«Obedecer a la palabra de Dios significa, en realidad, seguir las buenas inspiraciones. Nuestro progreso espiritual depende en gran parte de nuestra sensibilidad a las buenas inspiraciones y a la rapidez con la que respondemos. Una palabra de Dios te ha sugerido un propósito, te ha puesto en el corazón el deseo de una buena confesión, de una reconciliación, de un acto de caridad; te invita a interrumpir un momento el trabajo y a dirigir a Dios un acto de amor. No pongas excusas, no dejes que pase»
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