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domingo, 15 de diciembre de 2024

Papa Francisco en el Ángelus con consagrados en Córcega, 15-12-2024: «Repetir en la oración: En mi servicio, que no esté yo en el centro, sino Dios»

 


* «No se vive de rentas con el Señor. Por el contrario, la alegría del encuentro con Él debe renovarse cada día; a cada momento es necesario volver a escuchar su voz y decidirse a seguirlo, también en los momentos de las caídas. Levántate, mira al Señor y dile: ‘Discúlpame y ayúdame a seguir adelante’. Esta cercanía fraterna y filial es muy importante en nuestra vida»

    

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «La misión que cada uno de ustedes ha recibido tiene siempre un único objetivo: llevar a Jesús a los demás, dar a los corazones la consolación del Evangelio. Me gustaría recordar aquí el momento en que el apóstol Pablo está por volver a Corinto y, escribiendo a la comunidad, les dice: ‘De buena gana entregaré lo que tengo y hasta me entregaré a mí mismo, para el bien de ustedes’ (2 Co 12,15). Entregarse por las almas, entregarse en ofrenda de sí por aquellos que nos han sido encomendados» 


 15 de diciembre de 2024.- (Camino CatólicoUn “gracias” del Papa Francisco hacia los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, consagradas y seminaristas de Córcega para después centrar su discurso en “la gracia de Dios”. Se trata de la alocución que ha pronunciado antes de rezar la oración mariana del Ángelus en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción en Ajaccio ante el clero de la isla mediterránea.

Francisco, en su discurso, reflexiona sobre los desafíos que enfrentan los cristianos en Europa para transmitir la fe, especialmente en contextos que no siempre favorecen el anuncio del Evangelio: “Ustedes lo experimentan cada día, pues los ambientes en los que trabajan no siempre se muestran favorables para acoger el anuncio del Evangelio” y les recuerda que en el centro está el Señor: “No estoy yo en el centro, sino Dios. Esto es algo que quizá cada mañana, cuando sale el sol, cada pastor, cada consagrado debería repetir en la oración: también hoy, en mi servicio, que no esté yo en el centro, sino Dios”. Y dice esto porque Francisco considera que hay un peligro en la mundanalidad, un peligro que es la vanidad. “Ser un pavo real. Mirarse demasiado a uno mismo. Eso es vanidad. Y la vanidad es un mal vicio, con mal olor. Pavonearse”. Después, les hace una doble invitación: cuidar de sí mismos y cuidar de los demás.

El Papa ha concluido con su frase preferida: “La guerra es siempre una derrota”. “¡Paz al mundo entero! especialmente para Tierra Santa, donde María dio a luz a Jesús”. Antes de rezar a la Madre del cielo, el Papa ha elevado su súplica para que la Santa Madre de Dios obtenga la anhelada paz para todos los territorios en conflicto. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:


VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD PAPA FRANCISCO
A AJACCIO
CON MOTIVO DEL CONGRESO
“LA RELIGIOSITÉ POPULAIRE EN MÉDITERRANÉE”

REZO DEL ÁNGELUS CON LOS OBISPOS, SACERDOTES, DIÁCONOS,
CONSAGRADAS, CONSAGRADOS Y SEMINARISTAS

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Catedral de Nuestra Señora de la Asunción  - Ajaccio
Domingo, 15 de diciembre de 2024


Queridos hermanos obispos,

Queridas consagradas, queridos sacerdotes, diáconos,

consagrados y seminaristas:


Me encuentro aquí, en su hermosa tierra, sólo por un día, pero quise que hubiera al menos un breve momento para reunirme con ustedes y poder saludarlos. Esto me da la oportunidad, en primer lugar, de decirles gracias. Gracias porque están aquí, con su vida entregada; gracias por su trabajo, por el compromiso cotidiano; gracias por ser signo del amor misericordioso de Dios y testigos del Evangelio.Me alegré cuando pude saludar a uno de ustedes: ¡tiene 95 años y 70 de sacerdocio! Esto significa llevar adelante esa hermosa vocación. ¡Gracias hermano por tu testimonio! ¡Muchas gracias!


