Paola es hoy sor María Giuseppina del Amor Encarnado, monja de clausura en Nápoles, y él es el Padre Angelo Ragosta; ambos fueron novios durante nueve años, pero Dios los llamó para que le entregaran su vida a Él
* «Fuimos a la conferencia sobre la Renovación en el Espíritu Santo en Rimini y Dios le hizo entender a Paola que quería que fuera suya, pero ella no pudo aceptarlo. Me dejó por primera vez en mayo. Después de un tiempo nos volvimos a juntar porque ella no podía decir su ‘sí’ al Señor. Volvimos a hacer las paces porque ella no podía decir 'sí' a Dios porque pensaba que nueve años seguían siendo nueve años. En octubre, sin embargo, Dios ganó y ella me dejó para siempre»
Camino Católico.- Comprometidos durante nueve años, estaban a punto de casarse, pero el Señor quiso para ellos un epílogo distinto: rompieron y se hicieron sacerdote y monja. Él es ahora el Padre Angelo Ragosta, sacerdote en Mühlacker (Alemania), en una comunidad italiana. Ella es Sor María Giuseppina del Amor Encarnado, monja de clausura en Nápoles.
Los dos protagonistas de esta historia, que se ha hecho viral, se conocieron el 29 de diciembre de 1996 en una parroquia de Portici, en la provincia de Nápoles, en plena adolescencia. Angelo tiene 16 años, Paola 15.
Paola y Angelo Ragosta cuando eran novios
«Nos hicimos novios o nos juntamos como se decía en nuestra época, precisamente un 29 de diciembre allá por 1996», cuenta Angelo en un post de Facebook, «el primer año, como siempre, fue de tiras y aflojas, siempre era yo el que se dejaba, pero después del primer año fuimos viento en popa hasta octubre de 2005, casi nueve años».
La vida empezó a cambiar para ambos en 2001, cuando conocieron a un sacerdote carismático y muy conocido en Nápoles: Don Michele Madonna.
Paola y Angelo Ragosta cuando eran novios y luego compartiendo en su vida como consagrados
En 2001 me fui a hacer el servicio militar –continúa Angelo– y, una vez terminado, desde entonces estuve siempre fuera trabajando, en la Toscana como electricista industrial. Los años pasaron deprisa, y hacia el final llegó a la parroquia, cerca de casa de Paola, un joven coadjutor, don Michele Madonna, que nos unió a Jesús vivo. Tenía un mantra: «¡Chicos preguntadle a Dios qué ha planeado para vosotros, cuál es su sueño sobre vosotros! Arrastraba y arrastra a todos, jóvenes y mayores, al que cree de verdad, al que gasta de verdad su vida por Jesús».
Don Michele desestabiliza el equilibrio entre los dos novios. Tenían el matrimonio en su agenda, pero Dios estaba a punto de cambiar sus planes por completo. «La boda estaba planeada –continúa Angelo–, estaban buscando casa y preparando todo lo necesario con tiempo, Paola mientras tanto estudiaba economía. En cambio, justo cuando encontramos la casa, me dejaron por enésima vez».
Paola dejó a Angelo en 2005: «Fuimos a la conferencia sobre la Renovación en el Espíritu Santo en Rimini y Dios le hizo entender a Paola que quería que fuera suya, pero ella no pudo aceptarlo. Me dejó por primera vez en mayo. Después de un tiempo nos volvimos a juntar porque ella no podía decir su ‘sí’ al Señor. Volvimos a hacer las paces porque ella no podía decir 'sí' a Dios porque pensaba que nueve años seguían siendo nueve años. En octubre, sin embargo, Dios ganó y ella me dejó para siempre», dice Angelo al periódico Avvenire.
Angelo y Paola siguieron siendo amigos y continuaron saliendo juntos. En 2006 también compartieron un sacramento, el de la confirmación, que recibieron en la misma iglesia. Pero las almas de ambos estaban cada vez más inquietas. «Todo cambió para mí. Seguí trabajando como electricista industrial, pero en mi interior me sentía cada vez más inquieto. Tenía un sueldo, salía con amigos, hombres y mujeres, pero todo era insípido y no me parecía suficiente. Lo tenía todo, pero no era feliz», asegura Angelo.
Hasta que una noche, en un acto al que asistía en la Toscana con el padre Michele Madonna, «después de rezar las vísperas, le hice a Dios la pregunta fatídica con la que el padre Michele nos había estado atosigando, en pocas palabras le pregunté: pero ¿por qué estoy sobre la faz de la tierra? ¿Qué quieres de mí? Abro la Biblia, la que recibí como regalo de mi padrino de Confirmación, que había elegido entre las personas que frecuentaban mi comunidad parroquial y que, en lugar de darme un objeto inútil, me había traído el don de la Palabra. Leí el pasaje que me salió: ‘Antes de formarte en el seno materno, yo te conocía, antes de que salieras a la luz, yo te ungí’ (libro de Jeremías 1, 4-5). Sobre este pasaje comienzo mi discernimiento. Entro en el seminario a los 26 años y fui ordenado sacerdote a los 33 ordenado sacerdote por el entonces arzobispo de Nápoles, el cardenal Crescenzio Sepe».
Angelo Ragosta en su ordenación sacerdotal
En 2018, Angelo solicitó y recibió permiso del arzobispo para realizar una experiencia apostólica en la misión católica de Wuppertal, Alemania. Después de cinco años, aceptó la oferta de trasladarse a Mühlacker, también en Alemania, donde actualmente presta servicio pastoral a las comunidades italianas.
Mientras Angelo entraba en el seminario, Paola elegía la vida de clausura, ingresando en el monasterio carmelita de Nápoles. La vida monástica, a la que se adhirió bajo el nombre de Sor María Giuseppina del Amor Encarnado, le impuso un estilo de vida mucho más discreto y poco social.
«Cada vez que estoy en Nápoles, paso por el monasterio para ver a la hermana María Giuseppina. Las cosas no han cambiado mucho: cuando estábamos comprometidos, me regañaba. ¡Todavía lo hace, incluso siendo sacerdote!»
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