Se comienza a dar la vida con una sonrisa, ¡sonriamos a la vida!
Si no nos sonreímos a nosotros mismos, si no amamos y hacemos bailar nuestra vida, les damos muerte a nuestros hijos: la tristeza es muerte dentro del corazón de los jóvenes. Cuántas “caras tristes” se ven hoy en las
familias, que les hacen un gran mal a los niños. ¡No les hagamos pagar a ellos nuestras cargas! Ellos buscan en el rostro de quien lo acompaña la confirmación de la belleza, de la alegría de la vida. Darles una sonrisa es decirles: “¡La vida es un don, vale la pena existir!”
“Amor”es la palabra que llena el universo: cada criatura lleva adentro este deseo, este anhelo, de amar y ser amada. Jesús le dice a toda la humanidad: “Ámense, ámense como yo los he amado,” y si Jesús lo ha dicho, si este ha sido el mandamiento que nos ha dejado, significa que que lo podemos hacer porquefuimos creados para el amor. Quien no desarrolla la entrega, se empobrece,siempre pedirá limosna, un poco de compasión, de conmiseración, de falsapiedad a su alrededor. Sin embargo, Dios ha puesto la plenitud del amor verdadero dentro de nosotros. Comencemos a amar con el acto de la voluntad quees una sonrisa. No siempre surge espontáneamente, no es siempre fácil, perouna sonrisa te enciende una luz en el corazón. Lo decidimos nosotros, porque
Dios no sólo nos ha dado los sentimientos, los afectos, sino también la voluntad,
la determinación. Parece solo un esfuerzo exterior, pero luego te enciende el
corazón, lo inflama, lo hace vibrar, comienza la fiesta dentro de tu vida.
La sonrisa es la expresión de la alegría verdadera que no nace de la conveniencia sino con frecuencia del dolor, de aquella pequeña espina de tu corazón porque has visto o sufrido una injusticia, que en el perdón sabes transformar en paz. Nosotros hemos nacido de la fuente que es Dios Amor, Dios Misericordia, Dios Paz, Dios Belleza, Dios Diálogo… aprendamos a vivir nuestra identidad: somos hijos amados, capaces de sacrificio, de sufrir para madurar un amor más verdadero, el amor que nace de la Cruz de Cristo y que se abre al perdón. El que no perdona no puede vivir la alegría y está siempre triste, porque espera que sea el otro el que dé el primer paso, pretende. Siempre les digo a mis colaboradores: “Nada pretender, por nada ofenderse”. ¿Por qué nosotros, que somos tan afortunados por conocer y experimentar la bondad de Dios, deberíamos ofendernos? Se ha comprobado que muchos males radican en la tristeza, en la rabia, en “estar silenciosos” en un mutismo negativo, que anula la comunicación, el diálogo, que cierra la existencia en una calle ciega donde muere la luz, la esperanza.
Todo esto genera rencor, venganza, destruye la misma vida. Por otro lado ha sido demostrado que la alegría, el baile, el perdón, la misericordia, la generosidad, el altruismo, todo lo que es bien, paz, belleza auténtica, da salud al cuerpo y paz al espíritu. ¡La sonrisa es la verdadera juventud de la vida! En estos meses he encontrado muchos jóvenes con el deseo de esperanza en los ojos, las ganas de una vida nueva, la dedicación seria para construir un futuro distinto. He sentido vibrar el corazón en la certeza de que los jóvenes son la sonrisa de Dios. Aunque los años pasan, cada vez que sonrío también yo me siento joven.
¡Una sonrisa enciende la vida y hace concreto el amor!
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Fuente: Revista Resurrección de la Comunidad Cenáculo
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viernes, 21 de marzo de 2008
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