19 de enero de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gloriosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy domingo, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.
domingo, 19 de enero de 2025
Palabra de Vida 19/1/2025: «Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea» / Por P. Jesús Higueras
Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 19 de enero de 2025, domingo de la 2ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.
Evangelio: San Juan 2, 1-11:
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
– «No tienen vino».
Jesús le dice:
– «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes:
– «Haced lo que él diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
– «Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice:
– «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al esposo y le dice:
– «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.
Homilía del evangelio del domingo: «Invitar a Jesús a las propias bodas» en el matrimonio significa honrar el Evangelio en la propia casa, orar juntos, acercarse a los sacramentos / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.
* «No siempre los dos cónyuges están, en sentido religioso, en la misma línea. Tal vez uno de los dos es creyente y el otro no, o al menos no de la misma forma. En este caso, que invite a Jesús a las bodas aquél de los dos que le conozca, y lo haga de manera –con su gentileza, el respeto por el otro, el amor y la coherencia de vida- que se convierta pronto en el amigo de ambos. ¡Un ‘amigo de familia’!»
Invitaron a Jesús a las bodas
Domingo II del tiempo ordinario – C
Isaías 62, 1-5 / Salmo 95 / 1 Corintios 12, 4-11 / San Juan 2, 1-11
Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap. / Camino Católico.- El Evangelio del II Domingo del Tiempo Ordinario es el episodio de las bodas de Caná. ¿Qué ha querido decirnos Jesús aceptando participar en una fiesta nupcial? Sobre todo, de esta manera honró, de hecho, las bodas entre el hombre y la mujer, recalcando, implícitamente, que es algo bello, querido por el Creador y por Él bendecido. Pero quiso enseñarnos también otra cosa. Con su venida, se realizaba en el mundo ese desposorio místico entre Dios y la humanidad que había sido prometido a través de los profetas, bajo el nombre de «nueva y eterna alianza». En Caná, símbolo y realidad se encuentran: las bodas humanas de dos jóvenes son la ocasión para hablarnos de otro desposorio, aquél entre Cristo y la Iglesia que se cumplirá en «su hora», en la cruz.
Si deseamos descubrir cómo deberían ser, según la Biblia, las relaciones entre el hombre y la mujer en el matrimonio, debemos mirar cómo son entre Cristo y la Iglesia. Intentemos hacerlo, siguiendo el pensamiento de San Pablo sobre el tema, como está expresado en Efesios, 5, 25-33. En el origen y centro de todo matrimonio, siguiendo esta perspectiva, debe estar el amor: «Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella».
Esta afirmación –que el matrimonio se funda en el amor- parece hoy darse por descontado. En cambio sólo desde hace poco más de un siglo se llegó al reconocimiento de ello, y todavía no en todas partes. Durante siglos y milenios, el matrimonio era una transacción entre familias, un modo de proveer a la conservación del patrimonio o a la mano de obra para el trabajo de los jefes, o una obligación social. Los padres y las familias eran los protagonistas, no los esposos, quienes frecuentemente se conocían sólo el día de la boda.
Jesús, sigue diciendo Pablo en el texto de los Efesios, se entregó «a fin de presentarse a sí mismo su Iglesia resplandeciente, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida». ¿Es posible, para un marido humano, imitar, también en este aspecto, al esposo Cristo? ¿Puede quitar las arrugas a su propia esposa? ¡Claro que puede! Hay arrugas producidas por el desamor, por haber sido dejados en soledad. Quien se siente aún importante para el cónyuge no tiene arrugas, o si las tiene son arrugas distintas, que acrecientan, no disminuyen la belleza.
Y las esposas, ¿qué pueden aprender de su modelo, que es la Iglesia? La Iglesia se embellece únicamente para su esposo, no por agradar a otros. Está orgullosa y es entusiasta de su esposo Cristo y no se cansa de tejerle alabanzas. Traducido al plano humano, esto recuerda a las novias y a las esposas que su estima y admiración es algo importantísimo para el novio o el marido.
A veces, para ellos es lo que más cuenta en el mundo. Sería grave que les faltara recibir jamás una palabra de aprecio por su trabajo, por su capacidad organizativa, por su valor, por la dedicación a la familia; por lo que dice, si es un hombre político; por lo que escribe, si es un escritor; por lo que crea, si es un artista. El amor se alimenta de estima y muere sin ella.
