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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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lunes, 27 de enero de 2020

Kery Jankowski se drogaba con 15 años, entró sin fe en la Comunidad Cenáculo para evitar la cárcel y fue rescatada de las drogas y el suicidio: conoció a Dios, se curó y se bautizó

* «Sentí de verdad que había un Dios, que estaba conmigo, que me amaba. Experimenté todo en ese momento. Lloré, lloré y lloré de alegría, por todo, por sentirme amada. Creo que después de aquel momento conocí a Jesús. Me encontré con alguien que existe, que es real. Dios me conoce, sabe todo de mí, todo lo que he hecho, y ha caminado conmigo. Siento que ha dado sentido a todo»
Camino Católico.-  Kery Jankowski es una joven estadounidense que desde que nació ha tenido una vida muy difícil. Su madre murió cuando ella apenas tenía un mes, su padre era alcohólico y se crió con su abuela materna, cuya familia era judía pero no practicante. Pero cuando tenía siete años su abuela enfermó y fue acogida por la exmujer de su padre. Y ante esta falta de referentes, heridas internas y la ausencia de Dios en cuanto llegó a la adolescencia cayó en una brutal espiral de drogadicción: marihuana, pastillas, metanfetamina, cocaína e incluso heroína inyectada.
Sólo tras haber intentado suicidarse en varias ocasiones y estar a punto de ir a la cárcel su cuerpo y su alma pudieron sanarse en una Comunidad del Cenáculo. Allí conoció a Dios, supo lo que era el amor y su vida se transformó por completo dejando atrás todas las adicciones y pidiendo el Bautismo. “He experimentado una alegría que nunca tuve antes. Y sé que es de Dios y por Dios”, afirma convencida.

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