Mundo interior. Mundo exterior. Una de las muchas divisiones que podemos hacer en nuestra vida. Así es: nuestro peregrinar por este mundo está íntimamente marcado por estas dos realidades. Nos sabemos, nos reconocemos existentes a nosotros mismos en un mundo de existentes distintos de nosotros. Percatamos todos los días que, más allá de nuestro yo activo y pensante, nos envuelve, nos oprime la existencia de otros seres, y es aquí donde se funda la dualidad mas cotidiana de un día cualquiera: tu y yo. Somos diversos y, sin embargo nos relacionamos, tropezamos “fortuitamente”, porque recibimos de manera gratuita la existencia, sin ni siquiera haberla pedido.
Esta dualidad parece insalvable, o al menos, difícil de realizar en un mismo acto, pues, todo mi mundo interior, que por muy pequeño que sea será infinito, ¿Es comunicable a los demás? ¿Hasta dónde me comprenden, hasta dónde me acompañan los que me escuchan, los que me atienden, los que me quieren?
Todos los días entramos en nuestro interior más o menos profundamente. El conocimiento personal se va haciendo indispensable con el pasar de los años. Examinarse con objetividad y sinceridad da como resultado una persona coherente y madura, en marcha ascendente hacia la superación y la perfección. El ejercicio de examinarse continuamente forma un hombre que difícilmente se presentará en quiebra total y a quien difícilmente las abatirán las pruebas y contrariedades de la vida. Y sin embargo ¡cuántas formas hay de hacerlo!
Piénsese en esas formas existencialistas de Camus, Sartre o el famoso psicoanálisis de Freud, todos, amigos de los “grandes discursos mentales”, de parrafadas y monólogos con nuestro yo más egoísta, más antipático y menos sincero. Introspecciones de minería que terminan por derrumbar nuestra estima, nuestros proyectos y, en no pocas ocasiones, la fe y la moral. Por fortuna existen formas mucho más serenas y objetivas.
Después está la otra esfera, más evidente si se quiere: el diálogo. Ya lo dijimos: nos movemos entre seres, en un mundo que nos define y a la vez nos limita; entre realidades diversas de mí: cosas inertes o animadas, sonidos, imágenes. Pero es sobre todo con personas con las que esta estructura de comunicación llega a su punto más alto.
Nadie lo niega: la sola mirada humana es capaz de entrar en relación con los demás. Sin necesidad de palabras revelas gran parte del corazón y del alma. El hombre no puede evitarlo, es social por naturaleza, lo necesita para realizarse como persona y ser feliz. Y así la palabra TU llega a ser esencial. “Ya no se refiere a una cosa entre las cosas, sino que llena el horizonte. No es que nada exista fuera de él; sino que todas las cosas subyacen, se subordinan a su luz”, escribía Martin Buber.
Puestos a pensar, nos resulta claro que, en el fondo, la amistad es un diálogo íntimo y prolongado, que supera la barrera del tiempo, del espacio y de la misma muerte. Aristóteles en su “Ética a Nicómaco” habla de las características de la amistad:
En primer lugar, el amigo busca el bien del otro, cueste lo que cueste. Después, reciprocidad: yo te quiero, tú me quieres. Y por último conocimiento recíproco del recíproco amor. En palabras de Pedro: “Tú lo sabes todo, sabes que te quiero”. La amistad jamás se debe viciar por el interés o la inclinación placentera desenfrenada.
Pero no debemos olvidar el problema planteado: mi amigo, mi mejor amigo, tal vez el único, ¿hasta dónde me conoce? ¿Cuál es su experiencia de mi existencia? El comparte mis alegrías y mis dolores, los siente suyos, pero no lo son. Existe en el alma humana una profundidad tan honda que es difícil descifrarla por completo. Por más que nos esforcemos en participarla, siempre hay algo, aunque sea sutil, que el otro no alcanza entender hasta sus más profundas raíces o que nosotros no logramos desvelar.
Lo único que saltaría esta barrera sería un Amigo -así, en mayúscula- que viviese dentro de mí, pero que fuera distinto de mí. Uno a quien por virtud propia le esté permitido asomarse a los rincones más profundos de mis ser. Un Amigo con quien pueda hablar y llamar confiadamente de TU. ¿Imposible? Bien se sabe que no. La síntesis de introspección y diálogo se llama oración. Sí. A la oración se va a hablar con el Buen Dios que habita en nosotros pero que es distinto de nosotros. Sabe de ante mano lo que queremos confiarle y, como son los buenos amigos, tiene la paciencia de escucharlo íntegramente, aunque sea la enésima vez. Como nos movemos en un plano de amistad profunda sobran los formalismos, basta abrir el corazón. Se trata de una renovación desde Dios hecha en un diálogo sencillo, sin mezcla de vanidades o amor propio. Te conoce tal cual eres, pero tú tienes que reconocerlo de frente a Él y así emprender el camino hacia la superación personal, que en palabra más cristiana se llama santidad, la amistad más limpia y sincera que el hombre puede concebir.
Empezar a orar siempre es un reto. Como sucede con todos los hábitos, se forma y fortalece poco a poco. Primero se empieza, reloj en mano, con cinco minutos, procurando que sea un momento concreto del día (antes de salir al trabajo o a la universidad, antes de la comida o después de clases, o durante un trayecto de rutina). Así se inicia. Con distracciones, dificultades, obstáculos. No con revelaciones o éxtasis, que además no hacen falta. Lo que si hace falta es un alma sedienta de Dios y un corazón dispuesto a tomar en serio los compromisos que de ella nazcan.
La oración es un gran horizonte donde se funden dos realidades que parecían tan distantes como el cielo y la tierra. Los une porque tiene como objeto a quien es capaz de todo. Aquel que dijo que “lo que pidierais a mi Padre Él os lo dará”.
Allí están los dos mundos: el interior y el exterior reconciliados por la oración.
sábado, 27 de octubre de 2007
Prostitución, ¿trabajo legal o esclavitud? / Autor: P. John Flynn, L. C.
Una oportunidad fallida de defender la dignidad de la mujer
(ZENIT.org).- En algunos países se debate la legalización de la prostitución.
Hungría decidía hace poco legalizarla, al parecer debido en parte al deseo del gobierno de sacar provecho de una actividad que calculan podría generar cerca de mil millones de dólares al año, informaba el 24 de septiembre Associated Press.
Bulgaria, por el contrario, ha dado un paso en la dirección opuesta, invirtiendo un plan para legalizar la prostitución, según el New York Times del 6 de octubre.
«Debemos ser muy decididos al decir que la venta de carne es un crimen», afirmaba Rumen Petkov, ministro del interior, durante un reciente forum sobre tráfico de seres humanos, informaba el artículo. El New York Times comentaba también que el año pasado Finlandia ilegalizó el pagar por sexo con mujeres traídas al país por traficantes, mientras que Noruega planea imponer una prohibición completa a la compra de sexo.
Italia está considerando cómo tratar la extendida práctica de la prostitución en las calles. El ministro del interior, Giuliano Amato, declaró que el gobierno estaba pensando medidas como multar a los clientes, informaba el diario italiano Avvenire el 26 de septiembre.
También se debate sobre la prostitución en Gran Bretaña, donde una nueva serie de televisión, «Belle de Jour», presenta una visión glamorosa de la industria del sexo –una imagen que Emine Saner criticaba con dureza en un artículo publicado el 20 de septiembre en el periódico Guardian.
«De las 80.000 mujeres que trabajan en el sexo en el Reino Unido, la gran mayoría lo hacen porque tienen problemas de drogas o familias que sostener y no tienen ninguna otra forma viable de hacer dinero», comentaba Saner.
Sostenía, además, que dos tercios de las trabajadoras del sexo han sufrido violencia, incluyendo la violación. Los datos del gobierno también revelan que al menos 60 han sido asesinadas en los últimos 10 años.
La articulista del Guardian, Madelaine Bunting, volvía sobre el debate en un artículo publicado el 8 de octubre. Cerca del 90% de las prostitutas quieren dejar su actividad, afirmaba. En una época en que el tráfico del sexo está aumentando como una de las formas más lucrativas del crimen organizado, no necesitamos cuentos de hadas sobre la prostitución, defendía Bunting.
Error australiano
Los países que debaten si legalizar o no la prostitución podrían aprender de lo ocurrido en el estado australiano de Victoria. El gobierno del estado legalizó la prostitución en 1984 y, desde entonces, ha florecido la industria del sexo. Después de 20 años de experiencia, no se han materializado, sin embargo, muchas de las ventajas prometidas, según un libro publicado a principios de este año.
La autora de «Making Sex Work: A Failed Experiment With Legalised Prostitution» (Trabajar en el Sexo: un Experimento Fallido de Legalización de la Prostitución) (Spinifex Press), un examen detallado de la situación en Victoria, es Mary Lucille Sullivan, quien se declara a sí misma «activista feminista».
«El sistema de prostitución legalizada de Victoria consiste en mantener la dominación masculina, la objetificación sexual de las mujeres, y la aprobación cultural de la violencia contra las mujeres», es su tesis.
Normalizar la prostitución, como si simplemente se tratara de una suerte de empleo, ha minado también la igualdad de las mujeres en el puesto de trabajo y contradice otras políticas del gobierno dirigidas a proteger los derechos de las mujeres, acusaba Sullivan.
Con demasiada frecuencia, añadía, las presiones para tratar la prostitución como sólo otro trabajo provienen de una visión neoliberal del libre mercado, que ve a las mujeres y a las chicas como una mercancía. Algunas feministas que han apoyado la legalización de la prostitución, continuaba Sullivan, también están influenciadas por una perspectiva libertaria y un deseo malentendido de establecer los «derechos» de las prostitutas. Por su parte, el estado vio ventajas económicas en la legalización, puesto que podía imponer impuestos a una actividad, hasta ese momento, clandestina e ilegal.
Sullivan explicaba que la legalización en Victoria también fue defendida con la excusa de minimizar el daño a las mujeres implicadas, al traer una regulación formal y protecciones legales a la industria del sexo.
Violencia intrínseca
Esto no ha ocurrido, afirmaba, porque intentar presentar la prostitución como una ocupación que se pondrá bajo el control de normas salud y de seguridad ignora la violencia intrínseca de la prostitución y el hecho de que el acoso sexual y la violación son indistinguibles del producto que compran los clientes.
Por otro lado, la legalización misma ha introducido una nueva serie de consecuencias dañosas para las mujeres, sostiene Sullivan. Entre estas está, irónicamente, una expansión mayor del lado ilegal de la prostitución. De hecho, el fenómeno de la prostitución callejera, lejos de desaparecer con la legalización, ha seguido creciendo en Victoria.
Asimismo, la legalización, lejos de quitar la influencia del crimen organizado, ha dado, por el contrario, más pie al papel de la ilegalidad al introducir mayores incentivos económicos para traficar con mujeres y chicas para burdeles tanto legales como ilegales. Sullivan citaba también a expertos en crimen organizado que alegan que la industria de la prostitución legalizada en Victoria todavía tiene fuertes lazos con la criminalidad clandestina.
Con respecto a este tráfico humano, Sullivan dirige su atención a los estudios internacionales que colocan en miles de millones los beneficios de esta moderna forma de esclavitud. Las estimaciones del número de mujeres y chicas con las que se trafica van de las 700.000 a las 2 millones cada año.
La legalización de la prostitución no ha hecho nada por reducir el tráfico ilegal del sexo, sostiene Sullivan. Además, desde la legalización, sigue siendo un problema la prostitución infantil.
Una industria de millones de dólares
Nos encontramos ahora en una situación, apuntaba Sullivan, en que los medios, las compañías aéreas, los hoteles, la industria turística y los bancos buscan promover y expandir la industria de la prostitución. Además, la legalización ha traído una irrupción de la prostitución en la vida pública.
Según datos citados en el libro, en 1999, la cifra de negocios anual de la prostitución en Victoria alcanzaba los 360 millones de dólares australianos, que al cambio actual serían unos 323,3 millones de dólares. En total en Australia han legalizado la prostitución tres estados y un territorio. Un servicio de información de negocios citado por Sullivan ponía en 1.780 millones de dólares australianos el volumen de negocio en el año fiscal 2004-2005.
En vez de la legalización, Sullivan recomendaba seguir el ejemplo de Suecia, donde la ley criminaliza la compra de servicios sexuales y no penaliza a las mujeres y a los niños. Suecia también ayuda a las mujeres que han sufrido violencia como resultado de la prostitución.
La legalización de la prostitución, concluía Sullivan, constituye un error fundamental puesto que considera un «derecho» del hombre la capacidad de comprar mujeres y chicas para su gratificación sexual. Una vez que esto está hecho, se vuelve mucho más difícil controlar la industria o prevenir la explotación de las mujeres.
Esclavitud
«La prostitución es una forma de esclavitud moderna», comentaba un documento reciente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, publicado el 16 de junio. La publicación, «Directrices para la Pastoral de la Carretera», atrajo la atención de los medios debido a sus diez mandamientos para los conductores, pero su contenido también incluye una sección sobre la prostitución en la calle (Nos. 85-115).
«La explotación sexual de mujeres es claramente una consecuencia de diversos sistemas injustos», comentaba el Pontificio Consejo. Causas como la necesidad de dinero, el uso de la violencia, y el tráfico de seres humanos contribuyen a atrapara a las mujeres en la prostitución.
«Las víctimas de la prostitución son seres humanos, que en muchos casos gritan pidiendo ayuda, que les liberen de la esclavitud, porque vender su propio cuerpo en la calle no es lo que voluntariamente habrían escogido hacer», añadía el documento.
El consejo pidió mayores esfuerzos para liberar a las mujeres de los abusos contra su dignidad humana resultado de la prostitución. Las instituciones católicas, añadía la declaración, han ayudado con frecuencia a las mujeres a escapar de esta situación. Las mujeres necesitan ayuda para poder recuperar su estima y respeto, y para reintegrarse a la vida familiar y comunitaria.
Los clientes», por otro lado, «necesitan luz sobre el respeto y dignidad de las mujeres, los valores interpersonales y la entera esfera de las relaciones personales y la sexualidad», afirmaba el documento. Los explotadores también necesitan ser iluminados sobre la jerarquía de los valores de la vida y los derechos humanos, recomendaba.
«Comprometerse a diverso nivel –local, nacional e internacional – por la liberación de las prostitutas es por ello un verdadero acto de seguimiento de Jesucristo, una expresión del auténtico amor cristiano», concluía el consejo.
Cambiar para cambiar / Enviado por Vivy
El sufí Bayacid dice acerca de sí mismo:
De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios:
"Señor, dame fuerzas para cambiar al mundo"
A medida que me fui haciendo adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir:
"Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo, aunque sólo sea mi familia y mis amigos, con eso me doy por satisfecho"
Ahora que soy viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que yo he sido. Mi única oración es la siguiente:
"Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo"
Si yo hubiera orado de este modo desde el principio no habría malgastado mi vida.
