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miércoles, 1 de noviembre de 2023

Homilía del Evangelio de la solemnidad de Todos los santos: ¿Quiénes son y qué hacen los santos? / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.


* «¿Qué hacen los santos en el paraíso? La respuesta está, también aquí, en la primera lectura: los salvados adoran, echan sus coronas ante el trono, gritando: «Alabanza, honor, bendición, acción de gracias…». Se realiza en ellos la verdadera vocación humana, que es la de ser «alabanza de la gloria de Dios» (Ef 1,14). Su coro es guiado por María, que en el cielo continúa su canto de alabanza: «Proclama mi alma la grandeza del Señor». Es en esta alabanza donde los santos encuentran su bienaventuranza y su gozo: «Se alegra mi espíritu en Dios». El hombre es aquello que ama y aquello que admira. Amando y alabando a Dios uno se ensimisma con Dios, se participa de su gloria y de su propia felicidad»

Un día, si Dios quiere, estaremos junto a Él en el Paraíso, entre los santos, no porque lo merezcamos sino porque Cristo nos trajo la salvación / Por P. Carlos García Malo

 


domingo, 26 de febrero de 2023

Homilía del Evangelio del Domingo: Cristo ha vencido al demonio para liberarnos / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

* «Lo más importante que tiene que decirnos la fe cristiana no es, que el demonio existe, sino que Cristo ha vencido al demonio. Cristo y el demonio no son para los cristianos dos principios iguales y contrarios, como en ciertas religiones dualistas. Jesús es el único Señor; satanás no es sino una criatura que «se perdió». Si se le concede poder sobre los hombres es para que estos tengan la posibilidad de hacer libremente una elección y también para que «no se ensoberbezcan» (2 Co 12,7) creyéndose autosuficientes y sin necesidad de redentor alguno. «Qué locura la del viejo satanás -dice un canto espiritual negro–. Ha disparado para destruir mi alma, pero ha errado el tiro y destruyó en cambio mi pecado». Con Cristo no tenemos nada que temer. Nada ni nadie puede hacernos daño si nosotros no lo queremos. Satanás -decía un antiguo padre de la Iglesia–, tras la venida de Cristo, es como un perro atado en la era; puede ladrar y abalanzarse cuanto le plazca; si no nos acercamos, no puede morder. ¡Jesús en el desierto se liberó de satanás para liberarnos de satanás! Es la gozosa noticia con la que iniciamos nuestro camino cuaresmal hacia la Pascua»

lunes, 5 de diciembre de 2022

Rose Folsom era presbiteriana, anticatólica, hasta que recibió unas rosas de Santa Teresita: «Santo Tomás me hizo ver que a más sabemos acerca de Dios, más lo amamos»

 


* «En 2014, empecé a enviar un mensaje de correo electrónico todos los domingos sobre crecer en la virtud, luego comencé a dar charlas, talleres y retiros. Ayudo a las mujeres a aclarar las formas que funcionan para que se acerquen más a Dios para que tengan más paz en sus vidas y más confianza de que están en el buen camino con Él»

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viernes, 11 de noviembre de 2022

A Adam Seiler, tras años como protestante y ateo, los grandes santos le llevaron a ser católico: «Rezo cada día por la gracia de vivir mi fe con caridad hacia Dios y el prójimo»

 


* «Dios ofrece Su Gracia a todos, pero debemos cooperar con ella y responder a la llamada de Dios. A mí me ofreció muchas veces la gracia, pero durante años la evité, la ignoré y me apegué a las cosas del mundo. Pero como el hijo pródigo que reconoce su humillación, comencé a cooperar con ella. Le respondí a través de la sabiduría que aprendí de los padres de la Iglesia y los santos, pero también escuchando a los demás»

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lunes, 1 de noviembre de 2021

Homilía del Evangelio de Todos los Santos: «La santidad no es un lujo, es una necesidad» / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.


* «De dos maneras entramos en contacto con la santidad de Cristo y ésta se comunica a nosotros: por apropiación y por imitación. La santidad es ante todo don, gracia. Ya que pertenecemos a Cristo más que a nosotros mismos, habiendo sido «comprados a gran precio», de ello se sigue que, inversamente, la santidad de Cristo nos pertenece más que nuestra propia santidad. Es éste el aletazo en la vida espiritual. Pablo nos enseña cómo se da este «golpe de audacia» cuando declara solemnemente que no quiere ser hallado con una justicia suya, o santidad, derivada de la observancia de la ley, sino únicamente con aquella que deriva de la fe en Cristo (Flp 3,5-10). Cristo, dice, se ha hecho para nosotros «justicia, santificación y redención» (1 Co 1,30). «Para nosotros»: por lo tanto, podemos reclamar su santidad como nuestra a todos los efectos. Junto a este medio fundamental de la fe y de los sacramentos, debe encontrar también lugar la imitación, esto es, el esfuerzo personal y las buenas obras. No como medio desgajado y diferente, sino como el único medio adecuado para manifestar la fe, traduciéndola en acto. Cuando Pablo escribe: «Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación», está claro que entiende precisamente esta santidad que es fruto del compromiso personal. Añade, de hecho, como para explicar en qué consiste la santificación de la que está hablando: «que os alejéis de la fornicación, que cada uno sepa poseer su cuerpo con santidad y honor» (1 Ts 4, 3-9). «No hay sino una tristeza: la de no ser santos», decía Léon Bloy, y tenía razón la Madre Teresa cuando, a un periodista que le preguntó a quemarropa qué se sentía al ser aclamada santa por todo el mundo, le respondió: ‘La santidad no es un lujo, es una necesidad’»

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