sus ovejas y como un buen padre va en búsqueda de la oveja perdida que ama, en particular si está enferma, en problemas o si no puede valerse por sí misma. Al inicio de esta Misa les di la bienvenida a todos ustedes a esta semana de la Jornada Mundial de la Juventud y nuevamente se las ofrezco ahora. Sin embargo, no quisiera empezar con las 99 ovejas saludables, aquellos de ustedes que se encuentren ya abiertos al Espíritu Santo y que quizás ya han sido testigos firmes de su fe y amor. Comenzaré dándoles la bienvenida y animando a todos los que se consideren perdidos, en angustia profunda, con pocas esperanzas o incluso exhaustos.
Sean jóvenes o ancianos, mujeres u hombres, Cristo sigue llamando a aquéllos que sufren a que se acerquen a Él para sanarlos, así como lo ha venido haciendo durante 2.000 años. Las causas de las heridas son secundarias, ya sea por drogas, alcohol, crisis familiar, la lujuria de la carne, soledad o muerte. Y quizás hasta el vacío del éxito. El llamado de Cristo es para todos los que sufren, no sólo para católicos o personas de otras religiones, sino especialmente para aquéllos sin religión. Cristo les está llamando para regresar a casa, para vivir el amor, la reconciliación y la comunión.
Nuestra primera lectura hoy fue del libro de Ezequiel, que junto con Isaías y Jeremías, fue uno de los tres grandes profetas judíos. Muchas partes de Australia todavía sufren sequía y es por eso que todos los australianos comprenden lo que es un valle de huesos secos y esqueletos sin carne. Esta visión desalentadora es ofrecida en primer lugar a todos ustedes e incluso a aquellas personas tentadas de decir: "no tenemos más esperanzas, nos sentimos como muertos". Esto nunca es verdad mientras todavía podamos elegir. Mientras haya vida, siempre estará la opción de esperanza y con la esperanza en Cristo llega la fe y el amor. Hasta el final estamos siempre en posición de elegir y actuar. Esta visión del valle de los huesos secos, la más espectacular en toda la Biblia, fue dada cuando la mano de Dios vino sobre Ezequiel mientras los judíos estaban cautivos en Babilonia, probablemente antes y no después, en el siglo VI antes de Cristo. Durante 150 años el destino político del pueblo judío estuvo en decadencia, primero en manos de los asirios, y luego en el año 587 antes de Cristo llegó la derrota catastrófica final y su viaje al exilio.
El pueblo judío había perdido las esperanzas y se sentía impotente para cambiar su situación. Ésta es la historia de la versión dramática de Ezequiel donde los muertos estaban ciertamente muertos y los esqueletos se habían tornados blanquecinos debido a que las aves de rapiña les habían despojado de sus carnes. Fue el inmenso campo de batalla de los cuerpos no enterrados. Un Ezequiel dubitativo y reacio fue incitado por Dios a profetizar sobre aquellos huesos, y mientras lo hacía, los huesos se precipitaron todos juntos de forma ruidosa creando un terremoto. Los tendones se unieron a los huesos, y carne y piel vistieron los cadáveres. Luego en otro episodio, el aliento o el Espíritu, vino de los cuatro rincones de la tierra mientras los cuerpos "volvían a la vida nuevamente y se paraban sobre sus pies formando un ejército grande e inmenso".
Sean jóvenes o ancianos, mujeres u hombres, Cristo sigue llamando a aquéllos que sufren a que se acerquen a Él para sanarlos, así como lo ha venido haciendo durante 2.000 años. Las causas de las heridas son secundarias, ya sea por drogas, alcohol, crisis familiar, la lujuria de la carne, soledad o muerte. Y quizás hasta el vacío del éxito. El llamado de Cristo es para todos los que sufren, no sólo para católicos o personas de otras religiones, sino especialmente para aquéllos sin religión. Cristo les está llamando para regresar a casa, para vivir el amor, la reconciliación y la comunión.
Nuestra primera lectura hoy fue del libro de Ezequiel, que junto con Isaías y Jeremías, fue uno de los tres grandes profetas judíos. Muchas partes de Australia todavía sufren sequía y es por eso que todos los australianos comprenden lo que es un valle de huesos secos y esqueletos sin carne. Esta visión desalentadora es ofrecida en primer lugar a todos ustedes e incluso a aquellas personas tentadas de decir: "no tenemos más esperanzas, nos sentimos como muertos". Esto nunca es verdad mientras todavía podamos elegir. Mientras haya vida, siempre estará la opción de esperanza y con la esperanza en Cristo llega la fe y el amor. Hasta el final estamos siempre en posición de elegir y actuar. Esta visión del valle de los huesos secos, la más espectacular en toda la Biblia, fue dada cuando la mano de Dios vino sobre Ezequiel mientras los judíos estaban cautivos en Babilonia, probablemente antes y no después, en el siglo VI antes de Cristo. Durante 150 años el destino político del pueblo judío estuvo en decadencia, primero en manos de los asirios, y luego en el año 587 antes de Cristo llegó la derrota catastrófica final y su viaje al exilio.
El pueblo judío había perdido las esperanzas y se sentía impotente para cambiar su situación. Ésta es la historia de la versión dramática de Ezequiel donde los muertos estaban ciertamente muertos y los esqueletos se habían tornados blanquecinos debido a que las aves de rapiña les habían despojado de sus carnes. Fue el inmenso campo de batalla de los cuerpos no enterrados. Un Ezequiel dubitativo y reacio fue incitado por Dios a profetizar sobre aquellos huesos, y mientras lo hacía, los huesos se precipitaron todos juntos de forma ruidosa creando un terremoto. Los tendones se unieron a los huesos, y carne y piel vistieron los cadáveres. Luego en otro episodio, el aliento o el Espíritu, vino de los cuatro rincones de la tierra mientras los cuerpos "volvían a la vida nuevamente y se paraban sobre sus pies formando un ejército grande e inmenso".