TODO EL MUNDO PIENSA EN CAMBIAR A LA HUMANIDAD. CASI NADIE PIENSA EN CAMBIARSE A SÍ MISMO.
De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios:
"Señor, dame fuerzas para cambiar al mundo"
A medida que me fui haciendo adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir:
"Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo, aunque sólo sea mi familia y mis amigos, con eso me doy por satisfecho"
Ahora que soy viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que yo he sido. Mi única oración es la siguiente:
"Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo"
Si yo hubiera orado de este modo desde el principio no habría malgastado mi vida.
TODO EL MUNDO PIENSA EN CAMBIAR A LA HUMANIDAD. CASI NADIE PIENSA EN CAMBIARSE A SÍ MISMO.
"El paquete de galletas" / Autor: Alfonso Aguiló
Aquella tarde, cuando ella llegó a la estación, le informaron de que el tren en que viajaba se retrasaría casi media hora. La elegante señora, bastante contrariada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua. Se dirigió hacia el andén central, justo donde debía llegar su tren, y se sentó en un banco, dispuesta para la espera.
Mientras hojeaba su revista, un chico joven se sentó a su lado y comenzó a leer el periódico. De pronto, la señora observó con asombro que aquel muchacho, sin decir una palabra, extendía la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente. La mujer se sintió bastante molesta. No quería ser grosera, pero tampoco le parecía correcto dejar pasar aquella situación o hacer como si no se hubiese dado cuenta. Así que, con un gesto manifiesto, quizá exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió manteniendo la mirada de aquel chico.
Entre enfados y sonrisas
Como respuesta, el chico tomó otra galleta e hizo algo parecido, esbozando incluso una ligera sonrisa. Aquello terminó de alterarla. Tomó otra galleta y, de modo aún más ostensible, se la comió manteniendo de nuevo la mirada a aquel muchacho tan atrevido. El diálogo de miradas y pensamientos continuó entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, y el muchacho parecía estar cada vez más divertido.
Finalmente, cuando ya sólo quedaba la última galleta, ella pensó: «No podrá ser tan descarado». El chico alargó la mano, tomó la galleta, la partió en dos y ofreció la mitad a la señora. «¡Gracias!», dijo la mujer, intentando a duras penas contener su enfado.
Entonces el tren anunció su llegada. La señora se levantó y subió hasta su asiento. Antes de arrancar, desde la ventanilla todavía podía ver al muchacho en el andén y pensó: «¡Qué insolente, qué mal educado, qué será de este país con una juventud así!». Sintió entonces que tenía sed, por las galletas y quizá por la ansiedad que aquella situación le había producido. Abrió el bolso para sacar la botella de agua y se quedó petrificada cuando encontró dentro del bolso su paquete de galletas intacto.
Los juicios demasiado rápidos
No es infrecuente que nos suceda esto. Hacemos juicios rotundos, implacables, incuestionables..., pero con un pequeño detalle: están fundamentados sobre un dato que hemos supuesto pero que luego resulta equivocado.
Muchas personas tienden a hacer ese tipo de juicios de modo habitual. Presuponen con gran facilidad la mala acción o la mala intención ajena, construyen enseguida una explicación de lo que creen que sucede o ha sucedido, y deducen una rápida conclusión que luego les cuesta mucho variar. Son personas que suelen manifestar un exceso de seguridad, una especial predilección por las evidencias que no son tales, y una gran velocidad de juicio, sobre todo cuando se trata de malinterpretar lo que hacen los demás. Es un fenómeno que suele ir asociado al victimismo, pues quien se ha acostumbrado a pensar mal de los demás suele ceder pronto a la comodidad del papel de víctima, que, aunque sea triste y amargo, ofrece la seguridad de las explicaciones maquinativas y de las conclusiones irreductibles.
Si con demasiada frecuencia las cosas nos parecen evidentes e intolerables, debiéramos tener el valor de preguntarnos de vez en cuando si realmente nuestras ideas son tan claras y tan comprobadas como pensamos, si otorgamos a los demás al menos el beneficio de la duda y, por último, si nosotros mismos resistiríamos unos juicios tan demoledores como nosotros hacemos de los demás.
viernes, 26 de octubre de 2007
¿También tú liberas a Barrabás? / Autores: Conchi y Arturo
Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: "Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres." Jn 8, 31-32.
La fe no consiste sólo en "creer en Dios" sino en "creer a Dios". La única forma de poner en práctica nuestras profundas convicciones es aplicar la Palabra de Jesús a cada situación de la vida cotidiana. Eso es mantenerse en la Palabra. Es fruto de la perseverancia lograr crecer como discípulos. La verdad va ocupando nuestro corazón y son erradicadas toda mentira y pecado.
Es difícil mantenerse en la Palabra de Dios ante el mundo que nos llama a armarnos de razones intelectuales y oratoria fácil para aparecer ante todos como los mejores. Cristo hace lo que dice: "la voluntad del Padre del Cielo". Fijémonos en el texto de Juan 18, 29-40, donde Jesús no deja de manifestar su divinidad pese a saber que sería condenado. Pilato tenía autoridad para librarle de la muerte, pero Cristo ha escuchado antes la voluntad del Padre y ya había anunciado a sus discípulos como iba a morir:
"Salió entonces Pilato fuera donde ellos y dijo: "¿Qué acusación traéis contra este hombre?"
Ellos le respondieron: "Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado."
Pilato replicó: "Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra Ley." Los judíos replicaron: "Nosotros no podemos dar muerte a nadie."
Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte iba a morir.
Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: "¿Eres tú el Rey de los judíos?"
Respondió Jesús: "¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?"
Pilato respondió: "¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?"
Respondió Jesús: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí."
Entonces Pilato le dijo: "¿Luego tú eres Rey?" Respondió Jesús: "Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz."
Le dice Pilato: "¿Qué es la verdad?" Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: "Yo no encuentro ningún delito en él.
Pero es costumbre entre vosotros que os ponga en libertad a uno por la Pascua. ¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al Rey de los judíos?"
Ellos volvieron a gritar diciendo: "¡A ése, no; a Barrabás!" Barrabás era un salteador."
Alguien nos comentó que, el pasado domingo, quedó impresionado por las palabras del sacerdote en la homilía: "Jesús nunca negó nada a nadie. Curó a ciegos, leprosos, tullidos, endemoniados. Resucitó muertos. Todos cuantos pedían algo a Cristo siempre recibían una respuesta positiva al interceder Él ante el Padre. Jesús lo obtuvo todo del Padre para los demás. Únicamente una petición no fue escuchada, la que hizo para si mismo: "Padre que pase de mi este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya"".
Todos conocemos esta realidad de la vida de la fe. Jesús sólo pide a sus discípulos que oren también mientras hace la petición más difícil de su vida. Todos se duermen. Cristo quiere enseñarles que cuando la voluntad del Padre parece locura para el mundo es necesario orar por aquellos que deben vivirla. Lo que humanamente era inconcebible acaba salvándonos a todos del pecado y de la muerte. Cristo es crucificado pero resucita para siempre. El juicio de este mundo se celebró hace casi 2000 años, cuando Jesús entregó su vida. La sentencia establece la Verdad que Cristo había predicado en palabras:
"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.
Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto." Jn 14, 6-7
Jesús declara que Él es la Verdad y que nosotros podemos ser testimonios de la Verdad. Para hacerlo sólo debemos seguir el camino de Jesús dando la vida. Podemos ser auténticos testigos si hacemos de nuestras obras una verdadera oración al Padre, en el nombre de Jesús por el don del Espíritu Santo: "Que se haga Tu voluntad y no la mía Padre Santo."
Conocemos a una mujer que en el momento de dar luz los médicos le advirtieron que corría peligro su vida y la de su hija. Preguntada por cual debía ser la prioridad sanitaria en caso de tener que elegir en salvar a una de las dos, esta persona contestó, haciendo en su interior una oración: "Mi hija". Las dos viven para la gloria de Dios y siguen a Cristo en medio de no pocas dificultades, pero su fidelidad es una gracia poderosa del Altísimo.
San Pablo ya nos advierte de la dificultad de caminar en la verdad en Efesios 6, 14: "ceñida vuestra cintura con la Verdad". Llevar el cinturón ceñido significa ponerlo apretado, ajustado. La Verdad revelada en Jesús siempre es ajustada para cada situación. Ser testimonios de la Verdad es actuar según la Voluntad de Dios manifestada en su Palabra.
Llevar ceñida la cintura con la Verdad es entrar por la puerta estrecha. Estamos más cómodos cuando el cinturón no nos aprieta. Andar por el camino ancho del mundo es acomodar la Palabra de Jesús a nuestra comodidad humana, sin pensar que el paso por esta vida debe ser un trabajo continuo por instaurar el Reino de los Cielos. Creerán que somos testigos si hacemos lo que decimos y reconocemos que sólo podemos llevarlo a cabo con la ayuda de la gracia de Dios.
Releamos nuevamente un párrafo del texto de Juan de Jesús ante Pilato: "Todo el que es de la verdad, escucha mi voz."Le dice Pilato: "¿Qué es la verdad?" Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: "Yo no encuentro ningún delito en él." Escuchar la voz de Jesús que nos muestra la Voluntad del Padre es lo único que nos puede hacer partidarios y testimonios de la Verdad. Pilato escucha perfectamente la voz de Jesús, pero sabiendo su autoridad le plantea un falso debate: "¿Qué es la verdad?"
Pilato es consciente que la Verdad está en Jesús pero hace ver que no entiende. Sin embargo, al salir delante de los judíos manifiesta la Verdad: "Yo no encuentro ningún delito en él". Lejos de pronunciarse a favor de Jesús, Poncio Pilato es partidario de salvar su prestigio ante el pueblo y les pide que le digan a quien desean que deje en libertad. Los judíos eligen a Barrabás, un salteador. A cada decisión nuestra nos encontramos ante la pregunta: ¿También tú liberas a Barrabás? ¿Deseas iluminar tu camino dejando que Cristo inunde tu ser? ¿Verdad que es difícil en ocasiones liberar a Jesús? Estos interrogantes debemos discernirlos siempre como se lee en el libro del Deuteronomio 30, 19-20: "Yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes, con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y le seas fiel".
A veces, optamos por el papel de Pilato ante determinadas situaciones, para salvar nuestro prestigio social, laboral o personal. Recordemos que después Pilato se lava las manos. Un acto con el que quiere mostrar ante el pueblo que él no es responsable ante Dios de ésta sentencia de muerte, pero eso no le (o nos) quita responsabilidad. En el caso de Pilato de la sangre derramada por su acción de omisión de justicia y en nuestro caso por las lágrimas, sufrimientos y consecuencias de nuestros actos u omisiones. Al no optar por la Verdad, lo hacemos por la mentira y dejamos libre a Barrabás, que asalta nuestro corazón en forma de pecado y mal y nos daña a nosotros y a los demás.
Un salteador es un hombre que saltea y roba en los despoblados o caminos. Jesús cuando se declara el Buen pastor dice en Juan 10, 8-11: Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon.
Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Barrabás es lo contrario del Buen Pastor en lugar de dar la vida por las ovejas, las roba y mata. Como afirma San Pablo: "el salario del pecado es la muerte". Barrabás es igual a mentira, pecado y muerte. Jesús es el Camino, la Verdad, la Vida, el Buen Pastor.
Cristo murió por todos. Ante cualquier situación en la que nos decantemos por el mal siempre Dios va a venir a rescatarnos. Lo intentará de mil formas. En Juan 3, 16-21, leemos: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios."
Oremos con el capítulo 9 del libro de la Sabiduría:
"Dios de los Padres y Señor misericordioso, que hiciste todas las cosas con tu palabra,
y con tu Sabiduría formaste al hombre,
para que dominara a los seres que tú creaste,
para que gobernara el mundo con santidad y justicia
e hiciera justicia con rectitud de espíritu:
dame la Sabiduría, que comparte tu trono,
y no me excluyas del número de tus hijos.
Porque yo soy tu servidor y el hijo de tu servidora,
un hombre débil y de vida efímera,
de poca capacidad para comprender el derecho y las leyes;
y aunque alguien sea perfecto entre los hombres,
sin la Sabiduría que proviene de ti, será tenido por nada.
Tú me preferiste para que fuera rey de tu pueblo
y juez de tus hijos y de tus hijas.
Tú me ordenaste construir un Templo sobre tu santa montaña
y un altar en la ciudad donde habitas,
réplica del santo Tabernáculo
que habías preparado desde el principio.
Contigo está la Sabiduría, que conoce tus obras
y que estaba presente cuando tú hacías el mundo;
ella sabe lo que es agradable a tus ojos
y lo que es conforme a tus mandamientos.
Envíala desde los santos cielos,
mándala desde tu trono glorioso,
para que ella trabaje a mi lado
y yo conozca lo que es de tu agrado:
así ella, que lo sabe y lo comprende todo,
me guiará atinadamente en mis empresas
y me protegerá con su gloria.
Entonces, mis obras te agradarán,
yo gobernaré a tu pueblo con justicia
y seré digno del trono de mi padre.
¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios
o hacerse una idea de lo que quiere el Señor?
Los pensamientos de los mortales son indecisos
y sus reflexiones, precarias,
porque un cuerpo corruptible pesa sobre el alma
y esta morada de arcilla oprime a la mente
con muchas preocupaciones.
Nos cuesta conjeturar lo que hay sobre la tierra,
y lo que está a nuestro alcance lo descubrimos con esfuerzo;
pero ¿quién ha explorado lo que está en el cielo?
¿Y quién habría conocido tu voluntad
si tú mismo no hubieras dado la Sabiduría
y enviado desde lo alto tu santo espíritu?
Así se enderezaron los caminos de los que están sobre la tierra,
así aprendieron los hombres lo que te agrada
y, por la Sabiduría, fueron salvados".
jueves, 25 de octubre de 2007
La mujer que encuentra la moneda extraviada / Autor:José H. Prado Flores
Una de las tres parábolas de la misericordia, está representada por una mujer.
¿Qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra?: Lc 15,8.
Las mujeres solteras llevaban como diadema en su frente un collar con las monedas de su dote para el día de su matrimonio. Una mujer extravió una de estas dracmas que eran parte de su historia y una inversión para su porvenir. Su descuido fue muy grave, ya que no se trataba sólo de dinero, sino de aquello que no se puede comprar con dinero. En la fiesta con sus amigas gastará más que lo que valía su dracma.
Lo primero que hace no es llorar o quejarse. Emprende la búsqueda. Las casas de aquella época eran generalmente muy oscuras, sin ventanas; y hasta los animales entraban y hasta dormían dentro de ellas, por lo cual no siempre estaban muy limpias.
