* «En la catequesis fue como quitarme un velo de los ojos. Por primera vez sentí que Dios estaba cerca y me amaba: mi vida también podía romperse, pero esto no me arrancaría la posibilidad de ser feliz porque Dios me amaría de todos modos, aunque la realidad de mi vida pareciera una locura… Por otra parte, Chiara Corbella cambió mi forma de pensar. Ella estaba en constante diálogo con Dios y repetía que la posesión era lo opuesto al amor. Era cierto, yo quería poseer a las personas y al final no las amaba»
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