miércoles, 23 de abril de 2008
Líderes religiosos internacionales invitan a no relacionar religión con violencia
viernes, 11 de abril de 2008
Religiones por la paz: Personalidades civiles y religiosas firman la ‘Declaración de Montserrat’
Instan a la comunidad internacional a unir esfuerzos ante las amenazas aI la Humanidad y a no relacionar religión y violencia
“La información engañosa sobre el origen de los conflictos reclama un análisis inequívoco sobre la relación entre los sentimientos religiosos y la violencia, para avanzar hacia la construcción de paz". Así comienza la Declaración de Montserrat, un documento firmado el pasado 10 de abril por un grupo heterogéneo de importantes personalidades internacionales civiles y religiosas en el monasterio de Montserrat.
Con la firma de este texto, los asistentes al encuentro, promovido y organizado por la Fundación Cultura de Paz, quieren transmitir la idea de que las religiones no deberían ser nunca más origen de confrontación, y sí de conciliación.
Los firmantes reclaman la implicación de la sociedad civil para exigir a las autoridades que emprendan acciones. También quieren implicar a los gobiernos, organizaciones internacionales y líderes políticos y religiosos para que refuercen su papel como actores de la paz y la comprensión mutua.
Convocados por la Fundación Cultura de Paz, presidida por Federico Mayor Zaragoza, y acogidos por la Abadía de Montserrat y el abad Josep M. Soler, como anfitrión, entre los firmantes de la Declaración de Montserrat, además de los propios Federico Mayor y Josep M. Soler, destacan el obispo de Urgell y copríncipe de Andorra, Joan Enric Vives; Mohammed Jatami, presidente de la Foundation for Dialogue among Civilizations y ex presidente de la República de Irán; Aram I, Katholikós de Cilícia de la Iglesia Armenia Ortodoxa y presidente del Consejo de Iglesias de Oriente Medio; Abdulaziz O. Altwaijri, director general de la ISESCO; el rabino René-Samuel Sirat; Mar O. Oraham, de la Iglesia Asiria del Este; Kjell M. Bondevik, presidente del Oslo Centre for Peace and Human Rights i ex primer ministro de Noruega; Candido Mendes, secretario general de la Academia de la Latinidad, y William F. Vendley, secretario general de la Conferencia Mundial de Religiones para la Paz.
Texto íntegro de la Declaración de Montserrat
La información engañosa sobre el origen de los conflictos reclama un análisis inequívoco sobre la relación entre los sentimientos religiosos y la violencia, para avanzar hacia la construcción de paz mediante la prevención y la resolución pacífica. Si no analizamos y damos a conocer de un modo esmerado esta relación, algunos medios de comunicación y muchas personas de cualquier parte del mundo continuarán pensando y percibiendo que la religión es, a menudo, la que alimenta la violencia.
En 1994, en Barcelona, tuvo lugar una importante reunión entre los representantes de diferentes creencias y organizaciones religiosas (1), en la cual los participantes llegaron a la conclusión unánime de que las religiones, basadas en valores compartidos como la fraternidad, la solidaridad humana y el amor, no deberán ser nunca jamás origen de confrontación sino de conciliación.
Los conflictos dramáticos e inacabables de Oriente Próximo, como también los acontecimientos trágicos que han tenido lugar recientemente en otros lugares del mundo, requieren soluciones desde la toma de conciencia, del compromiso y de la implicación de la sociedad civil, que debe exigir a las autoridades que emprendan acciones y adopten medidas políticas.
Tal y como establecen el Informe de la Alianza de Civilizaciones y otros documentos, debemos intensificar nuestros esfuerzos para reducir las diferencias entre religiones y culturas mediante el diálogo y actuaciones concretas. Debemos superar las ideas falsas, los estereotipos, el lenguaje tendencioso y los conceptos que difunden los medios de comunicación y a menudo reproducen los líderes irresponsables. Debemos rebatir las actitudes que propagan la idea de un vínculo entre religión y violencia, extremismo e incluso terrorismo.
