* «¿Por qué tengo esperanza? Porque el Señor me ha salvado. Recordar lo que contemplamos y salir a anunciarlo con la palabra, con el testimonio de nuestra vida. Y, a pesar de todo, las dificultades y los sufrimientos no pueden ofuscar la luz de la Navidad, que inspira una alegría interior que nadie nos puede quitar»
* «Es importante redescubrir el nacimiento del Hijo de Dios como el mayor acontecimiento de la historia. Es el evento predicho por los profetas siglos antes de que ocurriera. Es el acontecimiento del que se habla todavía hoy: ¿cuál es el personaje histórico del que se habla como se habla de Jesús? Han pasado veinte siglos y Jesús está más vivo que nunca —y también más perseguido, muchas veces; también más manchado por la falta de testimonio de tantos cristianos—. Han pasado veinte siglos. Y los que se alejan de Él, con su comportamiento, todavía dan más testimonio de Jesús: sin Él el hombre cae en el mal: en el pecado, el vicio, el egoísmo, la violencia, el odio. El Verbo se ha hecho carne y habita entre nosotros: este es el acontecimiento que debemos redescubrir…. Y contemplar. Meditemos, contemplemos, recemos. Y aquí el ejemplo más bello nos lo da la madre de Jesús, María: guardaba en su corazón, meditaba…. ¿Y qué descubrimos al meditar? Descubrimos que Dios manifiesta su bondad en el Niño Jesús. Manifiesta su misericordia por cada uno de nosotros, y cada uno de nosotros sabe que todos necesitamos misericordia en nuestras vidas. Cada uno sabe y puede dar nombre y apellido a las cosas que están en su corazón y que necesitan la misericordia de Dios. En el Niño Jesús Dios se muestra amable, lleno de bondad y mansedumbre»
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