* «Qué belleza la verdadera libertad cuando Cristo te hace libre; yo lo grito. No soy adicta ni a una pastilla, ni al alcohol, ni a un alimento; no soy adicta ni a un hombre. Mi única “droga” es el Amor de Dios. Dios dio la vida por ti en la cruz para que sepas lo valioso, lo maravilloso que eres para Él»
* «Vivo mi fe intensamente. Pienso, y después Dios me lo confirma. Tibio nada. O frío o caliente. O estás o no estás. Sí soy bastante radical, pero es que Jesús es radical; y si Él es nuestro ejemplo, no hay de otra. La Misa es mi alimento. Cuando yo tuve mi encuentro con Dios también corrí, corrí y me tuvieron que “amarrar” como unos seis meses porque era tanta mi emoción que yo se lo quería contar a todo el mundo: que el perfecto Amor, que Dios estaba vivo, que Jesús había resucitado. En vano sería nuestra fe si Jesucristo no hubiera resucitado. Y cuando estás en esta búsqueda, y no te quieres conformar con lo que el mundo te ofrece, te das cuenta de que debe haber algo más. Pero con tus ojos naturales no lo vas a ver sino con los ojos de la fe, y la fe la encontrarás escuchando las promesas de Dios, y las promesas de Dios las encuentras en el Evangelio. “¡Adelante! ¡Sigue avanzando! Ya sé que no Me puedes ver, pero Yo no fallo”. ¿Y cómo aplico todo esto a mi vida? Sin pesarlo, sin pensarlo. Siendo dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo. A veces no te das ni cuenta de lo que estás hablando porque simplemente es una convicción. Soy una mujer de convicciones firmes, y sé que esto me ha cerrado puertas; pero si estás en búsqueda de la verdad después ya no te vas a conformar»
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