* «Estuve en un retiro Cristocéntrico en Estados Unidos hace seis años donde finalmente la gracia de Dios sanó el trauma del abuso sexual Por lo que hago profesionalmente he visto mucha gente llorar por el abuso sexual, intrafamiliar, verbal….. Soy testigo de lo debilitante que es en la vida y hay personas que por esto mismo no logran superarlo, no sienten la alegría que da vivir. La masturbación es una conducta adictiva que comienza cuando la dignidad es herida. Llena de vergüenza a quien la padece. Hoy día mucho más que antes, la psicología moderna está aconsejando a la persona tocarse, experimentar….. esto es un verdadero error. Pero también es cierto que hablar de masturbación es tabú en nuestra sociedad, porque es hablar de algo muy íntimo que ha vivido una persona y por supuesto que no es nada cómodo. Pero alguien que lo ha vivido y superado tiene que hablar. Por eso es que estoy hablando contigo, porque a mí me llevó toda una vida sanar, por eso mis conversiones han sido tan lentas. Cuando la humanidad está herida, cuando no hay raíces y principios sólidos, la Gracia no se recibe igual»
* «Es la primera vez que hablo de la masturbación y de estas cosas tan abiertamente, denunciando el daño espantoso que le hacen al alma. La gente tiene que saberlo. Si tienes este problema busca ayuda psicológica y espiritual. Conversa frecuentemente con un sacerdote, acude al sacramento de la confesión semanalmente y procura la comunión frecuente. Empéñate en la vida de oración. Lee la vida de san Agustín para obtener esperanza, si estás pasando por esta situación. San Agustín es un caso real, extraordinario de lo que puede hacer Dios para sanar la sexualidad. Dios nos quiere virtuosos, puros, castos. Ahora sé que por esto la castidad antes del matrimonio y dentro del matrimonio es importante. Pues Dios nos ha creado para darle Gloria en esta unión de hombre y mujer y traer vida al mundo. Cuando te masturbas te cierras a la posibilidad de la comunión y el Espíritu Santo no habita en tu alma. Además psicológicamente afecta tu auto-concepto y tu autoestima, pues empieza a generarse un sentimiento de culpa, vergüenza y rechazo. No cuento esta historia para que me miren a mí, sino para que miren las heridas que me impidieron tener una relación conmigo de amor y aceptación para poder tener relación con Dios»
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