Mientras nosotros vemos esta visión como una prefiguración de la resurrección de los muertos, los judíos de los tiempos de Ezequiel no creían en tal concepto después de la vida. Para ellos, el inmenso ejército resucitado representaba a todo el pueblo judío, a aquéllos del reino del norte llevados a Asiria, a aquéllos en casa y a aquéllos en Babilonia. Los judíos iban a ser reconstituidos como un pueblo en su propia tierra y sabrían que el único verdadero Dios había hecho esto. Y todo esto vino a suceder. Por los siglos nosotros los cristianos hemos usado este pasaje litúrgico en Pascua, especialmente para el Bautismo de catecúmenos en la noche del Sábado Santo y es, por supuesto, una imagen poderosa de la verdadera fuerza regenerativa de Dios para esta vida y la eternidad.
La sabiduría secular proclama que el leopardo no cambia sus manchas, pero nosotros los cristianos creemos en el poder del Espíritu para convertir y cambiar a las personas del mal al bien; del miedo e incertidumbre a la fe y la esperanza. Los creyentes nos vemos alentados por la visión de Ezequiel, porque conocemos el poder del perdón de Dios, la capacidad de Cristo y la tradición católica que provoca el nacimiento de nueva vida incluso en circunstancias poco probables. Ese mismo poder vislumbrado en la visión de Ezequiel se nos ofrece hoy, a todos nosotros sin excepción. Ustedes jóvenes peregrinos pueden ver el futuro que se extiende ante ustedes tan rico en promesas.
La parábola evangélica del sembrador les recuerda la gran oportunidad que tienen para abrazar su vocación y producir una abundante cosecha y abundantes frutos. Mateo, Marcos y Lucas ubican a esta historia del sembrador al inicio del conjunto de parábolas de Jesús. La historia explica algunas verdades fundamentales sobre los retos del discipulado cristiano y se enumeran las alternativas para una vida cristiana fructífera. La fidelidad no es automática o inevitable. Un detalle hace que la parábola sea más convincente, porque parece que los judíos en el tiempo de Nuestro Señor tiraban las semillas sobre el terreno antes de que el mismo fuera arado, eso explica un poco mejor el hecho de que las semillas también caen en lugares pocos probables y no sólo en los surcos. ¿Estamos entre aquéllos cuya fe ha sido arrebatada por el diablo, como cuando Nuestro Señor explica la imagen de las aves del cielo engulléndose las semillas? Nadie en esta Misa estaría en esa categoría. Algunos podrían ser como la semilla en terreno rocoso que no puede echar raíces. Aquellas personas en esta segunda categoría es probable que deban esforzarse para volver a empezar en la vida espiritual, o al menos examinar la posibilidad de hacerlo. Pero la mayoría de nosotros estamos en la tercera y cuarta categorías, donde la semilla ha caído en tierra fértil y está creciendo y floreciendo, o estamos en peligro de ser asfixiados por las preocupaciones de la vida.
Todos nosotros, incluidos los que ya no son jóvenes, tenemos que rezar sabiduría y perseverancia. No tengo dudas en creer que Nuestro Señor explicó en detalle el significado de esta parábola a sus seguidores más cercanos y que ellos le hubieran solicitado hacerlo repetidamente. Pero las preguntas de los discípulos provocaron una respuesta desconcertante cuando Nuestro Señor dividió a sus oyentes en dos grupos: aquéllos a quienes los misterios del Reino les fueron revelados y el resto para quiénes las parábolas siguen siendo sólo parábolas. Este segundo grupo se describe en las palabras del profeta Isaías como los que "quizás pueden ver pero no percibir, escuchar pero no entender".
Probablemente el trasfondo de esto es el asombro de los discípulos de Nuestro Señor ante el gran número que no acepta su enseñanza. ¿Por qué esto todavía es así? ¿Qué debemos hacer para estar entre los destinatarios de las revelaciones de los misterios del Reino? El llamado del único Dios verdadero sigue siendo un misterio, sobre todo hoy, cuando a muchas personas les resulta difícil creer. Incluso en el tiempo de los profetas, muchos de sus oyentes permanecían espiritualmente sordos y ciegos, mientras que otros a través del tiempo alcanzaban a admirar la belleza de la enseñanza de Jesús, pero nunca fueron inspirados a responder a su llamado. Nuestra tarea es estar abiertos al poder del Espíritu para permitir que el Dios de las sorpresas pueda actuar a través de nosotros. La motivación humana es compleja y misteriosa, ya que a veces católicos y otros cristianos de fuerte devoción pueden rezar y ser buenos, pero también pueden estar decididos a no tomar siquiera un paso hacia adelante. Por otro lado, algunos seguidores de Cristo pueden ser mucho menos entusiastas y fieles, pero abiertos al desarrollo y a cambiar para mejor porque se dan cuenta de su indignidad y su ignorancia. ¿Dónde están ustedes? Sea cual fuera nuestra situación debemos rezar por una apertura de corazón, por la voluntad de dar el siguiente paso, incluso tenemos miedo de aventurarnos demasiado. Si tomamos la mano de Dios, Él hará el resto. La confianza es la clave. Dios no nos fallará.