Pero existe una cosa que el modelo divino recuerda sobre todo a los esposos: la fidelidad. Dios es fiel, siempre, a pesar de todo. Hoy, esto de la fidelidad se ha convertido en un discurso escabroso que ya nadie se atreve a hacer. Sin embargo el factor principal del desmembramiento de muchos matrimonios está precisamente aquí, en la infidelidad. Hay quien lo niega, diciendo que el adulterio es el efecto, no la causa, de las crisis matrimoniales. Se traiciona, en otras palabras, porque no existe ya nada con el propio cónyuge.
A veces esto será incluso cierto; pero muy frecuentemente se trata de un círculo vicioso. Se traiciona porque el matrimonio está muerto, pero el matrimonio está muerto precisamente porque se ha empezado a traicionar, tal vez en un primer tiempo sólo con el corazón. Lo más odioso es que a menudo es el que traiciona quien hace recaer en el otro la culpa de todo y se hace la víctima.
Pero volvamos al episodio del Evangelio, porque contiene una esperanza para todos los matrimonios humanos, hasta los mejores. Sucede en todo matrimonio lo que ocurrió en las bodas de Caná. Comienza en el entusiasmo y en la alegría (de ello es símbolo el vino); pero este entusiasmo inicial, como el vino en Caná, con el paso del tempo se consume y llega a faltar. Entonces se hacen las cosas ya no por amor y con alegría, sino por costumbre. Cae sobre la familia, si no se presta atención, como una nube de monotonía y de tedio. También de estos esposos se debe decir: «¡No les queda vino!».
El relato del Evangelio indica a los cónyuges una vía para no caer en esta situación o salir de ella si ya se está dentro: ¡invitar a Jesús a las propias bodas! Si Él está presente, siempre se le puede pedir que repita el milagro de Caná: transformar el agua en vino. El agua del acostumbramiento, de la rutina, de la frialdad, en el vino de un amor y de una alegría mejor que la inicial, como era el vino multiplicado en Caná. «Invitar a Jesús a las propias bodas» significa honrar el Evangelio en la propia casa, orar juntos, acercarse a los sacramentos, tomar parte en la vida de la Iglesia.
No siempre los dos cónyuges están, en sentido religioso, en la misma línea. Tal vez uno de los dos es creyente y el otro no, o al menos no de la misma forma. En este caso, que invite a Jesús a las bodas aquél de los dos que le conozca, y lo haga de manera –con su gentileza, el respeto por el otro, el amor y la coherencia de vida- que se convierta pronto en el amigo de ambos. ¡Un «amigo de familia»!
Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.
Evangelio
En aquel tiempo, se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre:
«No tienen vino».
Jesús le responde:
«¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora».
Dice su madre a los sirvientes:
«Haced lo que Él os diga».
Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una.
Les dice Jesús:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala». Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice:
«Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discípulos. Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
San Juan 2, 1-11
Homilía del evangelio del domingo: Jesús lleva la Ley a su plenitud y da al ser humano, por el Espíritu Santo, el poder para cumplirla y regocijarse en ella / Por P. José María Prats
* «Que la participación en la eucaristía, donde Jesús realiza el milagro incomparablemente mayor de transformar el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre, haga crecer la fe también en nosotros para que podamos gozar de lo que los Padres llamaron ‘la sobria embriaguez del Espíritu Santo’»
Domingo II del tiempo ordinario – C
Isaías 62, 1-5 / Salmo 95 / 1 Corintios 12, 4-11 / San Juan 2, 1-11
P. José María Prats / Camino Católico.- Este pasaje de las Bodas de Caná es un texto riquísimo, lleno de simbolismos y resonancias bíblicas que exige una lectura espiritual al estilo de los Padres de la Iglesia.
Todo se produce en el contexto de una boda, pero no se da ningún detalle sobre los novios, porque en realidad, los novios que interesan al evangelista son otros: Jesús y la Iglesia –ésta representada en María y los discípulos. Son ellos quienes van a sellar la Nueva Alianza entre Dios y su Pueblo.
La primera alianza se estableció en la creación, y estuvo vivificada por el vino del Espíritu Santo con el que Dios comunicaba su vida al hombre llenándolo todo de paz y armonía. Pero el pecado de Adán y Eva rompió esta alianza y se terminó el vino. El camino penitencial del hombre expulsado del Paraíso está representado en esas seis tinajas vacías de piedra usadas para las purificaciones de los judíos, figura de la Ley de Moisés que había sido vaciada de su contenido espiritual por el judaísmo de la época.
