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viernes, 12 de octubre de 2007

Una sola cosa necesaria: Escuchar la Palabra a los pies del Señor / Autores: Conchi y Arturo















En aquel tiempo, entró Jesús en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».(Lucas 10, 38-42)

Marta, Antonio, Juan, Luisa, Mª Ángeles...Dios nos llama por nuestro nombre y por medio de la revelación de su voluntad en Jesús nos muestra que sólo hay necesidad de una cosa: "escuchar la Palabra a los pies del Señor". Actualmente, debido a cambios horarios, trabajos, problemas y vicisitudes, estamos viviendo unos días donde hacemos más de Marta que de María.

Claro que dedicamos ratos a la oración. Pero esos momentos los pasamos más de pie y moviéndonos, que sentados a los pies del Señor. Sentarse y escuchar supone fijar la mirada, el corazón y todo nuestro ser en Dios que con su Palabra nos da vida. Sólo con un tiempo importante dedicados a escuchar daremos verdaderos frutos en nuestra vida cotidiana.

En nuestra familia nos alegramos cuando todos podemos ser María y ponernos a los pies del Señor para ser enseñados. Pero también nos alegramos cuando sólo uno puede permanecer junto al Pan de Vida orando por los demás. Procuramos no hacer como Marta y llamarle para que nos ayude en los trabajos que hacemos. Creemos que es una bendición para nuestras vidas, que alguno de nosotros ore si los demás no pueden hacerlo. Moisés mantenía las manos alzadas por su pueblo intercediendo. María lo hacía por su hermana.

Jesús también desea que seamos Marta, pero sabiendo que sólo Él nos hará fértiles en nuestras tareas diarias, necesarias e imprescindibles. Marta cuidaba todos los detalles para atender a Jesús, pero no tenía tiempo de estar a sus pies. Sólo escuchando la Palabra de Dios y deseando que sea revelada por el Espíritu Santo para cada día podremos tener el equilibrio de realizar las tareas de Marta con eficacia.

Marta hará la voluntad de Dios en sus trabajos diarios cuando haya incluido en su agenda un tiempo sólo para el Señor, que debe ser el más importante del día. De hecho Marta había empezado su día acogiendo al Señor. El texto de Lucas empieza señalando: "En aquel tiempo, entró Jesús en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa". Queda claro que Marta es quien recibe a Jesús en su casa. Cada uno hemos recibido a Jesús en nuestra casa como Zaqueo, pero en lugar de escucharle hemos estado atareados hablándole de nuestras preocupaciones o proponiéndole nuestros planes como inaplazables.

Todos tenemos mucho de Marta pero nos justificamos para no disponer de tiempo como María. Jesús ama a María y a Marta de forma única y por eso desea que las dos crezcan en su Amor. Para ello una sola cosa es imprescindible, el tiempo y el deseo de escuchar la Palabra de Dios, para que se haga Vida en nosotros. Ese tiempo puede prolongarse como oración interior cada segundo, cuando trabajamos o realizamos cualquier cosa. La clave es sencilla: no disponer de tiempo para escuchar al Señor y llenarnos de Él nos impide poder poner en práctica lo que dice San Pablo en Gálatas 2,20-21: "Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano".

La gracia de Dios habita en nosotros pero debemos actualizarla para cada momento escuchando al Señor. Sólo así los demás podrán ver el rostro de Cristo en nuestras actitudes. En Hechos de los Apóstoles 17,28 leemos:
pues en él vivimos, nos movemos y existimos, como han dicho algunos de vosotros: "Porque somos también de su linaje."
El linaje es la descencia que como hijos de Dios todos tenemos de Adán.

Pero nos fijaremos en una definición muy precisa que nos da el diccionario de la Real Academia Española, que se ajusta a la situación espiritual de Marta. Se trata de "behetría de linaje":
Antiguamente, población cuyos vecinos, como dueños absolutos de ella, podían recibir por señor a quien quisiesen.
Al entrar en el pueblo Marta recibe en su casa a Jesús y lo hace Señor. Luego ella quiere seguir actuando para servirle no según los designios de Jesús sino según sus propios deseos.

Ante cada cosa que debamos hacer si vivimos para el Señor deberíamos interrogarle en nuestro corazón siempre: ¿En esta situación Señor que quieres que haga? ¿Cómo responderías Tú y debo hacerlo yo? ¿Qué es urgente para Ti que haga hoy dentro de mis posibilidades horarias? Al no preguntar al Señor y escucharle nos preocupamos y agitamos como Marta por muchas cosas. Las agitaciones y preocupaciones no son nunca la voluntad de Dios, puesto que nos quitan la paz. Sabemos que la vida es una cadena de dificultades pero Jesús Resucitado nos acompaña para mostrarnos cada instante cual es el Camino, la Verdad y la Vida. Para ser Providencia y bendecirnos. Para de cada contrariedad sacar un bien muy superior a lo que podemos imaginar.

Todos tenemos mucho interés en cumplir con nuestras obligaciones laborales y hogareñas, tener el mejor coche, hacer un buen viaje, cocinar una buena comida, dar a nuestros hijos lo que nosotros no tuvimos en nuestra infancia. Y no nos damos cuenta que todas esas cosas no son necesarias para Amar como Dios nos Ama. Para hacerlo sólo es necesario decir: "Señor enseñamé. Estoy a tus pies. Preciso de Ti más que de nada o nadie en la vida. Llenamé de tu vida para que yo pueda ser fuente de tu Amor y servirte en los demás. Jesús, que mi corazón arda de deseos de compartir mi vida contigo porque sólo así te seré útil cuando sirva a los demás. Deseo que tu Palabra se encarne en mi corazón y que Tú guíes mis pasos, mi caminar. Quita de mi mente, de mi corazón todo aquello que pueda ser un impedimento para que me siente a escucharte. Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme ".

Yo soy el pan vivo, bajado del cielo / Autor: Juan Pablo II

Jesús tomó cinco panes y dos peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los partió, y los dio a los Apóstoles para que los fueran distribuyendo a la gente (cf. Lc 9, 16). Como observa san Lucas, todos comieron hasta saciarse e incluso se llenaron doce canastos con los trozos que habían sobrado (cf. Lc 9, 17).

Se trata de un prodigio sorprendente, que constituye el comienzo de un largo proceso histórico: la multiplicación incesante en la Iglesia del Pan de vida nueva para los hombres de todas las razas y culturas. Este ministerio sacramental se confía a los Apóstoles y a sus sucesores. Y ellos, fieles a la consigna del divino Maestro, no dejan de partir y distribuir el Pan eucarístico de generación en generación.

El pueblo de Dios lo recibe con devota participación. Con este Pan de vida, medicina de inmortalidad, se han alimentado innumerables santos y mártires, obteniendo la fuerza para soportar incluso duras y prolongadas tribulaciones. Han creído en las palabras que Jesús pronunció un día en Cafarnaúm: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre" (Jn 6, 51).

Jesús se define "el Pan de vida", y añade: "El pan que yo daré, es mi carne para la vida del mundo" (Jn 6, 51).
¡Misterio de nuestra salvación! Cristo, único Señor ayer, hoy y siempre, quiso unir su presencia salvífica en el mundo y en la historia al sacramento de la Eucaristía. Quiso convertirse en pan partido, para que todos los hombres pudieran alimentarse con su misma vida, mediante la participación en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.

Nosotros queremos permanecer con Cristo, y por eso le decimos con Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6, 68). Con la misma convicción de Pedro, nos arrodillamos hoy ante el Sacramento del altar y renovamos nuestra profesión de fe en la presencia real de Cristo.

Buen Pastor, verdadero pan -le diremos con confianza-. Oh Jesús, ten piedad de nosotros, aliméntanos y defiéndenos, llévanos a los bienes eternos. Tú que todo lo sabes y todo lo puedes, que nos alimentas en la tierra, guía a tus hermanos a la mesa del cielo, en la gloria de tus santos. Amén.


Fragmento de la homilía en la Solemnidad de Corpus Christi. 22 de junio 2000

Hijos "Huérfanos" de padres "buena onda" / Enviado por Cristina Ferrer

Bueno, pero... ¿Qué nos pasa? ¿Qué es lo que nos hace suponer, que alguien más tiene la responsabilidad de cuidar de nuestros hijos, si nosotros, que se supone que somos los que más los amamos, no queremos tomar esa responsabilidad ?

Es ridículo ver esas mesas redondas, en las cuales funcionarios públicos, dueños de bares y discotecas, miembros de comités ciudadanos y medios de comunicación se culpan unos a otros por algo que no es más que falta de responsabilidad de nosotros los padres.

Que si en los bares le venden alcohol a menores; que si los agentes de tránsito reciben sobornos, que si no cierran estos lugares a la hora señalada...

¿Pero en dónde están los padres de éste menor que tomó más de la cuenta?, ¿Quién lo recibe en su casa a esas horas y en ese estado?, ¿Quién le dio el dinero para entrar en el bar, para el alcohol y para el soborno? , ¿Dónde están los padres que le dieron el carro a un menor que no es capaz de hacerse responsable y maneja aunque esté tomado?

¡Por favor! En qué piensan los padres de esos jóvenes que salen de su casa a las 11 de la noche, habiendo empezado a tomar desde en la tarde, durante el partido de Tigres contra Rayados?

¿Y qué están pensando los padres de la jovencita de 16 ó 17 años, que va a conseguir raid de regreso con la mamá de fulanita, sin querer enterarse de que esa mamá ni siquiera está en la ciudad?

Por qué queremos pasarles la responsabilidad de decidir en manos de quién ponen su vida si todavía no son capaces de decidir de que color pintarse el pelo, hoy con rayitos, mañana mejor negro. Por qué les damos permiso a nuestras hijas de irse a dormir después de la disco a casa de una amiga y cargamos la responsabilidad de llevarlas a los novios de 19, 20 años quién sabe a qué hora y no sabemos ni cómo, pues puede ser que tome de más ¿Por qué queremos creer que son maduros y responsables si nosotros mismos no lo estamos siendo?

Nos volvemos ciegos a los peligros por comodidad, nos hacemos los "buena onda", "es que yo sí le tengo confianza a mi hija". ¡Lo que tenemos es miedo ,flojera, no queremos actuar como padres!.

Nuestros hijos no necesitan que seamos sus amigos... Ellos ya tienen un montón de amigos, de su edad. Nuestros hijos necesitan padres valientes y responsables, que pongan reglas y luego estén ahí para ver que se cumplan.

¿Cómo va a depender la seguridad de mi hijo del barman de un antro o del agente de tránsito, o del dueño de la disco si cumple la ley y cierra a las 3:00 a.m. en lugar de a las 6:00 a.m.?

Yo creo que sí debería haber una ley. Pero para los padres de familia. Yo creo que sí debería de haber un horario, pero el que los padres pongan en su casa independientemente de la hora que cierren los antros.
¿De qué tenemos miedo, papás? ¿Por qué no podemos poner reglas? ¿Porqué no podemos exigir que se cumplan?.

Si los jóvenes no necesitaran guía, si no necesitaran límites, autoridad a quién respetar... no existiríamos los padres.

Se nos encomendó una misión muy especial, la más grande: colaborar con Dios en la Creación y es a nosotros a quien se nos pedirá cuentas por nuestros hijos, no al dueño del bar, no al amigo de nuestro hijo que iba conduciendo borracho cuando chocaron, no al policía, no al maestro...¡a nadie más!

Nunca, nadie podrá hacer que nuestros hijos regresen a casa a tiempo y a salvo, si nosotros no podemos hacerlo.
No existe ley, ni horario, ni funcionario capaz de hacer por nuestros hijos, lo que nosotros no queremos hacer.

Actuar como padres

Es muy difícil claro, oír de ellos "Es que todos te tienen miedo, papá", ¡Pues no importa! No estamos en campaña de elecciones para el papá más popular del año, ya cada quién tiene el padre que le tocó y sería estúpido poner en peligro la seguridad de nuestros hijos por quedar bien con sus amigos.

