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martes, 4 de febrero de 2025

Papa Francisco pide rezar en febrero «por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa»


Foto: Vatican Media, 4-2-2025


* «El Espíritu Santo nos habla también a través de los sueños y nos habla a través de las inquietudes que los jóvenes sienten en su corazón. Si acompañamos su camino, veremos cómo Dios hace cosas nuevas con ellos. Y podremos acoger su llamada en modos que sirvan mejor a la Iglesia y al mundo de hoy»


4 de febrero de 2025.- (Camino Católico) ”Oremos para que la comunidad eclesial acoja los deseos y las dudas de los jóvenes que sienten la llamada a vivir la misión de Jesús en la vida: sea la vida sacerdotal, sea la vida religiosa”, pide el Santo Padre en el  Video del Papa para el mes de febrero del 2025.

El Pontífice explica: “Dios sigue llamando a los jóvenes también hoy, en ocasiones de maneras que no imaginamos. A veces no lo escuchamos porque estamos muy ocupados con nuestras cosas, con nuestros proyectos, incluso con nuestras cosas de la Iglesia”. El texto completo de las palabras de Francisco en  el Video del Papa es el siguiente:

Cuando tenía 17 años, era estudiante y trabajaba, tenía mis proyectos. No pensaba para nada en ser sacerdote. Pero un día entré en la parroquia… ¡y allí estaba Dios, esperándome!  

Dios sigue llamando a los jóvenes también hoy, en ocasiones de maneras que no imaginamos. A veces no lo escuchamos porque estamos muy ocupados con nuestras cosas, con nuestros proyectos, incluso con nuestras cosas de la Iglesia.

Pero el Espíritu Santo nos habla también a través de los sueños y nos habla a través de las inquietudes que los jóvenes sienten en su corazón. Si acompañamos su camino, veremos cómo Dios hace cosas nuevas con ellos. Y podremos acoger su llamada en modos que sirvan mejor a la Iglesia y al mundo de hoy.

¡Confiemos en los jóvenes! Y, sobre todo, ¡confiemos en Dios: porque Él llama a cada uno!

Oremos para que la comunidad eclesial acoja los deseos y las dudas de los jóvenes que sienten la llamada a vivir la misión de Jesús en la vida: sea la vida sacerdotal, sea la vida religiosa.

Francisco

domingo, 15 de diciembre de 2024

Papa Francisco en el Ángelus con consagrados en Córcega, 15-12-2024: «Repetir en la oración: En mi servicio, que no esté yo en el centro, sino Dios»

 


* «No se vive de rentas con el Señor. Por el contrario, la alegría del encuentro con Él debe renovarse cada día; a cada momento es necesario volver a escuchar su voz y decidirse a seguirlo, también en los momentos de las caídas. Levántate, mira al Señor y dile: ‘Discúlpame y ayúdame a seguir adelante’. Esta cercanía fraterna y filial es muy importante en nuestra vida»

    

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «La misión que cada uno de ustedes ha recibido tiene siempre un único objetivo: llevar a Jesús a los demás, dar a los corazones la consolación del Evangelio. Me gustaría recordar aquí el momento en que el apóstol Pablo está por volver a Corinto y, escribiendo a la comunidad, les dice: ‘De buena gana entregaré lo que tengo y hasta me entregaré a mí mismo, para el bien de ustedes’ (2 Co 12,15). Entregarse por las almas, entregarse en ofrenda de sí por aquellos que nos han sido encomendados» 


 15 de diciembre de 2024.- (Camino CatólicoUn “gracias” del Papa Francisco hacia los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, consagradas y seminaristas de Córcega para después centrar su discurso en “la gracia de Dios”. Se trata de la alocución que ha pronunciado antes de rezar la oración mariana del Ángelus en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción en Ajaccio ante el clero de la isla mediterránea.