La mujer, antes que nada enciende la luz, porque de otra forma no podrá localizar su valiosa moneda. La luz ilumina los objetos que están a su alrededor. Cuando el resplandor se refleje en la moneda, entonces se le podrá encontrar, porque brilla. Nos podemos descarriar, pero no debemos perder “el brillo”, para que seamos encontrados más fácilmente.
Cuando el texto afirma que la mujer enciende su lámpara, se debe entender que ella la tenía, pero estaba apagada. Usa lo que tiene a la mano, pero hay que encenderla porque de otra manera no sirve para nada. Los Escribas y Fariseos tenían la lámpara de la Palabra de Dios y los profetas, pero desgraciadamente parece que no la tenían encendida, porque no se dejaban dirigir por ella, sino que preferían depender de sus tradiciones humanas y costumbres religiosas.
La mujer no maldice la oscuridad, sino que busca una solución. No se lamenta frente a la adversidad sino que la supera. Enciende la luz para ver claro. Este es el comienzo del remedio a cualquier problema.
Cabe en este momento interrumpir el relato para aplicarlo a nuestra realidad: Cuántas veces en nuestra vida disponemos de la luz, pero no la aprovechamos. Pudiendo ver claro, preferimos la penumbra de la confusión, o simplemente buscamos soluciones fáciles, pero temporales. Por otro lado, frente a una desgracia ¿encendemos la luz o la apagamos? Cuando alguien nos confía sus penas, ¿alimentamos su depresión contándole las nuestras, o abrimos la ventana para que se ilumine la dificultad? Cuando hablamos por teléfono o nos encontramos con un amigo ¿lamentamos qué mal está el mundo y acentuamos la inseguridad social, o dejamos una huella de esperanza, abriendo horizontes y desentrañando laberintos? Los faroleros apagan los faroles en las mañanas y los encienden cuando se aproxima la penumbra de la noche. ¿Nosotros somos de los que encendemos o apagamos la luz?
Si comparamos esta parábola con la de la oveja perdida, la oveja que se perdió tuvo gran parte de responsabilidad en su extravío. En cambio, la moneda se cayó por negligencia de la mujer. Si el pastor no reprochó a la oveja, la mujer no se castiga a ella misma con el peso de la acusación, sino que inicia una limpieza general. No se trata de barrer como ordinariamente lo había hecho. La gravedad de la situación actual exige un trabajo meticuloso y profesional. Sólo las mujeres son capaces de barrer con cuidado y delicadeza. Está dispuesta a limpiar la casa entera, sacando toda la basura, con tal de completar su tesoro, donde no puede faltar ninguna moneda.
Y la halla entre la basura. No tiene asco de meter sus manos entre la tierra y la mugre para entresacarla. Su afán por recuperarla está por encima de todo. Se enloda las manos con tal de recoger la moneda revolcada entre la suciedad. Luego, sin duda, la limpia de toda escoria para devolverle su brillo original y la coloca en su collar. Ahora sobresale entre las otras monedas por su brillo. Es la moneda más hermosa de todas.
Si la oveja se escapó y el pastor no tenía la menor idea en dónde buscarla, la mujer está segura de que su moneda se encuentra en el interior de la casa. Es factible extraviarnos en las cosas de Dios. No es necesario desbarrancarnos por los caminos del pecado. Podemos proclamar: “Señor, Señor”, hacer milagros y profetizar en su Nombre y, sin embargo, estar perdidos. Nos extraviamos en la viña cuando nos interesa más el trabajo en el viñedo que la relación con el viñador.
Conclusión
No olvidemos dónde está el centro de la parábola: identificarnos con la mujer. El acento de este ejemplo no es el objeto perdido, sino la mujer que busca cuidadosamente. ¿Serías capaz de encender la luz en vez de maldecir la oscuridad? ¿Estarías dispuesto a emprender una limpieza general, con tal de encontrar la dracma? ¿Vencerías el asco para rescatar la moneda que se encuentra en la inmundicia? ¿Estarías dispuesto a gastar más en la fiesta por haber encontrado la dracma, que el valor de ésta?
Pero la conversión no es la meta del cristiano, sino la transformación: llegar a reproducir las actitudes tanto del pastor como de la mujer: arriesgar sin límites y cargar el peso de las heridas de los demás, así como ser capaz de una limpieza general y luego meter nuestras manos a la basura para rescatar al extraviado. Lo más importante es identificarnos con el pastor y con la mujer.
La responsabilidad hacia la familia y las exigencias del ministerio pastoral / Autor :Nikol Baldacchino
Una vez leí una historia triste sobre un dirigente cristiano muy admirable y de mucho "éxito". Esta persona era realmente un hombre de visión. Sentía que Dios le llamaba a servir en el ministerio de sanación, especialmente en el área de sanación interior. Un día escribió en el margen de su Biblia, "Que mi corazón se rompa con las cosas que rompen el corazón de Dios". Fue capaz de inspirar a otras personas dotadas y juntos fundaron una organización misionera que sirvió a la gente herida de todo el mundo durante más de treinta años.
Pero desgraciadamente su vida también encerraba una tragedia. El trabajo que tenía que hacer para este ministerio le dejaba poco tiempo para su familia. Estaba creando un ministerio internacional, pero su familia se venía abajo. Estaba sirviendo a gente herida, pero no podía ver que el mayor dolor estaba en su casa. Con el tiempo su mujer le abandonó y terminó alejado de sus hijos.
Esta historia es un recordatorio terrible de la importancia de mantener un equilibrio entre el trabajo al que Dios nos ha llamado y la responsabilidad hacia nuestras familias.
Yo creo que dos de las decisiones más importantes que hace una persona en su vida son: primero, la decisión de aceptar a Jesús como el Señor y Salvador personal de uno, y a obedecerle y servirle incondicionalmente. Esta decisión dirige y guía toda la orientación de toda la vida de uno. Como resultado de esta decisión, hemos visto tantas personas que son bautizadas en el Espíritu Santo abriendo sus vidas al poder del Espíritu Santo. Tantos laicos en la Renovación Carismática Católica que se implican en ministerios y muy especialmente en la dirección pastoral. Hemos visto nacer grupos de oración, comunidades y ministerios que están sirviendo a la renovación y resurgimiento de la Iglesia; muchas veces resultado del trabajo de laicos.
Pero otra decisión importante que tenemos que tomar es aceptar a otra persona como compañera de nuestra vida y a compartir permanentemente las alegrías y las cargas de la vida, los sueños y las visiones. En todas las áreas de nuestra vida, pero muy especialmente sirviendo como dirigentes de grupos de oración, ministerios y comunidades, el trabajo en equipo del marido y la mujer es de crucial importancia. Por "trabajo en equipo" quiero decir que nosotros como pareja hemos entendido primero de todo la llamada a ser dirigentes, y estamos dispuestos a servir a Dios y a la Iglesia no como individuos sino como una familia. Cada uno necesita ser el apoyo completo del otro.
Personalmente he conocido muchos dirigentes poderosos tanto sacerdotes, religiosas como personas casadas. De los últimos, los dirigentes más fuertes son los que tienen matrimonios buenos, sólidos y felices. Sin embargo, he visto tantos dirigentes heridos y rotos porque no tenían una pareja que les apoyara en su ministerio. He visto parejas, cada uno con sus propias ambiciones personales, aspiraciones y programas. Pero no eran un equipo. Cada uno tiraba en direcciones opuestas. He visto tantas personas potenciales que nunca pudieron desarrollar sus carismas y sus cualidades de dirigente porque no eran completamente entendidos y apoyados por su cónyuge.
Uno de los peligros con que un dirigente eficaz se encuentra es el peligro de verse demasiado implicado. Muy a menudo los que decimos "Sí" a todo el mundo acabamos diciendo "No" a aquellos que están más cerca de nosotros, y que nos necesitan más que cualquier otro. ¿De qué sirve un dirigente que es capaz de inspirar espiritualmente a otro y olvida a su familia?
Como dirigentes pastorales y como maridos, mujeres y padres, a menudo nos tenemos que preguntar: "¿Dónde están mis prioridades? ¿Cómo podemos encontrar el equilibrio entre el compromiso al Señor y al servicio pastoral y la responsabilidad hacia nuestra familia y sus necesidades, tanto sociales, espirituales, financieras y emocionales?" Cuando tenemos la respuesta correcta a estas preguntas, cuando existe un equilibrio adecuado entre las exigencias pastorales y las necesidades familiares, la vida fluye a través nuestro a nuestra familia así como hacia los otros que son beneficiarios de nuestro ministerio.
Yo personalmente he fallado, descuidado y luchado con estas preguntas durante más de quince años. Me gustaría hacer tres sugerencias que, cuando junto con mi esposa pongo en práctica con determinación, siempre acarrean buenos resultados.
1. Tenemos tiempo juntos. Los horarios caóticos acompañan al ministerio, y esto puede mantener alejadas a las parejas. Sin un tiempo diario para orar juntos, discutiendo nuestras alegrías y dificultades y compartiendo nuestra visión y cargas, no podríamos comunicarnos como familia excepto para intercambiar saludos. La comunicación real es probablemente el nutriente más importante de la familia y la vida ministerial.
2. Escuchamos a Dios juntos. Tantas impresiones -algunas impías, muchas mundanas- bombardean nuestras mentes cada día. Sin un tiempo y lugar específico para escuchar a Dios, no podríamos ser capaces de oírle. Así que nuestro tiempo de oración juntos es una oportunidad en el día para Él para guiarnos en nuestro matrimonio y ministerio.
3. Experimentamos la intimidad a un nivel más profundo. La intimidad conyugal es más que una relación sexual o emocional; implica vivir como una sola carne, no simplemente como dos individuos, creciendo juntos en nuestro caminar con Dios y uno con el otro. Esto depende de lo capaces que seamos de tener un tiempo de calidad juntos.
Todos conocemos y creemos en la importancia y permanencia del matrimonio y la familia. Todos profesamos que la familia es la base de la Iglesia, de una sociedad sana y de una nación próspera. Cuan importante es, entonces, que nosotros como dirigentes, junto con nuestras familias, seamos un buen ejemplo. El Señor, por el poder de su Espíritu Santo puede renovar y reanimar no sólo nuestra vida familiar y nuestros ministerios, sino que Él puede y quiere ayudarnos a encontrar el equilibrio adecuado entre los dos.
La mente renovada / Autora: Dra. Gloria Niño de Gómez.
“No sigan la corriente del mundo......”Romanos 12:2
Significado de la Corona de Espinas :
Hablaba a la humanidad sobre la importancia de la mente y, la importancia de la renovación de la mente en el creyente. Era como si el Señor dijera que toda la maldición que habías recibido en tu mente por haberte apartado de mí, por haber estado en el pecado, por haber dejado mis mandamientos, la estoy llevando en la corona de espinas. Debemos renovar el espíritu de nuestra mente. Las situaciones que estamos viviendo hoy en día dependen mucho del espíritu de nuestra mente.
Para renovar la mente lo primero que tiene que venir a nuestra vida es el Espíritu Santo de Dios. Cuando una recibe al Señor como su Salvador, nace a una nueva vida y le empiezan a hablar de victoria en todas las áreas. Pero, cuando empezamos a revisar nuestra vida vemos y analizamos que eso no nos está sucediendo, nos preguntamos el ¿Por qué?
La respuesta es: El Espíritu Santo no podrá traer a nuestra vida la victoria, hasta que nuestra mente no esté sujeta a El. Cuando la mente está aferrada a las cosas terrenales y no sujeta al Espíritu, al Espíritu de Dios, no podrá venir a mi; Porque el Espíritu Santo viene solo a una mente en paz, apacible. Esto nos lo explica: El viento suave en la cueva cuando llega el Espíritu a Elías. La mente tiene que estar en paz en el tiempo de oración.
El Espíritu de Dios nos guiará a toda la verdad. El Espíritu Santo cuando viene a nuestras vidas y cuando llega a mi vida habla a mi espíritu y lo comunica a mi mente. Pero si llega y encuentra una mente confusa que no busca el reino de Dios y su justicia, sino otras cosas a través de medios no cristianos, esto hace que el ser humano pierda su sensibilidad para escuchar lo que Dios quiere dar a su vida.
Tres partes del mensaje:
1. Importancia de los pensamientos.
2. Condiciones de la mente.
3. Como tener una mente en Cristo.
La primera habla sobre lo que está pasando en mi vida. La segunda habla de porqué está pasando eso en mi vida. La tercera, que hacer en mi mente para tener un cambio.
1. IMPORTANCIA DE LOS PENSAMIENTOS
Efesios 1: 17 y siguientes. v. 18, Alumbrando los ojos de nuestro entendimiento, esto significa la mente, o sea alumbrando mi mente. La única manera que tú tienes de conocer el propósito de Dios, y la voluntad de Dios para mi vida es, que mi mente sea ILUMINADA por el Espíritu de Dios. Ejemplo: Oración de Jesús en el huerto de Gestsemaní: “Que se haga tu voluntad y no la mía.” Jesús sabía cual era la voluntad de Dios; El sabía el propósito de Dios; de su muerte en la cruz para salvar al mundo. Nosotros huimos cuando hay dolor y confusión porque no hemos dejado que el Espíritu Santo de Dios ilumine nuestra mente.
Si no hay paz, si no hay quietud, no podrás conocer la perfecta voluntad de Dios. Invitar a Jesús para que controle nuestra mente y nos muestre cuál es el propósito para mi vida y nos de paz. 2 Corintios 10: 3-5 La Biblia dice: Cual es el pensamiento del hombre, tal es él. Los pensamientos mandan sobre sus actos. Cómo operan los pensamientos en la vida de una persona. Cómo opera un pequeño pensamiento en la vida de una persona hasta convertirse en una estructura, una fortaleza*.
*FORTALEZA: Espíritus malignos asignados por Satanás para influir y controlar la mente de las personas. Fortalezas ideológicas. *FORTALEZA es un área en la cual Satanás nos mantiene en atadura debido a cierta manera de pensar. De un pensamiento se pueden crear o fortalezas o muchas doctrinas. Que tipos de pensamientos ha tenido usted en su vida que hoy están dando frutos de mal, en su ser. Cuando acepto fortalezas y estructuras en contra de Dios, entran en mi mente espíritus que contribuyen a que esos pensamientos se afirmen. No solo hay que renunciar a los pensamientos que se han vuelto fortalezas, sino a los espíritus que controlan esos pensamientos y atan la mente porque quieren impedir que la Palabra y las Promesas se hagan realidad en su vida. Ejemplo: Fortalezas alrededor de su hogar, en prosperidad, etc.