Es terriblemente injusto, además, que estén en peligro jóvenes que sí tienen reglas en su casa, que saben que al llegar, estarán esperándolos sus padres, desvelados pero contentos de saber que se divirtieron y orgullosos de comprobar que van madurando y que actúan de acuerdo a lo que se les está tratando de inculcar: Libertad con Responsabilidad.

Es horrible oír de muertes de muchachos así, que han tenido la desgracia de toparse con esos otros jóvenes, hijos "Huérfanos" de padres "buena onda".

No estaría mal, ganarnos el respeto de nuestros hijos, tomando las riendas de su vida, haciéndonos responsables de su hora de llegada, de lo que toman, de sus calificaciones, haciéndoles saber lo que esperamos de ellos y creando los medios para ayudarles en su lucha para conseguirlo.

Pongamos los pies en la tierra, seamos concientes...Los jóvenes lo único que necesitan, es que actuemos como padres.

Lente de Contacto / Enviado por Viviana Baigorria

Brenda era una joven mujer que fue invitada a escalar rocas. Aunque esto le causaba mucho miedo, fue con su grupo a un tremendo risco de granito. A pesar de su miedo, se colocó el equipo, tomó un extremo de la cuerda y comenzó a enfrentar la roca. En determinado momento, llegó a un borde, donde pudo tomar un respiro.

Mientras estaba ahí, la cuerda de seguridad golpeó contra un ojo de
Brenda y le sacó su lente de contacto. Bueno, ahí estaba ella en el borde de la roca, con cientos de metros bajo ella y cientos de metros sobre ella. Por supuesto que buscó y buscó, esperando que hubiera caído en el borde, pero simplemente no
estaba la lente.

Ahí estaba ella, lejos de casa, con su vista borrosa. Estaba desesperada y comenzó a enfadarse, por lo que oró al Señor para que la ayudase a encontrar su lente. Cuando llegó a la cima, un amigo examinó su ojo y su ropa buscando la lente, pero no la
pudieron encontrar. Ella se sentó, desalentada, con el resto de la gente, esperando a que los demás llegaran a la cima.

Ella miró a través de las montañas, pensando en el verso de la Biblia acerca de que los ojos del Señor observan alrededor de toda la tierra y pensó:

"Señor, Tú puedes ver estas montañas.
Tú conoces cada piedra y cada hoja, y Tú sabes exactamente dónde
está mi lente de contacto. Por favor ayúdame."


Finalmente, bajaron. Al pie de la montaña había un nuevo grupo de alpinistas comenzando a enfrentar el risco. Uno de ellos gritó: "Oigan, jóvenes! ¿Alguien perdió una lente de contacto?". Bueno, esto hubiera sido suficientemente inquietante, pero... ¿Sabes cómo el alpinista vio la lente de contacto? Una hormiga se movía lentamente a través de la roca, cargando la lente.

Brenda me dijo que su padre era caricaturista. Cuando ella le platicó esta increíble historia de la hormiga, la oración y la lente de contacto, él dibujó una caricatura de una hormiga cargando una lente de contacto, diciendo:

-"Señor, no sé por qué Tu quieres que yo cargue esta cosa. No puedo
comérmela, y está extremadamente pesada. Pero si eso es lo que Tu
quieres que yo haga, yo la cargaré para Ti."




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Hablamos de cargas pesadas en esta vida... Decimos a diario ¿por qué
a mi?, ¿por qué tanto?, ¿ qué hice para merecer esto? ... En esas
cargas, en ese peso, en ese sentir que nos quebramos se esconden las
grandes enseñanzas, las grandes pruebas, los desafíos...Podemos
tratar de llevar esa carga y aún sintiendo que se nos doblan las
piernas tratar de resistir, de seguir o podemos dejarnos vencer...

Todos pasamos alguna vez por una situación en la que no sabemos cómo
seguir, en que las fuerzas se nos debilitan, en que queremos
abandonar la lucha, dejarnos vencer. Pero no podemos hacerlo... Todo
sucede por una razón tal vez incomprensible en un primer momento pero
pasado el tiempo cuando la carga desaparece o su peso es menor y
tomamos distancia nos damos cuenta de cuanto crecimos, y de la
enseñanza que encerraba ese pedacito de nuestra historia y así
tenemos que entender que todo lo que vivimos bueno o malo nos
prepara para ser mejores personas...

Un hombre pobre buscando comida en la basura / Autor: M. Menapache


Erase un hombre pobre. No sólo se había quedado sin trabajo, sino que tampoco tenía nada para comer. Se sentía profundamente humillado al tener que tomar aquella determinación, pero no le quedaba otro recurso.

Muy temprano salió de su casilla de chapas y madera, en las afueras de una villa, y agarró para el centro de la ciudad. No iba a buscar trabajo. Iba a buscar en los tachos. Porque parecía que a él tanto le andaba faltando, a otros les sobraba hasta tirar.

A propósito comenzó muy de madrugada su recorrida. No tenía ganas de que nadie lo viera, y además había que ganarle a los carros de la municipalidad. Destapó uno de los tachos y sintió la repugnancia de tener que escarbar allí para conseguir el pedazo de pan, o la media fruta que sería su alimento aquel día. Casi con asco fue seleccionando lo poco aprovechable que lograba sacar. `Pero aún en la situación que estaba, conservaba su delicadeza.

En un bolso que llevaba fue guardando lo poco que le parecía más o menos bueno: media galleta, a la que le rebanó la parte mordida, un corazón de repollo, del que tiró las hojas marchitas .Poco a poco, y tacho a tacho, fue equipando su bolso, dejando detrás suyo y frente a cada parada, un reguero de desperdicios que ni siquiera quería volver a tocar para meterlos en el tacho, porque no quería que nadie fuera testigo de su situación humillante.

Pero , en una de esas, al mirar` para atrás, vio que tenía un testigo inesperado. Alguien que lo seguía. Otro pobre hombre, más mal vestido que él mismo, recorría los mismos tachos de basura que él ya había revisado, y recogía en una bolsita de plástico muchas de las cosas que él había tirado. Lo que él había considerado inservible, a alguien le serviría ese día de alimento.
Se sintió tan inmensamente conmovido al comprobar lo que estaba sucediendo, que sin pensarlo dos veces, retrocedió, y abriendo su bolso, le entregó al otro mendigo la mitad de lo que había juntado.
Y al compartir ese poco que tenía se sintió enormemente rico.
Y mientras regresaba felíz a su casilla, miraba con compasión a todos los satisfechos que pasaban a su lado, mientras se iba repitiendo su descubrimiento:
"¡ Pobres! Pobres son los que no saben compartir".

jueves, 11 de octubre de 2007

Testimonio de una joven que responde con el perdón a los conflictos familiares / Autora: R. B. - (Brasil)



Historia de una joven que realiza una venganza de Amor al lograr perdonar en una situación límite en su familia. Y los frutos no tardan en llegar…
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Era un muchacha trastornada por las experiencias dolorosas de mi familia y por la falta de un afecto auténtico y estable, cuando conocí a personas que tenían una alegría que yo creía que era imposible experimentar en la vida y me la donaron. A través de ellos descubría a Dios y Su amor por mí.Para mí fue como descubrir una luz en la noche, que con seguridad me indicaba el camino, un camino de amor, precisamente lo que estaba buscando.

Soy la más joven de cuatro hermanos y nuestros padres siempre tuvieron una relación difícil y conflictiva, marcada por peleas y discusiones que a menudo terminaban en violencia. Mi papá tenía, además de la nuestra, otra familia: una mujer e hijos. Por ello, y por su actitud agresiva hacia nuestra madre, nosotros los hijos lo rechazábamos como padre y, en cambio de amarlo, lo odiábamos cada vez más.

Poco a poco, mis hermanos se fueron de la casa, quien para estudiar, quien para casarse. Con mis padres quedé sólo yo, la más pequeña, hasta el día en que mi padre le pegó tan fuerte a mi mamá que tuve que llevarla al hospital. Después, ella se fue a vivir con mi hermana y en la casa nos quedamos mi padre y yo.
El Evangelio me sostenía, pero dentro de mí pensaba que nunca, nunca habría podido perdonar a mi padre.

Un día de esta difícil convivencia forzada, él me persiguió para golpearme y yo logré escaparme por un pelo. Regresé a la casa por la ventana, después de que él había salido. Fue entonces, en esos momentos de miedo y de dolor, que decidí vivir las palabras de Jesús con radicalidad. ¡Había llegado la hora de vengarme de mi padre, pero la mía habría sido una venganza de amor!

Acomodé la casa, la limpié, preparé el almuerzo para él y salí para ir a trabajar. Al regresar a casa, en la noche, mi papá me estaba esperando. Temblaba, pero estaba decidida a amarlo no importaba cual fuese su comportamiento. Me pidió que llamara a mamá y a mi hermana porque quería hablar también con ellas. Me costó vencer su resistencia y persuadirlas a que vinieran a la casa, pero al final lo logré.

Mi padre se veía sacudido: nos pidió que lo perdonáramos por el daño que nos había hecho y nos prometió que nunca más regresaría donde su otra familia. Pero si nos pedía el permiso de mantener, con una cuota mensual, a los hijos que había tenido fuera del matrimonio, que no tenían ninguna culpa de los errores cometidos por él. Aunque nuestra condición económica no era floreciente, enseguida estuvimos de acuerdo y, desde entonces, la situación verdaderamente cambió: la paz regresó a la familia.

Hablar, aun sin palabras /Autora: Chiara Lubich


"Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina" (2 Tm 4,2).

¡Sí, hay que hablar, siempre y a todo el mundo!

Muchas veces la Palabra de Vida nos invita a vivir, a ser el amor. Pero también es necesario transmitir la Palabra a los demás; anunciarla y comunicarla hasta lograr que se impliquen en una vida de donación y de fraternidad.

Fueron las últimas palabras de Jesús: "¡Id por todo el mundo, anunciad el Evangelio…!"1. Fue ésta la pasión que empujaba a san Pablo a viajar por todo el mundo entonces conocido y dirigirse a personas de diferentes credos y culturas: "Para mí no es vanagloria predicar el Evangelio, es un deber: ¡Ay de mí si no predicase el Evangelio!"2.


Pablo se hace eco de las palabras de Jesús y, apoyándose en su propia experiencia, le encomienda a su fiel discípulo Timoteo y a cada uno de nosotros:

"Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina".

Para que el hablar tenga eficacia, antes que nada y si es posible, hay que construir una relación con las personas a quienes nos dirijamos.

Y aunque uno no pueda mover los labios para hablar, puede hablar con el corazón. A veces las palabras sólo se pueden expresar con un silencio respetuoso, con una sonrisa, o quizás interesándose por las cosas del otro, por lo que le importa, por sus problemas, o llamándolo por su nombre, de forma que note que él o ella es importante para nosotros. Y de verdad que lo es: el otro nunca nos es indiferente.


Estas palabras sin ruido, si son acertadas, no pueden dejar de abrirse paso en los corazones, y la mayoría de las veces el otro se interesa por mí y me pregunta. Entonces ha llegado el momento del anuncio. No hay que esperar, hay que hablar claramente, decir aunque sea pocas palabras, pero hablar y comunicar el porqué de nuestra vida cristiana.

"Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina".

¿Cómo vivir esta Palabra de Vida y anunciar el Evangelio aunque sólo sea con nuestra presencia? ¿Cómo dárselo a todo el mundo?

Amando a todos y cada uno sin hacer distinciones.

Si somos cristianos auténticos y vivimos todo lo que enseña el Evangelio, nuestras palabras no serán vacías.

Y el anuncio será todavía más luminoso si sabemos dar testimonio del meollo del Evangelio: la unidad entre nosotros, conscientes de que "en esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros"3.

Éste es el vestido que pueden ponerse los cristianos de a pie, hombres o mujeres, casados o no, adultos o niños, enfermos o sanos, para dar testimonio con su vida, siempre y en todas partes, de Aquel en quien creen, de Aquel a quien quieren amar.