¿Cómo podemos trabajar para evitar deslizarnos desde la última y mejor categoría de los que dan mucho fruto a aquéllos que "son asfixiados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida" y que no producen frutos en lo absoluto? La segunda lectura de la carta de Pablo a los Gálatas nos señala la dirección correcta, nos recuerda que cada persona debe tomar postura en la vieja lucha entre el bien y el mal, entre lo que Pablo llama la carne y el Espíritu. No es suficiente ser solamente un observador o tratar de vivir en "tierra de nadie" entre las partes beligerantes. La vida nos obliga a elegir y a la larga destruye cualquier posibilidad de neutralidad.
Vamos a dar buenos frutos si aprendemos el idioma de la Cruz y dejamos que ella selle nuestros corazones. El lenguaje de la Cruz nos da los frutos del Espíritu que Pablo enumera, nos permite experimentar la paz y la alegría, ser amables con regularidad y generosos con los demás. El seguimiento de Cristo no está libre de costos, no siempre es fácil porque requiere luchar contra lo que San Pablo llama "la carne", nuestro ego implacable y el viejo egoísmo. Siempre es una batalla, ¡incluso para las personas mayores como yo! No pasen su vida sentados al borde del camino manteniendo sus opciones abiertas., Sólo el compromiso plenifica.
La felicidad viene de cumplir nuestras obligaciones, haciendo nuestro deber, sobre todo en los pequeños asuntos y de manera regular; de esta forma nos elevamos para hacer frente a desafíos más difíciles. Muchos han descubierto su vocación durante las Jornadas Mundiales de la Juventud. Ser un discípulo de Jesús exige disciplina, en particular la autodisciplina, lo que Pablo llama autocontrol. La práctica del autocontrol no hará que ustedes sean perfectos (no lo ha hecho conmigo), pero el autocontrol es necesario para desarrollar y proteger el amor en nuestros corazones y evitar que otros, especialmente nuestra familia y amigos, sean heridos por nuestras fallas o pereza. Pido para que a través del poder del Espíritu todos ustedes se unan a ese inmenso ejército de santos, sanados y reconciliados, como le fue revelado a Ezequiel. Un ejército que ha enriquecido la historia de la humanidad por innumerables generaciones y que recibe la recompensa en el cielo luego de esta vida.
Permítanme concluir con la adaptación de uno de los más poderosos sermones de San Agustín, el mejor teólogo del primer milenio y obispo en la pequeña ciudad de Hipona al norte de África alrededor de 1600 años atrás. En los próximos cinco días de oración y celebración espero que vuestros espíritus se eleven, como el mío siempre lo hace, en el entusiasmo de esta Jornada Mundial de la Juventud. Pidamos a Dios estar alegres de poder participar en este evento, a pesar de los costos, las molestias y las distancias recorridas. Durante esta semana tenemos todo el derecho de regocijarnos y celebrar la liberación de nuestras faltas y la renovación de nuestra fe. Estamos llamados a abrir nuestros corazones al poder del Espíritu.
Y a los jóvenes les doy tan sólo un gentil recordatorio de que en su entusiasmo y emoción ¡no se olviden de escuchar y rezar! Muchos de ustedes han recorrido un largo camino y quizás crean que han llegado, de hecho, ¡a los confines de la tierra! Si es así, eso es bueno, ya que Nuestro Señor les dijo a sus primeros apóstoles que serían sus testigos en Jerusalén hasta los confines de la tierra. Esta profecía se ha cumplido en el testimonio de muchos misioneros de este vasto continente, y se cumple una vez más por nuestra presencia aquí.
Estos días pasarán muy rápido y la semana próxima volveremos a nuestras tierras. Por algún tiempo algunos de ustedes encontrarán que el mundo real de casa y parroquia, trabajo o estudio, es algo poco excitante y hasta decepcionante. Pronto, demasiado pronto, todos ustedes se irán de aquí. Por muy corto tiempo nos encontramos aquí en Sidney en el centro del mundo católico, pero la semana que viene el Santo Padre regresará a Roma y nosotros como habitantes de Sidney volveremos a nuestras parroquias, mientras que ustedes, ahora peregrinos de visita, volverán a sus casas en lugares cercanos o lejanos. En otras palabras durante la semana próxima nos despediremos. Pero cuando partamos felices después de haber disfrutado de estos días, no dejemos que nos apartemos nunca de nuestro querido Dios y de su Hijo Jesucristo.
Y que María, Madre de Dios, a quién invocamos en esta Jornada Mundial de la Juventud como Nuestra Señora de la Cruz del Sur, nos fortalezca en esta resolución. Y por eso rezo. Ven, ven O Aliento de Dios, desde los cuatro vientos, de todas las naciones y los pueblos de la tierra y bendice nuestra Gran Tierra Austral del Espíritu Santo. Danos fuerza también para ser otro gran e inmenso ejército de servidores humildes y fieles testigos. Ofrecemos esta oración a Dios nuestro Padre en el nombre de Cristo su Hijo. Amén.