Francisco, en su discurso, reflexiona sobre los desafíos que enfrentan los cristianos en Europa para transmitir la fe, especialmente en contextos que no siempre favorecen el anuncio del Evangelio: “Ustedes lo experimentan cada día, pues los ambientes en los que trabajan no siempre se muestran favorables para acoger el anuncio del Evangelio” y les recuerda que en el centro está el Señor: “No estoy yo en el centro, sino Dios. Esto es algo que quizá cada mañana, cuando sale el sol, cada pastor, cada consagrado debería repetir en la oración: también hoy, en mi servicio, que no esté yo en el centro, sino Dios”. Y dice esto porque Francisco considera que hay un peligro en la mundanalidad, un peligro que es la vanidad. “Ser un pavo real. Mirarse demasiado a uno mismo. Eso es vanidad. Y la vanidad es un mal vicio, con mal olor. Pavonearse”. Después, les hace una doble invitación: cuidar de sí mismos y cuidar de los demás.

El Papa ha concluido con su frase preferida: “La guerra es siempre una derrota”. “¡Paz al mundo entero! especialmente para Tierra Santa, donde María dio a luz a Jesús”. Antes de rezar a la Madre del cielo, el Papa ha elevado su súplica para que la Santa Madre de Dios obtenga la anhelada paz para todos los territorios en conflicto. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:


VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD PAPA FRANCISCO
A AJACCIO
CON MOTIVO DEL CONGRESO
“LA RELIGIOSITÉ POPULAIRE EN MÉDITERRANÉE”

REZO DEL ÁNGELUS CON LOS OBISPOS, SACERDOTES, DIÁCONOS,
CONSAGRADAS, CONSAGRADOS Y SEMINARISTAS

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Catedral de Nuestra Señora de la Asunción  - Ajaccio
Domingo, 15 de diciembre de 2024


Queridos hermanos obispos,

Queridas consagradas, queridos sacerdotes, diáconos,

consagrados y seminaristas:


Me encuentro aquí, en su hermosa tierra, sólo por un día, pero quise que hubiera al menos un breve momento para reunirme con ustedes y poder saludarlos. Esto me da la oportunidad, en primer lugar, de decirles gracias. Gracias porque están aquí, con su vida entregada; gracias por su trabajo, por el compromiso cotidiano; gracias por ser signo del amor misericordioso de Dios y testigos del Evangelio.Me alegré cuando pude saludar a uno de ustedes: ¡tiene 95 años y 70 de sacerdocio! Esto significa llevar adelante esa hermosa vocación. ¡Gracias hermano por tu testimonio! ¡Muchas gracias!


Y del “gracias” paso a la gracia de Dios, que es el fundamento de la fe cristiana y de toda forma de consagración en la Iglesia. En el contexto europeo en el que nos encontramos no faltan problemas y desafíos relacionados con la transmisión de la fe, y ustedes lo experimentan cada día, descubriéndose pequeños y frágiles; no son muchos, no tienen medios poderosos; los ambientes en los que trabajan no siempre se muestran favorables para acoger el anuncio del Evangelio. A veces me viene a la mente una película, porque algunos están dispuestos a acoger el Evangelio, pero no el "portavoz". Esa película tenía esta frase: "La música sí, pero el músico no". Piensen un poco, la fidelidad a la transmisión del Evangelio. Esto nos ayudará. Y, sin embargo, esta pobreza sacerdotal es una bendición. ¿Porqué? Porque nos despoja de la pretensión de querer ir por nuestra cuenta, nos enseña a considerar la misión cristiana como algo que no depende de las fuerzas humanas, sino sobre todo de la obra del Señor, que siempre trabaja y actúa con lo poco que podemos ofrecerle.


No olvidemos esto: en el centro está el Señor. No estoy yo en el centro, sino Dios. Entre nosotros, cuando hay un sacerdote presuntuoso que se pone al centro, decimos: este es un sacerdote yo, me, mí, conmigo, para mí. No, el Señor es el centro. Esto es algo que quizá cada mañana, cuando sale el sol, cada pastor, cada consagrado debería repetir en la oración: también hoy, en mi servicio, que no esté yo en el centro, sino Dios, el Señor. Y digo esto porque hay un peligro en la mundanidad, un peligro que es la vanidad. Hacer las veces del "pavo real". Mirarse demasiado a sí mismo. La vanidad es un vicio feo, con mal olor.


Pero el primado de la gracia divina no significa que podamos quedarnos dormidos tranquilamente, sin asumir nuestras responsabilidades. Por el contrario, debemos considerarnos como “colaboradores de la gracia de Dios” (cf. 1 Co 3,9). Y así, caminando con el Señor, cada día se nos presenta una pregunta esencial: ¿cómo estoy viviendo mi sacerdocio, mi consagración, mi discipulado?¿Estoy cerca de Jesús?