1) Cf Mt 16,15; Mt 28,19-20.
2) 1 Cor 9,16.
3) Jn 13,33.

Ocho años en prisión por drogas. Bong Bautista narra su trágica experiencia en las cárceles filipinas. Y también su recuperación

Bong fue arrestado un incierto día del año 1987. El delito imputado: cultivo y consumo de droga. Tenía 28 años. No podía pagarse un abogado y tuvo que recurrir a un defensor de oficio, de esos que los filipinos llaman irónicamente "abogados de paamin" (algo así como paladines de la verdad), porque se pasan todo el tiempo tratando de convencer a sus clientes de que se declaren culpables, en lugar de defenderlos. Conclusión: una condena a diez años de cárcel.

«¿Por qué justo a mí?, grité por dentro, mientras el juez pronunciaba la sentencia. La primera noche en la celda, en la dura cama, lloré muchísimo. Había deshonrado a mi familia, tanto que al poco tiempo mi padre tuvo un infarto mortal. A partir de aquella noche me convertí en un simple número. El dolor era insoportable. Gritaba y gritaba: ¡Dios!, ¿por qué me has dejado caer tan bajo?».

Esta historia la hemos conocido con ocasión del gran congreso de los "voluntarios" de los Focolares que tuvo lugar en septiembre de 2006 en Budapest y que conmemoraba el cincuenta aniversario de su nacimiento. Hoy Bong es un hombre libre, está casado con Glenda desde hace doce años y llevan una vida sencilla y laboriosa en la capital filipina. Es responsable de producción en una pequeña fábrica de velas, que puso en marcha hace diez años un grupo de ex presidiarios. Gana lo suficiente como para mantener decorosamente a su familia, un sueño que no podría haber imaginado hace unos años, cuando su vida, como él mismo cuenta, «se detuvo de golpe» el día en que las puertas de la cárcel se cerraron a sus espaldas. Bong pasó ocho años en prisión. Cuando salió, a los 36, era otro hombre. Volver a subir la cuesta fue largo y duro, pero vale la pena recordar las etapas más relevantes.

Nos enteramos de que los presos vivían hacinados en muy poco espacio, en pésimas condiciones higiénicas y mal alimentados. Sólo la cárcel de Bilibid, la más grande, en el Montinlupo City de la gran Manila (12 millones de habitantes) cuenta con diez mil presos. Allí se suceden infinidad de historias de humillación y abandono, cuando no de injusticia, que perduran dentro de los muros de la cárcel. Y lo que causa más impresión es la cantidad de muchachos que hay en la cárcel, incluso preadolescentes, cumpliendo condenas acordes a la gravedad del delito, sin tener en cuenta su edad. Comparten suerte con los capos de la delincuencia, en el mismo complejo carcelario que albergaba el corredor de la muerte hasta el 8 de junio de 2006, fecha en que el parlamento filipino votó, a instancias de la presidenta Arroyo, un proyecto de ley para abolir la pena de muerte. En aquella fechas había 1.200 condenados esperando ser ejecutados.

Desde principios de los noventa, los jesuitas de Filipinas, apoyados por la Iglesia local, están llevando a cabo un servicio de pastoral carcelaria de gran importancia, sin duda cuajado de dificultades, pero con perspectivas muy interesantes. Muchos laicos se han comprometido con ellos, entre los cuales encontramos a varios miembros de los Focolares trabajando en iniciativas de recuperación y promoción humana, brindando su apoyo moral y espiritual.

Justo entonces, la vida "suspendida" de Bong Bautista, uno de tantos reclusos de la cárcel de Manila, recupera lentamente su andadura. Más que detenerse, se podría decir que le había vuelto la espalda a la vida. Alimentaba un odio furioso contra todo y contra todos: «Odiaba a mi familia, deshecha a causa de la separación de mis padres; odiaba mi dependencia de la droga; odiaba la pobreza que me había obligado a dejar la escuela». Una noche, no teniendo a quien recurrir, supliqué: ¡Dios, ayúdame al menos esta vez!».

Poco tiempo después, una universidad cercana al penal ofreció a los reclusos la posibilidad de estudiar una carrera. Bong fue de los primeros en superar las pruebas de acceso. «Estaba emocionado ­dice­, estudiar era mi sueño. ¿Acaso Alguien me había escuchado?». Además de dedicarse al estudio, Bong se dedica a actividades sociales y religiosas de la cárcel ayudando al capellán. Entra en contacto con algunos voluntarios de los Focolares que visitan regularmente la prisión: «Tenían algo distinto, eran acogedores y siempre estaban muy serenos, incluso diría que contentos. Ellos me enseñaron el arte de amar, que incluye el perdón por el daño recibido, además del amor y la misericordia de Dios por el mal que has hecho. Y así empecé a ayudar a los compañeros y a ser cortés con los guardias, no por temor, sino por amor. Experimenté una ganas nuevas de vivir y, aunque mi cuerpo estaba prisionero, mi espíritu podía soñar libremente, creer en un mundo nuevo y construirlo con pequeños actos de fraternidad dentro de la cárcel». Poco a poco Bong conquista la confianza de sus compañeros y de los guardias, tanto que es designado vicealcaide de su sector.

Al cabo de cinco años se licencia en Economía y Comercio. Luego obtiene la libertad definitiva. «Todo esto ­prosigue­ sucedió hace trece años, y desde entonces visito regularmente la cárcel con otros voluntarios (ahora soy uno de ellos), y algunos son ex convictos como yo. En la cárcel, muchos quieren conocernos y saber cómo hemos logrado superarnos. Hemos conocido también a algunos que estaban condenados a la pena de muerte».

Pero Bong no se contenta con esto: «Me siento ­dice­ un hombre afortunado. Tengo una hermosa familia, un trabajo, unos amigos, un gran ideal por el que vivir. ¿Y los presos? He experimentado en mi propia piel lo que significa vivir en espera de libertad y al mismo tiempo con miedo al "después", la angustia de verte rechazado por una sociedad que sigue cerrándote la puerta en la cara. Quería otra cosa para ellos. Pero, ¿qué podía hacer?».

«Aquel domingo ­continúa Bong­ las lecturas de la misa referían el episodio en el que Jesús le dice a Zaqueo que va a ir a su casa, la casa de un pecador público. Ahí estaba el mensaje: ¡Jesús nos acoge justamente a nosotros, los pecadores! De ahí nació el nombre que decidimos darle a una nueva institución: "Casa de Zaqueo"». Un amigo les ha donado ya el terreno. Es sólo el principio y de algo muy pequeño, si se quiere, pero dice un proverbio que quien bien empieza tiene medio camino hecho. Bong y sus amigos son conscientes de ello, pero saben también que de las pequeñas semillas nacen grandes árboles.


(Testimonio recogido de la revista "Ciudad Nueva")

Conversaciones espontáneas con el Señor / Autora: Madre Angélica


Humildad
Estoy ante Ti, Señor Dios, un pecador. En todos los reinos de Tu creación, nadie es más desmerecedor de Tu amor que yo. . . Esto es por lo qué me atrevo a acercarme a Tu Presencia. . . Tu poder es mayor en la debilidad. Tu amor es más gratuito con el ingrato y Tu misericordia más sublime con el indigno.


Esperanza
Mi Dios, eres mi ancla en un mar tormentoso, mi serenidad en una noche ventosa, mi esperanza cuando todo lo demás falla. Tu Presencia me rodea como un escudo protector y cuando las flechas de mi egoísmo Te atraviesan, Tus amorosos brazos se extienden para alargar Tus manos y asir mi alma errante.


Separación
Me ha llevado mucho tiempo rendirme a Tu Amor y Providencia. . . descargar mis tensiones en Tu serenidad, mis miedos en Tu omnipotencia y mi indiferencia en Tu amor. Yo me aferro a estas debilidades como si fueran tesoros. Mi alma clama por la libertad y el mismo Deseo por alcanzar la liberación de la tiranía tiene a mi alma prisionera de mí.


Anhelo
Yo no pido riquezas que perecen o la fama que se desvanece como la llovizna de la mañana. Yo sólo pido la libertad de un niño de Dios, con una meta, un amor, un deseo de agradarte. Mi corazón te anhela, ¡Oh Dios! Mi alma clama a Ti. Vivir sin Ti es como un desierto desprovisto de vida y belleza. ¿Puede ser que la arena seca y el calor abrasador purifiquen mi alma y la limpien de todas esas debilidades que me hacen tan contrario a Ti? ¿Debo vagar a través de la vida buscando y encontrándote, solo para perderte de nuevo?


Deseo
La tortura de perderte y el éxtasis de encontrarte, ¿forman y conforman mi alma a Tu imagen? El extender mi mano para tocar Tu Mano y el retroceso al perderla, ¿ejercitan mi Voluntad? ¿Te escondes cuándo casi Te vislumbro, para que así Te busque más ardientemente?


Amor¿Qué secreto debo encontrar que me permita amarte solo a Ti y sobre todas las cosas, verte en mi prójimo, en los sufrimientos de mi vida y en las alegrías que se esparcen aquí y allí para darme un atisbo del Cielo?


Deseo
Jesús, aunque las muchedumbres me rodean, mi alma está sola y el silencio me asusta. Oír el ruido fuera y sentir el silencio dentro me dan la sensación de vivir al mismo tiempo en dos mundos. Un mundo reclama mi atención y otro mi amor. ¡Oh Dios!, yo escojo Tu mundo, elijo vagar por los reinos ilimitados de Tu amor, contemplando siempre una nueva belleza, escuchando siempre la música de Tu perdón misericordioso.


Humildad
Mi mente, ¡Oh Dios!, forcejea con el misterio de Tu Eternidad y Trinidad. Está tan humillada que llega a un punto que no puede cruzar - el punto en el que una mente creada comprende que su capacidad es demasiado pequeña para abarcar el Infinito. Entonces es, Oh Dios, cuando mi alma realmente se muestra como es - creada y limitada. Se alegrará de esperar hasta que Tu Bondad se digne elevarla, a través de la Fe, hasta las inalcanzables estrellas del misterio.


Separación
Nunca separas Tus ojos de mí y todavía mis ojos vagan a través del mundo para buscar un lugar donde descansar. ¿Por qué no puedo amarte como Tú me amas? ¿Por qué busco lo que es finito cuándo yo puedo poseer al Infinito? Mi inconstancia debe pasmar a los Ángeles que ven cuán pasajeras son las cosas a las que me aferro.


Fe
¡Oh Espíritu del Señor!, la Fe impulsa mi mente y mi alma a esos reinos del misterio, inalcanzable por mis propios esfuerzos. ¿Qué impulso de Amor te hizo elevar mi pobre alma sobre sí misma? ¿Es mi debilidad un desafío a Tu Misericordia como Señor de todos? Como Trinidad, ¿recorriste la tierra en busca de alguna débil criatura a quien podrías dar el tesoro de los tesoros - la Gracia? Tu Amor compasivo, afable Padre, remolcó mi egoísmo para despojarme de los trapos que me cuelgan para vestirme con los hermosos vestidos de la santidad.


Paciencia
Todos los días, mi Jesús, aprendo, por alguna situación o experiencia, mi gran necesidad de Ti. Cuando intento ser paciente en mis fuerzas, mi paciencia es forzada y efímera. Es obvio para todos que estoy intentando ser paciente con desesperación. Cuando levanto mi mente y mi corazón a Ti, querido Jesús, y Te veo paciente tan serenamente, mi alma bebe en ese espíritu de paciencia como una brisa fresca en una noche húmeda. Tu paciencia penetra mi ser y sólo entonces soy verdaderamente paciente. Es costoso aprender que puedo fructificar solo en Ti.