Y del “gracias” paso a la gracia de Dios, que es el fundamento de la fe cristiana y de toda forma de consagración en la Iglesia. En el contexto europeo en el que nos encontramos no faltan problemas y desafíos relacionados con la transmisión de la fe, y ustedes lo experimentan cada día, descubriéndose pequeños y frágiles; no son muchos, no tienen medios poderosos; los ambientes en los que trabajan no siempre se muestran favorables para acoger el anuncio del Evangelio. A veces me viene a la mente una película, porque algunos están dispuestos a acoger el Evangelio, pero no el "portavoz". Esa película tenía esta frase: "La música sí, pero el músico no". Piensen un poco, la fidelidad a la transmisión del Evangelio. Esto nos ayudará. Y, sin embargo, esta pobreza sacerdotal es una bendición. ¿Porqué? Porque nos despoja de la pretensión de querer ir por nuestra cuenta, nos enseña a considerar la misión cristiana como algo que no depende de las fuerzas humanas, sino sobre todo de la obra del Señor, que siempre trabaja y actúa con lo poco que podemos ofrecerle.


No olvidemos esto: en el centro está el Señor. No estoy yo en el centro, sino Dios. Entre nosotros, cuando hay un sacerdote presuntuoso que se pone al centro, decimos: este es un sacerdote yo, me, mí, conmigo, para mí. No, el Señor es el centro. Esto es algo que quizá cada mañana, cuando sale el sol, cada pastor, cada consagrado debería repetir en la oración: también hoy, en mi servicio, que no esté yo en el centro, sino Dios, el Señor. Y digo esto porque hay un peligro en la mundanidad, un peligro que es la vanidad. Hacer las veces del "pavo real". Mirarse demasiado a sí mismo. La vanidad es un vicio feo, con mal olor.


Pero el primado de la gracia divina no significa que podamos quedarnos dormidos tranquilamente, sin asumir nuestras responsabilidades. Por el contrario, debemos considerarnos como “colaboradores de la gracia de Dios” (cf. 1 Co 3,9). Y así, caminando con el Señor, cada día se nos presenta una pregunta esencial: ¿cómo estoy viviendo mi sacerdocio, mi consagración, mi discipulado?¿Estoy cerca de Jesús?


Cuando, en la otra diócesis, hacía las visitas pastorales, me encontraba con algunos buenos sacerdotes que trabajaban mucho. "Dime, ¿tú cómo haces por la noche?" —"Estoy cansado, como un bocado y luego me voy a la cama a descansar un poco, a ver la televisión"— "¿Pero no pasas por la capilla para saludar a tu Jefe?" —"Eh no..."— "Y tú, antes de dormirte, ¿rezas un Ave María? Al menos sé educado, pasa por la capilla a decir, muchas gracias y hasta mañana". ¡No se olviden del Señor! El Señor: al principio, en medio y al final del día. ¡Es nuestro Jefe! ¡Y es un Jefe que trabaja más que nosotros! No se olviden de esto.


Les pregunto: ¿cómo vivo yo el discipulado?


Graben esta pregunta en sus corazones, no subestimen la necesidad de discernimiento, de mirar hacia dentro, para que el ritmo y las actividades exteriores no nos “trituren”, haciéndonos perder la consistencia interior. Por mi parte, quisiera dejarles una doble invitación: cuidar de sí mismos y cuidar de los demás.


La Primera: Cuidar de sí mismos, porque la vida sacerdotal o religiosa no es un “sí” que hemos pronunciado una vez y para siempre. No se vive de rentas con el Señor. Por el contrario, la alegría del encuentro con Él debe renovarse cada día; a cada momento es necesario volver a escuchar su voz y decidirse a seguirlo, también en los momentos de las caídas. Levántate, mira al Señor y dile: "Discúlpame y ayúdame a seguir adelante". Esta cercanía fraterna y filial es muy importante en nuestra vida.