--------------------------------------
Traducción distribuida por la organización de las Jornadas Mundiales de la Juventud (www.wyd2008.org).
miércoles, 11 de junio de 2008
lunes, 26 de mayo de 2008
martes, 8 de enero de 2008
Lo que prima es el cuerpo / Autor: Víctor Corcoba Herrero
Se impone lo material. Con todas sus fuerzas. No se adormece. En todas las estaciones. Siempre está en temporada. Los cuerpos a la carta. Para eso están los salones de belleza, gimnasios, clínicas de cirugía estética, y demás santuarios de placeres. Nos lanzan sus cebos, con el mismo cuidado y mimo, que lo hacía mi abuelo cuando iba a pescar truchas al río Sil. El bombardeo publicitario nos engancha. Es un negocio redondo. Lo refrendan las estadísticas que nos sitúan a la cabeza de este mercado en la Unión Europea. Estar a la última moda y lucir un buen tipo se ha convertido, para muchos, en el salvoconducto para alcanzar el clímax del gusto y vivir del cuento. Un placer que, por otra parte, a veces, nos deja más sinsabores que sabores placenteros. El de ser dominados, por ejemplo. Para hacernos ver otra cosa está la tele y las revistas del cotilleo. Que sientan cátedra, por desgracia. Nos proponen estereotipos corporales que nos encienden la ilusión.
El cuerpo ya no se considera como realidad típicamente personal, como señal de identidad. Se reduce a pura materialidad y apariencia. No importan los retoques con tal de saborear las mieles del goce. Ya mismo surge una nueva hipoteca. La del cuerpo. Y los bancos y entidades crediticias serán dueños de nosotros, aún más si cabe. Claro. Los arreglitos valen un riñón y parte del otro. Haber si por lo menos desgrava en Hacienda. Somos cuerpos vendidos. Y todo por una boca bien dibujada y carnosa para seducir y rejuvenecer el look. O por unos pechos llenos de silicona. Encima no son de oro, ¡jolines! Hasta es posible cambiar la mirada. Es la imagen de una felicidad encerrada en el círculo vicioso del deseo más instintivo, que, para más INRI, promueve la esbeltez como sinónimo de salud y estética, mientras que la obesidad se relaciona con lo insano y antiestético. Para colmo de males, nos ofrecen el peso perfecto, las medidas perfectas... Consecuencia de todo ello, la anorexia. Los jóvenes, ya se sabe, necesitan tener modelos a imitar. Lo físico es la guinda. Luego resulta que, con tantas chapuzas corporales, chapoteo de tatuajes y demás pluscuamperfectos colgantes, ni nos reconocemos en el cuarto de baño. Otro gallo nos cantaría, sí los figurines no cotizasen en exclusiva. Hemos perdido el más común de los sentidos, el de mirarse a sí mismo con buenos ojos, aceptar lo que uno es, y lo que tiene, y decirse todos los días, lo que el enamorado dice a la flor. Es la mejor medicina para la salud y el bienestar.
Lo malo de todo este tinglado, es que hemos convertido los cuerpos serranos en serranías de carne. En pura materia, donde todo se compra y se vende. Olvidamos que somos más que un cuerpo bonito. La persona humana no puede renunciar a ser ella misma. Los modelos que nos presentan los poderosos medios de comunicación, no son, la verdad, muy aconsejables. Vivimos unos momentos donde todo vale, como cultura y cultivo. Incluido el culto al cuerpo. La publicidad es tan pujante y repetitiva que, no pocas personas, piensan que se es más feliz en función del grado de belleza física alcanzado. Siempre juvenil y sin arrugas. No se acepta que pasen los años y el cuidado corporal llega a convertirse en algo obsesivo y en un valor absoluto. Hemos caído en la trampa de considerar la vida del ser humano como una mercancía de consumo. Cuestión grave para vivir a corazón abierto. Todas estas contradicciones y situaciones paradójicas de bellezas exteriores, son síntomas de falta de armonía entre la lógica del bienestar y la lógica de los valores éticos fundados en la dignidad de la persona.
La nueva plasticidad del cuerpo, se ha puesto de moda. Poco importa lo espiritual. Lo físico, lo que entra por los ojos a primera vista, cada día es menos auténtico. ¿Quién lo diría? Las distintas clínicas son capaces de metamorfosearnos, y escapar, así, de nuestro cuerpo biológico. ¡Qué cara! ¿Y si yo me gusto, por qué cambiar? Prefiero ser un don Quijote y cambiar la sociedad. Para que se fije más en lo interno. En lo del corazón verdadero. En lo de la poesía en los labios. Y en lo de respirar el aroma de una mirada inocente que se injerta en el alma, con todo el amor del universo. ¡Esto sí que me libera y me asciende a las alturas!
La felicidad no la da un cuerpo dotado de hermosura, sino otros valores como pueden ser la entrega incondicional a los demás. La donación de uno mismo. Eso es lo que hay que fortalecer y reforzar. Lo que no se hace. Cada día, a poco que miremos a nuestro alrededor, notaremos la sed de alegrías, a pesar de tantos festines. La diversión verdadera es aquella que nos engrandece. Nos pone majos. Como si llevásemos un ángel a nuestro lado. Esos rostros de belleza sí que imprimen encanto. Esa dulzura, estilo y buen gusto, no es posible conseguirla en ninguna clínica o salón de belleza.