¡Cuánto me amas! El amor es probado por el Sacrificio y Tú lo has demostrado Tu amor por mí. Este hecho me hace sentir pequeño porque me obliga a que admita que mi amor por Ti es muy pequeño. Yo huyo del sacrificio y tengo miedo del dolor. La muerte me parece a veces como un túnel oscuro para ser atravesado y el futuro parece indeseable. Cuando comparo mi actitud con la Tuya, comprendo que en mí no tengo nada que ofrecerte Lo único que te pido es Tu Amor por mí. Cuando pienso en ese Amor, siento una ola súbita de valor para enfrentar el futuro. Incluso la muerte se convierte en el precioso momento en el que Aquel que ama y el que es amado, se encuentran cara a cara.


Valor
Señor Padre, la vida siempre es más fácil cuando aguardo cerca de Ti. A veces me pregunto por qué es tan difícil mantener mi alma unida a la única Fuente de felicidad. Parecería que yo debería ser atraído por Ti como un pedazo de hierro por un imán y todavía mi propia Voluntad y mis debilidades forman una barrera que mantiene mi alma separada de Ti. Lo que verdaderamente quiero ser, no lo soy. Yo huyo de la poda que necesito para ser como Tú. Mi vida es una contradicción. Mi alma anhela la santidad y después huye de la mortificación necesaria para lograrla. Yo tendré que depender de Ti, querido Jesús, para sacar mi pobre alma de su debilidad y vestirla con el valor y la fuerza de Tu Espíritu Santo. Entonces daré frutos- el fruto que agrada al Padre.


Autoconocimiento
Maestro, nadie ve realmente sus acciones o a sí mismo como le ven los otros. Quizás, buscar en las intenciones que atribuyo a otros, puede darme un atisbo de mi propia alma. No me gustará lo que vea, pero permite a Tu Espíritu hacer la imagen muy clara, para que con Tu ayuda pueda cambiar y pueda empezar a pensar y actuar como Jesús.


Presencia de Dios
Señor Trinidad, quiero ser más consciente de Tu Presencia Divina en mi alma. Sé que tu vida conmigo es a menudo solitaria. Revoloteo de una cosa insignificante a otra y entonces, cuando mi corazón se queda vacío, te busco. ¿Por qué corro a Ti solo al final? Eres la única Luz que guía mi camino, el único Amor que es fiel, la única Fuerza en tiempo de debilidad. Sé paciente conmigo, Señor, y concédeme que algún día mi mente no tenga ningún pensamiento que no sea agradable a Ti y que mi corazón no posea un amor más fuerte que Su amor.


Compañerismo
Hay tiempos, mi Jesús, en los que me gusta imaginar Tu rostro y dibujar cómo caminaste bajo caminos polvorientos. Me gusta pensarte a mi lado, mirando todo lo que hago con gran amor y comprensión. Entonces comprendo que una vez más te he reducido a mi tamaño, abarcando Tu Belleza en los estrechos reinos de mi imaginación y te he comprimido en un espacio diminuto junto a mí. Mi Señor, ésta es la única manera en que mi pobre naturaleza humana puede llegar a algún concepto de Ti. Concédeme, querido Jesús, que, cuando mi imaginación te imagina, yo nunca pierda de vista la verdad, que Tu belleza real está más allá mis sueños más fantásticos. Tu Presencia es mucho más íntima a mi lado.


Perdón
Señor Padre, yo entro en Tu Espíritu compasivo e intento beber profundamente de Tu Amor Misericordioso. Mi memoria sufre con el recuerdo de las ofensas del pasado y mi alma se duele por la ira de ayer - días del pasado que traen lágrimas y tristeza. Cada vez que pienso que se han ido, vuelven con vigor renovado y comprendo que no he crecido en compasión y perdón. Pongo mi memoria en Tu compasiva Misericordia y te pido que cubras sus heridas con el bálsamo curativo de Tu Misericordia. Permite a mi alma hundirse profundamente en ese océano insondable de Misericordia y devuélvemela renovada, sana y refrescada con amor por todos y malicia hacia nadie.


Enojo
Señor Jesús, me siento enfadado hoy-enfadado con el mundo porque es codicioso -enfadado con las personas porque son egoístas - y enfadado conmigo mismo porque no soy lo que debo ser. Sosiega mi alma con Tu dulzura y permite que esa actitud pacífica penetre mi alma con la compasiva compresión que necesito para ser amable y objetivo.


Tiempo
La vida es tan corta, mi Señor. Miro todos mis días pasados y parecen tan confusos, a la vez que todos mis mañanas son inciertos. El único tiempo que realmente poseo es este momento diminuto, y pasa tan rápidamente. ¿Por qué el tiempo pesa tanto en mi vida? Es un regalo preciosísimo de Tus Manos y debería mirarlo como si tuviera un tesoro. Me concede la oportunidad de conocerte y amarte más, para parecerme a Jesús y ser llenado de Tu propio Espíritu, aumentar en santidad y hacer la reparación de mis pecados. Gracias, mi Señor, por el tiempo. Por favor concédeme más tiempo para amarte y decirte cuán afligido estoy por cada vez que te he ofendido.


Sufrimiento
Me siento enfermo hoy, querido Jesús. Mi cabeza late y mi cuerpo está tan débil que es un esfuerzo incluso hablarte. Intento pensar en Tu pobre cabeza cuando fue coronada con espinas y me maravillo de Tu fortaleza. Pienso en lo debilitado que estabas cuando tomaste la Cruz sobre Tus hombros. Me maravillo de Tu Amor. El Amor fue el poder conductor que Te hizo fuerte cuando eras débil. Si yo pudiera comprender que Tu amor era para mí bien, entonces yo haría lo mismo por Ti. Es extraño, querido Jesús, en cuanto yo pienso en Tu dolor, el mío me parece ligero.

Para Ti, querido Jesús, la vida fue una misión y eras el mensaje del Padre para el mundo - Tú estabas para salvarlo - Tú estabas para abrir las puertas del Cielo a los pobres seres humanos. ¿Te cansaste alguna vez de Tu misión, especialmente cuándo tantos no escuchaban? ¿Te arrepentiste de venir? Yo sé que éstas preguntas son tontas. Tu amor era tan ardiente que cada momento, incluso el más doloroso, era dulce y luminoso. Concédeme que yo pueda amar como Tú y nunca repare en los costos.


Eternidad
Oh Dios, desearía poder ver el mundo entero desde el punto de vista de Tu eternidad. Qué diferente lo vería todo. Las cosas parecerían muy pequeñas y las personas vivirían y morirían como en un corto palmo de tiempo. Desde ese mirador, los siglos pasarían como días. La montaña más alta sería como una mancha de polvo y todos los océanos como las gotas de agua. Yo vería naciones y reinos ir y venir. Unas pocas personas empezarían grandes guerras y destruirían a otras personas, entonces, como una humareda, se habrían ido y todas sus ambiciones se convertirían en nada. De verdad, mirando hacia abajo desde tal una altura, cambiarían mis metas y deseos. Aunque yo debo vivir en un mundo que parece muy grande y aparenta ser muy permanente, concédeme que yo nunca ame apariencias de la verdad, que la realidad es muy pequeña y muy transitoria. Tú solo eres inmutable y Tú solo eres Grande. Tú solo, Señor Dios, eres digno de la Alabanza, el Honor y la Gloria.


Desaliento
Oh Dios, mi mente gira en la confusión y mi alma parece privada de todo consuelo. Es como si todo el mundo y toda mi vida fuera metida dentro de un momento y yo llevara la carga de todo. No puedo ver ningún futuro, excepto que mañana será otro hoy. Todos mis ayeres gritan a mi alrededor, algunos acusando otros llenos de pesar. Es como una prisión con mil voces llamando la atención. Divino Carcelero, tienes la llave para liberar mi alma de la prisión del desaliento. Abre las puertas y permíteme vagar libremente en las regiones de Tu amor. Líbrame de la tiranía de mi propia voluntad. Realmente no encuentras placer en mi inquieta alma dentro de mí, por eso estoy encerrado en mí mismo: Hazme oír que susurras, "Abre la puerta desde el interior. Estoy listo para entrar y confortarte."


Maravilla y Temor
¡Mi Jesús, alabo Tu Belleza! Todo lo que creaste lleva la impronta de la belleza y lo más maravilloso de todo es la variedad. ¿Qué te hizo decidir el color de una rosa y la altura de una montaña, la manera en que un arroyo se retuerce suavemente en un recodo y después termina en una rugiente cascada? Cuándo el primer hombre apareció sobre la tierra y dijo, ''yo te amo, Dios" ¿se estremeció Tu Corazón? Y cuándo dijo, "no serviré más" ¿lloraste? Sé que tendré que esperar hasta que nos encontremos para las respuestas a estos misterios, pero estremece mi corazón que a un Dios tan grande puedan hacérsele estas enigmáticas preguntas.


Curación de la Memoria
Señor Padre, sana mi Memoria. Es como un almacén que contiene cosas viejas y nuevas, buenas y malas. Es extraño, pero a veces un acontecimiento que pasó hace años, de repente surge, vuelve la herida y con ella el enojo y el resentimiento. Jesús nos dijo que fuéramos tan compasivos y misericordiosos como Tú eres. Lo encuentro esto todavía muy duro y, ¿por qué debería? ¿No he sido el destinatario de Tu misericordia y Tu perdón? ¿No es para mí algo mayor ofender a Dios que para una criatura ofenderme? Perdonas y te olvidas tan completamente y tan cortésmente. Permíteme enterrar todos mis recuerdos desagradables en Tu océano de Misericordia y ahógalos para siempre en esas aguas pacíficas. Que nunca puedan los fantasmas de ayer residir en el hoy y destruir mi mañana. Dame la Esperanza, Señor Padre, de confiar en Tu perdón y permíteme siempre conceder el beneficio de la duda a mi prójimo para que pueda perdonarlo en mi corazón. No me permitas presumir de Tu Misericordia, pero dame siempre confianza en Tu Corazón compasivo. Permite a la Esperanza sacar a mi memoria del barro que lleva en su interior y vivir en las claras aguas de Tu Gracia.


Búsqueda de Dios
Señor Dios, mi alma Te busca en medio de un vacío que nada puede llenar. Mi alma, como una mariposa, revolotea de una cosa a otra buscando descanso y encontrando nada. Sólo es en Ti que mi alma cansada encuentra la plenitud. Voy por la vida buscándote y cuando pienso que Te he encontrado, desciende la noche más oscura y Te has ido. Es entonces, cuando un nuevo amanecer se inicia lentamente, cuando Te hallo una vez más. Cuando paso el día buscándote, te encuentro en lugares inesperados. Mi vida es de verdad un juego de perder y hallar. Permite que mi búsqueda sea una canción de amor, de un alma privada del talento para contarte su amor. Permite que mis torpes modos sean un poema del deseo de decirte que Te amo. Permite que mis debilidades y fracasos sean como el lamento lastimoso de un pájaro herido que no puede volar solo a su nido. Permite a mi nada que se pierda en Tu Omnipotencia para que yo nunca pueda separarme de Ti.

"... no llorarás ya más; de cierto tendrá piedad de ti, cuando oiga tu clamor; en cuanto lo oyere, te responderá." (Isaías 30, 19)

El perdón de Dios es incondicional / Autor: José H. Prado Flores

Entró (Jesús) de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra. Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico, «Hijo, tus pecados te son perdonados.» Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones,

« ¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?». Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice, « ¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico, "Tus pecados te son perdonados", o decir, "Levántate, toma tu camilla y anda?" Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados, dice al paralítico: "A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."» Mc 2.12

El evangelio nos narra la historia de un hombre paralítico que fue llevado en una camilla por sus cuatro amigos con la intención de que fuera curado de su enfermedad. Como no pudieron meterlo por la puerta porque estaba atestada de gente, entonces lo subieron al techo y desde allí lo descolgaron a Jesús. Pero el maestro de Galilea sorprendió a propios y extraños cuando le declaró: Tus pecados están perdonados. Por una parte los amigos deben haber sentido cierta decepción. No lo habían cargado hasta la orilla del mar para que se le perdonen los pecados, sino para que fuera curado de su parálisis. Por otro lado, escribas y fariseos se escandalizaron de que un hombre se atreviera a perdonar los pecados.