Recordemos esto: nuestra vida se expresa en la ofrenda de nosotros mismos; pero, cuanto más un sacerdote, una religiosa, un religioso, se entrega, se desgasta, trabaja por el Reino de Dios, más necesario es también que cuide de sí mismo. Un sacerdote, una religiosa, un diácono que se descuida también terminará por descuidar a quienes le son encomendados. Por eso es preciso una pequeña “regla de vida” —los religiosos ya la tienen— que incluya la cita cotidiana con la oración y la Eucaristía, el diálogo con el Señor, cada uno según su propia espiritualidad y su propio estilo. Y también quisiera agregar: conservar algún momento en soledad; tener un hermano o una hermana con quien compartir libremente lo que llevamos en el corazón —una vez se llamaba al director espiritual, a la directora espiritual—; cultivar algo que nos apasione, no para pasar el tiempo libre, sino para descansar de manera sana de las fatigas del ministerio. ¡El ministerio cansa! Hay que tenerle miedo a esas personas que están siempre activas, siempre en el centro, que quizá por demasiado celo nunca reposan, nunca toman una pausa para sí mismos. Hermanos eso no es bueno, se necesitan espacios y momentos en los que cada sacerdote y cada persona consagrada cuiden de sí mismos.Y no para hacer un lifting para verse más guapo. Por el contrario, para hablar con el Amigo, con el Señor, y sobre todo con la Madre — por favor no dejen de acudir a la Virgen— para hablar de la propia vida y de cómo están yendo las cosas. También tengan el confesor y un amigo que los conozca y con quien puedan hablar y hacer un buen discernimiento. ¡Los “hongos presbiterales” no son buenos!



Y en este cuidado se incluye otra cosa: la fraternidad entre ustedes. Aprendamos a compartir no sólo el cansancio y los desafíos, sino también la alegría y la amistad entre nosotros. Su obispo dice algo que me gusta mucho, dice que es importante pasar del “Libro de las lamentaciones” al “Cantar de los cantares”. Esto lo hacemos poco. ¡Nos gustan las lamentaciones! Y si el pobre obispo esa mañana se olvidó del solideo decimos: "Pero mira al obispo...". Siempre se encuentra algo para hablar mal del obispo. Es cierto, el obispo es un pecador como cada uno de nosotros. ¡Somos hermanos! Mejor sería cambiar del "Libro de las lamentaciones" al "Libro del Cantar de los Cantares". Esto es importante, lo dice también un salmo: «Tú convertiste mi lamento en júbilo» (Sal 30,12). ¡Compartamos la alegría de ser apóstoles y discípulos del Señor!Una alegría debe ser compartida. De lo contrario, el lugar que debe tomar la alegría es ocupado por el vinagre. Es lamentable encontrar un sacerdote con el corazón amargado. "¿Pero por qué eres así?" —"Eh, porque el obispo no me quiere... Por qué han nombrado obispo a aquel otro y no a mí... Porque... Porque..."— Por favor, frénense ante las quejas y las envidias. La envidia es un vicio "amarillo". Pidamos al Señor que cambie nuestro lamento en danza, que nos dé el sentido del humor y la sencillez evangélica.


En segundo lugar: cuidar de los demás. La misión que cada uno de ustedes ha recibido tiene siempre un único objetivo: llevar a Jesús a los demás, dar a los corazones la consolación del Evangelio. Me gustaría recordar aquí el momento en que el apóstol Pablo está por volver a Corinto y, escribiendo a la comunidad, les dice: «De buena gana entregaré lo que tengo y hasta me entregaré a mí mismo, para el bien de ustedes» (2 Co 12,15). Entregarse por las almas, entregarse en ofrenda de sí por aquellos que nos han sido encomendados. Y me viene a la mente un santo sacerdote joven que murió de cáncer hace poco. Él vivía en una barriada con la gente más pobre. Decía: "a veces tengo ganas de cerrar la ventana con ladrillos, porque la gente viene en cualquier momento y si yo no contesto a la puerta, llaman a la ventana". El sacerdote con el corazón abierto a todos, sin hacer distinciones.