Cuando, en la otra diócesis, hacía las visitas pastorales, me encontraba con algunos buenos sacerdotes que trabajaban mucho. "Dime, ¿tú cómo haces por la noche?" —"Estoy cansado, como un bocado y luego me voy a la cama a descansar un poco, a ver la televisión"— "¿Pero no pasas por la capilla para saludar a tu Jefe?" —"Eh no..."— "Y tú, antes de dormirte, ¿rezas un Ave María? Al menos sé educado, pasa por la capilla a decir, muchas gracias y hasta mañana". ¡No se olviden del Señor! El Señor: al principio, en medio y al final del día. ¡Es nuestro Jefe! ¡Y es un Jefe que trabaja más que nosotros! No se olviden de esto.


Les pregunto: ¿cómo vivo yo el discipulado?


Graben esta pregunta en sus corazones, no subestimen la necesidad de discernimiento, de mirar hacia dentro, para que el ritmo y las actividades exteriores no nos “trituren”, haciéndonos perder la consistencia interior. Por mi parte, quisiera dejarles una doble invitación: cuidar de sí mismos y cuidar de los demás.


La Primera: Cuidar de sí mismos, porque la vida sacerdotal o religiosa no es un “sí” que hemos pronunciado una vez y para siempre. No se vive de rentas con el Señor. Por el contrario, la alegría del encuentro con Él debe renovarse cada día; a cada momento es necesario volver a escuchar su voz y decidirse a seguirlo, también en los momentos de las caídas. Levántate, mira al Señor y dile: "Discúlpame y ayúdame a seguir adelante". Esta cercanía fraterna y filial es muy importante en nuestra vida.


Recordemos esto: nuestra vida se expresa en la ofrenda de nosotros mismos; pero, cuanto más un sacerdote, una religiosa, un religioso, se entrega, se desgasta, trabaja por el Reino de Dios, más necesario es también que cuide de sí mismo. Un sacerdote, una religiosa, un diácono que se descuida también terminará por descuidar a quienes le son encomendados. Por eso es preciso una pequeña “regla de vida” —los religiosos ya la tienen— que incluya la cita cotidiana con la oración y la Eucaristía, el diálogo con el Señor, cada uno según su propia espiritualidad y su propio estilo. Y también quisiera agregar: conservar algún momento en soledad; tener un hermano o una hermana con quien compartir libremente lo que llevamos en el corazón —una vez se llamaba al director espiritual, a la directora espiritual—; cultivar algo que nos apasione, no para pasar el tiempo libre, sino para descansar de manera sana de las fatigas del ministerio. ¡El ministerio cansa! Hay que tenerle miedo a esas personas que están siempre activas, siempre en el centro, que quizá por demasiado celo nunca reposan, nunca toman una pausa para sí mismos. Hermanos eso no es bueno, se necesitan espacios y momentos en los que cada sacerdote y cada persona consagrada cuiden de sí mismos.Y no para hacer un lifting para verse más guapo. Por el contrario, para hablar con el Amigo, con el Señor, y sobre todo con la Madre — por favor no dejen de acudir a la Virgen— para hablar de la propia vida y de cómo están yendo las cosas. También tengan el confesor y un amigo que los conozca y con quien puedan hablar y hacer un buen discernimiento. ¡Los “hongos presbiterales” no son buenos!



Y en este cuidado se incluye otra cosa: la fraternidad entre ustedes. Aprendamos a compartir no sólo el cansancio y los desafíos, sino también la alegría y la amistad entre nosotros. Su obispo dice algo que me gusta mucho, dice que es importante pasar del “Libro de las lamentaciones” al “Cantar de los cantares”. Esto lo hacemos poco. ¡Nos gustan las lamentaciones! Y si el pobre obispo esa mañana se olvidó del solideo decimos: "Pero mira al obispo...". Siempre se encuentra algo para hablar mal del obispo. Es cierto, el obispo es un pecador como cada uno de nosotros. ¡Somos hermanos! Mejor sería cambiar del "Libro de las lamentaciones" al "Libro del Cantar de los Cantares". Esto es importante, lo dice también un salmo: «Tú convertiste mi lamento en júbilo» (Sal 30,12). ¡Compartamos la alegría de ser apóstoles y discípulos del Señor!Una alegría debe ser compartida. De lo contrario, el lugar que debe tomar la alegría es ocupado por el vinagre. Es lamentable encontrar un sacerdote con el corazón amargado. "¿Pero por qué eres así?" —"Eh, porque el obispo no me quiere... Por qué han nombrado obispo a aquel otro y no a mí... Porque... Porque..."— Por favor, frénense ante las quejas y las envidias. La envidia es un vicio "amarillo". Pidamos al Señor que cambie nuestro lamento en danza, que nos dé el sentido del humor y la sencillez evangélica.