Pero hoy día creo que resultaría más escandaloso percibir que Jesús perdonó a un hombre que jamás pidió perdón de sus pecados. Los escrupulosos podrían objetar que no sabemos si estaba arrepentido. Otros argumentarían que el hombre no había hecho su examen de conciencia. Además, los legalistas argumentarían que el perdón no fue valido porque ni siquiera enumeró ni confeso ninguno de sus pecados, ni seña alguna dio de dolor de corazón. Para complicar más el asunto, Jesús tampoco le puso ninguna penitencia... al contrario terminó curándolo de su parálisis.

Es que el perdón de Dios es incondicional: Dios perdona porque quiere perdonar. Es don de su misericordia.

Provocación:
¿Nosotros creemos y aceptamos un perdón de esa forma o tratamos de pagar de alguna forma por el perdón otorgado?
¿Nosotros somos capaces de perdonar de la misma manera?

"Llamados para ser signo de esperanza" / Autor: Jean Vanier

em> Publicamos una de las reflexiones de Jean Vanier impartidas a una de las comunidades de Fe y Luz durante un retiro sobre el mismo tema. La primera de ellas está publicada en nuestro blog el día 5 de septiembre, la segunda el 14 de septiembre, la tercera el 19 de septiembre, la cuarta el 27 de septiembre y la quinta el 3 de octubre. Introduciendo el nombre de Jean Vanier en el buscador del blog os aparecerán todas, además de los artículos que citan al autor.

Uno de los momentos más conmovedores de la vida de Jesús que tuvo lugar en un comida muy especial lo podemos leer en el capítulo 13 de S. Juan. En medio de la comida, Jesús se levantó y empezó a quitarse los vestidos, y os podéis imaginar a todos los apóstoles diciendo: `pero este qué está haciendo ahora`. Jesús es algo que hace siempre ...; siempre hace algo que no esperamos, así que tiende a molestar siempre... Nos gusta tener nuestra vida bien ordenada, no nos gusta el desorden, Jesús siempre viene a traernos el desorden, porque no nos gusta el cambio, a los seres humanos nos gusta la rutina, nos gusta anticiparnos, saber lo que va a pasar sin probar, y queremos controlar, no nos gusta ser controlados, no nos gusta que nos molesten. Jesús entonces se quita la túnica que llevaba, no la túnica, el vestido que llevaba, debajo estaba la túnica; sabemos que el vestido que llevaba era un vestido sucio. Por qué digo esto: porque cuando leemos lo que sucedió en la cruz, cuando los soldados rasgaron sus vestiduras, se deshicieron del vestido..., y entonces se dice que cuando le quitaron la túnica, los soldados se la jugaron a ver quién se quedaba con la túnica, porque era una túnica preciosa, y estaba tejida desde arriba, de una sola pieza. Lo que los romanos normalmente hacían con las túnicas era cortarlas en cuatro con una espada y cada uno de los soldados se cogía uno de los trozos para limpiar el suelo. Jesús se quita las vestiduras y se queda con la túnica; la túnica es una especie de camisa larga que llega hasta las rodillas o hasta los tobillos, a veces con mangas, a veces sin mangas, y esto es algo anormal. Normalmente no tienen vestiduras simplemente llevaban la túnica. Así que Jesús coge una vasija, una palangana, la llena de agua, y se pone una toalla, y empieza a lavarle los pies a los discípulos. Pedro reacciona: “¿tú lavarme los pies?”, “no lo puedes entender ahora, ya lo entenderás más tarde...”, “no jamás me lavarás los pies”. Veis, Pedro tiene un sentido del orden.

Os hablé el otro día de la visión de la pirámide, arriba del todo está el hombre o la mujer con el poder, los privilegios, y según bajamos nos encontramos a los más débiles, los inmigrantes, personas con deficiencias, enfermos... Así que Pedro tiene una visión muy culturalmente humana; él debería lavar los pies al que está arriba, y alguien más bajo que Pedro le debiera lavar a él los pies, esta es la visión normal humana que existe en todos lados. El otro día os dije que Jesús vino a cambiar las pirámides por un cuerpo, en el que estamos todos juntos, en el que todos tenemos un lugar. Cada un tiene una misión, pero tenemos problemas con esa misión para creer que todos somos responsables de la Iglesia. Este es mi cuerpo, este es nuestro cuerpo, no se trata solamente del sacerdote, los obispos, el Papa, estamos juntos, cada uno con un papel diferente, cada uno con un ministerio diferente. Pablo va más allá y dice que aquellas partes del cuerpo que son las más débiles, las menos presentables, son necesarias para el cuerpo y deben ser honradas. Una misión extraordinaria la de Jesús, pero todos estamos formados por nuestra cultura y rápidamente decimos que el evangelio es una utopía... ¿cómo podemos amar a nuestros enemigos?, ¿cómo puede ser posible que me den en una mejilla y yo presente la otra...? Jesús nos está llevando hacia algo nuevo, de todo esto trata Fe y Luz, de crear un cuerpo, en el que las personas con una deficiencia son nuestros amigos, y estamos todos juntos, cada uno tenemos nuestro lugar, no hay ni una sola persona más importante, todos somos iguales, todos somos preciosos, cada uno de nosotros tiene un sitio diferente... Así que Pedro no es capaz de aceptar que Jesús se arrodille ante él; me pregunto qué haríamos nosotros si Jesús se nos apareciera y se arrodillara a nuestros pies, cómo seria nuestra reacción, que sucedería si Jesús se nos aparece allí donde vivimos y empieza a limpiarnos el suelo, cuál sería nuestra reacción... “No no, ve al salón y te llevaré algo de comida”. Es muy difícil para nosotros entrar en esa visión de Jesús; y Pedro dice: “No jamás me lavarás los pies”, y Jesús le mira y le dice: “si no te lavo los pies no formas parte de mi, no tienes nada que ver conmigo”. Quiere decir que no compartiremos más, quiere decir no serás ya mi amigo, no serás ya mi discípulo, es como decir: “ahí tienes la puerta, puedes irte...” ¡Muy fuerte! Si no puedo lavarte los pies no habrá más que decir y se acabó... Bueno, así que Pedro se asusta mucho. Es un hombre generoso, es un poco estúpido, pero es generoso, no quiere herir a Jesús, únicamente quiere afirmar que sabe que Él es más importante. Así que se asusta mucho cuando Jesús le dice que si no puede lavarle los pies, ahí tiene la puerta...; `no solo los pies sino la cabeza, las manos, dame una ducha si quieres...` Porque Pedro es un buen hombre, pero no comprende, todos somos buena gente, pero... ¿entendemos?

Hay una parábola muy hermosa que es muy importante para nosotros en Fe y Luz, que es la parábola del banquete de boda. El rey ha preparado el banquete de bodas para su hijo, todo está preparado, las hermanas han preparado toda la comida... (hay buen vino español, no es malo...) Los sirvientes salen fuera para invitar a todo el mundo; son buena gente los invitados, son gente bien inserta en la sociedad, pero dicen: “No, mi hija se está casando; no puedo ir, he comprado un par de bueyes y tengo que hacer que la yunta funcione; he comprado una tierra y tengo que construir...”; son todos buena gente, no son mala gente, son buena gente, pero no comprenden. Esto lo podéis leer en S. Lucas. El rey indica a sus sirvientes: `podéis ir por los caminos, por las autopistas, y traer a los tullidos, a los pobres, a los deficientes, a los ciegos...` Y todos empiezan a beber, ellos tienen demasiado tiempo, la gente que está bien insertada en la sociedad, no tienen tiempo suficiente. Es difícil entender la visión de Jesús, la visión del Evangelio, la visión de la paz.

Jesús lava los pies a los discípulos; me imagino que después de esa discusión entre Pedro y Jesús habría una especie de silencio eléctrico. Jesús les lava los pies y luego se sienta, y se vuelve a poner sus vestiduras sucias, viejas, y les dice: “¿Entendéis, comprendéis lo que he hecho? Me llamáis el Señor, el Maestro, y lo soy, y si yo el Señor y el Maestro os he lavado los pies, vosotros tenéis que lavaros los pies unos a otros, he hecho esto como un ejemplo para vosotros”. Es el único ejemplo en los evangelios en el que Jesús dice: “He hecho esto para daros ejemplo a vosotros; lo que yo he hecho contigo vosotros lo tenéis que hacer unos con otros”. Y entonces Jesús dice: `El sirviente no es menos importante que el maestro, y aquél que ha sido enviado no es menos importante que el que le ha enviado; si sabiendo esto lo hacéis, seréis bendecidos por Dios, encontrareis la Bendición y recibiréis la presencia de Dios`. Así que a mi me gustaría reflexionar con vosotros porqué Jesús hace esto. Creo que entendí esto un poco cuando estuve viviendo en un hogar con personas con deficiencia muy severa. Habíamos acogido a Eric; y Eric era ciego y sordo, con mucha angustia, no podía caminar, era un hombre muy pobre y muy pequeño que había vivido 16 años en un hospital psiquiátrico. Os decía esta mañana que el objeto principal de Fe y Luz era, es ayudar a la gente que tiene una imagen rota de sí misma, crear una imagen positiva de sí misma; aquellos que sienten que no son buenos, que descubran que sí son buenos...; esa es toda la pedagogía de Fe y Luz y de El Arca, ayudar a la gente a descubrir que son preciosos, ayudarles a descubrir que tienen valor, que por tanto pueden hacer cosas muy bellas.

Así que, como comunicarse con Eric, que no ve ni oye, así que el único modo de comunicarse con él es el tacto; el tacto es un sentido muy fundamental. Bañábamos a Eric todas las mañanas; yo encontraba que era muy importante para mi dar este baño y sostener a Eric en su pequeño cuerpo. Es muy importante tener paz cuando bañas a alguien, lo mencioné el otro día, porque transmites la paz a través de tus brazos o los nervios a través de tus brazos, y cuando lo estamos bañando lo que queremos es revelarle que es importante a través del tacto; el tacto es algo muy importante, cualquier madre lo sabe, el modo de abrazar, de coger al niño, cuando abrazas y sostienes a un niño le das seguridad, pero también por el modo en cómo le cogemos le revelamos que él o ella es importante. Así que hay un modo de tocar a las personas que revela algo, también hay maneras falsas de tocar, hay maneras de tocar en las que pretendemos atraer a las personas, puede haber una manera de tocar sexual que puede ser no necesariamente buena, porque intentamos poseer a alguien, pero tocar también es una revelación, porque tú también eres importante y valioso. Creo que cuando Jesús está arrodillado en el suelo, tocando el cuerpo de los discípulos, creo que está diciendo algo importante, particularmente porque al día siguiente estará muerto. Así que quizá también estará diciendo adiós, es el último momento en el que podrá tener un encuentro personal, y todo lo que hace Jesús es a través de encuentros personales. Vosotros sabéis que cuando yo hablo aquí no es una comunicación personal sencillamente, yo lanzó un mensaje para un grupo, pero lo que quiere Jesús es un encuentro personal. Podéis tocar el cuerpo de cada uno, es un gesto de comunión. En el evangelio de Juan no se habla para nada de la institución de la Eucaristía, en los otros tres evangelios sí se habla de la institución de la Eucaristía, y hay algo muy similar entre la eucaristía y el lavatorio de pies, los dos tienen que ver con el cuerpo..., lavar el cuerpo, dar el cuerpo, es un momento de comunión, es un momento de ternura...; en ambos momentos Jesús es humilde, y Jesús da su cuerpo para ser comido; es una humildad increíble, sabéis porqué Jesús da su cuerpo para que sea comido, es porque Él quiere vivir en mi, quiere vivir en cada uno de nosotros, para que nos volvamos como Él, para que tengamos compasión, perdón, así que Jesús inventa esa idea de transformar el pan en su cuerpo para revelar algo muy importante, que quiere vivir en nosotros, no solamente en el momento de la comunión, es un signo de que Él quiere vivir en mí todo el tiempo, vivir en cada uno de nosotros todo el tiempo, para que veamos el rostro verdadero de Dios; es un rostro de amor, no antes que nada el rostro del Señor, sino el rostro del amor y de la ternura, y de la compasión, esto es lo que hace Jesús cuando se arrodilla a sus pies.

