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viernes, 6 de junio de 2008
Finaliza cumbre alimentaria de la FAO
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jueves, 29 de mayo de 2008
Obispos piden a mexicanos no tener miedo para defender la vida
Publicamos el comunicado que emitió este martes la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) "Ante los retos que enfrenta la cultura de la vida".
* * *
Nuestro pueblo tienen derecho a una vida plena, propia de los hijos de Dios, con unas condiciones más humanas: libres de las amenazas del hambre y de toda forma de violencia. Por esta razón, los Obispos consideramos que es nuestra obligación fomentar una cultura de la vida, don maravilloso que Dios nos ha entregado y que los católicos, creyentes, hombres y mujeres de buena voluntad; estamos llamados a cuidar y defender.
Nuestro país está inmerso en una espiral de violencia ocasionada por los cárteles de la droga. Reconocemos el esfuerzo de las autoridades que combaten este flagelo y elevamos a Dios nuestra oración por todos nuestros hermanos que han muerto víctimas del crimen organizado y pedimos por sus familias. Al Pueblo de México, le pedimos que no se desentienda; que no se siente a esperar la solución, porque ésta depende de todos. Ninguna iniciativa, programa u operativo logrará erradicar este grave problema si no cuenta con la colaboración de la sociedad.
Los Obispos pensamos que el respeto por la vida del ser humano debe comenzar en el momento de la concepción y continuar hasta la muerte natural, por lo que hemos seguido con gran interés las audiencias públicas convocadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, relacionadas con las acciones de inconstitucionalidad contra del dictamen por el que se despenaliza el aborto hasta la doceava semana en el Distrito Federal. Consideramos que los argumentos presentados, desde las diferentes disciplinas, han enriquecido este debate, en el que el factor común es la preocupación por la vida, la del concebido y la de su madre.
Como pastores, agradecemos y seguimos alentando las manifestaciones en favor de la vida que se han dado en varios estados de nuestra nación. Saludamos a todos los hombres y mujeres comprometidos con la promoción de una cultura de la vida y les pedimos que continúen con mucho ánimo e intensifiquen su trabajo en la formación de conciencias que valoren, respeten y promuevan la vida. Les pedimos también que este tipo de manifestaciones no sea coyuntural, sino permanente. Solo con el trabajo constante podremos permear en todos los sectores de la sociedad. Estamos con ustedes, no tengan miedo. La Iglesia está convocada a ser abogada de la justicia y defensora de los pobres y los indefensos.
Ante las alzas en los precios de los alimentos básicos, ocasionadas por la crisis alimentaria mundial, los Obispos queremos manifestar que compartimos la preocupación de nuestro pueblo, mayoritariamente pobre, campesino, obrero e indígena, por las consecuencias dolorosas que traerán consigo estos aumentos. Existe el riesgo real de un mayor empobrecimiento, y de que aumente el número de personas que pasan hambre en nuestro país. Esta crisis alimentaria es sin duda la emergencia y el desafío mayor que tiene que afrontar el mundo actual, y presenta una tarea importante y urgente para las autoridades y para la sociedad civil.
Sólo a través de una mayor solidaridad y preocupación por los más vulnerables podremos hacer frente a los desafíos inmediatos, trabajando para asegurar que el progreso de hoy sea la piedra angular de un mañana más justo y seguro. Invitamos a todos los católicos a hacerse solidarios con la situación que viven nuestros hermanos más indefensos. La palabra de Jesús no nos permite la comodidad del egoísmo y de la pasividad, sino que nos lanza a que hagamos cuanto podamos por los más vulnerables. La Iglesia, que formamos todos los bautizados, no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la vida.
Por los Obispos de México,
+ Carlos Aguiar Retes
Obispo de Texcoco
Presidente de la CEM
+ José Leopoldo González González
Obispo Auxiliar de Guadalajara
Secretario General de la CEM
* * *
Nuestro pueblo tienen derecho a una vida plena, propia de los hijos de Dios, con unas condiciones más humanas: libres de las amenazas del hambre y de toda forma de violencia. Por esta razón, los Obispos consideramos que es nuestra obligación fomentar una cultura de la vida, don maravilloso que Dios nos ha entregado y que los católicos, creyentes, hombres y mujeres de buena voluntad; estamos llamados a cuidar y defender.
Nuestro país está inmerso en una espiral de violencia ocasionada por los cárteles de la droga. Reconocemos el esfuerzo de las autoridades que combaten este flagelo y elevamos a Dios nuestra oración por todos nuestros hermanos que han muerto víctimas del crimen organizado y pedimos por sus familias. Al Pueblo de México, le pedimos que no se desentienda; que no se siente a esperar la solución, porque ésta depende de todos. Ninguna iniciativa, programa u operativo logrará erradicar este grave problema si no cuenta con la colaboración de la sociedad.