2. QUE CONDICIONES HAY EN LA MENTE DEL SER HUMANO
-¿Porqué ese tipo de pensamientos que usted tiene? Hay cinco (5) tipos:
A) Mente Desconcentrada en características que pueden estar en nuestra mente: Indisciplinada Efesios 4:7 Habla de la mente que esta pensando siempre en el por qué, pregunta muchas cosas, no tiene quietud para recibir. Lo razona todo, lo racionaliza y viene también el doble ánimo en esa mente que trae a su vida indecisión, confusión. Ejemplo: Jonás. Una mente inquieta que no atendió el llamado, su espíritu estaba adormecido. Mente inquieta en el momento de oración.
B) Mente confundida y dudosa. La mente dudosa quiere razonar y no obedecer, es de doble ánimo. Santiago 5: 1-8 No deben existir vacilaciones sino firmeza.Ejemplo de Duda: La Higuera.
C) Mente Incrédula. Esta es algo muy diferente, es cuando usted tiene el llamado de Dios y no obedece. Ejemplo: Hijo Epiléptico. Marcos 9:14-28; Cuando usted cree al llamado, a la Palabra, cuando cree en las Promesas, es un hombre obediente y así vendrá el fruto y la multiplicación. Si usted, rinde su mente a Dios, recibirá unción de discernimiento, de sabiduría, de entendimiento para que sea sensible a las Promesas, al llamado y a la Palabra.
D) Mente ansiosa y preocupada. Es aquella que todavía está buscando las cosas del mundo, como dice Mateo 6: 25 y siguientes. En la Biblia, hay muchos versículos que hablan sobre la ansiedad. Dejad vuestra carga sobre Jesús. Una mente ansiosa y preocupada trae división. La preocupación se da en las personas porque no han experimentado el amor del Padre. La mente ansiosa y preocupada impide que el Espíritu le hable a su corazón.
E) MENTE CRITICA, SUSPICAZ Y ENJUICIADORA. Mateo 7:1 Mente Critica: el corazón. Cada vez que ve a alguien está mirando el problema de esa persona. Proverbios 4. Nuestra mente tiene que tener pensamientos de bien para los demás, nunca pensamientos que no corresponden . Hay que sujetar la mente y disciplinarla,
F) MENTE PASIVA. Es aquella que no hace nada. Efesios 4:22-24; 5:15 Una mente pasiva es la que está abierta totalmente a las artimañas del enemigo. Es la que está controlada por un espíritu de pereza, de negligencia. Son mentes que han estado en ignorancia. Todo hijo de Dios, debe tener una mente con sabiduría e inteligencia porque la inteligencia proviene de Dios, no de los libros. En una mente pasiva entran espíritus de ignorancia y ocultismo por prácticas en contra de la Palabra de Dios. Cuando no se han derribado las fortalezas de la mente, ni se han liberado los espíritus, tenemos bloqueos para entender la Palabra de Dios. Cuando la mente está pasiva o sea sin llenarla de Palabra de Dios, el enemigo pone en nuestra mente argumentos en contra de la Palabra, de la Fe de la familia, del llamado del servicio. Por eso debemos avivar la mente de Palabra para que usted pueda comprender las Escrituras.
El lugar que le damos a Satanás a menudo es un espacio vacío. Una mente vacía (en blanco), como la que utilizan en las dinámicas mentales, puede llenarse fácilmente con toda clase de pensamientos erróneos y no se da cuenta que un espíritu diabólico los ha inyectado en su mente porque había un espacio vacío allí que llenar. Una manera de alejar las ideas equivocadas de mi mente, es mantenerla llena de Palabra de Dios. El diablo puede ser echado fuera, pero si vuelve a su antiguo hogar y lo encuentra vacío, como dice en Lucas 11: 24-26, que regresa y trae siete peores que él y la condición de la persona es peor que la primera. Por eso, debemos instruir a las personas cómo llenar el espacio vacío. Detrás de los pensamientos malos a menudo hay espíritus malos.
3. COMO TENER LA MENTE DE CRISTO
1Corintios 2:16, Seis aspectos para tener la mente de Cristo
1. Tenga la mente en Dios. Isaías 26:3. Conocer quién es Dios, con todos sus atributos.
2. Medite en Dios y en sus obras, para que crezca su fe, su mente sea controlada y, tenga disciplinas espirituales en su vida.
3. Tenga una Comunión directa con el Señor. Esta comunión hará que mi mente se abra.
4. Piense en el amor de Dios Cuando pienso en el amor de Dios, mis pensamientos cambiarán, serán diferentes comprenderé el amor de Dios y viviré confiado en que sus pensamientos me llevan a un camino de éxito y de bendición.
5. Tenga una mente agradecida. La mente agradecida hará que no se tenga una mente de queja. Esta mente rechaza cualquier pensamiento negativo y atrae bendiciones.
6. Tenga su mente en la Palabra de Dios. Josué 1:8. Si medita la Palabra, próspera y su camino será de éxito. Medite y sea sano. Proverbios 4: 20-22. Escuche y cosechará. La meditación en la Palabra hará que su mente sea renovada.
Significado de la Corona de Espinas :
Hablaba a la humanidad sobre la importancia de la mente y, la importancia de la renovación de la mente en el creyente. Era como si el Señor dijera que toda la maldición que habías recibido en tu mente por haberte apartado de mí, por haber estado en el pecado, por haber dejado mis mandamientos, la estoy llevando en la corona de espinas. Debemos renovar el espíritu de nuestra mente. Las situaciones que estamos viviendo hoy en día dependen mucho del espíritu de nuestra mente.
Para renovar la mente lo primero que tiene que venir a nuestra vida es el Espíritu Santo de Dios. Cuando una recibe al Señor como su Salvador, nace a una nueva vida y le empiezan a hablar de victoria en todas las áreas. Pero, cuando empezamos a revisar nuestra vida vemos y analizamos que eso no nos está sucediendo, nos preguntamos el ¿Por qué?
La respuesta es: El Espíritu Santo no podrá traer a nuestra vida la victoria, hasta que nuestra mente no esté sujeta a El. Cuando la mente está aferrada a las cosas terrenales y no sujeta al Espíritu, al Espíritu de Dios, no podrá venir a mi; Porque el Espíritu Santo viene solo a una mente en paz, apacible. Esto nos lo explica: El viento suave en la cueva cuando llega el Espíritu a Elías. La mente tiene que estar en paz en el tiempo de oración.
El Espíritu de Dios nos guiará a toda la verdad. El Espíritu Santo cuando viene a nuestras vidas y cuando llega a mi vida habla a mi espíritu y lo comunica a mi mente. Pero si llega y encuentra una mente confusa que no busca el reino de Dios y su justicia, sino otras cosas a través de medios no cristianos, esto hace que el ser humano pierda su sensibilidad para escuchar lo que Dios quiere dar a su vida.
Tres partes del mensaje:
1. Importancia de los pensamientos.
2. Condiciones de la mente.
3. Como tener una mente en Cristo.
La primera habla sobre lo que está pasando en mi vida. La segunda habla de porqué está pasando eso en mi vida. La tercera, que hacer en mi mente para tener un cambio.
1. IMPORTANCIA DE LOS PENSAMIENTOS
Efesios 1: 17 y siguientes. v. 18, Alumbrando los ojos de nuestro entendimiento, esto significa la mente, o sea alumbrando mi mente. La única manera que tú tienes de conocer el propósito de Dios, y la voluntad de Dios para mi vida es, que mi mente sea ILUMINADA por el Espíritu de Dios. Ejemplo: Oración de Jesús en el huerto de Gestsemaní: “Que se haga tu voluntad y no la mía.” Jesús sabía cual era la voluntad de Dios; El sabía el propósito de Dios; de su muerte en la cruz para salvar al mundo. Nosotros huimos cuando hay dolor y confusión porque no hemos dejado que el Espíritu Santo de Dios ilumine nuestra mente.
Si no hay paz, si no hay quietud, no podrás conocer la perfecta voluntad de Dios. Invitar a Jesús para que controle nuestra mente y nos muestre cuál es el propósito para mi vida y nos de paz. 2 Corintios 10: 3-5 La Biblia dice: Cual es el pensamiento del hombre, tal es él. Los pensamientos mandan sobre sus actos. Cómo operan los pensamientos en la vida de una persona. Cómo opera un pequeño pensamiento en la vida de una persona hasta convertirse en una estructura, una fortaleza*.
*FORTALEZA: Espíritus malignos asignados por Satanás para influir y controlar la mente de las personas. Fortalezas ideológicas. *FORTALEZA es un área en la cual Satanás nos mantiene en atadura debido a cierta manera de pensar. De un pensamiento se pueden crear o fortalezas o muchas doctrinas. Que tipos de pensamientos ha tenido usted en su vida que hoy están dando frutos de mal, en su ser. Cuando acepto fortalezas y estructuras en contra de Dios, entran en mi mente espíritus que contribuyen a que esos pensamientos se afirmen. No solo hay que renunciar a los pensamientos que se han vuelto fortalezas, sino a los espíritus que controlan esos pensamientos y atan la mente porque quieren impedir que la Palabra y las Promesas se hagan realidad en su vida. Ejemplo: Fortalezas alrededor de su hogar, en prosperidad, etc.
2. QUE CONDICIONES HAY EN LA MENTE DEL SER HUMANO
-¿Porqué ese tipo de pensamientos que usted tiene? Hay cinco (5) tipos:
A) Mente Desconcentrada en características que pueden estar en nuestra mente: Indisciplinada Efesios 4:7 Habla de la mente que esta pensando siempre en el por qué, pregunta muchas cosas, no tiene quietud para recibir. Lo razona todo, lo racionaliza y viene también el doble ánimo en esa mente que trae a su vida indecisión, confusión. Ejemplo: Jonás. Una mente inquieta que no atendió el llamado, su espíritu estaba adormecido. Mente inquieta en el momento de oración.
B) Mente confundida y dudosa. La mente dudosa quiere razonar y no obedecer, es de doble ánimo. Santiago 5: 1-8 No deben existir vacilaciones sino firmeza.Ejemplo de Duda: La Higuera.
C) Mente Incrédula. Esta es algo muy diferente, es cuando usted tiene el llamado de Dios y no obedece. Ejemplo: Hijo Epiléptico. Marcos 9:14-28; Cuando usted cree al llamado, a la Palabra, cuando cree en las Promesas, es un hombre obediente y así vendrá el fruto y la multiplicación. Si usted, rinde su mente a Dios, recibirá unción de discernimiento, de sabiduría, de entendimiento para que sea sensible a las Promesas, al llamado y a la Palabra.
D) Mente ansiosa y preocupada. Es aquella que todavía está buscando las cosas del mundo, como dice Mateo 6: 25 y siguientes. En la Biblia, hay muchos versículos que hablan sobre la ansiedad. Dejad vuestra carga sobre Jesús. Una mente ansiosa y preocupada trae división. La preocupación se da en las personas porque no han experimentado el amor del Padre. La mente ansiosa y preocupada impide que el Espíritu le hable a su corazón.
E) MENTE CRITICA, SUSPICAZ Y ENJUICIADORA. Mateo 7:1 Mente Critica: el corazón. Cada vez que ve a alguien está mirando el problema de esa persona. Proverbios 4. Nuestra mente tiene que tener pensamientos de bien para los demás, nunca pensamientos que no corresponden . Hay que sujetar la mente y disciplinarla,
F) MENTE PASIVA. Es aquella que no hace nada. Efesios 4:22-24; 5:15 Una mente pasiva es la que está abierta totalmente a las artimañas del enemigo. Es la que está controlada por un espíritu de pereza, de negligencia. Son mentes que han estado en ignorancia. Todo hijo de Dios, debe tener una mente con sabiduría e inteligencia porque la inteligencia proviene de Dios, no de los libros. En una mente pasiva entran espíritus de ignorancia y ocultismo por prácticas en contra de la Palabra de Dios. Cuando no se han derribado las fortalezas de la mente, ni se han liberado los espíritus, tenemos bloqueos para entender la Palabra de Dios. Cuando la mente está pasiva o sea sin llenarla de Palabra de Dios, el enemigo pone en nuestra mente argumentos en contra de la Palabra, de la Fe de la familia, del llamado del servicio. Por eso debemos avivar la mente de Palabra para que usted pueda comprender las Escrituras.
El lugar que le damos a Satanás a menudo es un espacio vacío. Una mente vacía (en blanco), como la que utilizan en las dinámicas mentales, puede llenarse fácilmente con toda clase de pensamientos erróneos y no se da cuenta que un espíritu diabólico los ha inyectado en su mente porque había un espacio vacío allí que llenar. Una manera de alejar las ideas equivocadas de mi mente, es mantenerla llena de Palabra de Dios. El diablo puede ser echado fuera, pero si vuelve a su antiguo hogar y lo encuentra vacío, como dice en Lucas 11: 24-26, que regresa y trae siete peores que él y la condición de la persona es peor que la primera. Por eso, debemos instruir a las personas cómo llenar el espacio vacío. Detrás de los pensamientos malos a menudo hay espíritus malos.
3. COMO TENER LA MENTE DE CRISTO
1Corintios 2:16, Seis aspectos para tener la mente de Cristo
1. Tenga la mente en Dios. Isaías 26:3. Conocer quién es Dios, con todos sus atributos.
2. Medite en Dios y en sus obras, para que crezca su fe, su mente sea controlada y, tenga disciplinas espirituales en su vida.
3. Tenga una Comunión directa con el Señor. Esta comunión hará que mi mente se abra.
4. Piense en el amor de Dios Cuando pienso en el amor de Dios, mis pensamientos cambiarán, serán diferentes comprenderé el amor de Dios y viviré confiado en que sus pensamientos me llevan a un camino de éxito y de bendición.
5. Tenga una mente agradecida. La mente agradecida hará que no se tenga una mente de queja. Esta mente rechaza cualquier pensamiento negativo y atrae bendiciones.
6. Tenga su mente en la Palabra de Dios. Josué 1:8. Si medita la Palabra, próspera y su camino será de éxito. Medite y sea sano. Proverbios 4: 20-22. Escuche y cosechará. La meditación en la Palabra hará que su mente sea renovada.
¡Proclamamos al Jesús vivo, y no simples doctrinas o teorías! / Autor: Raniero Cantalamessa omfcap.
"Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio; porque dice de él David: Veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que está a mi derecha, para que no vacile.
Por eso se ha alegrado mi corazón y se ha alborozado mi lengua, y hasta mi carne reposará en la esperanza de que no abandonarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu santo experimente la corrupción.
Me has hecho conocer caminos de vida, me llenarás de gozo con tu rostro.
"Hermanos, permitidme que os diga con toda libertad cómo el patriarca David murió y fue sepultado y su tumba permanece entre nosotros hasta el presente.
Pero como él era profeta y sabía que Dios le había asegurado con juramento que se sentaría en su trono un descendiente de su sangre, vio a lo lejos y habló de la resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne experimentó la corrupción.