En segundo lugar: cuidar de los demás. La misión que cada uno de ustedes ha recibido tiene siempre un único objetivo: llevar a Jesús a los demás, dar a los corazones la consolación del Evangelio. Me gustaría recordar aquí el momento en que el apóstol Pablo está por volver a Corinto y, escribiendo a la comunidad, les dice: «De buena gana entregaré lo que tengo y hasta me entregaré a mí mismo, para el bien de ustedes» (2 Co 12,15). Entregarse por las almas, entregarse en ofrenda de sí por aquellos que nos han sido encomendados. Y me viene a la mente un santo sacerdote joven que murió de cáncer hace poco. Él vivía en una barriada con la gente más pobre. Decía: "a veces tengo ganas de cerrar la ventana con ladrillos, porque la gente viene en cualquier momento y si yo no contesto a la puerta, llaman a la ventana". El sacerdote con el corazón abierto a todos, sin hacer distinciones.


La escucha, la cercanía a las personas, es también una invitación a encontrar, en el contexto de hoy, las vías pastorales más eficaces para la evangelización. No tengan miedo de cambiar, de revisar los viejos esquemas, de renovar el lenguaje de la fe, aprendiendo al mismo tiempo que la misión no es cuestión de estrategias humanas, es principalmente cuestión de fe. Cuidar de los demás: del que espera la Palabra de Jesús, del que se alejó de Él, de aquellos que necesitan orientación y consuelo para sus sufrimientos. Cuidar de todos, en la formación y sobre todo en el encuentro. Salir al encuentro de las personas, allí donde viven y trabajan, esto es importante.



Además, una cosa que para mí es muy importante: por favor, perdonen siempre y perdonen todo. Perdonen todo y siempre. Yo les digo a los sacerdotes, en el sacramento de la Reconciliación, no hagan demasiadas preguntas. Escuchen y perdonen. Decía un cardenal —que es un poco conservador, un poco cuadrado, pero es un gran sacerdote— hablando en una conferencia a los sacerdotes: "Si alguien [en la Confesión] comienza a balbucear porque tiene vergüenza, yo le digo: está bien, lo entiendo, pasa a otra cosa. En realidad, no he entendido nada, pero él [el Señor] ha comprendido". Por favor, no torturar a la gente en el confesionario: dónde, cómo, cuándo, con quién... ¡Perdonar siempre! Hay un buen fraile capuchino en Buenos Aires, al que yo hice cardenal a los 96 años. Él tiene una larga fila de gente en su confesionario, porque es un buen confesor, yo también iba a verlo. Este confesor una vez me dijo: "Mira, a veces tengo el escrúpulo de perdonar demasiado" —"¿Y qué haces?"— "Voy a rezar y digo, Señor, perdóname, he perdonado demasiado. Pero enseguida me viene a la mente de decir: ¡Pero fuiste tú quien me dio el mal ejemplo!". Perdonar siempre. Perdonar todo. Y esto lo digo también a las religiosas y religiosos: perdonar, olvidar, cuando nos hacen algo malo, las luchas ambiciosas de comunidad... Perdonar. El Señor nos ha dado el ejemplo ¡perdonar todo y siempre! Todo, todo, todo. Y les hago una confidencia, yo llevo 55 años de sacerdocio. Sí, anteayer cumplí 55 años, y nunca he negado una absolución. Y me gusta confesar mucho. Siempre he buscado la manera de perdonar. Este es mi testimonio.