Muchos de nuestros contemporáneos han perdido el verdadero sentido de la vida y lo buscan en sucedáneos, en operaciones externas, en cambios de imagen y hasta de sexo, en un desenfrenado consumismo, en comilonas donde corre la droga, el alcohol o el erotismo a dos bandas: la homosexual (tan de moda hoy) y heterosexual. “Hay que probarlo todo”, leo en un anuncio por palabras. Buscan la placidez, pero el resultado es siempre una profunda tristeza, un vacío del corazón y muchas veces la desesperación. No se gustan por fuera porque han olvidado asearse por dentro. Ciertamente no es fácil. El capitalismo salvaje nos puede tanto, que nos atonta. Hasta hacernos perder la razón de ser, nuestra identidad y carácter, nuestros modales intrínsecos que nos vigorizan y vivifican, sobre todo en lo de ser una señorita de buen ver o un señor de buen vivir. Que no pasa, desde luego, por tener solamente un cuerpo diez. En cualquier caso, si deseamos llegar a la consecución de la alegría y ser un poco más felices, estoy convencido de que hemos de avanzar en una rigurosa ascética personal que nos haga más de los afectos (fondos) y menos de los aspectos (formas). Lo más gozoso es quererse uno antes por lo que se es, una persona en busca de la verdad y de sus creencias. Lo demás son aditamentos que nos atrapan y nos esclavizan.
-----------------------------------
Fuente: Catholic.net
El cuerpo ya no se considera como realidad típicamente personal, como señal de identidad. Se reduce a pura materialidad y apariencia. No importan los retoques con tal de saborear las mieles del goce. Ya mismo surge una nueva hipoteca. La del cuerpo. Y los bancos y entidades crediticias serán dueños de nosotros, aún más si cabe. Claro. Los arreglitos valen un riñón y parte del otro. Haber si por lo menos desgrava en Hacienda. Somos cuerpos vendidos. Y todo por una boca bien dibujada y carnosa para seducir y rejuvenecer el look. O por unos pechos llenos de silicona. Encima no son de oro, ¡jolines! Hasta es posible cambiar la mirada. Es la imagen de una felicidad encerrada en el círculo vicioso del deseo más instintivo, que, para más INRI, promueve la esbeltez como sinónimo de salud y estética, mientras que la obesidad se relaciona con lo insano y antiestético. Para colmo de males, nos ofrecen el peso perfecto, las medidas perfectas... Consecuencia de todo ello, la anorexia. Los jóvenes, ya se sabe, necesitan tener modelos a imitar. Lo físico es la guinda. Luego resulta que, con tantas chapuzas corporales, chapoteo de tatuajes y demás pluscuamperfectos colgantes, ni nos reconocemos en el cuarto de baño. Otro gallo nos cantaría, sí los figurines no cotizasen en exclusiva. Hemos perdido el más común de los sentidos, el de mirarse a sí mismo con buenos ojos, aceptar lo que uno es, y lo que tiene, y decirse todos los días, lo que el enamorado dice a la flor. Es la mejor medicina para la salud y el bienestar.
Lo malo de todo este tinglado, es que hemos convertido los cuerpos serranos en serranías de carne. En pura materia, donde todo se compra y se vende. Olvidamos que somos más que un cuerpo bonito. La persona humana no puede renunciar a ser ella misma. Los modelos que nos presentan los poderosos medios de comunicación, no son, la verdad, muy aconsejables. Vivimos unos momentos donde todo vale, como cultura y cultivo. Incluido el culto al cuerpo. La publicidad es tan pujante y repetitiva que, no pocas personas, piensan que se es más feliz en función del grado de belleza física alcanzado. Siempre juvenil y sin arrugas. No se acepta que pasen los años y el cuidado corporal llega a convertirse en algo obsesivo y en un valor absoluto. Hemos caído en la trampa de considerar la vida del ser humano como una mercancía de consumo. Cuestión grave para vivir a corazón abierto. Todas estas contradicciones y situaciones paradójicas de bellezas exteriores, son síntomas de falta de armonía entre la lógica del bienestar y la lógica de los valores éticos fundados en la dignidad de la persona.
La nueva plasticidad del cuerpo, se ha puesto de moda. Poco importa lo espiritual. Lo físico, lo que entra por los ojos a primera vista, cada día es menos auténtico. ¿Quién lo diría? Las distintas clínicas son capaces de metamorfosearnos, y escapar, así, de nuestro cuerpo biológico. ¡Qué cara! ¿Y si yo me gusto, por qué cambiar? Prefiero ser un don Quijote y cambiar la sociedad. Para que se fije más en lo interno. En lo del corazón verdadero. En lo de la poesía en los labios. Y en lo de respirar el aroma de una mirada inocente que se injerta en el alma, con todo el amor del universo. ¡Esto sí que me libera y me asciende a las alturas!
La felicidad no la da un cuerpo dotado de hermosura, sino otros valores como pueden ser la entrega incondicional a los demás. La donación de uno mismo. Eso es lo que hay que fortalecer y reforzar. Lo que no se hace. Cada día, a poco que miremos a nuestro alrededor, notaremos la sed de alegrías, a pesar de tantos festines. La diversión verdadera es aquella que nos engrandece. Nos pone majos. Como si llevásemos un ángel a nuestro lado. Esos rostros de belleza sí que imprimen encanto. Esa dulzura, estilo y buen gusto, no es posible conseguirla en ninguna clínica o salón de belleza.