A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos.
Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís.
Pues David no subió a los cielos y sin embargo dice: Dijo el Señor a mi Señor:Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies. =
"Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado." Hech 2, 22-36
Echemos un vistazo a algunas líneas de este pasaje: «Israelitas, escuchen mis palabras». Todos podemos recibir la autoridad de Pedro para hablar de esta manera. Recuerden que se trata del mismo hombre que, unos días antes, estaba tan asustado que fue intimidado en presencia de un siervo y una doncella. Ahora se yergue firme y se atreve a hablar de esta forma.
«Israelitas» -hoy podría significar «Pueblos del mundo, escuchen mis palabras». Desafió a quienes lo escuchaban y dijo: «¿Recuerdan a cierto Jesús de Nazaret, lo recuerdan? Una vez que todos hubieran recordado a Jesús de Nazaret, Pedro hizo caer un nuevo relámpago: «Ustedes lo mataron». Repitió tres veces esta acusación utilizando diferentes palabras. «Ustedes lo hicieron morir. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las garras de la muerte, y lo ha constituido Señor y Mesías."
El centro es Jesucristo
¿Qué significaba esto? Significaba que después de la llegada del Espíritu Santo, lo primero que hicieron los apóstoles (después de responder unas pocas preguntas de los judíos) fue dedicarse a lo más importante. Y lo más importante es Jesucristo. Cada vez que el Espíritu Santo viene a la Iglesia de manera renovada y refrescante, viene Jesucristo, el Viviente. Jesucristo se sitúa en el centro de todo. Se lo proclama en espíritu y poder, lo que significa en el poder del Espíritu.
Este es el primer modelo de evangelización, y si deseamos reevangelizar nuestro secularizado mundo moderno, así es como debemos comenzar: con Jesucristo en el centro, Jesucristo como el Señor. Se trata, repito, del modelo para cualquier evangelización. Debemos comenzar presentando al hombre moderno la persona de Jesús, o mejor aún, ayudando a la humanidad actual a establecer una relación personal con Jesús. Esta no es una consigna extraída de nuestros hermanos y hermanas evangélicos y pentecostales. Esta es una prueba, una gran realidad.
Lo que el mundo necesita es tener una relación personal con Jesús como Salvador y Señor. El problema es que el catolicismo, y otras denominaciones cristianas y protestantes están sufriendo más o menos el mismo problema. A mi entender, el problema es que nosotros los católicos hemos desarrollado en nuestra Iglesia una herencia doctrinal tan difundida, un Derecho Canónico, instituciones, liturgias, devociones y espiritualidad que podemos llegar a pasar por alto o abandonar las verdades básicas. Hemos desarrollado una herencia doctrinal tan enorme que no nos damos cuenta que es demasiado para una persona que todavía no conoce ni comprende a Jesús.
Es como ponerle una solemne vestimenta litúrgica a un niño. ¿Recuerdan ustedes una vestimenta muy ornamentada llamada «capa consistorial» que los sacerdotes se ponían para impartir la bendición o los sacramentos? Imagínense esa misma vestimenta muy pesada de oro sobre el cuerpo de un niño pequeño. Esta vestimenta se parece a nuestras ricas y sofisticadas concepción y doctrinas católicas, indiscriminadamente enseñadas a cualquier persona. Tenemos que seguir un orden correcto. Lo demás va llegando después y será muy apreciado.
Pero, primero debemos presentar a Jesucristo. Asegurarnos que las personas se acercan para conocer a Jesús, no necesariamente toda la teología sobre él, toda la Cristología, sino que conocen a Jesús de la manera que San Pablo lo hizo cuando dijo: Si alguien cree que puede confiar en la carne, yo puedo hacerlo con mayor razón: circuncidado al octavo día; de la raza de Israel, de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, un fariseo; por el ardor de mi celo, perseguidor de la Iglesia; y en lo que se refiere a la justicia que procede de la Ley, de una conducta irreprochable. Pero todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida a causa de Cristo. Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor». En esta caso en particular, no llamó a Jesús «nuestro Señor» sino «mi Señor personal». «Así podré conocerlo a él» Filipenses 3:4-11).
Proclamando a Jesús vivo y resucitado
Recuerdo un tiempo en que me dedicaba a enseñar una materia llamada «Introducción al Cristianismo». Había escrito y leído muchos libros sobre Jesucristo, pero hubo un momento en que me fue dada por lo menos una pequeña experiencia del Espíritu Santo. Ese momento llegó cuando estaba leyendo este pasaje de San Pablo. Me sorprendió cuando Pablo decía «Así podré conocerlo a El», ese sencillo pronombre personal «él». Dice más que lo que podríamos obtener de la lectura de muchos libros sobre Jesús. Significa a Cristo de carne y hueso. Un Jesús vivo- no simplemente doctrinas, o teorías o libros sobre Jesucristo.
Hace poco tiempo, asistí a una conferencia ecuménica en Orlando, Florida, en la que la principal preocupación era encontrar una base para un testimonio común entre todos los cristianos. Convinimos muy fácilmente en que esta base común es Jesucristo -la persona de Jesús. Podemos proclamar juntos a Cristo, sin distinciones de ninguna clase. Esta es la única doctrina o dogma cristiano que comparten todas las denominaciones. Incluso la doctrina de la Trinidad no es algo sobre lo que todos estén de acuerdo; existen discusiones entre los griegos, los ortodoxos y los latinos sobre el «Filioque», sobre la forma de comprender la procesión de la Trinidad. Jesucristo es la única herencia que compartimos sin discusión. Esa es la razón por la que debemos proclamar a Jesús como Salvador y Señor.
A partir de mi propia experiencia puedo observar que incluso si hablo de muchos conceptos hermosos, parece que nada sucede. Debemos proclamar a Jesús como Señor y Salvador, ayudar a las personas a comprender lo que significa tener a Jesús como su Salvador -no sólo teóricamente, sino que cada día tengan un Salvador, alguien que los conforte de la fatiga diaria, de sus pecados y de sus errores, y que los renueve. Él nos salva. Cuando ustedes proclaman a este Jesús vivo, crucificado y resucitado, siempre sucede algo.
Por eso se ha alegrado mi corazón y se ha alborozado mi lengua, y hasta mi carne reposará en la esperanza de que no abandonarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu santo experimente la corrupción.
Me has hecho conocer caminos de vida, me llenarás de gozo con tu rostro.
"Hermanos, permitidme que os diga con toda libertad cómo el patriarca David murió y fue sepultado y su tumba permanece entre nosotros hasta el presente.
Pero como él era profeta y sabía que Dios le había asegurado con juramento que se sentaría en su trono un descendiente de su sangre, vio a lo lejos y habló de la resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne experimentó la corrupción.
A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos.
Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís.
Pues David no subió a los cielos y sin embargo dice: Dijo el Señor a mi Señor:Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies. =
"Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado." Hech 2, 22-36
Echemos un vistazo a algunas líneas de este pasaje: «Israelitas, escuchen mis palabras». Todos podemos recibir la autoridad de Pedro para hablar de esta manera. Recuerden que se trata del mismo hombre que, unos días antes, estaba tan asustado que fue intimidado en presencia de un siervo y una doncella. Ahora se yergue firme y se atreve a hablar de esta forma.
«Israelitas» -hoy podría significar «Pueblos del mundo, escuchen mis palabras». Desafió a quienes lo escuchaban y dijo: «¿Recuerdan a cierto Jesús de Nazaret, lo recuerdan? Una vez que todos hubieran recordado a Jesús de Nazaret, Pedro hizo caer un nuevo relámpago: «Ustedes lo mataron». Repitió tres veces esta acusación utilizando diferentes palabras. «Ustedes lo hicieron morir. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las garras de la muerte, y lo ha constituido Señor y Mesías."
El centro es Jesucristo
¿Qué significaba esto? Significaba que después de la llegada del Espíritu Santo, lo primero que hicieron los apóstoles (después de responder unas pocas preguntas de los judíos) fue dedicarse a lo más importante. Y lo más importante es Jesucristo. Cada vez que el Espíritu Santo viene a la Iglesia de manera renovada y refrescante, viene Jesucristo, el Viviente. Jesucristo se sitúa en el centro de todo. Se lo proclama en espíritu y poder, lo que significa en el poder del Espíritu.
Este es el primer modelo de evangelización, y si deseamos reevangelizar nuestro secularizado mundo moderno, así es como debemos comenzar: con Jesucristo en el centro, Jesucristo como el Señor. Se trata, repito, del modelo para cualquier evangelización. Debemos comenzar presentando al hombre moderno la persona de Jesús, o mejor aún, ayudando a la humanidad actual a establecer una relación personal con Jesús. Esta no es una consigna extraída de nuestros hermanos y hermanas evangélicos y pentecostales. Esta es una prueba, una gran realidad.
Lo que el mundo necesita es tener una relación personal con Jesús como Salvador y Señor. El problema es que el catolicismo, y otras denominaciones cristianas y protestantes están sufriendo más o menos el mismo problema. A mi entender, el problema es que nosotros los católicos hemos desarrollado en nuestra Iglesia una herencia doctrinal tan difundida, un Derecho Canónico, instituciones, liturgias, devociones y espiritualidad que podemos llegar a pasar por alto o abandonar las verdades básicas. Hemos desarrollado una herencia doctrinal tan enorme que no nos damos cuenta que es demasiado para una persona que todavía no conoce ni comprende a Jesús.
Es como ponerle una solemne vestimenta litúrgica a un niño. ¿Recuerdan ustedes una vestimenta muy ornamentada llamada «capa consistorial» que los sacerdotes se ponían para impartir la bendición o los sacramentos? Imagínense esa misma vestimenta muy pesada de oro sobre el cuerpo de un niño pequeño. Esta vestimenta se parece a nuestras ricas y sofisticadas concepción y doctrinas católicas, indiscriminadamente enseñadas a cualquier persona. Tenemos que seguir un orden correcto. Lo demás va llegando después y será muy apreciado.
Pero, primero debemos presentar a Jesucristo. Asegurarnos que las personas se acercan para conocer a Jesús, no necesariamente toda la teología sobre él, toda la Cristología, sino que conocen a Jesús de la manera que San Pablo lo hizo cuando dijo: Si alguien cree que puede confiar en la carne, yo puedo hacerlo con mayor razón: circuncidado al octavo día; de la raza de Israel, de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, un fariseo; por el ardor de mi celo, perseguidor de la Iglesia; y en lo que se refiere a la justicia que procede de la Ley, de una conducta irreprochable. Pero todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida a causa de Cristo. Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor». En esta caso en particular, no llamó a Jesús «nuestro Señor» sino «mi Señor personal». «Así podré conocerlo a él» Filipenses 3:4-11).
Proclamando a Jesús vivo y resucitado
Recuerdo un tiempo en que me dedicaba a enseñar una materia llamada «Introducción al Cristianismo». Había escrito y leído muchos libros sobre Jesucristo, pero hubo un momento en que me fue dada por lo menos una pequeña experiencia del Espíritu Santo. Ese momento llegó cuando estaba leyendo este pasaje de San Pablo. Me sorprendió cuando Pablo decía «Así podré conocerlo a El», ese sencillo pronombre personal «él». Dice más que lo que podríamos obtener de la lectura de muchos libros sobre Jesús. Significa a Cristo de carne y hueso. Un Jesús vivo- no simplemente doctrinas, o teorías o libros sobre Jesucristo.
Hace poco tiempo, asistí a una conferencia ecuménica en Orlando, Florida, en la que la principal preocupación era encontrar una base para un testimonio común entre todos los cristianos. Convinimos muy fácilmente en que esta base común es Jesucristo -la persona de Jesús. Podemos proclamar juntos a Cristo, sin distinciones de ninguna clase. Esta es la única doctrina o dogma cristiano que comparten todas las denominaciones. Incluso la doctrina de la Trinidad no es algo sobre lo que todos estén de acuerdo; existen discusiones entre los griegos, los ortodoxos y los latinos sobre el «Filioque», sobre la forma de comprender la procesión de la Trinidad. Jesucristo es la única herencia que compartimos sin discusión. Esa es la razón por la que debemos proclamar a Jesús como Salvador y Señor.
A partir de mi propia experiencia puedo observar que incluso si hablo de muchos conceptos hermosos, parece que nada sucede. Debemos proclamar a Jesús como Señor y Salvador, ayudar a las personas a comprender lo que significa tener a Jesús como su Salvador -no sólo teóricamente, sino que cada día tengan un Salvador, alguien que los conforte de la fatiga diaria, de sus pecados y de sus errores, y que los renueve. Él nos salva. Cuando ustedes proclaman a este Jesús vivo, crucificado y resucitado, siempre sucede algo.
La familia: signo de la felicidad de Dios / Autora: Madre Teresa de Calcuta
Hoy en día hay muchos problemas en el mundo y yo creo que la mayoría de ellos comienzan en casa. El mundo está sufriendo tanto porque no hay paz. Y no hay paz, porque no hay paz en la familia. Debemos hacer de nuestras casas centros de compasión y perdonar sin cesar, y así habrá paz.
Ustedes deben ser una familia; ser la presencia de Cristo el uno para el otro. Dios ha instituido la familia para que sea Su Amor. Ámense los unos a los otros con ternura como Jesús los ama a cada uno de ustedes. Jesús siempre está allí, para amar, para compartir, para ser la alegría de nuestra vida.
El amor de Jesús para nosotros es incondicional, es tierno, siempre perdona, es completo. Sólo deja que la gente vea a Jesús en ti: que vea como rezas, que vea como llevas una vida pura, que vea como tratas a tu familia, que vea cuanta paz hay en tu familia.
La consideración hacia los demás es el punto de partida para una gran santidad. Si aprendes ese arte de la consideración, te harás más y más parecido a Cristo, porque Su corazón era manso y El siempre pensaba en las necesidades de los demás. Si tenemos esa consideración los unos por los otros, nuestras casas realmente se convertirnos en el hogar del Seor Altísimo.
¿Conoces primero a los pobres de tu propia casa?. Tal vez en tu casa haya alguien que se siente solo, no muy acogido, no muy amado. Tal vez tu esposo o tu esposa o tu hijo se siente solo. ¿Sabes eso? Hoy ni siquiera tenemos tiempo de mirarnos el uno al otro, de hablarnos, de divertirnos en la compañía de otros . . . Y as, cada vez estamos menos en contacto el uno con el otro. El mundo está perdido por falta de dulzura y amabilidad. La gente siente una gran hambre de amor porque todo el mundo tiene tanta prisa.