Queridas hermanas y queridos hermanos, les agradezco de corazón y les deseo un ministerio rico de esperanza y de alegría. Aun en los momentos de cansancio y desánimo, no se rindan. Preséntenle sus corazones al Señor. ¡No se olviden de llorar delante del Señor! Él se manifiesta y se deja encontrar si cuidan de sí mismos y de los demás. De esta manera, Él ofrece el consuelo a aquellos que ha llamado y enviado. Sigan adelante con valentía, Él los colmará de gozo.



Ahora recemos a la Virgen María. En esta Catedral, dedicada a ella, Asunta a los cielos, el pueblo fiel la venera como Patrona, como Madre de Misericordia, la “Madunnuccia”. Desde esta isla del Mediterráneo, elevemos a ella la súplica por la paz: paz para todas las tierras que circundan este mar, especialmente para Tierra Santa, donde María dio a luz a Jesús. Paz para Palestina, para Israel, para el Líbano, para Siria, para todo el Oriente Medio.Paz en el martirizado Myanmar. Y que la Santa Madre de Dios obtenga la anhelada paz para el pueblo ucraniano y el pueblo ruso. Son hermanos —"¡No, padre, son primos!"— Son primos, hermanos, no sé, ¡pero que se entiendan! ¡La paz! Hermanos, hermanas, la guerra es siempre una derrota. Y la guerra en las comunidades religiosas, la guerra en las parroquias es siempre una derrota, ¡siempre! Que el Señor nos dé paz a todos.


Y rezamos por las víctimas del ciclón que, en horas pasadas, ha golpeado el Archipiélago de Mayotte. Estoy espiritualmente cercano a todos los que han sido afectados por esta tragedia.


Ahora, todos juntos, rezamos el Ángelus.



Oración del Ángelus:                         


Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.

Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave Maria…


Ecce ancílla Dómini.

Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave Maria…


Et Verbum caro factum est.

Et habitávit in nobis.

Ave Maria…


Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.

Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus.

Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,

méntibus nostris infunde;

ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.


Amen.


Gloria Patri… (ter)

Requiem aeternam…


Benedictio Apostolica seu Papalis


Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.

Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,

Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.


Amen.



Francisco


Fotos: Vatican Media, 15-12-2024

lunes, 11 de noviembre de 2024

Sor Angela Musolesi, colaboró años con el exorcista padre Amorth: «Nuestra sociedad ha alejado a Jesús de la vida de las personas y matrimonios y consagrados son los más afectados por la acción del diablo»


 Sor Angela Musolesi junto al padre Gabriele Amorth

* «Existe un materialismo desmesurado, y muchas personas han perdido su sentido moral, buscando respuestas en magos y otras prácticas. Hay mil maneras en que el demonio actúa. Desgraciadamente, en la sociedad actual, incluso en la Iglesia, se tiende a dar una visión disminuida de su influencia. La especialidad de don Gabriele era valorar a cada persona: cualquiera, sacerdote, monja o laico, podía hacer oraciones por su familia para liberarlos de cualquier influencia demoníaca. Él siempre lo afirmaba en sus entrevistas, aunque hoy en día ya no se dice con tanta frecuencia. La fe es fundamental para la liberación y para actuar de manera complementaria al exorcista. La adoración al Santísimo, la Corona de la Divina Misericordia y el Santo Rosario son acciones importantes que dependen de la fe. Esto no significa que alguien que desee recibir tratamiento, como lo hacía el padre Gabriele, no pueda hacerlo si tiene otro tipo de creencias; sin embargo, para estar verdaderamente preparado, la fe es esencial. Lo primero es la confesión, ya que a menudo el diablo dice: ‘No me voy porque hay un pecado que no se ha confesado’. Por lo tanto, la confesión es el primer paso»

Camino Católico.- «¡Tú eres mi ruina!» eran las palabras de rabia con las que el demonio se dirigía en los exorcismos a sor Angela Musolesi. Esta monja laica franciscana fue estrecha colaboradora del padre Gabriele Amorth, fallecido en 2016, y coautora de tres libros junto a él. Hoy continúa trabajando con exorcistas de todo el mundo, siguiendo las enseñanzas de don Gabriele.

El padre Amorth fue uno de los exorcistas más destacados de la diócesis de Roma, especialmente durante el pontificado de Juan Pablo II. Durante 28 años, sor Ángela estuvo a su lado en la feroz labor de combatir la acción del demonio, siendo testigo directo de una lucha incansable contra el mal.

