“No podemos olvidar que los pasos del Señor pasan por la Cruz y la negación de uno mismo. De hecho, ésta es la clave de nuestra fortaleza ante las dificultades y las crisis que inevitablemente hemos de vivir: el saber que ellas no son las grandes enemigas que vienen a destruir el sentido de la vida y a sumirnos en la desesperación, sino los instrumentos que vienen a purificarnos y a configurarnos con Cristo para poder participar de su plenitud de vida”
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