Sean felices... y dedíquense muy especialmente a ser un signo de la felicidad de Dios. La alegría se refleja en los ojos; es evidente cuando uno habla y camina. No la podemos encerrar dentro de nosotros mismos. Cuando la gente encuentre en tus ojos esa felicidad habitual, entenderán que ellos son los hijos amados de Dios. La alegría es muy contagiosa. Nunca sabremos todo el bien que una simple sonrisa puede causar. Sean fieles en las cosas pequeñas. Sonrían el uno al otro. Tenemos que vivir bellamente.
Si introducimos la oración dentro de la familia, la familia quedara unida. Se amarán los unos a los otros. Reúnanse por sólo cinco minutos. Es de allí de donde vendrá su fuerza. El tiempo que pasamos teniendo nuestra audiencia diaria con Dios es la parte mas preciosa de todo el día. Quiero que ustedes llenen sus corazones con un gran amor.
Hagan de sus casas y de sus familias otro Nazaret, donde el amor, la paz, la alegría y la unidad reinen. Porque el amor comienza en el hogar. ¡Que Dios los bendiga!
Ustedes deben ser una familia; ser la presencia de Cristo el uno para el otro. Dios ha instituido la familia para que sea Su Amor. Ámense los unos a los otros con ternura como Jesús los ama a cada uno de ustedes. Jesús siempre está allí, para amar, para compartir, para ser la alegría de nuestra vida.
El amor de Jesús para nosotros es incondicional, es tierno, siempre perdona, es completo. Sólo deja que la gente vea a Jesús en ti: que vea como rezas, que vea como llevas una vida pura, que vea como tratas a tu familia, que vea cuanta paz hay en tu familia.
La consideración hacia los demás es el punto de partida para una gran santidad. Si aprendes ese arte de la consideración, te harás más y más parecido a Cristo, porque Su corazón era manso y El siempre pensaba en las necesidades de los demás. Si tenemos esa consideración los unos por los otros, nuestras casas realmente se convertirnos en el hogar del Seor Altísimo.
¿Conoces primero a los pobres de tu propia casa?. Tal vez en tu casa haya alguien que se siente solo, no muy acogido, no muy amado. Tal vez tu esposo o tu esposa o tu hijo se siente solo. ¿Sabes eso? Hoy ni siquiera tenemos tiempo de mirarnos el uno al otro, de hablarnos, de divertirnos en la compañía de otros . . . Y as, cada vez estamos menos en contacto el uno con el otro. El mundo está perdido por falta de dulzura y amabilidad. La gente siente una gran hambre de amor porque todo el mundo tiene tanta prisa.
Sean felices... y dedíquense muy especialmente a ser un signo de la felicidad de Dios. La alegría se refleja en los ojos; es evidente cuando uno habla y camina. No la podemos encerrar dentro de nosotros mismos. Cuando la gente encuentre en tus ojos esa felicidad habitual, entenderán que ellos son los hijos amados de Dios. La alegría es muy contagiosa. Nunca sabremos todo el bien que una simple sonrisa puede causar. Sean fieles en las cosas pequeñas. Sonrían el uno al otro. Tenemos que vivir bellamente.
Si introducimos la oración dentro de la familia, la familia quedara unida. Se amarán los unos a los otros. Reúnanse por sólo cinco minutos. Es de allí de donde vendrá su fuerza. El tiempo que pasamos teniendo nuestra audiencia diaria con Dios es la parte mas preciosa de todo el día. Quiero que ustedes llenen sus corazones con un gran amor.
Hagan de sus casas y de sus familias otro Nazaret, donde el amor, la paz, la alegría y la unidad reinen. Porque el amor comienza en el hogar. ¡Que Dios los bendiga!
Sor Mari Luz: «Nadie es irrecuperable; he visto las mayores conversiones en la cárcel»
Esta hermana de las Hijas de la Caridad dedica su vida a atender a los presos
Fue a visitar a un preso que convive con el sida y le advirtieron que tenían que encerrarla durante el encuentro. «¿Qué miedo me va a dar si es mi hermano!», les recriminó a los enfermeros. Cuando abrazó al paciente este se puso a llorar. Traspasa las rejas y hace la revolución. Da palabras de la Biblia a los presos y los anima. «Si la voy a palmar», exclaman sin esperanza, pero al tiempo, estas personas llenas de heridas, de amargura y con mal aspecto, se transforman en evangelizadores de otros presos. Sor Mari Luz sólo quiere «dar contento a Dios por todos los que le rechazan».
Mónica Vázquez - Madrid.- La Razón Digital
Mari Luz, aunque pequeñita y delgada, es audaz y tiene una fuerza arrasadora. Esta hermana de las Hijas dela Caridad se acerca a los presos y les da una palabra de Dios que, según ellos, les cambia la vida.
«Me llaman sor Tripi, porque cuando voy a la cárcel se ponen mejor que si tomasen droga», explica la hermana Mari Luz. «Cuando tú vienes alegras el patio», «cuando usted se va queda el patio ¿con una paz!», le señalan los presos y funcionarios. Y ella sólo responde que «es la palabra de Dios la que siempre da paz».
Lo que no le falta a esta monjita es valentía. En Carabanchel va por el patio sola entre internos que muchos calificarían de «peligrosos». «Pero hermana ¿no le da miedo?», le preguntan. «¿Pero cómo me va a dar miedo si son mis hermanicos!». Lo mismo repite cuando va a la enfermería. En la sala para personas que conviven con el virus del sida, en el Hospital penitenciario de Carabanchel, algunos le han dicho: «hermana aquí no viene ni Dios». «Dios sí y yo también», les contesta. «Pero hermana si entra a la habitación, tengo que encerrarla con él». Ella sin problema. Basta con que diga sonriente «oye hermanico, que yo estoy aquí porque Dios te ama mucho» para que ellos se pongan a llorar.
Nadie es irrecuperable
«En el fondo todos los hombres son buenos, pero algunos son ignorantes, nunca han oído hablar de Dios. Muchos dicen este es irrecuperable , pero yo he visto aquí las mayores preciosidades de conversión», sostiene.
Sor Mari Luz ingresó a los 19 años en la congregación de las Hijas de la Caridad, aunque ya desde los siete sentía que «nadie podía llenar mi corazón más que Dios». Estudió magisterio y se dedicó a la educación de los niños hasta que comenzó a notar que muchos niños con problemas de estudios tenían algún familiar preso. Entonces le pidieron que visitara a una mujer mayor que estaba desesperada porque su hija había desaparecido. Finalmente encontraron a la joven en la cárcel de Picassent, Valencia, aunque después la trasladaron a la ex prisión de Yeserías en Madrid y Sor Mari Luz empezó a visitarla.
«Al principio iba a los locutorios, porque no pensaba entrar, pero me hicieron pasar al patio de las internas y esta chica venía junto con otras para que les hablara de Dios», añade. Su obra se extendió cuando comenzó a visitar en Carabanchel a los maridos o padres de estas mujeres. Al mismo tiempo asistía a los retiros de la Renovación Carismática Católica, donde surgió el deseo de formar un grupo de oración en todas las cárceles de España.
Muchos de los presos ya han estado en las asambleas de oración. «Cada vez que vuelven a la prisión los funcionarios me preguntan: hermana, ¿qué les ha hecho en el permiso que todos los internos vienen llenos de alegría? Y yo les digo que es Dios, que es tan bueno y tan precioso».
Muchos presos también la conoce como «Torbellino Mari Luz» por todo lo que provoca cuando va a visitarlos. En una cárcel llegó a formar reuniones de oración a la que asistían 120 personas privadas de libertad. Una vez la llamaron de Nanclares de la Oca (una cárcel de Álava) porque había un preso que se había intentado suicidar. «No tengo a nadie más que a la hermanita Mari Luz», musitó a los guardias. «Fui corriendo a ver al chaval y no veas que alegría se llevó», recuerda.
Un viento huracanado
Pero «Sor Torbellino» no evangeliza únicamente en la prisión. Cuando espera el metro o el autobús observa a las personas que están con el rostro triste. Se les acerca y sin pudor comienza a hablar: «pero no estés triste, mira qué palabra tiene Dios para ti». « La gente no lo rechaza, más bien le sorprende», asegura sonriente.
En una ocasión se topó con un interno que había hecho un pacto con el diablo y le exigían que violara a una mujer lo más joven posible o le matarían. «Tienes que renunciar a Satanás», le decía la hermana, «no puedo, no puedo», respondía él. «Con Jesucristo puedes porque Jesús le ha vencido». Aún así advierte: «abrimos una rendija a Satanás cuando nos dejamos llevar, porque entonces nuestra vida no es en verdad amor a nuestros hermanos».
«Lo que quiero es darle contento al Señor, darle descanso mientras otros le rechazan. Jesús es el más pobre de los pobres, siempre tan solo en el Sagrario», explica. Antes de entrar a la cárcel pide a Jesús: «la misericordia con la que tú amas a cada uno de nuestros hermanos, sólo quiero que conozcan lo maravilloso que es Dios».
Sor Mari Luz asegura que uno de los sitios en los que más cómoda se encuentra es en la prisión Herrera de la Mancha, en Manzanares, donde hay una capilla en la que puede orar antes de comenzar las visitas. Precisamente, a pesar de su plena actividad, vive en permanente oración siguiendo las enseñanzas del fundador de su orden, San Vicente de Paul, y de su lema: «no salgáis de la oración, hijas». Sor Mari Luz sabe cuál es el secreto para «vivir la presencia amorosa de Dios continuamente»: «Si yo puedo hacer todo esto es gracias a mis hermanitas, a mis superioras y a la Renovación Carismática».
Todo es don / Autor: P. Jesús Higueras
Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este acoge a los pecadores y come con ellos."
Entonces les dijo esta parábola.
"Un hombre tenía dos hijos;
y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda.
Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.
"Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad.
Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos.
Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.
Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre!
Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti.
Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros."
Y, levantándose, partió hacia su padre. "Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.
El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron la fiesta.
"Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
El le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano."
El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba.
Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!"
"Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."
Lucas 15, 1-3, 11-32
Desde pequeños, nos hemos acostumbrado a escuchar la parábola del hijo pródigo sin cuestionarnos su título, sin embargo, muchos hoy en día, están de acuerdo en que deberíamos cambiárselo por el de “La parábola del padre bueno”. Porque si hay algo que nos llame la atención, no es el hijo pródigo en el que tantas veces nos vemos reflejados cada uno de nosotros, ni siquiera en ese hermano mayor que representa un tipo de religiosidad un poco ajada y ritualista. Sobre todo, lo que sigue llamando la atención, es la figura del padre, que a pesar de que su hijo se marcha, haciendo daño y dejando heridas abiertas, siempre está con los brazos abiertos, aún a riesgo de parecer tonto. De hecho, en la parábola, al verlo de lejos, se conmovió, echó a correr, se le tiró al cuello y le llenó de besos. Así expresa Jesús el gozo y la alegría de Dios, su ternura y absoluto amor por sus hijos.
Creo que los dos hermanos coinciden en algo: ninguno de los dos valora a su Padre ni se dan cuenta del gozo que supone vivir con Él. Por eso, el pequeño se marcha y el mayor se aburre, dos actitudes que debemos cuidar para que no se hagan realidad en nuestra vida espiritual.
En el fondo, ninguno supo vivir el amor agradecido que define a todo buen hijo, y especialmente a los hijos de Dios. Dicen que a todo nos acostumbramos cuando se hace reiterativo, pero la lucha constante del cristiano debe incidir en saberse hijo de Dios y vivir como hijo de Dios, sin acostumbrarse a ese misterio de entrega, de donación, de regalo que es Dios. Porque Dios es el gran regalador. Todo nos lo ha regalado: la fe, la vida, los hijos, los hermanos, la salud, el poder reír, pensar... También nos regala el poder convertir el dolor y el sufrimiento en escuela de amor y en motivo de crecimiento, porque, “Todo es don” decía Sta Teresita del Niño Jesús, y sólo el que va viviendo la vida dando gracias por todo, sabe descubrir la belleza que hay a su alrededor y dentro de sí mismo, y vive feliz.
Da grima estar con esas personas que sólo saben quejarse, ver lo malo, incidiendo siempre en el lado negativo de las cosas, creyéndose más listos que los demás porque critican más o suponen segundas o terceras intenciones en las cosas. Ellos mismos están cansados y cansan a los demás.
Y da gusto estar con esa gente buena, que sabe desdramatizar las dificultades de la vida, y ve lo bueno y se goza en el bien, aunque a veces parezca tonto o ingenuo, no le importa lo que parece, le importa lo que es.
Dicen que ante una botella por la mitad caben dos posturas: “ ¡qué bien!, queda media botella” o “! que horror!”, falta media botella”. Debemos preguntarnos en qué postura nos situamos, en la positiva o en la negativa.
El cimiento de la vida cristiana es la filiación divina, que es la hermana gemela de la humildad. Ninguno de los hijos de la parábola se sabía hijo, porque ninguno valoraba los dones y los regalos que el Padre les daba continuamente. Y sobre todo el mayor de los dones: estar con el Padre y saber que todo lo del Padre era de ellos. Se perdieron el gozo de estar con Dios, disfrutar de su compañía, de su dadivosidad.
Le pido a Dios la conversión al amor agradecido, que la palabra “gracias” esté constantemente en mi mente, en mis labios y en mis afectos. ¡Se goza tanto con Dios!. Depende sólo de nosotros la interpretación que demos a los acontecimientos, e incluso esto también es un don del cielo que lo recibe aquél que lo suplica y se esfuerza en recibirlo.
He oido su voz / Autor: Jaume Boada i Rafí O.P.
Dice el Profeta Oseas: "La llevaré al desierto, le hablaré al corazón... recordaremos nuestro amor primero".
Es bueno recordar la "voz" del Señor que nos movió a iniciar este camino.
Era una llamada invitándome a tener una historia especial con Él. A buscarlo, consagrando todo mi ser al Señor, al Evangelio y al Reino.
Era la invitación a seguir de cerca de Jesús, de una forma radical; era la invitación a vivir el evangelio hasta las últimas consecuencias.
Y por esto me pregunto: "¿porqué, Señor, por qué me llamaste a mí, precisamente a mí? ¿Qué viste en mí, Señor, que te movió a llamarme, a escogerme? ¿Qué plan de amor pensaste para mi vida? Y hoy, ¿te hace feliz mi respuesta?".
Son preguntas necesarias para revivir el don de Dios que es la vocación.
Nuestra oración consistirá fundamentalmente en dialogar con el Señor sobre la llamada para recordar "nuestro amor primero".
La historia de cada una de nuestras vidas, la historia de nuestra vocación es, desde la fe, una historia de amor, del amor gratuito y generoso del Padre.
Son diversos los caminos que el Señor ha empleado para hacernos oír su voz: "En cuanto descubrí que existía Dios, comprendí que sólo podía vivir buscándolo".
Entre nosotros, en nuestras comunidades, habrá quienes se han sentido atraídos por lo absoluto de Dios y por la necesidad irresistible de vivir la plena y total comunión con Él, de consagrar todas las energías de la vida a buscarlo y a anunciarlo.