La escucha, la cercanía a las personas, es también una invitación a encontrar, en el contexto de hoy, las vías pastorales más eficaces para la evangelización. No tengan miedo de cambiar, de revisar los viejos esquemas, de renovar el lenguaje de la fe, aprendiendo al mismo tiempo que la misión no es cuestión de estrategias humanas, es principalmente cuestión de fe. Cuidar de los demás: del que espera la Palabra de Jesús, del que se alejó de Él, de aquellos que necesitan orientación y consuelo para sus sufrimientos. Cuidar de todos, en la formación y sobre todo en el encuentro. Salir al encuentro de las personas, allí donde viven y trabajan, esto es importante.



Además, una cosa que para mí es muy importante: por favor, perdonen siempre y perdonen todo. Perdonen todo y siempre. Yo les digo a los sacerdotes, en el sacramento de la Reconciliación, no hagan demasiadas preguntas. Escuchen y perdonen. Decía un cardenal —que es un poco conservador, un poco cuadrado, pero es un gran sacerdote— hablando en una conferencia a los sacerdotes: "Si alguien [en la Confesión] comienza a balbucear porque tiene vergüenza, yo le digo: está bien, lo entiendo, pasa a otra cosa. En realidad, no he entendido nada, pero él [el Señor] ha comprendido". Por favor, no torturar a la gente en el confesionario: dónde, cómo, cuándo, con quién... ¡Perdonar siempre! Hay un buen fraile capuchino en Buenos Aires, al que yo hice cardenal a los 96 años. Él tiene una larga fila de gente en su confesionario, porque es un buen confesor, yo también iba a verlo. Este confesor una vez me dijo: "Mira, a veces tengo el escrúpulo de perdonar demasiado" —"¿Y qué haces?"— "Voy a rezar y digo, Señor, perdóname, he perdonado demasiado. Pero enseguida me viene a la mente de decir: ¡Pero fuiste tú quien me dio el mal ejemplo!". Perdonar siempre. Perdonar todo. Y esto lo digo también a las religiosas y religiosos: perdonar, olvidar, cuando nos hacen algo malo, las luchas ambiciosas de comunidad... Perdonar. El Señor nos ha dado el ejemplo ¡perdonar todo y siempre! Todo, todo, todo. Y les hago una confidencia, yo llevo 55 años de sacerdocio. Sí, anteayer cumplí 55 años, y nunca he negado una absolución. Y me gusta confesar mucho. Siempre he buscado la manera de perdonar. Este es mi testimonio.


Queridas hermanas y queridos hermanos, les agradezco de corazón y les deseo un ministerio rico de esperanza y de alegría. Aun en los momentos de cansancio y desánimo, no se rindan. Preséntenle sus corazones al Señor. ¡No se olviden de llorar delante del Señor! Él se manifiesta y se deja encontrar si cuidan de sí mismos y de los demás. De esta manera, Él ofrece el consuelo a aquellos que ha llamado y enviado. Sigan adelante con valentía, Él los colmará de gozo.



Ahora recemos a la Virgen María. En esta Catedral, dedicada a ella, Asunta a los cielos, el pueblo fiel la venera como Patrona, como Madre de Misericordia, la “Madunnuccia”. Desde esta isla del Mediterráneo, elevemos a ella la súplica por la paz: paz para todas las tierras que circundan este mar, especialmente para Tierra Santa, donde María dio a luz a Jesús. Paz para Palestina, para Israel, para el Líbano, para Siria, para todo el Oriente Medio.Paz en el martirizado Myanmar. Y que la Santa Madre de Dios obtenga la anhelada paz para el pueblo ucraniano y el pueblo ruso. Son hermanos —"¡No, padre, son primos!"— Son primos, hermanos, no sé, ¡pero que se entiendan! ¡La paz! Hermanos, hermanas, la guerra es siempre una derrota. Y la guerra en las comunidades religiosas, la guerra en las parroquias es siempre una derrota, ¡siempre! Que el Señor nos dé paz a todos.