Basándose en esta profunda experiencia espiritual, Musolesi comparte en su obra Tu eres mi ruina, de editorial San Pablo, las causas de las posesiones y las herramientas eficaces para liberar a quienes han caído bajo la influencia del maligno. Amorth realizó miles de exorcismos en vida, enfrentándose no solo a casos de verdadera posesión, sino también a aquellos que, en realidad, tenían problemas con raíces psíquicas o psiquiátricas.

Su objetivo era discernir la naturaleza del problema y ayudar a quienes realmente lo necesitaban, sin caer en la oscuridad que muchos creen que rodea a un exorcismo. Amorth creía profundamente que Dios «es alegría», y con una gran naturalidad, alejada de dramatismos, iniciaba sus exorcismos haciendo muecas y burlas al demonio.

Amorth comprendió el desafío al que se enfrentaba: el gran triunfo del diablo era hacer creer que no existía. En las décadas de los 70, 80 y 90, muchas diócesis carecían de exorcistas, dejando a personas necesitadas sin la ayuda adecuada. Con su trabajo incansable, logró convencer a numerosos obispos de reinstaurar la figura del exorcista en sus comunidades, siendo uno de los fundadores de la Asociación Internacional de Exorcistas en 1990, de la que fue presidente hasta el año 2000.

Hoy, Ángela Musolesi, quien trabajó codo a codo con él, comparte sus experiencias y afirma que liberar del demonio «es un abrazo del Cielo con la Tierra». Destaca especialmente un punto: «Nuestra sociedad ha alejado a Jesús de la vida de las personas» y por eso el demonio y su influencia van en aumento, aunque esto no sea evidente a los ojos, ya que los casos más comunes están lejos de los clichés de las películas. La entrevista María Rabell García en El Debate.

El padre Amorth realizaba muecas al demonio para burlarse de él antes de empezar un exorcismo

–Mucha gente tiene una visión un poco hollywodense de los exorcistas, como si fueran figuras misteriosas, raras y ajenas al mundo cotidiano. ¿Cómo es realmente el trabajo diario y la vida personal de alguien que se dedica a este tipo de ministerio?

– Los exorcistas y las personas que nos dedicamos a ayudar en este tipo de ministerio tenemos una vida normalísima. La vida del padre Amorth en ese aspecto era así. Era una persona ingeniosa, por lo que trataba de restarle importancia a las cosas y desdramatizar las situaciones para hacer entender que Dios es alegría.

Siempre comenzaba el día con la Santa Misa. Luego recibía a personas de lo más comunes para intentar entender la acción del demonio en sus vidas: trabajadores, abogados, profesionales en quienes, a simple vista, no se veía nada particular. Eran personas de familia, en las que nunca sospecharías una influencia maligna. Después, se iba a almorzar.

Por la tarde, se tomaba un descanso y luego rezaba el Santo Rosario, siempre, cada día, junto a sus hermanos. A partir de las 16 horas, más o menos, recibía más personas. Con cada una pasaba mínimo una hora u hora y media.

–El padre Amorth en vida llegó a exorcizar a miles de personas ¿Qué características tenía él que lo hacían tan ‘efectivo’? ¿Podría compartir algún rasgo o virtud personal de él que fue fundamental en su trabajo?

– Tenía una apertura de corazón y una capacidad de aceptación hacia cualquier persona, ya fueran musulmanes, budistas o hindúes. Siempre pensaba de manera positiva aunque no se manifestara el demonio. No decía «esta persona es una supersticiosa o tiene problemas psicológicos o enfermedades mentales», como solían decir otros sacerdotes, sino que afirmaba: «Quizá sea verdad, profundicemos un poco para ver si es cierto o no».

Es importante evitar el «esto no es verdad» de inmediato, ya que el demonio es astuto y podía manifestarse solo después de cuatro o cinco sesiones, o incluso meses más tarde. Recuerdo el caso de un niño en el que había un trastorno que podía provenir de la acción del Maligno pero este no se manifestó hasta ocho meses después. Incluso con una señora de Italia, el demonio se manifestó después de un año y medio.