Otros han encontrado de modo concreto la persona de Jesús en su vida. Literalmente Jesús se ha apoderado de su corazón después de cruzarse en su vida...
Empiezan a percibir el presentimiento de que un día deberán abandonarlo todo para seguirle sin reservas. Y así lo hicieron, o así lo he hecho.
Otros han descubierto la necesidad, la miseria, la enfermedad, la soledad, la marginación, la incultura o la pobreza en los hombres, en los niños ... y a partir de este descubrimiento Dios hace nacer en su corazón el deseo de dedicar la vida a remediar, desde una consagración, estas carencias de los hombres, mujeres, hermanos.
Hay también quienes ya caminaban con Cristo pero de forma más bien solitaria o, quizá, marginada, desconocida, de incógnito. Y han sentido la necesidad de apoyarse en unos hermanos concretos y entrar en una "escuela espiritual" que alimente, apoye, proteja y favorezca este camino.
Otros, finalmente, han descubierto al Señor y al evangelio y han visto en ellos el único sentido de su vida. Y con una gran disponibilidad de corazón se han entregado al Señor para vivir con Él, hablar con Él, gozar de Él y ser testigos y profetas vivos del Señor que vive...
Cada una de nuestras vocaciones tiene una historia concreta: Dios se ha servido de personas, de acontecimientos, de circunstancias intranscendentes, aparentemente.
Todo ello constituye el hilo conductor con el que el Señor va tejiendo nuestra pobre y pequeña historia.
Mirando hacia atrás, es hermoso ver la mano de Dios, el Amor de Dios guiando con amor los pasos de nuestra vida.
Por esto, ahora, en este tiempo de Dios, en el diálogo orante con el Señor, yo te invito a preguntarte ante Él y en diálogo con Él: "Señor , ¿qué fue lo que me movió a decirte que sí?".
Pregúntale también, pregúntate a ti mismo, "¿Qué fuerza tiene hoy en mí mi "sí" del primer día?".
Es necesario dedicar un largo rato a recordar ante el Señor nuestro "amor primero" que siempre es nuevo cuando es un amor fiel. Como el olivo, que podrá tener un tronco centenario mientras que sus hojas siempre son nuevas.
No es una vuelta narcisista al pasado. Es importante recordar el comienzo como un punto de referencia ineludible. Y más aún cuando, con frecuencia, se da en nosotros una desviación del objetivo central de nuestra vida. Por esto, encierra una gran sabiduría el apotegma de San Antonio: "Cada día me digo: hoy comienzo".
BUSCAR Y ENCONTRAR
Cada uno de nosotros podría decir: "He oído su voz y me he decidido a buscarle".
Nuestra vida es un camino de oración y servicio, de trabajo y entrega, de tensión y distensión, de lucha y descanso.
Pero detrás de todo ello, como alma que da vida a todo, está el deseo de buscar y encontrar a Dios, de vivir a Dios, de vivir para Él, de Él y con Él.
Por ello quiero proponerte una serie de pequeños pensamientos para orar serenamente a los pies de Jesús:
Buscar a Dios consiste en dejarse amar por Él, permitir que Él posea tu vida, que Él sea el dueño de tu historia.
Buscar a Dios consiste en penetrar plenamente y sin miedo en su misterio y dejar que
Él penetre todo nuestro ser sin ponerle, por nuestra parte, ninguna clase de condición.
Quien busca a Dios de verdad comienza por olvidarse de sí mismo.
Vive dejándose llevar por Dios, en una actitud de disponibilidad total y de servicio a los hermanos.
El que desea encontrar a Dios lo busca por el camino del silencio, necesita tiempos, espacios de silencio.
No se hace notar, no quiere hacerse ver en nada. Camina, trabaja, lucha. Vive sin ostentaciones. Sin embargo, siempre tiene una palabra humilde de aliento para el hermano.
El tener en tu vida espacios de silencio y de oración para buscar a Dios explícitamente se convertirá en una necesidad para ti. Pero no olvides que no podrás callar ni hacer silencio para buscar a Dios si no has aprendido en la escuela del silencio a escuchar a tus hermanos.
Buscar a Dios es estar dispuesto a dejarte encontrar por Él, a permitir que su luz invada todos los rincones de oscuridad que haya en tu vida y que su amor siembre de comprensión, misericordia, bondad tu vida de relación y de servicio a los hermanos.
Buscar a Dios consiste en recordar que la Iglesia necesita de tu servicio, de tu trabajo apostólico, pero que también necesita de tu vida consagrada y centrada en Dios.
Si tu vida es una búsqueda de Dios, cuando hables de Él en tu servicio apostólico, no lo harás "de memoria". Hablarás, en cambio, de alguien a quien conoces, con quien hablas, convives... y a quien amas de verdad.
Buscar a Dios consiste en mantener vivo el deseo de Él. Di con toda tu fuerza:
"Oh Dios, Tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma tiene ansia de ti,
mi carne tiene sed de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua".
"Como suspira la cierva por los arroyos de agua,
así mi alma te busca a Ti, Dios mío".
"Es necesario que yo disminuya para que El crezca en mí".
Si buscas a Dios en verdad, descubrirás que necesitas ser pobre y sencillo en tu oración: irás a Él con la convicción de que está, de que te espera... y te limitarás a decirle: "Aquí estoy, Señor, a tu disposición". En tu tiempo de oración de hoy, díselo, repítelo con amor: "Aquí estoy, Señor, a tu disposición".
Para buscar a Dios es necesario que seas pobre, pobre de alma; has de dejar el equipaje que sobra y estorba, has de huir de todo lo que sea cobijo de tu egoísmo; deja también tus miedos, tus mediocridades, tu indolencia... pero sobre todo, deja a un lado tu temor al "¿qué me puede pedir el Señor?". Esta pregunta que tantas veces nos hacemos y que muchas veces condiciona, inconscientemente, nuestra entrega.
Buscar a Dios, buscarle, es amarle. Y para amar de verdad es necesario darse, abrir todas las puertas, estar dispuesto a todo con tal de complacer a quien amas. Es necesario que dejes libre tu corazón. Es una pena que una mezquindad limite el alcance de tu amor.
Buscar a Dios consiste en mantener viva la ilusión por conocerlo cada día más y estar dispuesto a dar tu vida por Él... a dar cada día algo nuevo de ti mismo para poderlo conocer, para poderte identificar con Él.
Buscar a Dios es vivir en su presencia. Reconocer sus pasos en la vida de cada día, su rostro en el de tus hermanos. Y al mismo tiempo consistirá en dejarte llevar, de verdad, por los criterios de Cristo hasta poder decir que tus palabras son las que el Señor espera de ti; que tus pasos son los que daría Cristo, que tu manera de mirar, amar y relacionarte con los hermanos equivalen a los que tendría Cristo.
La búsqueda del rostro del Señor la iniciamos cuando tomamos conciencia de la mirada de amor de Dios sobre nosotros. Es nuestra respuesta. La conciencia de sentirte y saberte mirado con amor por Dios es la base toda vida de entrega.
Pero no olvides que Dios te hizo libre y quiere "mendigar" tu consentimiento a su amor creador. Quiere buscarte dejándose buscar por ti.
Buscar a Dios es aceptar y desear ser conocido por Él. Abrir las puertas de la vida para dejar que la luz de su amor te inunde. Es ofrecer al Señor todo lo que tienes y todo lo que eres, en un movimiento interior de alabanza y acción de gracias tan fuerte que, después, pueda quedar plasmado en la vida.
Para acabar este tiempo de meditación, quiero recordar unas palabras de San Gregorio de Nisa: "Encontrar a Dios consiste en buscarlo sin cesar". En efecto, no son dos cosas distintas el buscar y el encontrar. Sino que el premio de la búsqueda está en la misma búsqueda. Así se ve satisfecho el deseo del alma aunque permanezca insaciable ... pues "ver a Dios" es no estar nunca satisfecho de desearlo.
A causa de la trascendencia de los bienes que descubre el alma, a medida que progresa, tiene la impresión de sentirse en el inicio de la ascensión. Y es porque el Señor repite: "Levántate" a aquella persona que ya está levantada; y "ven" a quien ya sale al encuentro; y aquel que corre hacia el Señor nunca tendrá espacio suficiente para correr.
Así, aquel que busca no se detiene nunca, y va de comienzo en comienzo, a través de comienzos que nunca tienen fin.
Es bueno recordar la "voz" del Señor que nos movió a iniciar este camino.
Era una llamada invitándome a tener una historia especial con Él. A buscarlo, consagrando todo mi ser al Señor, al Evangelio y al Reino.
Era la invitación a seguir de cerca de Jesús, de una forma radical; era la invitación a vivir el evangelio hasta las últimas consecuencias.
Y por esto me pregunto: "¿porqué, Señor, por qué me llamaste a mí, precisamente a mí? ¿Qué viste en mí, Señor, que te movió a llamarme, a escogerme? ¿Qué plan de amor pensaste para mi vida? Y hoy, ¿te hace feliz mi respuesta?".
Son preguntas necesarias para revivir el don de Dios que es la vocación.
Nuestra oración consistirá fundamentalmente en dialogar con el Señor sobre la llamada para recordar "nuestro amor primero".
La historia de cada una de nuestras vidas, la historia de nuestra vocación es, desde la fe, una historia de amor, del amor gratuito y generoso del Padre.
Son diversos los caminos que el Señor ha empleado para hacernos oír su voz: "En cuanto descubrí que existía Dios, comprendí que sólo podía vivir buscándolo".
Entre nosotros, en nuestras comunidades, habrá quienes se han sentido atraídos por lo absoluto de Dios y por la necesidad irresistible de vivir la plena y total comunión con Él, de consagrar todas las energías de la vida a buscarlo y a anunciarlo.
Otros han encontrado de modo concreto la persona de Jesús en su vida. Literalmente Jesús se ha apoderado de su corazón después de cruzarse en su vida...
Empiezan a percibir el presentimiento de que un día deberán abandonarlo todo para seguirle sin reservas. Y así lo hicieron, o así lo he hecho.
Otros han descubierto la necesidad, la miseria, la enfermedad, la soledad, la marginación, la incultura o la pobreza en los hombres, en los niños ... y a partir de este descubrimiento Dios hace nacer en su corazón el deseo de dedicar la vida a remediar, desde una consagración, estas carencias de los hombres, mujeres, hermanos.
Hay también quienes ya caminaban con Cristo pero de forma más bien solitaria o, quizá, marginada, desconocida, de incógnito. Y han sentido la necesidad de apoyarse en unos hermanos concretos y entrar en una "escuela espiritual" que alimente, apoye, proteja y favorezca este camino.
Otros, finalmente, han descubierto al Señor y al evangelio y han visto en ellos el único sentido de su vida. Y con una gran disponibilidad de corazón se han entregado al Señor para vivir con Él, hablar con Él, gozar de Él y ser testigos y profetas vivos del Señor que vive...
Cada una de nuestras vocaciones tiene una historia concreta: Dios se ha servido de personas, de acontecimientos, de circunstancias intranscendentes, aparentemente.
Todo ello constituye el hilo conductor con el que el Señor va tejiendo nuestra pobre y pequeña historia.
Mirando hacia atrás, es hermoso ver la mano de Dios, el Amor de Dios guiando con amor los pasos de nuestra vida.
Por esto, ahora, en este tiempo de Dios, en el diálogo orante con el Señor, yo te invito a preguntarte ante Él y en diálogo con Él: "Señor , ¿qué fue lo que me movió a decirte que sí?".
Pregúntale también, pregúntate a ti mismo, "¿Qué fuerza tiene hoy en mí mi "sí" del primer día?".
Es necesario dedicar un largo rato a recordar ante el Señor nuestro "amor primero" que siempre es nuevo cuando es un amor fiel. Como el olivo, que podrá tener un tronco centenario mientras que sus hojas siempre son nuevas.
No es una vuelta narcisista al pasado. Es importante recordar el comienzo como un punto de referencia ineludible. Y más aún cuando, con frecuencia, se da en nosotros una desviación del objetivo central de nuestra vida. Por esto, encierra una gran sabiduría el apotegma de San Antonio: "Cada día me digo: hoy comienzo".
BUSCAR Y ENCONTRAR
Cada uno de nosotros podría decir: "He oído su voz y me he decidido a buscarle".
Nuestra vida es un camino de oración y servicio, de trabajo y entrega, de tensión y distensión, de lucha y descanso.
Pero detrás de todo ello, como alma que da vida a todo, está el deseo de buscar y encontrar a Dios, de vivir a Dios, de vivir para Él, de Él y con Él.
Por ello quiero proponerte una serie de pequeños pensamientos para orar serenamente a los pies de Jesús:
Buscar a Dios consiste en dejarse amar por Él, permitir que Él posea tu vida, que Él sea el dueño de tu historia.
Buscar a Dios consiste en penetrar plenamente y sin miedo en su misterio y dejar que
Él penetre todo nuestro ser sin ponerle, por nuestra parte, ninguna clase de condición.
Quien busca a Dios de verdad comienza por olvidarse de sí mismo.
Vive dejándose llevar por Dios, en una actitud de disponibilidad total y de servicio a los hermanos.
El que desea encontrar a Dios lo busca por el camino del silencio, necesita tiempos, espacios de silencio.
No se hace notar, no quiere hacerse ver en nada. Camina, trabaja, lucha. Vive sin ostentaciones. Sin embargo, siempre tiene una palabra humilde de aliento para el hermano.
El tener en tu vida espacios de silencio y de oración para buscar a Dios explícitamente se convertirá en una necesidad para ti. Pero no olvides que no podrás callar ni hacer silencio para buscar a Dios si no has aprendido en la escuela del silencio a escuchar a tus hermanos.
Buscar a Dios es estar dispuesto a dejarte encontrar por Él, a permitir que su luz invada todos los rincones de oscuridad que haya en tu vida y que su amor siembre de comprensión, misericordia, bondad tu vida de relación y de servicio a los hermanos.
Buscar a Dios consiste en recordar que la Iglesia necesita de tu servicio, de tu trabajo apostólico, pero que también necesita de tu vida consagrada y centrada en Dios.
Si tu vida es una búsqueda de Dios, cuando hables de Él en tu servicio apostólico, no lo harás "de memoria". Hablarás, en cambio, de alguien a quien conoces, con quien hablas, convives... y a quien amas de verdad.
Buscar a Dios consiste en mantener vivo el deseo de Él. Di con toda tu fuerza:
"Oh Dios, Tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma tiene ansia de ti,
mi carne tiene sed de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua".
"Como suspira la cierva por los arroyos de agua,
así mi alma te busca a Ti, Dios mío".
"Es necesario que yo disminuya para que El crezca en mí".
