San Lucas sitúa el envío de la Comunidad Cristiana en el día de Pentecostés (Hch 1,8), donde hubo una conversión masiva al escuchar el anuncio de un Cristo muerto y Resucitado (Hch 2,29-41; 10, 37-43; 1Co 1,18-25) como centro de la fe Cristiana (1Co 15,17)
Hay unos signos de credibilidad sobre esta predicación, voy a citar unos cuantos: Curación de un paralítico (Hch 3,1-10; 14,8-18); Pablo y Silas salieron de la cárcel por intervención de un ángel (Hch 16,25-40); o el mismo Pablo que resucita a un joven que se murió al caerse de una ventana cuando oía una Eucaristía presidida por Pablo (Hch 20,7-12).
El mandato de proclamar el Evangelio se adapta según las circunstancias de la Misión: En primer lugar tienen que hacer una división de funciones y crear el ministerio de la caridad para que los marginados sean atendidos en sus necesidades materiales (Hch 6,1-7)
Tras la Conversión de Pablo hay un reconocimiento expreso por la autoridad que Pablo tendrá como misión prioritaria la Evangelización de los gentiles –Missiones Ad Gentes- y Pedro la Evangelización de los judíos (Ga 2,8), donde se generará una serie de problemas por motivo de la circuncisión (para Pablo, los gentiles no estaban obligados) y se hace una Asamblea en Jerusalén para buscar una norma de Convivencia (Ga 2,1-7.9 = Hch 15,1-29; 16,4)
La Misión de Pablo es itinerante; pero cuando surge en el territorio, ciudad o pueblo misionado una Comunidad Cristiana, ordena a uno de Obispo para que se encargue de la animación y que ellos perseveren en la FE, como fue el caso de Timoteo (2Tim 1,6), que por el contenido de la Primera Carta vemos que supo trabajar muy bien y sacar vocaciones para sacerdotes, diáconos, ministerio de la Caridad y luchar contra los pseudos-predicadores.
Pablo tuvo bien en cuenta la cultura del destinatario y respectarla para hacer suyo aquellos elementos que se pueden iluminar desde la fe Cristiana para anunciar a Jesucristo (Hch 17), de tal manera que la Fe no sea una cosa impuesta desde afuera, sino que surja desde el interior de esa cultura, es lo que actualmente se llama inculturación.
La misión que se desarrolla en este libro de los Hechos, es el modelo que la Iglesia ha recuperado a la luz del Concilio Vaticano II.
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