Muchos de nuestros contemporáneos han perdido el verdadero sentido de la vida y lo buscan en sucedáneos, en operaciones externas, en cambios de imagen y hasta de sexo, en un desenfrenado consumismo, en comilonas donde corre la droga, el alcohol o el erotismo a dos bandas: la homosexual (tan de moda hoy) y heterosexual. “Hay que probarlo todo”, leo en un anuncio por palabras. Buscan la placidez, pero el resultado es siempre una profunda tristeza, un vacío del corazón y muchas veces la desesperación. No se gustan por fuera porque han olvidado asearse por dentro. Ciertamente no es fácil. El capitalismo salvaje nos puede tanto, que nos atonta. Hasta hacernos perder la razón de ser, nuestra identidad y carácter, nuestros modales intrínsecos que nos vigorizan y vivifican, sobre todo en lo de ser una señorita de buen ver o un señor de buen vivir. Que no pasa, desde luego, por tener solamente un cuerpo diez. En cualquier caso, si deseamos llegar a la consecución de la alegría y ser un poco más felices, estoy convencido de que hemos de avanzar en una rigurosa ascética personal que nos haga más de los afectos (fondos) y menos de los aspectos (formas). Lo más gozoso es quererse uno antes por lo que se es, una persona en busca de la verdad y de sus creencias. Lo demás son aditamentos que nos atrapan y nos esclavizan.
-----------------------------------
Fuente: Catholic.net
jueves, 13 de diciembre de 2007
Generosidad, dar a los demás lo mejor / Autor: Francisco Cardona
Enseñar a poner el corazón en cada acción que nos lleve a compartir con los demás
Definición
La generosidad es la virtud que nos conduce a dar y darnos a los demás de una manera habitual, firme y decidida, buscando su bien y poniendo a su servicio lo mejor de nosotros mismos, tanto bienes materiales como cualidades y talentos.
La solidaridad es una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas cercanas o lejanas, sino una actitud definida y clara de procurar el bien de todos y cada uno.
Meta
Formarnos en la generosidad, el desprendimiento y en el dar lo mejor de sí, contrarrestando los efectos del egoísmo. Salir de sí mismos y experimentar la felicidad que proporciona el donarse a los demás y vivir el valor del servicio, que implica una participación y solidaridad profunda con el otro.
Sentir la felicidad de los demás como propia, porque esto nos hará más felices en la vida porque compartiremos no sólo los propios éxitos y logros sino los de los demás.
Sólo se podrá ser realmente feliz haciendo felices a los demás, preocupándonos por los otros aún si nosotros mismos nos encontramos en el sufrimiento. Y como fruto de esta comprensión y convencimiento, nos comprometemos con los demás, viviendo la generosidad y la solidaridad
Somos responsables de la felicidad de los demás, que lo que hagamos o dejemos de hacer siempre tendrá repercusiones positivas o negativas en los que nos rodean, y como fruto de este convencimiento debemos optar por participar buscando siempre el bien común.
¿Por qué nos interesa fomentar la virtud de la generosidad?
¨ Porque experimentaremos que hay más alegría en dar que en recibir, y podremos optar por una vida de generosidad que nos brindará una mayor felicidad y realización personal.
¨ Porque asumiremos que también somos
¨ Porque descubriremos que el valor de la persona no se mide por la cantidad que da sino por la alegría y la generosidad que manifiesta en sus detalles. La manera de dar vale más que lo que se da. Y así seremos capaces de ver a las personas no en función de lo que tienen sino de lo que son.
¨ Porque aprenderemos que ser generosos es saber dar, acompañando lo que damos con ternura, afecto y alegría. Que se debe poner el corazón en cada acción que nos lleve a compartir y viviremos la verdadera generosidad en nuestra relación con todas las personas.
¨ Porque dar es el acto en que se expresa el amor y una persona que sabe amar es generosa. Comprenderemos que compartir no se limita a dar cosas materiales, sino que involucra el tiempo, la atención, el amor, los sentimientos, etcétera y estaremos capacitados a amar con madurez y sinceridad, sin egoísmo.
¨ Porque no se trata únicamente de aprender a dar cosas, sino de aprender a darse uno mismo. Ser generoso no es dar lo que nos sobre, sino dar lo que somos. Este es el fundamento de la felicidad humana.
¨ Porque es enriquecer a los que nos rodean con nuestros propios valores, colaborando en la transformación de la sociedad, sin permitir que se desperdicien los dones y cualidades que Dios ha dado a cada uno.
¨ Porque compartir implica estar atento y saber reconocer la necesidad del otro, abriéndose a los demás y abriendo el propio interior al amor de los otros.
¨ Porque la solidaridad debe ser una actitud habitual, firme y perseverante de servicio, de poner atención en las necesidades de los demás, aún a costa de los beneficios propios.
¨ Porque valorar y ayudar a los compañeros y participar con ellos llevará a la solidaridad y a la generosidad.
¨ Porque la solidaridad implica un compromiso que en muchas ocasiones nos obliga a dejar nuestra comodidad e intereses inmediatos por el bien común. Este compromiso lo debe llevar a buscar siempre los mejores medios, comprometiendo a la persona para servir y trabajar con generosidad por los demás.
¨ Porque ser generoso en el servicio a los demás da sentido a la propia vida.
¨ Porque al vivir esta virtud no desde un punto de vista teórico, sino práctico, lograremos una mayor armonía en la familia y en la sociedad, trabajando y luchando juntos y capacitaremos a los demás a formar la propia familia con más posibilidades de estabilidad, éxito y felicidad.
Vivir la generosidad significa
¨ Dar con alegría.
¨ Compartir de buen modo.
¨ Dar algo que es valioso para mí.
¨ Guardar parte de mi dinero o de mis cosas para ayudar a quien lo necesite.
¨ Compartir con una sonrisa aunque me sienta mal.
¨ Compartir mi tiempo escuchando con atención lo que otros tengan que decirme, aunque yo tenga otras cosas que hacer o realmente no me interese mucho lo que dicen.
¨ Estar siempre pendiente de las necesidades de los demás, más que de las mías.
¨ Estar siempre dispuesto a dar lo mejor de mí ante las necesidades de los demás.