Si buscas a Dios en verdad, descubrirás que necesitas ser pobre y sencillo en tu oración: irás a Él con la convicción de que está, de que te espera... y te limitarás a decirle: "Aquí estoy, Señor, a tu disposición". En tu tiempo de oración de hoy, díselo, repítelo con amor: "Aquí estoy, Señor, a tu disposición".
Para buscar a Dios es necesario que seas pobre, pobre de alma; has de dejar el equipaje que sobra y estorba, has de huir de todo lo que sea cobijo de tu egoísmo; deja también tus miedos, tus mediocridades, tu indolencia... pero sobre todo, deja a un lado tu temor al "¿qué me puede pedir el Señor?". Esta pregunta que tantas veces nos hacemos y que muchas veces condiciona, inconscientemente, nuestra entrega.
Buscar a Dios, buscarle, es amarle. Y para amar de verdad es necesario darse, abrir todas las puertas, estar dispuesto a todo con tal de complacer a quien amas. Es necesario que dejes libre tu corazón. Es una pena que una mezquindad limite el alcance de tu amor.
Buscar a Dios consiste en mantener viva la ilusión por conocerlo cada día más y estar dispuesto a dar tu vida por Él... a dar cada día algo nuevo de ti mismo para poderlo conocer, para poderte identificar con Él.
Buscar a Dios es vivir en su presencia. Reconocer sus pasos en la vida de cada día, su rostro en el de tus hermanos. Y al mismo tiempo consistirá en dejarte llevar, de verdad, por los criterios de Cristo hasta poder decir que tus palabras son las que el Señor espera de ti; que tus pasos son los que daría Cristo, que tu manera de mirar, amar y relacionarte con los hermanos equivalen a los que tendría Cristo.
La búsqueda del rostro del Señor la iniciamos cuando tomamos conciencia de la mirada de amor de Dios sobre nosotros. Es nuestra respuesta. La conciencia de sentirte y saberte mirado con amor por Dios es la base toda vida de entrega.
Pero no olvides que Dios te hizo libre y quiere "mendigar" tu consentimiento a su amor creador. Quiere buscarte dejándose buscar por ti.
Buscar a Dios es aceptar y desear ser conocido por Él. Abrir las puertas de la vida para dejar que la luz de su amor te inunde. Es ofrecer al Señor todo lo que tienes y todo lo que eres, en un movimiento interior de alabanza y acción de gracias tan fuerte que, después, pueda quedar plasmado en la vida.
Para acabar este tiempo de meditación, quiero recordar unas palabras de San Gregorio de Nisa: "Encontrar a Dios consiste en buscarlo sin cesar". En efecto, no son dos cosas distintas el buscar y el encontrar. Sino que el premio de la búsqueda está en la misma búsqueda. Así se ve satisfecho el deseo del alma aunque permanezca insaciable ... pues "ver a Dios" es no estar nunca satisfecho de desearlo.
A causa de la trascendencia de los bienes que descubre el alma, a medida que progresa, tiene la impresión de sentirse en el inicio de la ascensión. Y es porque el Señor repite: "Levántate" a aquella persona que ya está levantada; y "ven" a quien ya sale al encuentro; y aquel que corre hacia el Señor nunca tendrá espacio suficiente para correr.
Así, aquel que busca no se detiene nunca, y va de comienzo en comienzo, a través de comienzos que nunca tienen fin.
El Plan de Dios / Enviado por Mónica Heller
Los dinamismos presentes en nuestro ser más profundo nos impulsan en una dirección que asume nuestro quehacer en el mundo y lo abre a un horizonte infinito. Los seres humanos, desde lo más íntimo de nosotros mismos, estamos llamados a responder, con nuestra propia libertad, al llamado que el Señor nos hace. Dios, sobreabundando de amor, crea al ser humano para que se relacione familiarmente con Él, para que se comunique y asocie con otros seres humanos y para que, siendo señor de la creación, dé gloria y alabanza al Creador.
Resulta bien conocida, por nuestro estudio y reflexión, así como por la propia experiencia personal, la realidad del pecado original y las consecuentes rupturas que han quebrado el interior del hombre y su proyección. Sin embargo, aunque por el mal uso de la libertad humana se frustró -al menos momentáneamente- el designio divino, sabemos que «el plan de Yahveh subsiste para siempre, los proyectos de su corazón por todas las edades» (1) .
Así, por el gran amor de Dios, en el Señor Jesús hemos sido reconciliados, posibilitados de responder por entero a nuestra vocación. Él «manifiesta plenamente el hombre al propio hombre» (2) , y nos hace ingresar al horizonte de la gracia. El Señor Jesús, nuestro Reconciliador, es el núcleo del "proyecto misterioso" de Dios-Amor de llevar a su plenitud la historia humana, de modo «que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra» (3) .
Obediencia amorosa
Por lo dicho comprenderemos que toda auténtica realización humana pasa por el cumplimiento de ese Plan -personal y comunitario- , cumplimiento que encontramos plasmado en los dichos, hechos y vida del Señor Jesús. «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra» (4) . Para el Señor, la obediencia al Plan del Padre es lo central. Su obediencia está informada de amor, el mismo que se expresa también en amor a su Madre (piedad filial) y a nosotros, sus hermanos. Obediencia al Plan del Padre que, marcada por la dinámica de la alegría-dolor, por el signo de la Cruz, fructifica en multitud de bienes.
Recorriendo el camino de la Madre
Siguiendo la orientación de una espiritualidad mariano-cristocéntrica, no podemos dejar de acercarnos a nuestra Madre, María. Ella, ejemplo y guía, intercede por nosotros y nos pone en sintonía con el Espíritu Santo, por cuya acción y nuestra colaboración vamos siendo educados y conformados cada vez más plenamente a su Hijo. En Ella descubrimos cuatro dimensiones de la fidelidad al Plan de Dios: la escucha atenta a los signos por medio de los cuales Él nos habla, la apertura a la Palabra; la acogida, que nos lleva a asumir con alegría, prontitud y amor lo que hemos descubierto como parte de su designio; la coherencia, por la que respondemos con el compromiso de la propia vida (con nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes en sintonía con los del Señor); y la constancia, que es el mantenernos, en todo momento, en la coherencia.
El recordar el Plan concreto que Dios-Amor tiene para nosotros, el estar atentos a los signos por medio de los cuales ese Plan se manifiesta, el estar a la escucha del llamado que el Señor hace a la comunidad a la que pertenecemos, el acoger y responder a la invitación de ser reconciliadores permanentemente reconciliados en todos los ámbitos de nuestra sociedad, aquejada de tantos y tan graves y dolorosos males... constituyen algunos de los puntos de meditación y compromiso que la reflexión sobre el Plan de Dios nos presenta.
Para meditar
Dios tiene un Plan para nosotros: Is 48,17; Ef 1,3-10; Col 1,15-20.
Espera nuestra libre cooperación: Lc 1,22-25; Lc 1,38.
Puedo confiar en el Plan de Dios: Sal 19(18),8-9; Sal 23(22),1-4; Sal 33(32),10-12; Is 40,31; Jer 17,7-8; Mt 7,24.
No puedo confiar en mis propios planes: Prov 16,1-3; Prov 19,21; Prov 20,24; Is 29,15-16; Jer 10,23.
Dios permite pruebas para que fortalezcamos nuestra entrega a Él: Rom 5,2-5; Stgo 1,2-4; Stgo 1,12; 1Pe 1,6-7; 1Pe 4,13-14.
Docilidad al Plan de Dios
El mundo y el Plan de Dios
Con mucha frecuencia, el mundo -a través de los medios de comunicación, de opiniones generalizadas o hasta de comentarios bien intencionados- suele ofrecernos una imagen de la religión en la que ésta se reduce a una serie de prácticas externas, y una caricatura de Dios en la que Él termina siendo presentado como un ser caprichoso y arbitrario.
Dentro de esta perspectiva distorsionada, el Plan de Dios no pocas veces es considerado como el proyecto subjetivo y egoísta que esta divinidad tiene para nosotros y que nos impone como una meta de vida que, de no ser cumplida, merecerá un castigo terrible. Esta visión mundana a veces prevalece en nosotros y nos presenta a Dios como un rival o un ser lejano e indiferente, y en esa medida el Plan que tiene para nosotros aparece como algo opuesto a nuestra propia felicidad o simplemente como una realidad que nos resulta indiferente por no tener mucho que ver con nosotros.
El Señor Jesús y el Plan del Padre
Sin embargo, la entrega del Señor Jesús por todos los hombres nos revela desde lo alto de la Cruz el rostro auténtico de Dios, totalmente diferente del que nos pinta el mundo: un Padre lleno de amor, dispuesto a entregar a su Primogénito para restablecer con su creatura el vínculo roto por el pecado.
Así, para cumplir el designio de reconciliació n del Padre, y de manera totalmente gratuita y generosa, decide hacerse presente en medio de los hombres, aun a riesgo de ser recibido con desprecio e ingratitud, para revelarnos de manera personal el proyecto de vida que ha diseñado para nosotros: el Señor Jesús revela al ser humano cuál es el camino que tiene que recorrer para ser plenamente hombre.
Un Plan de sabiduría y amor
Basta conocer un poco al Señor Jesús para descubrir que a Él no lo mueven intereses mezquinos, sino un profundo amor, reflejo y expresión del amor del Padre que el mismo Jesús nos comunica: «Cual la ternura de un padre para con sus hijos, así de tierno es Yahveh para quienes le temen» (5) . Y Dios que nos ama, también nos conoce a cada uno de manera especial: «Yahveh, tú me sondeas y me conoces; sabes cuándo me siento y cuándo me levanto, mis pensamientos penetras desde lejos... no está aún en mi lengua la palabra, y ya tú, Yahveh, la conoces entera» (6) .
Dios, que conoce nuestros dinamismos fundamentales, nuestras necesidades interiores más auténticas -incluso aquellas que nosotros mismos no conocemos o que decodificamos erradamente- , nos ama con un amor y una ternura sin límites. Por eso Él quiere que seamos felices, y sabe cómo podemos lograrlo. Ése es justamente el Plan de Dios: aquel proyecto de vida que el Señor ha diseñado para cada uno de nosotros -movido por su amor y por el conocimiento perfecto que tiene de cada uno- y que es la única senda por la que podremos ser plenamente felices.
El ser humano es libre
La principal prueba de que el Plan de Dios es fruto del amor que el Creador tiene por cada hombre es la libertad. Dios no impone su Plan; se lo revela al ser humano por todos los medios posibles, pero lo deja en la libertad de poder escoger entre obedecer a sus dinamismos interiores, aceptando el proyecto de vida que Dios le propone, o rechazarlo, esclavizándose así a las presiones deshumanizantes del poder, el tener y el placer. El hombre concreto, cada uno de nosotros, puede escoger libremente. Dios respeta esa decisión; pero la opción libre no carece de consecuencias: «Te pongo delante vida o muerte, bendición o maldición. Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia, amando a Yahveh tu Dios, escuchando su voz, viviendo unido a él» (7) . La opción que tome, por tanto, marcará la diferencia entre la muerte y la vida.
Libertad y docilidad
El Plan de Dios es, pues, nuestro camino seguro a la vida. Pero , por la dramática experiencia del pecado, sabemos que haciendo un mal uso de nuestra libertad podemos elegir la perdición y la muerte. Lo que está en juego no es sólo un momento, es nuestra felicidad terrena y toda la eternidad. ¿Cómo hacer para no errar, para no optar en contra de nuestra propia vida?
Aquí es donde surgen la escucha y la docilidad como medios fundamentales para optar bien. Esta última consiste en la actitud interior que nos permite adherir, tras el asentimiento de la razón, nuestro sentimiento y nuestra voluntad a aquello que la fe nos ha revelado como cierto. La docilidad, por tanto, no es lo contrario a la libertad, sino a la rebeldía sin sentido que surge de ver a Dios como un tirano que pone en riesgo nuestra libertad. Esta virtud, que supone un nivel de dominio de sí al que se ha llegado por medio de la práctica de los silencios, prepara a la persona para que pueda encaminar libremente sus potencias para cooperar con la gracia que el Señor derrama y para remontar, con ella, todas las barreras interiores y exteriores que impiden adecuar la propia vida al Plan de Dios.
La docilidad de la Madre
«He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra» (8); «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su sierva» (9) . Tan pronto como aparece en el Nuevo Testamento, la figura de María nuestra Madre ya nos habla de esa actitud de docilidad y disponibilidad. Si María obedece no es porque carezca de voluntad o de inteligencia. Por el contrario, su docilidad es la consecuencia de la fidelidad a sus propios dinamismos interiores, que apuntan hacia Dios y al Plan de salvación que tiene para Ella. De esta manera, por su docilidad, María se libera de toda atadura que podría desviarla del proyecto de vida que la plenifica y se entrega plenamente, siendo consciente de que hay muchas cosas que no comprende y de que el camino de reconciliació n que emprende no estará exento de dolores y sufrimientos (10) . En María, la docilidad no se presenta como una actitud pasiva que simplemente se resigna ante los hechos. Al contrario, es una disposición activa que domina con firmeza las pasiones interiores para disponerlas y encaminarlas hacia el encuentro del Plan de Dios. «La fascinante respuesta de María -nos dice Lu is Fernando Figari- brota del corazón de una Mujer libre; es precisamente desde su libertad poseída, y haciendo ejercicio de esa misma libertad, que María responde: "Sí", "Hágase"» (11) .
La conclusión es evidente: «La vida de María nos invita a trabajar por la misma senda de cooperar con la gracia en el ejercicio del silencio que conduce a la virtud, al señorío sobre sí mismo» (12) . En esta cooperación generosa con la gracia entronca la virtud de la docilidad.
Para meditar
Ser dóciles al Plan de Dios: Jer 18,6; Hch 21,13-14; Rom 9,19-20; Ef 5,17.
Confiar en las promesas de Dios: Jn 6,39-40; 2Cor 1,18-22; Stgo 1,12.
Frutos de la docilidad al Plan de Dios: Prov 1,33; Is 48,18; Mt 7,21; 1Jn 2,17.
Jesús y María, modelos de docilidad: Mt 6,10; Mc 3,31-35; Mc 14,36; Lc 1,38; Jn 4,34; Jn 6,38; Flp 2,8; Heb 12,2-4.
Notas
1. Sal 33(32),11.
2. Gaudium et spe
3. Ef 1,10.
4. Jn 4,34; ver Jn 6,38; Flp 2,5-11.
5. Sal 103(102),13.
6. Sal 139(138),1-27. Dt 30,19-20
8. Lc 1,38.
9. Lc 1,46-48.
10. Ver Lc 2,35.
11. Lu is Fernando Figari, María, paradigma de unidad, Vida y Espiritualidad, Lima 1992, p. 11.
12. Allí mismo, p. 15.
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