* «Siempre había querido casarme y tener una familia. Al crecer como mormón, nunca dudé de que iría por ese camino. Había conocido a muchas parejas católicas maravillosas y admiraba la forma en que vivían su fe en el mundo. Pero también sabía que cualquier forma de vida a la que Dios me llamara necesitaba vivir al pie de la Cruz»