Sor Angela Musolesi con el padre Gabriele Amorth

–Ver tan de cerca la acción del demonio en una persona puede convertirse en una gran carga emocional. ¿Ha tenido momentos en los que sintió miedo o duda? ¿Cuáles han sido los mayores desafíos espirituales en su propio camino acompañando exorcismos?

–Nunca he tenido miedo, al igual que el padre Amorth. Incluso te diría que ahora, cuando rezo oraciones de liberación –que no son exorcismos– he estado en contacto directo con el demonio. Es él quien me teme, no yo a él. Durante los exorcismos, el diablo me decía: «Tú eres mi perdición».

¿Por qué? Porque yo llevaba personas al padre Amorth. La especialidad de don Gabriele era valorar a cada persona: cualquiera, sacerdote, monja o laico, podía hacer oraciones por su familia para liberarlos de cualquier influencia demoníaca. Él siempre lo afirmaba en sus entrevistas, aunque hoy en día ya no se dice con tanta frecuencia.

–En la actualidad, hay muchas personas que creen que el diablo solo insinúa en la vida de las personas que están alejadas de Dios o que practican actividades como el espiritismo. ¿Es realmente así o existen también otros modos a través de los cuales actúa el demonio?

–Hay mil maneras en que el demonio actúa. Desgraciadamente, en la sociedad actual, incluso en la Iglesia, se tiende a dar una visión disminuida de su influencia. Es una realidad que no se debe ignorar. Los matrimonios y los consagrados, por ejemplo, son los más afectados por la acción del demonio porque son los vértices del bien y los líderes que impulsan al resto de la sociedad hacia adelante.

Si rezas con amor, también puedes ayudar a tu hijo o a tu cónyuge. Cuando hablamos del valor de los sacramentos, del matrimonio, de los consagrados o de los sacerdotes, vemos que se reza poco por ellos. Todos somos rápidos para criticar, pero ellos son los más afectados porque lideran a toda la sociedad. Aunque a veces cometan errores, todos los señalan.

Don Gabriele decía que, en los últimos tiempos, ha habido un aumento notable de los casos de posesión. Nuestra sociedad ha alejado a Jesús de la vida de las personas. Existe un materialismo desmesurado, y muchas personas han perdido su sentido moral, buscando respuestas en magos y otras prácticas.

–En su opinión, ¿Cree que se puede exorcizar sin una fe profunda, o esta fe es indispensable en todo proceso de liberación?

–La fe es fundamental para la liberación y para actuar de manera complementaria al exorcista. La adoración al Santísimo, la Corona de la Divina Misericordia y el Santo Rosario son acciones importantes que dependen de la fe. Esto no significa que alguien que desee recibir tratamiento, como lo hacía el padre Gabriele, no pueda hacerlo si tiene otro tipo de creencias; sin embargo, para estar verdaderamente preparado, la fe es esencial. Lo primero es la confesión, ya que a menudo el diablo dice: «No me voy porque hay un pecado que no se ha confesado». Por lo tanto, la confesión es el primer paso.

–¿Hay posesiones que no se ven o que incluso podrían pasar desapercibidas en el día a día? ¿Ha habido algún caso que le haya impactado especialmente o haya cambiado su forma de ver su trabajo?

–La mayoría de las posesiones no son visibles. Casi todos los afectados son personas muy normales que, a menudo, no se dan cuenta de su situación hasta años después, ya que, por lo general, el demonio no se manifiesta de inmediato. Los casos que se reflejan en las películas son muy extraños y casi nunca ocurren. Por supuesto, hay situaciones en las que suceden, pero no con esa frecuencia ni de esa manera; son exageraciones.

Incluso la última película sobre el padre Amorth, El exorcista del Papa, fue criticada por medios del Vaticano, porque lo que se decía de él eran mentiras. Las grandes mentiras son utilizadas por el demonio para crear división entre las personas, a menudo entre quienes rezan, promoviendo pensamientos como «yo no he hecho nada» o «no es verdad».

La experiencia diaria, al ver tanto sufrimiento, me ha enseñado que se puede hacer un bien inmenso con una oración de liberación que, como solía decir don Gabriele, nunca ha hecho daño a nadie. Sin embargo, lo que observo es que no se están realizando como deberían, y si se hicieran, podrían establecer el reino de Dios en la Tierra.

Portada del libro 'Tú eres mi ruina' de suor Angela Musolesi