¨ Ayudar sin que nadie me lo pida.
¨ Compartir mi tiempo ayudando aunque tenga que dejar de hacer otras cosas que me gustan.
¨ Estar pendiente de las necesidades de los demás.
¨ Hacer algo cada día por el bien de los demás, buscando la manera mejor y más eficaz de hacerlo, dando siempre lo mejor de mí.
Qué facilita la vivencia de esta virtud
Las virtudes de:
¨ Servicio, y las capacidades de desprendimiento y disponibilidad que nos ayudan a ser capaces de dar y darnos en el momento en que se necesite.
¨ Alegría y amabilidad que nos lleva a ser generosos dando siempre lo mejor de nosotros.
¨ Compañerismo y participación que nos ayudan a buscar y trabajar por el bien común y a contrarrestar el ambiente de egoísmo que prevalece en la sociedad.
¨ Comprensión y responsabilidad que nos ayudan a entender las necesidades de los demás, y a sentir que somos responsables de dar una respuesta comprometida y seria ante las necesidades de los otros.
¨ Gratitud y hospitalidad que nos conducen a darnos cuenta de los dones que tenemos, dar gracias por ellos y compartirlos con otros.
¨ Magnanimidad, que nos lleva a tener miras altas en el servicio a los demás.
¨ Fomentar un ambiente en donde se atiendan las necesidades de los demás antes que las propias.
¨ Ejercitarse en actos de servicio voluntario.
Qué dificulta la vivencia de esta virtud
¨ La competitividad mal entendida y egoísta que lleva a pensar en el otro es enemigo en potencia.
¨ Ambiente de egoísmo e individualismo.
¨ Pusilanimidad, estrechez de miras.
¨ Dureza de corazón .
En el Evangelio podemos encontrar cómo Jesús valora la generosidad:
«Estaba Jesús en el templo y veía cómo los ricos iban echando dinero en el cofre de las ofrendas. Vio también a una viuda pobre que echaba dos monedas de poco valor y dijo: "Les aseguro que esa viuda pobre ha echado más que todos los demás; porque ésos han echado de lo que les sobra, mientras que ésta ha echado todo lo que tenía para vivir."» Lc 21, 1-4.
«Jesús recorría toda Galilea, enseñando en sus Sinagogas, anunciaba la buena noticia del reino y curaba las enfermedades y las dolencias del pueblo.» Lc 6, 17
«Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen que comer. No quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan por el camino."
Los discípulos le dijeron: “¿De dónde vamos a sacar en un despoblado para dar de comer a tanta gente?”
Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tienen? Ellos le respondieron: siete, y unos pocos pececillos.”
Entonces Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y se los iba dando a los discípulos, y éstos a la gente. Comieron todos hasta saciarse, y recogieron siete cestos llenos de los trozos sobrantes. Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños.» Mt 15, 32-38.
«Entonces el rey dirá a los de un lado: “Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme”. Entonces le responderán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo fuiste un extraño y te hospedamos, o estuviste desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les responderá: “Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”.» Mt 25, 34-40.
-------------------------------
Fuente: Catholic.net
Definición
La generosidad es la virtud que nos conduce a dar y darnos a los demás de una manera habitual, firme y decidida, buscando su bien y poniendo a su servicio lo mejor de nosotros mismos, tanto bienes materiales como cualidades y talentos.
La solidaridad es una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas cercanas o lejanas, sino una actitud definida y clara de procurar el bien de todos y cada uno.
Meta
Formarnos en la generosidad, el desprendimiento y en el dar lo mejor de sí, contrarrestando los efectos del egoísmo. Salir de sí mismos y experimentar la felicidad que proporciona el donarse a los demás y vivir el valor del servicio, que implica una participación y solidaridad profunda con el otro.
Sentir la felicidad de los demás como propia, porque esto nos hará más felices en la vida porque compartiremos no sólo los propios éxitos y logros sino los de los demás.
Sólo se podrá ser realmente feliz haciendo felices a los demás, preocupándonos por los otros aún si nosotros mismos nos encontramos en el sufrimiento. Y como fruto de esta comprensión y convencimiento, nos comprometemos con los demás, viviendo la generosidad y la solidaridad
Somos responsables de la felicidad de los demás, que lo que hagamos o dejemos de hacer siempre tendrá repercusiones positivas o negativas en los que nos rodean, y como fruto de este convencimiento debemos optar por participar buscando siempre el bien común.
¿Por qué nos interesa fomentar la virtud de la generosidad?
¨ Porque experimentaremos que hay más alegría en dar que en recibir, y podremos optar por una vida de generosidad que nos brindará una mayor felicidad y realización personal.
¨ Porque asumiremos que también somos
¨ Porque descubriremos que el valor de la persona no se mide por la cantidad que da sino por la alegría y la generosidad que manifiesta en sus detalles. La manera de dar vale más que lo que se da. Y así seremos capaces de ver a las personas no en función de lo que tienen sino de lo que son.
¨ Porque aprenderemos que ser generosos es saber dar, acompañando lo que damos con ternura, afecto y alegría. Que se debe poner el corazón en cada acción que nos lleve a compartir y viviremos la verdadera generosidad en nuestra relación con todas las personas.
¨ Porque dar es el acto en que se expresa el amor y una persona que sabe amar es generosa. Comprenderemos que compartir no se limita a dar cosas materiales, sino que involucra el tiempo, la atención, el amor, los sentimientos, etcétera y estaremos capacitados a amar con madurez y sinceridad, sin egoísmo.