Y rezamos por las víctimas del ciclón que, en horas pasadas, ha golpeado el Archipiélago de Mayotte. Estoy espiritualmente cercano a todos los que han sido afectados por esta tragedia.


Ahora, todos juntos, rezamos el Ángelus.



Oración del Ángelus:                         


Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.

Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave Maria…


Ecce ancílla Dómini.

Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave Maria…


Et Verbum caro factum est.

Et habitávit in nobis.

Ave Maria…


Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.

Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus.

Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,

méntibus nostris infunde;

ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.


Amen.


Gloria Patri… (ter)

Requiem aeternam…


Benedictio Apostolica seu Papalis


Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.

Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,

Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.


Amen.



Francisco


Fotos: Vatican Media, 15-12-2024

domingo, 25 de febrero de 2024

¿Qué es el Magisterio de la Iglesia y qué no es? ¿Cuándo el Papa es infalible? Responden los sacerdotes Jesús Silva, Patxi Bronchalo y Antonio Maria Domenech


  «Si un obispo o un Papa diera una opinión contraria a la moral de la Iglesia, no hemos de adherirnos a ella, porque tampoco hay por su parte una adhesión a la Sagrada Escritura o la tradición… Si alguien enseña en un acto de Magisterio algo que va contra la doctrina no sería válido… Que no te parezca bien algo que diga el Papa no implica no quererle… Nunca hemos de transmitir desafección hacia nuestros pastores: ni al Papa, ni al obispo ni tampoco al párroco» 

Los sacerdotes y youtubers Jesús Silva, Patxi Bronchalo y Antonio María Domenech explican el magisterio ce la Iglesia y cuando el papa es infalible en el episodio más reciente del programa “Red de Redes”, un espacio catequético producido por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP)

Camino Católico. ¿Qué es el Magisterio de la Iglesia y qué no es? ¿Cuándo el Papa es infalible? ¿Qué papel tiene la tradición y la autoridad de los obispos en sus diócesis? Estas son las cuestiones que abordan los sacerdotes y youtubers Jesús Silva, Patxi Bronchalo y Antonio María Domenech en el episodio más reciente del programa “Red de Redes”, un espacio catequético producido por  la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) que aborda semanalmente asuntos de relevancia para los cristianos.

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domingo, 5 de octubre de 2014

Pilar Escudero y Luis Jensen, matrimonio chileno que participa en el Sínodo de la Familia: “Es invitación a encantarse de nuevo con el matrimonio y la familia”

“Una de las cosas que más le preocupa al Papa es que muchos ya no se quieren casar y los que se casan no saben para qué y se separan al poco andar. Entonces ahí existe un tema de la pastoral permanentemente contingente y que es, tal vez, una de las preocupaciones más centrales que tiene el Papa en la vida de la Iglesia”

viernes, 6 de julio de 2012

«La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar» / Documento de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española

Introducción
1. El Concilio Vaticano II, de cuyo inicio celebraremos el 50º aniversario el próximo 11 de octubre, trató con particular atención del matrimonio y la familia[1], y recordó a todos que «una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples géneros de vida y ocupaciones, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios»[2]. En este mismo sentido, hace treinta años el papa Juan Pablo II, tras el Sínodo de Obispos sobre la misión de la familia, promulgó la exhortación apostólica Familiaris consortio (1981). Los obispos españoles, siguiendo las directrices de esta carta magna de la pastoral familiar, publicamos posteriormente los documentos: La Familia, Santuario de la Vida y Esperanza de la Sociedad (2001) y el Directorio de la Pastoral Familiar en España (2003). Con ellos, se pretendía aplicar en nuestras diócesis las enseñanzas y orientaciones pastorales del pontífice sobre el matrimonio y la familia.
2. La Conferencia Episcopal Española llamaba la atención sobre las nuevas circunstancias en las que se desarrollaba la vida familiar, y la presencia en la legislación española de presupuestos que devaluaban el matrimonio, causaban la desprotección de la familia y llevaban a una cultura que, sin eufemismos, podía calificarse como una “cultura de la muerte”. De manera particular se querían poner de manifiesto las consecuencias sociales de una cultura anclada en la llamada revolución sexual, influida por la ideología de género, presentada jurídicamente como “nuevos derechos” y difundida a través de la educación en los centros escolares. Leer más...