Jesús y María son el nuevo Adán y la nueva Eva que restaurarán para siempre esta alianza rota. Como en el Edén, la iniciativa viene de la mujer, pero esta vez no para inducir al pecado, sino para pedir la restauración de la alianza: «no les queda vino». Y la reacción de Jesús es justamente la contraria de la de Adán: rechaza la propuesta de la mujer para obedecer al Padre, que ha dispuesto otro momento: «mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora». Habla de la «hora» de su muerte y resurrección en la que sellará para siempre la Alianza Nueva y Eterna, tras la cual descenderá sobre la Iglesia el nuevo vino del Espíritu con tal fuerza que algunos en Pentecostés llegarán a decir que los discípulos «estaban borrachos» (Hch 2,13).
Y este segundo vino, como bien dice el mayordomo, es mejor que el primero, porque el novio –que en el Paraíso era sólo una promesa– es ahora «hueso de nuestros huesos y carne de nuestra carne», y esa carne, tras ser glorificada, se ha convertido en «Espíritu vivificante» (1 Co 15,45) para los que creemos en su Nombre.
Pero Jesús, obediente al Padre hasta la muerte, no quiere desairar tampoco a su Madre, y por eso realiza el milagro de transformar el agua en vino para devolver la alegría a esa boda. Es un signo precioso de lo que Jesús hará en el ministerio que inicia en Caná de Galilea y culmina en la «hora» que el Padre ha dispuesto: primero llenará las tinajas de agua, devolviendo a la Ley de Moisés su sentido espiritual, y a continuación convertirá esta agua en vino, llevando la Ley a su plenitud y dando al ser humano, por el Espíritu Santo, el poder para cumplirla y regocijarse en ella.
El evangelio termina diciendo que con este signo Jesús «manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él», esa fe que los capacitaría para recibir más tarde el nuevo vino de Pentecostés que restablece la comunión entre Dios y los hombres y devuelve la armonía a la creación.
Que la participación en la eucaristía, donde Jesús realiza el milagro incomparablemente mayor de transformar el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre, haga crecer la fe también en nosotros para que podamos gozar de lo que los Padres llamaron «la sobria embriaguez del Espíritu Santo».
P. José María Prats
Evangelio
En aquel tiempo, se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre:
«No tienen vino».
Jesús le responde:
«¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora».
Dice su madre a los sirvientes:
«Haced lo que Él os diga».
Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una.
Les dice Jesús:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala». Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice:
«Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discípulos. Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
San Juan 2, 1-11
sábado, 18 de enero de 2025
Homilía del P. Ricardo Mendoza y lecturas de la Misa de hoy, sábado de la 1ª semana de Tiempo Ordinario, 18-1-2025
18 de enero de 2025.- (Camino Católico).- Homilía del P. Ricardo Mendoza, FM, y lecturas de la Santa Misa de hoy, sábado de la 1ª semana de Tiempo Ordinario, , emitida por Magníficat TV.
Santa Misa de hoy, sábado de la 1ª semana de Tiempo Ordinario, 18-1-2025
18 de enero de 2025.- (Camino Católico).- Celebración de la Santa Misa de hoy, sábado de la 1ª semana de Tiempo Ordinario, presidida por el P. Ricardo Mendoza, FM, emitida por Magníficat TV.
Misterios Gozosos del Santo Rosario desde el Santuario de Lourdes, 18-1-2025
18 de enero de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gozosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy sábado, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.
Palabra de Vida 18/1/2025: «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» / Por P. Jesús Higueras
Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 18 de enero de 2025, sábado de la 1ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.
Evangelio: San Marcos 2, 13-17:
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice:
«Sígueme».
Se levantó y lo siguió.
Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran ya muchos los que lo seguían.
Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos:
«¿Por qué come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y les dijo:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
viernes, 17 de enero de 2025
Homilía del P. Félix Castedo y lecturas de la Misa de hoy, viernes, San Antonio Abad, 17-1-2025
17 de enero de 2025.- (Camino Católico) Homilía del P. Félix Castedo y lecturas de la Santa Misa de hoy, viernes de la 1ª semana de Tiempo Ordinario, San Antonio Abad, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Santa Misa de hoy, viernes, San Antonio Abad, 17-1-2025
17 de enero de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, viernes de la 1ª semana de Tiempo Ordinario, San Antonio Abad, presidida por el P. Félix Castedo, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Misterios Dolorosos del Santo Rosario desde el Santuario de Lourdes, 17-1-2025
17 de enero de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Dolorosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy viernes, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.