Los Obispos pensamos que el respeto por la vida del ser humano debe comenzar en el momento de la concepción y continuar hasta la muerte natural, por lo que hemos seguido con gran interés las audiencias públicas convocadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, relacionadas con las acciones de inconstitucionalidad contra del dictamen por el que se despenaliza el aborto hasta la doceava semana en el Distrito Federal. Consideramos que los argumentos presentados, desde las diferentes disciplinas, han enriquecido este debate, en el que el factor común es la preocupación por la vida, la del concebido y la de su madre.
Como pastores, agradecemos y seguimos alentando las manifestaciones en favor de la vida que se han dado en varios estados de nuestra nación. Saludamos a todos los hombres y mujeres comprometidos con la promoción de una cultura de la vida y les pedimos que continúen con mucho ánimo e intensifiquen su trabajo en la formación de conciencias que valoren, respeten y promuevan la vida. Les pedimos también que este tipo de manifestaciones no sea coyuntural, sino permanente. Solo con el trabajo constante podremos permear en todos los sectores de la sociedad. Estamos con ustedes, no tengan miedo. La Iglesia está convocada a ser abogada de la justicia y defensora de los pobres y los indefensos.
Ante las alzas en los precios de los alimentos básicos, ocasionadas por la crisis alimentaria mundial, los Obispos queremos manifestar que compartimos la preocupación de nuestro pueblo, mayoritariamente pobre, campesino, obrero e indígena, por las consecuencias dolorosas que traerán consigo estos aumentos. Existe el riesgo real de un mayor empobrecimiento, y de que aumente el número de personas que pasan hambre en nuestro país. Esta crisis alimentaria es sin duda la emergencia y el desafío mayor que tiene que afrontar el mundo actual, y presenta una tarea importante y urgente para las autoridades y para la sociedad civil.
Sólo a través de una mayor solidaridad y preocupación por los más vulnerables podremos hacer frente a los desafíos inmediatos, trabajando para asegurar que el progreso de hoy sea la piedra angular de un mañana más justo y seguro. Invitamos a todos los católicos a hacerse solidarios con la situación que viven nuestros hermanos más indefensos. La palabra de Jesús no nos permite la comodidad del egoísmo y de la pasividad, sino que nos lanza a que hagamos cuanto podamos por los más vulnerables. La Iglesia, que formamos todos los bautizados, no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la vida.
Por los Obispos de México,
+ Carlos Aguiar Retes
Obispo de Texcoco
Presidente de la CEM
+ José Leopoldo González González
Obispo Auxiliar de Guadalajara
Secretario General de la CEM
viernes, 25 de abril de 2008
Los biocombustibles pueden amenazar el derecho a la alimentación, advierte la Santa Sede
Su producción no debe implicar una reducción de productos agrícolas
CIUDAD DEL VATICANO, (ZENIT.org).- La Santa Sede ha pedido medidas para que la producción de biocombustibles no implique un aumento del precio en los alimentos básicos, que en algunos países constituye una auténtica amenaza para el derecho a la alimentación.
CIUDAD DEL VATICANO, (ZENIT.org).- La Santa Sede ha pedido medidas para que la producción de biocombustibles no implique un aumento del precio en los alimentos básicos, que en algunos países constituye una auténtica amenaza para el derecho a la alimentación.
Para lograr este objetivo, ha afirmado un representante vaticano, la producción de los biocombustibles no debería implicar una disminución de productos agrícolas en el mercado de alimentos.
Lo ha afirmado monseñor Renato Volante, observador permanente de la Santa Sede ante el Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), al intervenir en la Conferencia Regional de ese organismo para América Latina y el Caribe, que se ha celebrado en Brasilia (Brasil) del 17 al 18 de abril.
El uso de productos agrícolas para la producción de biocombustibles, afirmó el representante vaticano, «puede representar una oportunidad para la protección del ambiente y de la biodiversidad».
El uso de productos agrícolas para la producción de biocombustibles, afirmó el representante vaticano, «puede representar una oportunidad para la protección del ambiente y de la biodiversidad».
Sin embargo, reconoció que esta tendencia «es indicada hoy como la causa primaria de un aumento de los precios sin precedentes respecto a la década pasada, así como de un rápido cambio en el uso de terrenos agrícolas sometidos a cultivos intensivos que les empobrecen».
«Todo esto tiene un impacto mundial que, si bien presenta algunas ventajas para los agricultores productores, de hecho está causando consecuencias negativas para los niveles de pobreza en las áreas dependientes de la importación de alimentos y sobre la conservación de los terrenos».
Según monseñor Volante, los Estados están llamados a operar en virtud de ponderadas consideraciones que tengan como «objetivo esencial» la tutela y la aplicación del derecho a la alimentación.
Por este motivo, aclaró, no es posible «disminuir la cantidad de productos agrícolas que hay que introducir en el mercado de los alimentos o mantener en reserva para las emergencias que podrían verificarse a favor de otros fines, aunque sean aceptables, que no satisfacen un derecho fundamental, como es el derecho a la alimentación».
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