¨ Porque no se trata únicamente de aprender a dar cosas, sino de aprender a darse uno mismo. Ser generoso no es dar lo que nos sobre, sino dar lo que somos. Este es el fundamento de la felicidad humana.
¨ Porque es enriquecer a los que nos rodean con nuestros propios valores, colaborando en la transformación de la sociedad, sin permitir que se desperdicien los dones y cualidades que Dios ha dado a cada uno.
¨ Porque compartir implica estar atento y saber reconocer la necesidad del otro, abriéndose a los demás y abriendo el propio interior al amor de los otros.
¨ Porque la solidaridad debe ser una actitud habitual, firme y perseverante de servicio, de poner atención en las necesidades de los demás, aún a costa de los beneficios propios.
¨ Porque valorar y ayudar a los compañeros y participar con ellos llevará a la solidaridad y a la generosidad.
¨ Porque la solidaridad implica un compromiso que en muchas ocasiones nos obliga a dejar nuestra comodidad e intereses inmediatos por el bien común. Este compromiso lo debe llevar a buscar siempre los mejores medios, comprometiendo a la persona para servir y trabajar con generosidad por los demás.
¨ Porque ser generoso en el servicio a los demás da sentido a la propia vida.
¨ Porque al vivir esta virtud no desde un punto de vista teórico, sino práctico, lograremos una mayor armonía en la familia y en la sociedad, trabajando y luchando juntos y capacitaremos a los demás a formar la propia familia con más posibilidades de estabilidad, éxito y felicidad.
Vivir la generosidad significa
¨ Dar con alegría.
¨ Compartir de buen modo.
¨ Dar algo que es valioso para mí.
¨ Guardar parte de mi dinero o de mis cosas para ayudar a quien lo necesite.
¨ Compartir con una sonrisa aunque me sienta mal.
¨ Compartir mi tiempo escuchando con atención lo que otros tengan que decirme, aunque yo tenga otras cosas que hacer o realmente no me interese mucho lo que dicen.
¨ Estar siempre pendiente de las necesidades de los demás, más que de las mías.
¨ Estar siempre dispuesto a dar lo mejor de mí ante las necesidades de los demás.
¨ Ayudar sin que nadie me lo pida.
¨ Compartir mi tiempo ayudando aunque tenga que dejar de hacer otras cosas que me gustan.
¨ Estar pendiente de las necesidades de los demás.
¨ Hacer algo cada día por el bien de los demás, buscando la manera mejor y más eficaz de hacerlo, dando siempre lo mejor de mí.
Qué facilita la vivencia de esta virtud
Las virtudes de:
¨ Servicio, y las capacidades de desprendimiento y disponibilidad que nos ayudan a ser capaces de dar y darnos en el momento en que se necesite.
¨ Alegría y amabilidad que nos lleva a ser generosos dando siempre lo mejor de nosotros.
¨ Compañerismo y participación que nos ayudan a buscar y trabajar por el bien común y a contrarrestar el ambiente de egoísmo que prevalece en la sociedad.
¨ Comprensión y responsabilidad que nos ayudan a entender las necesidades de los demás, y a sentir que somos responsables de dar una respuesta comprometida y seria ante las necesidades de los otros.
¨ Gratitud y hospitalidad que nos conducen a darnos cuenta de los dones que tenemos, dar gracias por ellos y compartirlos con otros.
¨ Magnanimidad, que nos lleva a tener miras altas en el servicio a los demás.
¨ Fomentar un ambiente en donde se atiendan las necesidades de los demás antes que las propias.
¨ Ejercitarse en actos de servicio voluntario.
Qué dificulta la vivencia de esta virtud
¨ La competitividad mal entendida y egoísta que lleva a pensar en el otro es enemigo en potencia.
¨ Ambiente de egoísmo e individualismo.
¨ Pusilanimidad, estrechez de miras.
¨ Dureza de corazón .
En el Evangelio podemos encontrar cómo Jesús valora la generosidad:
«Estaba Jesús en el templo y veía cómo los ricos iban echando dinero en el cofre de las ofrendas. Vio también a una viuda pobre que echaba dos monedas de poco valor y dijo: "Les aseguro que esa viuda pobre ha echado más que todos los demás; porque ésos han echado de lo que les sobra, mientras que ésta ha echado todo lo que tenía para vivir."» Lc 21, 1-4.
«Jesús recorría toda Galilea, enseñando en sus Sinagogas, anunciaba la buena noticia del reino y curaba las enfermedades y las dolencias del pueblo.» Lc 6, 17
«Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen que comer. No quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan por el camino."
Los discípulos le dijeron: “¿De dónde vamos a sacar en un despoblado para dar de comer a tanta gente?”
Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tienen? Ellos le respondieron: siete, y unos pocos pececillos.”
Entonces Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y se los iba dando a los discípulos, y éstos a la gente. Comieron todos hasta saciarse, y recogieron siete cestos llenos de los trozos sobrantes. Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños.» Mt 15, 32-38.
«Entonces el rey dirá a los de un lado: “Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme”. Entonces le responderán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo fuiste un extraño y te hospedamos, o estuviste desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les responderá: “Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”.» Mt 25, 34-40.
-------------------------------
Fuente: Catholic.net
Etiquetas:
Alegría,
Compañerismo,
Compartir.,
Comprensión,
Desprendimiento,
Dureza de Corazón,
Escucha,
felicidad,
generosidad,
Gratitud,
Hospitalidad,
Magnanimidad,
Servicio,
solidaridad
Suscribirse a:
Entradas (Atom)