* «Me fui adentrando en una vida de oración, de búsqueda constante de la presencia de Dios y de evangelización, ya que nació en mí el fuerte deseo de que todos experimentarán lo que yo, que se acercaran a Dios, que pudieran encontrar esa paz que hacía desaparecer la tristeza y esa sensación constante de vacío y sin sentido. Terminar mi noviazgo no fue tampoco algo fácil pero, finalmente, con el valor y la gracia que sólo Dios puede dar, fui capaz de dejar todo atrás e iniciar un camino de unión perfecta con Él»
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