Hay un suizo, que dice que la historia de la humanidad cambió cuando Jesús se arrodillo a los pies de los discípulos; así que Jesús nos habla de entrar en comunión a través de la humildad. ¿Sabéis? Cuando queréis a alguien mucho, queréis servir a esa persona, y si alguien me quiere mucho pues debe servirme, es un servicio mutuo, ayudarnos unos a otros, revelarnos unos a otros que somos importantes, de eso trata la amistad, y particularmente la amistad que es el amor. Eso es lo que hace Jesús, según se arrodilla y lava los pies, en el evangelio de Lucas y de Mateo, dice: “el Hijo del hombre no vino a ser servido sino a servir”, para que descubramos quién somos, qué es lo más importante en nosotros, y cómo podemos convertirnos en este mundo en un signo de paz. Es lo que leímos anoche en el evangelio, que si tú crees en mí, harás las mismas obras que yo he hecho, o incluso mayores obras. Eso es lo que quiere Jesús, que nos volvamos como Él, que traigamos amor y paz a este mundo. Pero también Jesús nos está diciendo algo sobre cómo podemos ejercer la autoridad...; podemos ejercer la autoridad desde arriba, diciéndole a la gente lo que debe hacer, o podemos ejercer la autoridad desde abajo, ayudando a la gente a ponerse de pie; así que no es controlar a la gente, sino ayudar a la gente a ser responsable. No es que no tengáis que ser obedientes, sino confiar en la gente para que puedan ponerse de pie. De esto trata Fe y Luz, ayudar a la gente a descubrir quiénes son, y ejercer la autoridad con humildad y amor.

Nunca es fácil ser padre, nunca me he casado, no tengo hijos, pero veo que no es difícil ser un padre con ........... He visto que es difícil ser un padre, madre, porque los niños exigen demasiados cuidados, y los padres no saben cómo cambiar tan rápidamente como ellos quieren, y a veces tratan a un niño de seis como si tuviera tres, y tratan a uno de diez como si tuviera seis, y tratan a uno de quince como si tuviera doce... Tienen problemas en cambiar, durante las primeras semanas los padres son perfectos, porque responden al grito del bebé, los problemas vienen después porque no saben cómo volver atrás. Yo no os voy a contar lo que hay que hacer, vosotros sabéis lo que hay que hacer, así que hacerlo, si no lo hacéis, bueno no lo hagáis, pero estaréis tristes si no lo hacéis..., pero es vuestro problema... Porque toda la cuestión de la educación trata de despertar la conciencia interna de cada persona, debéis decidir, por eso es tan difícil para los padres de una persona con discapacidad. Cualquier forma de educación es difícil y la educación de personas con un deficiencia es todavía más difícil, porque no hay un libro de reglas claro. Así que los padres tenderán a poseer más y les asustará dejarles ir, porque ellos son los únicos que saben. A veces podéis tener problema en Fe y Luz porque a veces los padres no dejan salir a sus hijos o a sus hijas; pero también sucede con nosotros, tampoco sabemos cómo ejercer la autoridad, nunca es fácil ser el líder de la comunidad, porque siempre se trata de ayudar a la gente a crecer, y confiar en la gente, y a veces la gente no llega a tiempo o la gente joven no aparece, pero bueno así son las cosas. Cómo ayudar a la gente a que se convierta en responsable, de eso se trata, ayudar a todos en la comunidad a ser responsables, pero para eso necesitamos tiempo, mucho diálogo, debemos hablar, tenemos que hablar de ello..., qué quieres al venir a Fe y Luz, cómo puedes ser llamado a ser más responsable. Quizá nos asusta la responsabilidad; Jesús nos está diciendo algo sobre la autoridad, nos guste o no todos nosotros ejercemos la autoridad en algún lugar, la autoridad de un sacerdote, de un padre, de un doctor, todos ejercemos la autoridad; la autoridad es algo muy bello, se trata de ayudar a la gente a crecer, no decirles lo que hay que hacer, sino ayudarles a crecer , a que se vuelvan más humanos, más amantes, y eso significa hablar.

El otro día estaba compartiendo con una pareja y me contaba que su hija de dieciocho años les estaba planteando muchos problemas de dinero... `Esta es la cantidad de dinero que gano, esto es lo que me lleva el alquiler, esto es lo que me cuesta el coche y solamente me queda esto, así que, qué vamos a hacer...` Por qué no podemos hablar; normalmente el dinero suele ser un tabú, nadie habla de ello, sobre los sueldos y esas cosas, pero si quieres que tu hija no esté infeliz, habla con ella sobre el dinero, vamos a dialogar sobre ello. ¿Sabéis? A veces no queremos encontrarnos y no queremos hablar, ayudamos a la gente a ser responsables cuando hablamos y compartimos... ¡por eso los grupos pequeños son importantes!

El otro día en el encuentro con los responsables, les pregunté a los responsables: “¿tenéis algún sacerdote en vuestro grupo?”, y les dije : “A menudo los sacerdotes hablan demasiado...” No sucede en España, pero en algunos grupos hablan mucho y no suelen hablar de sus problemas, hablan sobre ideas, y en el fondo son igual que tú y que yo, todos somos seres humanos, todos tenemos nuestros problemas, hablemos sobre ellos, hablemos desde nuestro corazón...; así es como podemos ayudar a la gente a ser responsables, porque todos somos lo mismo, no hay una gente mejor que otra, no hay gente que siga a Jesús mejor que otra, todos somos gente pobre, todos necesitamos a Dios, todos tenemos problemas interiores de depresión, violencia y de muchas cosas más, y hablemos de ello, ayudémonos unos a otros a crecer, ejercitar la responsabilidad es ayudar a la gente a crecer, a volverse responsable de sus vidas..., de eso trata Fe y Luz.

Así que Jesús se arrodilla a los pies de sus discípulos y nos dice cómo ejercer la autoridad; nos está diciendo algo sobre la humildad: no estar por encima de la gente, sino con la gente, estamos juntos, nos necesitamos, construimos juntos la comunidad. Jesús nos está hablando por lo tanto de algo, pero también nos habla del perdón; el agua en la tradición bíblica es la vida, pero también es la purificación; siempre tiene que ver con limpiar, todos necesitamos que nos limpien. Ayer por la tarde os hablé sobre la culpa, cómo somos todos paralizados por la culpa, porque no sabemos amar como debiéramos, no sabemos vivir el mensaje del evangelio como debiéramos, no sabemos cómo rezar, no sabemos cómo entrar en comunicación con Jesús...; así que siempre estamos llenos de la sensación de: “no hago nada bien”. Y lo que está en el corazón de nuestras personas con discapacidad está también en el corazón de todos nosotros: “No soy bueno”, “no sé como hacerlo...”. Y entonces nos escondemos de los demás, porque necesitamos ser perdonados; ser limpiados significa también ser liberados de toda la suciedad. ¿Sabéis? En algunas culturas el pie es el símbolo de la sexualidad y todos necesitamos ser curados en ese aspecto, porque la sexualidad es un gran misterio para el ser humano; no sabemos cómo vivir nuestra sexualidad, es nuestra afectividad, nuestra afectividad está rota, no sabemos cómo amar, no sabemos cómo integrar nuestra sexualidad, así que necesitamos ser purificados. Más tarde vamos a tener un momento de reconciliación, que tratará sobre la purificación y tirar abajo esas barreras que nos impiden encontrarnos con Dios. Todos necesitamos ser purificados, pero también cuando Jesús lava los pies a los discípulos nos está diciendo algo también muy importante, que Dios no está arriba en los cielos, está abajo, muy abajo, en aquellos que son pobres y débiles.

El otro día hablamos de la mujer samaritana. Aquí de nuevo Jesús está abajo, la mujer samaritana estaba de pie; así que no os sorprendáis si en alguna ocasión Jesús os habla desde abajo, diciendo: `te necesito, necesito tu ayuda y quiero lavarte los pies, quiero servirte...` Para descubrir una visión nueva de Dios, para descubrir que el Todopoderoso está a veces indefenso, y eso es un misterio, está indefenso en el sentido de que depende de nosotros...; el Todopoderoso a veces no tiene ningún poder delante de nuestra libertad, porque Jesús no quiere imponernos, no quiere violar nuestra libertad, quiere que nos convirtamos en líderes, y en la medida en que nos hacemos libres nos arrodillemos ante la gente. Así que ellos también se vuelven libres, y entramos en un verdadero movimiento de liberar a la gente, ayudar a la gente a conocer el bien y descubrir lo bellos que son y las cosas bonitas que pueden hacer. Así que si estamos hoy aquí es para que nos lavemos unos a otros los pies, y... ¿por qué?, porque Jesús nos lo dice, no es la razón, es un locura.

Hace unos años fui al Consejo Mundial de Iglesia. Me pidieron que hablara a todos los representantes de todas las Iglesias; había doscientos veinte representantes de diferentes Iglesias y yo hablé del lavatorio de los pies. Algunos de ellos se excitaron terriblemente, pero lo hicimos y todavía recuerdo a un obispo ortodoxo, lavándole los pies a una mujer americana baptista. Si sabéis algo sobre los obispos ortodoxos y las mujeres americanas baptistas os daréis cuenta de que era una imagen muy especial. Tenemos que hacer gestos, no sólo palabras; y Jesús nos está pidiendo que nos sirvamos los unos a los otros, tales como somos, con tus deficiencias y con tu belleza, con tus problemas... ¡estamos aquí para servirnos unos a otros! Por supuesto, lo que hacemos en el grupo es simbólico; algunos de nosotros no nos volveremos a encontrar en bastante tiempo, así que lavarnos los pies unos a otros es un símbolo, pero también está revelando un deseo, un deseo de que crezcamos en el sentido del servicio, del amor y de la compasión.

Así que, como os digo, cuando lavemos los pies a la persona que está a nuestra derecha, será un símbolo del perdón para aquellos a los que estáis llamados a perdonar, y el deseo de perdonar y de ser perdonado cuando hiero a las personas. Los símbolos son muy importantes, no podéis decir: “Bueno, lo importante es el servicio, no que nos lavemos los pies...” Estáis totalmente equivocados... ¡estar con Jesús y vivir en Jesús! eso es lo importante. El simbolismo del pan es importante pero no es lo más importante, lo más importante es que Jesús vive en mi; como el agua del bautismo, es también una limpieza, es un símbolo, es un símbolo que también es fuente de gracia.

Así que ahora cuando nos juntemos para lavarnos los pies, en primer lugar vamos a recordar algo, vamos a recordar lo que Jesús ha hecho por nosotros. En algún momento nos ha dicho: `hago esto por ti como un ejemplo`. Así que nos está recordando algo muy importante: cuando nos lavemos los pies unos a otros, pediremos la gracia para ser como Jesús. San Bernardo dice que el lavatorio de los pies es un sacramento; bueno para San Bernardo había muchas cosas que eran sacramento, pero lo que está diciendo es que es una fuente de gracia, es un lugar donde se da la presencia de Dios.