jueves, 29 de mayo de 2008

Obispos piden a mexicanos no tener miedo para defender la vida

Publicamos el comunicado que emitió este martes la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) "Ante los retos que enfrenta la cultura de la vida".

* * *

Nuestro pueblo tienen derecho a una vida plena, propia de los hijos de Dios, con unas condiciones más humanas: libres de las amenazas del hambre y de toda forma de violencia. Por esta razón, los Obispos consideramos que es nuestra obligación fomentar una cultura de la vida, don maravilloso que Dios nos ha entregado y que los católicos, creyentes, hombres y mujeres de buena voluntad; estamos llamados a cuidar y defender.

Nuestro país está inmerso en una espiral de violencia ocasionada por los cárteles de la droga. Reconocemos el esfuerzo de las autoridades que combaten este flagelo y elevamos a Dios nuestra oración por todos nuestros hermanos que han muerto víctimas del crimen organizado y pedimos por sus familias. Al Pueblo de México, le pedimos que no se desentienda; que no se siente a esperar la solución, porque ésta depende de todos. Ninguna iniciativa, programa u operativo logrará erradicar este grave problema si no cuenta con la colaboración de la sociedad.

Los Obispos pensamos que el respeto por la vida del ser humano debe comenzar en el momento de la concepción y continuar hasta la muerte natural, por lo que hemos seguido con gran interés las audiencias públicas convocadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, relacionadas con las acciones de inconstitucionalidad contra del dictamen por el que se despenaliza el aborto hasta la doceava semana en el Distrito Federal. Consideramos que los argumentos presentados, desde las diferentes disciplinas, han enriquecido este debate, en el que el factor común es la preocupación por la vida, la del concebido y la de su madre.

Como pastores, agradecemos y seguimos alentando las manifestaciones en favor de la vida que se han dado en varios estados de nuestra nación. Saludamos a todos los hombres y mujeres comprometidos con la promoción de una cultura de la vida y les pedimos que continúen con mucho ánimo e intensifiquen su trabajo en la formación de conciencias que valoren, respeten y promuevan la vida. Les pedimos también que este tipo de manifestaciones no sea coyuntural, sino permanente. Solo con el trabajo constante podremos permear en todos los sectores de la sociedad. Estamos con ustedes, no tengan miedo. La Iglesia está convocada a ser abogada de la justicia y defensora de los pobres y los indefensos.

Ante las alzas en los precios de los alimentos básicos, ocasionadas por la crisis alimentaria mundial, los Obispos queremos manifestar que compartimos la preocupación de nuestro pueblo, mayoritariamente pobre, campesino, obrero e indígena, por las consecuencias dolorosas que traerán consigo estos aumentos. Existe el riesgo real de un mayor empobrecimiento, y de que aumente el número de personas que pasan hambre en nuestro país. Esta crisis alimentaria es sin duda la emergencia y el desafío mayor que tiene que afrontar el mundo actual, y presenta una tarea importante y urgente para las autoridades y para la sociedad civil.

