* «Fue durante una misa. Pasó algo extraordinario. Interiormente, vi cómo desfilaban ante mí muchas cosas de mi vida, en particular la separación de mis padres y otras heridas. Cosas que yo había sufrido, pero también otras que yo había hecho, todo el mal que había causado, los pecados que había cometido, las personas a quienes había herido… Todo ello se me vino encima, y al mismo tiempo, sentía interiormente algo, no sé cómo decirlo. Era como si el Señor me dijese con dulzura: ‘A pesar de todo esto, Yo te amo’. Interiormente, aquello era una dulzura inmensa que sentí físicamente, sensiblemente, tenía ganas de llorar, de echar todo eso afuera… Transformó realmente mi forma de ver las cosas»
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