Así que, lo que vamos a hacer es algo importante, y en algún lugar estamos diciendo que queremos servirnos unos a otros; de algún modo queremos volvernos como Jesús. Todavía hay muchos bloqueos en mí, bloqueos en todos nosotros, un montón de cosas que necesito purificar, muchas cosas que todos necesitamos purificar, pero quiero crecer, necesito crecer, crecer en ese sentido del servicio, del amor y de la compasión. Así que para todos nosotros espero que signifique lo mismo, que exprese un deseo de ir más allá, más profundamente. Muchos de vosotros ya habéis vivido algún lavatorio de pies porque lo hacemos con frecuencia en nuestras comunidades de Fe y Luz, como lo hacemos también en el Arca, pero quiero recordaros lo que hacemos. Cuando yo termine de hablar podemos cerrar el círculo, porque ahora lo habéis abierto para poder mirarme cuando hablaba; entonces el responsable o alguno de cada grupo va a leer el texto de San Juan que está en el librito; yo lo he citado de memoria, pero el texto exacto lo tenéis en el librito. Os pido que os aprendáis cuando podáis el Evangelio de memoria porque son buenas noticias, meterlas en el corazón, no solo aprenderlas de memoria sino meterlas en el corazón, entonces empezaremos a vivir desde la palabra de Dios. Así que una vez que el responsable o uno de cada grupo haya leído el texto, lavaremos los pies de la persona que está al lado; tomaros tiempo, hacerlo como Jesús lo hizo...: con amor, con ternura. Una vez halláis lavado los pies, los secáis, los dos pies, no sólo uno; a veces esto lo veo en el Jueves Santo, con todos los niños pequeños que van a misa, las madres les han lavado los pies diez veces y los calcetines están limpios, sin agujeros y solamente se lavan un pie, no entiendo porqué, pero ese es otro problema... Cuando lavéis los pies a la persona que está a vuestra derecha, la persona a la que se le han lavado los pies pone sus manos sobre vuestra cabeza y tiene un momento de comunión, de mutualidad, de gratitud, con un sentido de que estamos juntos...; y entonces la persona que lavó los pies se sienta, y la persona a la que le han lavado los pies lava los pies a quien tiene a su derecha, y así completamos todo el círculo. Cuando hayamos completado todo el proceso, compartiréis juntos: qué te ha conmovido, qué es importante para mi... Estar juntos unos pocos minutos, no mucho tiempo, diez o quince minutos en total; después de eso todos saldremos en procesión a la capilla grande, y tendremos una cruz, y los sacerdotes irán detrás de la cruz e iremos a la capilla grande. Allí tendremos un periodo de reflexión y oración; estarán los sacerdotes para los que quieran tener unas palabras.....

Meditación sobre Pedro / Autor: Carlo M. Martini


En el fondo Pedro es cada uno de nosotros, es el hombre que por primera vez se ve deslumbrado por el hecho inconcebible de la Pasión de Jesús y esto lo impacta personalmente, porque se da cuenta que ella se refleja en él.

Leeremos del cap. 14, 28 de Mateo: Pedro sobre las aguas, hasta el llanto final, en Mateo cap. 26, 75, es decir, desde la primera presunción de Pedro, que se cambió en miedo y pronto quedó curada, hasta estallar en llanto que es una manifestación de que se le acabaron todas sus seguridades ante Cristo que sufre y ante lo que él había pensado de sí mismo y de Jesús.

-La presunción y el miedo. /Mt/14/27-31

Comencemos, pues, por Mateo 14, 28. Al ver a Jesús que, como un fantasma, se acerca a la barca y dice: "Animo, no temáis"... Pedro dice: "Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas". Es una palabra muy fuerte, "caminar sobre las aguas" es propio de Yavé, es una característica de Dios en el Antiguo Testamento; por tanto, Pedro es muy atrevido: pedir hacer lo que hace Jesús es participar de la fuerza de Dios. Esto corresponde al sueño de Pedro: siguiendo a Jesús, quedamos investidos de su fuerza; ¿acaso no nos ha comunicado sus poderes para expulsar demonios y curar enfermos? Por tanto, entremos en esta comunicación de poder con fe, con amor, con generosidad, participando del poder de Dios. Jesús acepta. "...Y Jesús le dijo: Ven. Y bajando Pedro de la barca, andaba sobre las aguas hacia Jesús. Mas, al ver la fuerza del viento, se asustó y, como empezaba a hundirse, gritó: ¡Señor, sálvame! Al punto, Jesús le tendió la mano, lo agarró y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?.

Pedro quiere participar de la potencia de Jesús, pero no se conoce y no sabe que participar de este poder significa condividir también las pruebas de Jesús, soportar el viento y el agua. No había pensado en esto, le parecía una cosa fácil y, entonces, asustado, grita.

Este grito revela el hecho de que Pedro no se conocía a sí mismo, porque presumía de sí, se consideraba ya capaz de participar de la debilidad de Dios: no conocía a Jesús, porque a un cierto punto no se confió en él, no entendió que es el Salvador y que en medio de la fuerza del huracán, allí donde se manifestaba su debilidad, Jesús estaba allí para salvarlo. Para Pedro esta es la primera experiencia de la Pasión, pero es una experiencia sin fruto, cerrada, apenas inicial, de la que, como nos sucede a nosotros muchas veces, no aprende mucho. Probablemente se pregunta qué fue lo que le sucedió, por qué se asustó. El asunto le queda un poco vago, como muchas experiencias nuestras que no nos impactan hasta cuando otras más grandes no nos revelan su sentido.

-Evolución sicológica de Pedro.

Ahora veamos sencillamente todos los lugares en los que se habla de Pedro, preguntándonos qué pueden significar para la evolución sicológica de este hombre. En Mt/15/15 dice Pedro con mucha sencillez: "Señor, explícanos esta parábola: lo que sale de la boca hace impuro al hombre, no lo que entra". Jesús le contesta: "También vosotros estáis sin entendimiento". Pedro es, pues, un hombre que tiene valentía, desea entender algo, pero su conocimiento de las cosas de Dios es todavía muy embrional, todavía en movimiento y esto se manifiesta en todo su camino.

El siguiente capítulo (/Mt/16/16ss) nos muestra el punto culminante de este camino; Pedro, en nombre de todos, es el único que tiene la valentía de hablar, y a la pregunta de Jesús: "¿ Y vosotros quién decís que soy yo?" contesta: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús: "Bienaventurado tú, Simón, hijo de Juan, porque no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Te daré las llaves del Reino de los cielos".

Ante estas palabras Pedro se siente muy contento: ha correspondido a la confianza que el Maestro ha puesto en él. El lo llamó cerca de la barca cuando todavía era un pobre pescador, un rústico, tuvo confianza, y él ahora ha demostrado que sabía corresponder. Claro que Jesús dijo: "La carne ni la sangre te lo han revelado"; por tanto, la revelación es de Dios, pero le fue hecha a él, a Pedro; Dios le dio la posibilidad de hacer esta manifestación y por tanto de tener una responsabilidad en el Reino. Esto, naturalmente, no le disgusta, como no nos disgusta a ninguno de nosotros.

Imaginémonos, pues, el desconcierto de Pedro cuando, inmediatamente después, piensa abrir la boca y ejercer un poco sus funciones, se le contesta duramente. En efecto, cuando Jesús, inmediatamente después, comienza a decir abiertamente que debe ir a Jerusalén, sufrir mucho por parte de los Ancianos, de los Sumos Sacerdotes, de los Escribas, ser muerto (aquí aparece la Pasión por primera vez), Pedro, como hombre prudente, no lo contradice en público, sino que lo lleva aparte para decirle al Maestro con honestidad algo que le será útil. Lo recombino diciendo: "¡Dios te libre, Señor, no te sucederá eso!".

Es una palabra que le nace del corazón, porque Pedro ama mucho a Jesús y cree que ellos son los que deben morir y no él, que debe seguir adelante por el Reino. Me parece que Pedro es muy generoso, prefiere él morir, porque sabe muy bien que la vida que han comenzado está llena de contrastes, hay enemigos, hay dificultades. No se hace ilusiones, pero razona lógicamente: si la Palabra calla, ¿quién la dirá? La Palabra no debe callar, entonces preferimos morir por ti.

Nos podemos imaginar, pues, el desagrado, el desconcierto por la respuesta de Jesús: "Lejos de mí, Satanás, pues eres mi obstáculo, porque tus sentimientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Pedro ha hablado con toda generosidad de su corazón, ha hablado por el bien de Jesús y de los compañeros para que la Palabra permanezca, y ahora se lo trata como si fuera Satanás. Está confundido, calla y no hace lo único que me parece tenía que hacer: pedirle al Señor que le explicara, y manifestarle su perplejidad. Poco después lo encontramos de nuevo con su plena confianza de "mayordomo" del Reino, cuando (en el Mt 17, 4), en el monte de la Transfiguración toma la palabra y dice: "Señor, qué bien se está aquí". De nuevo toma la palabra por todos, ya ha comprendido que le toca a él interpretar el pensamiento común: "Si quieres haré aquí tres tiendas, una para ti, una para Moisés y otra para Elías". Tratando de ponerme en la sicología de Pedro leo en estas palabras suyas: ¡proveo yo! Y con mucha generosidad, porque no piensas hacer una tienda para él; él es ahora quien organiza el Reino de Dios. Mateo no lo dice, pero Lucas añade: "El no sabía lo que decía".

Ciertamente aquí brota la alegría de tener un puesto y de querer hacer lo posible para ser digno de la confianza que se ha puesto en él. Puesto que el Reino de Dios es algo grande, hay que hacer cosas grandes, por tanto una tienda para cada uno, que en Oriente es un lujo grande. Ciertamente aquí Pedro no reflexiona mucho sobre sí mismo, dice lo que le parece, y Jesús no lo reprocha, porque la escena cambia inmediatamente.

Se escucha la voz de lo alto: "Este es mi Hijo en el cual me he complacido". Tal vez Pedro hubiera podido comprender que no era el caso de hacer tres tiendas, sino mirar a este Hijo, el modo de comportarse, cómo Dios lo está manifestando en la gloria y en la pobreza; pero todo esto no le cabe en la cabeza.

Podemos imaginar el momento cuando bajan de la montaña y se acercan a la muchedumbre que está cerca del lugar en donde el epiléptico no ha podido ser curado por los discípulos: Pedro, Santiago y Juan están de parte de la razón, son los que no se han quemado con el experimento fracasado. Creo que Pedro con una cierta satisfacción interna se una a Jesús que dice: "Oh generación incrédula y perversa, hasta cuándo estaré con vosotros" pensando que ciertamente, si hubieran estado ellos, lo habrían curado, mientras estos otros discípulos "de segunda clase" no fueron capaces de hacerlo.

En este capítulo hay otro episodio muy interesante, rico de simbolismo (en /Mt/17/24-27): el episodio del impuesto del Templo, en el que Jesús dice despreocupadamente: echa el anzuelo, agarra el primer pez y entrega la moneda. Lo que impacta es: "Tómala y entrégala a ellos por mí y por ti". Me parece muy hermoso este gesto de Jesús de entregar una sola moneda por él y por Pedro, parece una advertencia: fíjate que estamos juntos, trata de unirte a mi destino y no pretenderás tener uno distinto para ti, o mirar al mío como separado del tuyo.

No sé si Pedro entendió la riqueza de significado de esta única moneda, la delicadeza de esta palabra. En efecto, lo vemos aquí no ya directamente citado, sino junto con los diez, en el cap. 20, 24-28 dice Jesús: "Sabéis que los príncipes de las naciones las tiranizan, y que los grandes las oprimen con su poderío. No será así entre vosotros, sino que aquel de entre vosotros que quiera ser grande, que sea vuestro servidor; y el que quiera de entre vosotros ser el primero, que sea vuestro siervo. Como el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir, y a dar su vida en redención de muchos".

El texto no dice qué pensarían los apóstoles, pero es claro, por lo que sigue, que todavía no han comprendido. Jesús habla, pero como nos sucede también a nosotros con frecuencia, escuchamos las cosas pero no las realizamos, es decir, no las percibimos hasta cuando un acontecimiento imprevisto, duro, no nos pone en contacto con la realidad. Tenemos, pues, el mismo fenómeno, el sicológicamente ya codificado del punto ciego; es decir, hay cosas que no vemos, ante las que somos ciegos o sordos; las cosas que nos dicen y se nos repiten, decimos que las entendimos, pero no las asimilamos. Pedro se encuentra en esta misma línea. Muchas veces tenemos esta experiencia sobre nosotros o tal vez sobre los demás: comprendemos solamente lo que podemos experimentar, lo demás es agua que pasa.

-El drama de Pedro.

