viernes, 9 de noviembre de 2018
Charles Hoffman era judío ortodoxo, pero en una Misa vio la Hostia en la elevación y dijo: «¡Creo! Señor y Dios mío»
* «Al instante, todas las tensiones dentro de mí desaparecieron, y me sentí en paz. Todo lo que había leído y estudiado sobre Jesús se reunió. ¡No más dudas ni deambular! Jesús es mi Salvador y mi Dios… Se hizo evidente que la Santísima Virgen María era el ser humano más grande jamás creado, superior incluso a los ángeles (…) María no puede ser nunca un obstáculo para Jesús. Ella sólo puede llevarnos a una relación personal más cercana con su Hijo. Después de todo, ¿quién lo conocía mejor que ella? Tengo dificultades para entender por qué María es casi totalmente ignorada por la mayoría de los protestantes y muchos católicos. Si ignoramos a María, es porque realmente no conocemos a Jesús, ni como Dios ni como Hombre»
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