* «“Tú, Chus Bello, te has encerrado, has huido, has echado diez cerrojos… pero yo he entrado igualmente. Y aquí estoy yo ahora“. Las lágrimas que sucedieron a todo esto son difíciles de describir. Todo era Dios. Todo estaba en Él. Es como si hubiese hecho un viaje al espacio y viese todo, por fin, tan claro, con perspectiva»
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