Pasemos ahora directamente a los últimos puntos del drama de Pedro, que hemos visto tan poco preparado (/Mt/26/32-35). Mientras se dirigen al Huerto de los Olivos, después de haber cantado el himno al final de la cena, dice Jesús: "Todos vosotros tendréis en mí ocasión de caída esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño". Aquí se hace ver la debilidad de los apóstoles: son como ovejas, si no está el pastor, no saben hacer nada.

"Pero después resucitaré e iré delante de vosotros a Galilea. Mas Pedro le respondió: Aunque fueras para todos ocasión de caída, para mí no. Jesús le dijo: En verdad te digo que esta misma noche, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque tuviera que morir contigo, no te negaré. Y lo mismo dijeron todos los demás". Reflexionemos un instante sobre estas palabras. Naturalmente, tenemos que creer en la honestidad de Pedro y en su generosidad. Aquí ciertamente Pedro habla creyendo conocerse plenamente a sí mismo, y de todo corazón. En el fondo, acaba de recibir la Eucaristía, sale del momento culminante de la vida de Jesús, no podemos pensar que hable con ligereza; sus palabras son también muy hermosas: aunque tuviera que morir contigo. Aquel "contigo" es la palabra esencial de la vida cristiana.

Podría pensarse que aquí Pedro ya ha comprendido el sentido de la única moneda para dos: estoy contigo, Señor, en la vida y en la muerte. ¿Cuántas veces hemos dicho esto? Los Ejercicios de San Ignacio nos hacen decir en la famosa parábola del Reino: "Quien quiera venir conmigo", por tanto, es una palabra clave. Pedro dice una palabra muy exacta, es sincero, no se equivoca en las palabras. Pero Jesús no ha dicho: "me negaréis", sino "os escandalizaréis"; según la expresión bíblica: encontrarás una piedra imprevista. El escándalo es un obstáculo imprevisto que sirve de trampa.

Para los discípulos será el imprevisto contraste entre la idea que tenían de Dios y la que se revelará en aquella noche. El Dios de Israel, el grande, el poderoso, el vencedor de los enemigos, que por lo tanto no abandonará jamás a Jesús, es su idea de Dios, la que aprendieron del Antiguo Testamento. Jesús les advierte que nunca sabrán resistir al contraste entre lo que piensan y lo que va a suceder.

Pedro no acepta para él esta advertencia, cree que conoce al Señor totalmente; ya aceptó el reproche anterior, ya entendió que tiene que confiar plenamente en Jesús, por eso va hasta el fondo, o por lo menos trata de ir hasta las últimas consecuencias: "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré". D/IMAGENES-FALSAS CZ/CONOCIMIENTO

Aquí yo veo no sólo un poco de presunción en el no conocerse, sino también un error: cree tener ya la idea de Dios, pero no la tiene todavía, porque ninguno tiene la verdadera idea de Dios hasta cuando no haya conocido al Crucificado.

Además, Pedro sí habla de muerte, pero por lo que sigue me parece que entienda la muerte heroica, la muerte del mártir, gloriosa; morir con la espada en la mano, en el heroísmo, como los Macabeos, como los héroes del Antiguo Testamento: la muerte de aquel en cuyo último grito contra los enemigos aparece brillante la verdad de Dios, la injusticia y la vergüenza de quien ha tratado de asaltarlo. Creo que Pedro llegue hasta aquí, pero no acepta morir humillado, en silencio, siendo objeto de la burla pública.

Leamos el siguiente trozo (/Mt/26/37-45): "Tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a sentir angustia. Y les dijo: Triste está mi alma hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo. El, avanzando un paso más, cayó de bruces y oraba diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; mas no sea como yo quiero, sino como quieres tú. Volvió a los discípulos, los encontró dormidos, y dijo a Pedro: ¿Con que no habéis podido velar una hora conmigo?".

Parece imposible que Pedro tuviera tanto sueño después de acontecimientos tan excitantes como los de esa noche, después de la Eucaristía, después de las palabras del Maestro. Como todos, él había visto que en la ciudad la gente corría, que algo se estaba tramando, corrían voces, había reuniones. En semejantes ocasiones ninguno de nosotros nos dejamos llevar por el sueño, el nerviosismo se apodera de nosotros y esto no deja dormir.

Me parece ver en el sueño de Pedro ese disgusto sicológico de una situación inaceptable como la de Jesús en el Huerto. Poco antes había dicho Pedro: moriré contigo, vamos juntos a una muerte heroica, cantando contra el enemigo; en cambio, Jesús siente miedo, y comete el error de revelarse, de mostrar su verdad que los otros no están preparados para recibir.

Entonces, comienza el escándalo ante un hombre que tiene miedo, que se asusta. De aquí el desconcierto y el deseo de no pensar en eso, como nos sucede a todos nosotros ante ciertos sufrimientos de amigos, de personas queridas, porque no podemos soportarlos todos juntos, no tenemos la fuerza suficiente. Entonces sucede en la siquis una fuerza muy poderosa de cancelación, esto es, ese desánimo de quien no sabe ya qué hacer. A Pedro le bastó que Jesús se revelara "auténtico" y no fuera más el Maestro en el que se apoyaban, el que siempre tenía la palabra precisa, sino un hombre como los otros, un amigo para consolar, y esto lo hizo escandalizar, hizo que ya no entendiera nada. "Tenían los ojos cargados", pesados, dice el Evangelio: esta me parece también una expresión que hace pensar en un estado de enceguecimiento interior, de confusión mental que pesa sobre el espíritu y lo hace turbio, ofuscado.

Jesús tiene que orar solo y cuando vuelve a despertar a los discípulos sufre un nuevo choque: le ven la cara tan asustada, angustiada, y empieza a aparecer la duda: ¿es en verdad el Mesías? ¿Cómo puede Dios manifestarse en un hombre tan pobre? Este Jesús que se humilla, que parece un trapo, que camina con inseguridad, los desconcierta cada vez más, derrumba su castillo de fuerzas mentales, su idea de cómo Dios debe manifestarse y debe salvar a un hombre que le ha sido fiel, que es su Cristo.

Este titubear interior de Pedro se derrumba, cuando llega "Judas, uno de los Doce, con mucha gente, espadas, palos", se acerca a Jesús y lo besa. Jesús no reacciona, solamente dice: "¡Amigo, a esto has venido!", luego lo arrestan: "Echaron mano a Jesús y lo prendieron.

Uno de los que estaban con Jesús, sacó la espada, hirió al siervo del pontífice, y le cortó una oreja". Pedro, pues, hace el último intento de morir como un héroe. Naturalmente, ante la multitud es un acto desesperado, pero también valiente.

Pero el último golpe a su ya demasiado mezquina seguridad, que aquí ha buscado un desquite, es la palabra de Jesús: "Mete la espada en la vaina". Jesús desautoriza públicamente a Pedro, que ya no entiende nada y se pregunta por qué el Señor los invitó a seguirlo, siendo que quería morir.

Peor aún, si ahora Jesús parece dialogar con sus adversarios: "¡Habéis venido a prenderme como contra un ladrón, con espadas y palos!. Todos los días enseñaba sentado en el Templo, y no me prendisteis. Pero todo esto ha sucedido, para que se cumplan las Escrituras de los profetas". Si nosotros no podemos echar mano a la espada, piensa Pedro, ¿por qué no vienen esas famosas legiones de ángeles, por qué Dios no salva a su consagrado, o por lo menos lo hace arrestar en el Templo, mientras la muchedumbre grita y se hace un tumulto? En cambio, así, en la noche, ¡como si fuera un malhechor! ¡Y él no reacciona!.

Entonces, dice el texto en el versículo 56: "Todos los discípulos lo abandonaron y huyeron". Aquí se ve precisamente su desconcierto, claro que no total, porque conservan por lo menos la fe, en el fondo, pero como nos sucede también a nosotros, los pensamientos tenebrosos se agrupan tanto que nos parece que ya no entendemos quién es Dios.

Pedro está confuso también en su identidad: ya no sabe quién es, qué tiene que hacer, cuál es su papel en el Reino de Dios, no sabe quién es este Jesús que se ve abandonado por Dios. Todo esto se resuelve en el ánimo de Pedro que, a pesar de todo, ama muchísimo a Jesús y, por tanto, como dice inmediatamente después, en el versículo 58: "Lo había seguido de lejos". No se atreve a seguirlo de cerca, porque ya no sabe qué es lo que debe hacer, pero no puede menos de seguirlo.

Es un hombre dividido, que ya ha sido atraído por Cristo, pero siente al mismo tiempo que quiere rechazarlo, por eso lo sigue de lejos: he aquí el compromiso, negación, que no es, me parece, sino la manifestación, ahora pública, del desconcierto de Pedro. No sabiendo ya quién es él ni quién es Jesús, Pedro da respuestas que, paradójicamente, son verdaderas. "Se le acercó una criada y le dijo: Tú también estabas con Jesús, el galileo. Pero él negó ante todos, diciendo: No sé qué dices'. Esto es un acto de bellaquería, pero que no nace del puro miedo, porque Pedro estaba listo a morir, sino del desconcierto.

A la segunda pregunta: "Este estaba con Jesús el Nazareno, negó: no conozco a ese hombre". Aquí parece que el Evangelista juega con el doble sentido: en verdad no sé quién sea ese hombre, para mí ahora es un enigma, ya no puedo hacer nada por él, porque no sé quién sea, no sé qué es lo que quiere, todo se está derrumbando. Dios siempre interviene en favor del justo, luego este no es justo, nos ha engañado. Este estado de confusión lo lleva a jurar y a imprecar contra ese hombre.

-La conversión.

Añade el evangelio: "Inmediatamente cantó un gallo. Y Pedro se acordó de las palabras de Jesús: antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Salió afuera y lloró amargamente".

El evangelista es sumamente sobrio, pero nosotros podemos preguntarnos qué fue lo que sucedió. El canto del gallo parece llegarle a un hombre todavía confundido, después el recuerdo de la palabras de Jesús, luego gradualmente la percepción: Jesús había querido en realidad todas estas cosas, y si corresponden a su plan, corresponden también al plan de Dios. Entonces no he captado nada el plan de Dios, he sido un ciego durante toda la vida, he vivido hasta ahora con un hombre del que no he entendido nada.

Dice Lucas: "Jesús pasó y lo miró". Mateo no habla de eso, pero podemos intuirlo simplemente por la escena. Pedro piensa: ese es el hombre a quien yo no he comprendido, de quien siempre me serví en el fondo para tener una posición de privilegio, y que ahora va a morir por mí.

Nace el conocimiento de Jesús y de sí mismo, finalmente se rompe el velo y Pedro comienza a intuir entre lágrimas que Dios se revela en Cristo abofeteado, insultado, renegado por él, Pedro, y que va a morir por él. Pedro, que hubiera querido morir por Jesús, ahora comprende: mi puesto es dejar que él muera por mí, que sea más bueno, más grande que yo. Quería hacer más que él, quería precederlo, en cambio es él quien va a morir por mí que soy un gusano, que durante toda la vida no fui capaz de entender qué sería; ahora él me ofrece esta vida suya que yo he rechazado. Pedro entra, por medio de esta laceración, esta humillación vergonzosa, en el conocimiento del misterio de Dios. Pidámosle a él que nos conceda también a nosotros entrar un poco, a través de la reflexión sobre nuestra experiencia, en este conocimiento del misterio de la Pasión y de la Muerte del Señor.

Oremos juntos:

Señor, Hijo de Dios crucificado,
nosotros no te conocemos.
Nos es muy difícil reconocerte en la cruz,
reconocerte en nuestra vida.

Te pedimos que nos abras los ojos,
que nos hagas ver el significado de las experiencias dolorosas
a través de las cuales tú rompes el velo de nuestra ignorancia,
nos permites conocer quién es el Padre que te ha enviado,
quién eres tú que nos revelas al Padre en la ignominia de la Cruz,
quiénes somos nosotros que tenemos una revelación tuya
en la humillación de nuestra pobreza.

Te pedimos, oh Señor,
que te sigamos con humildad por el don de tu Espíritu,
que contigo y con el Padre vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.