Sólo a través de una mayor solidaridad y preocupación por los más vulnerables podremos hacer frente a los desafíos inmediatos, trabajando para asegurar que el progreso de hoy sea la piedra angular de un mañana más justo y seguro. Invitamos a todos los católicos a hacerse solidarios con la situación que viven nuestros hermanos más indefensos. La palabra de Jesús no nos permite la comodidad del egoísmo y de la pasividad, sino que nos lanza a que hagamos cuanto podamos por los más vulnerables. La Iglesia, que formamos todos los bautizados, no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la vida.

Por los Obispos de México,

+ Carlos Aguiar Retes
Obispo de Texcoco
Presidente de la CEM

+ José Leopoldo González González
Obispo Auxiliar de Guadalajara
Secretario General de la CEM


lunes, 19 de mayo de 2008

El Papa pide a los obispos salir al encuentro de los movimientos con amor en el seminario sobre nuevos carismas en la Iglesia

El Papa con los obispos que participaron en Seminario sobre nuevos carismas
VATICANO, (
ACI).- Durante un encuentro con los obispos participantes en un seminario de estudio promovido por el Pontificio Consejo para los Laicos sobre los movimientos y nuevas realidades eclesiales, el Papa Benedicto XVI pidió a los pastores de la Iglesia salir al encuentro de estos nuevos carismas con solicitud y amor pastorales.

El Seminario, realizado en la localidad de Rocca di Papa, cerca del lago Albano, reunió a decenas de obispos del mundo con miembros y consultores del Dicasterio que preside el Cardenal Stanislao Rylko. El motivo del encuentro, que concluyó este sábado, fue reflexionar sobre la solicitud pastoral hacia los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades.

El Santo Padre explicó en su discurso que el seminario quiere ser una continuación del encuentro que él mismo tuvo en junio de 2006 con una amplia representación de fieles pertenecientes a más de 100 nuevas realidades laicales.
El Papa recordó que en aquella ocasión indicó “en la experiencia de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades el signo luminoso de la belleza de Cristo, y de la Iglesia, su Esposa”.


“Les exhortaba -prosiguió- a hacer de ellos escuelas de comunión, compañías en camino en las que se aprenda a vivir en la verdad
y en el amor de Cristo”.
Benedicto XVI destacó también que los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades "son una de las novedades más importantes suscitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia" para la puesta en práctica del Concilio Vaticano II; y recordó que sus predecesors Pablo VI y Juan Pablo II supieron acoger y discernir, animar y promover la imprevista irrupción de las nuevas realidades laicales que, "en formas distintas y sorprendentes, volvían a dar vitalidad, fe y esperanza a toda la Iglesia".

El Papa recordó "la exhortación que dirigí a un grupo de Obispos alemanes en visita limina, que hoy sin duda propongo nuevamente a todos vosotros, Pastores de tantas iglesias particulares: 'Os pido ir al encuentro de los movimientos con mucho amor".

Benedicto XVI reconoció que una “novedad como ésta aún cuesta ser adecuadamente comprendida a la luz de un designio de Dios y de la misión de la Iglesia en los escenarios de nuestro tiempo”; sin embargo, destacó que han sido superados "muchos prejuicios, resistencias y tensiones".

“La caridad es el signo distintivo del Buen Pastor”, señaló luego el Santo Padre, al destacar que “ir al encuentro de los movimientos y de las nuevas comunidades ‘con mucho amor’ nos impulsa a conocer adecuadamente su realidad, sin impresiones superficiales o juicios reductivos” y ayuda a comprender que "los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades no son un problema o un riesgo más"; si no "un don del Señor un recurso precioso para enriquecer con sus carismas a toda la comunidad cristiana".

“Dificultades e incomprensiones sobre cuestiones particulares no justifican una cerrazón” insistió el Papa; porque "a nosotros pastores se nos pide que acompañemos de cerca y con paterna solicitud a los movimientos y las nuevas comunidades para que puedan poner al servicio de la utilidad común los dones de los cuales son portadores como: el impulso misionero, los eficaces itinerarios de formación cristiana, el testimonio de fidelidad a la Iglesia, la sensibilidad por las necesidades de los pobres, la riqueza de las vocaciones”.


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