En este contexto, es urgente la necesidad de promover acciones que puedan contrarrestar la situación y las tendencias actuales, basadas en la fuerza y en la imposición. Debemos fomentar comportamientos y actitudes orientados a la acción y debemos dar a conocer el verdadero origen de los conflictos, incluyendo, si procede, las religiones y las ideologías. Hemos de ofrecer posibles soluciones para construir la paz e implantarla en la mentalidad de las personas, especialmente en los actores políticos y sociales y en los medios de comunicación.
Por lo tanto, reunidos en la edificante montaña y abadía de Montserrat, y dentro del marco del 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, reconfirmamos nuestra adhesión plena a los principios ratificados en la Declaración, como también en otros documentos (2) y acuerdos internacionales, que garantizan el derecho y el pleno respeto a la libertad de religión y otras creencias, y promueven el diálogo y la interacción con personas de otras afinidades e identidades, sean creyentes o no. En este sentido, parece esencial un encuentro y una puesta en común rápidos y eficaces entre los representantes de las religiones y las autoridades nacionales e internacionales, sobre todo para identificar los valores comunes y aprender a vivir con nuestras diferencias.
Destacamos la importancia que tienen hoy las identidades, las cuales, dejando aparte los extremismos, constituyen la base más poderosa para crear un modelo efectivo de coexistencia internacional. Estamos convencidos que es necesario construir una cultura de diálogo, alianza, no violencia y paz, y expresamos en voz alta nuestro apoyo convencido a todos los que dedican esfuerzos a este proyecto.
Invitamos a todos los líderes religiosos, a todos los niveles, desde la jerarquía más alta hasta la base popular, a reforzar y ejercer su papel crucial como actores de la paz y la comprensión mutua.
Invitamos a la sociedad civil y a los actores institucionales a trabajar en estrecha colaboración, diligente e incansablemente, con resolución e imaginación, para lograr los Objetivos del Milenio e ir más allá, y de este modo, acelerar la transición de la fuerza hacia la palabra, de la violencia hacia la armonía intercultural e interreligiosa, del enfrentamiento a la alianza, de una economía de guerra a una economía de desarrollo global, de una cultura de guerra a una cultura de paz basada en la justicia.
Realizamos un llamamiento especial a las comunidades educativa, académica, científica y artística, así como a las asociaciones intelectuales, grupos de expertos y medios de comunicación. Por su naturaleza misma, deberían convertirse en los principales paladines de la enseñanza y el aprendizaje de los derechos humanos, la tolerancia, los valores y un mejor equilibrio entre géneros.
Invitamos a los líderes políticos, a los Gobiernos y a las organizaciones internacionales –especialmente mediante una reforma exhaustiva del sistema de Naciones Unidas– a unir sus esfuerzos, guiados por “principios democráticos”, para hacer frente a las dificultades que amenazan a la Humanidad. Estamos convencidos de que, si los seres humanos lo desean, pueden transformar el mundo. Tal y como reconocen todas las religiones, no hay nada que esté fuera del alcance de la capacidad creativa del ser humano para distinguir.
(1) Declaración de Barcelona 1994: Declaración sobre el papel de la religión en la promoción de una cultura de paz, UNESCO. www.unesco.org/cpp/uk/declarations/religion.pdf
(2) Informe del Grupo de Alto Nivel de Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones: www.unaoc.org; Proceso de diálogo entre civilizaciones: www.unesco.org/dialogue, Fomento del diálogo interreligioso e intercultural, comprensión y cooperación para la paz. Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas A/RES/61/221, www.un.org/ga/61/
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Artículos relacionados:
Las religiones en la construcción de la paz: Encuentro internacional en Montserrat
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Fuente: Forum Libertas
lunes, 24 de marzo de 2008
El abad de Montserrat pide al Vaticano que acalle a la COPE
• El religioso sostiene que la radio de los obispos está "muy vinculada" al PP
EL PERIÓDICO /BARCELONA/ El abad de Montserrat, Josep Maria Soler, expuso ayer lo que, en su opinión, constituye todo un "misterio". A saber, que la COPE, propiedad de los obispos, mantenga en antena programas "agresivos con Catalunya" y que "presentan imágenes de responsables de Iglesia muy vinculadas a un partido político concreto" --en una referencia inequívoca al Partido Popular--, a pesar de "la cantidad de gestiones" ante la Santa Sede que han hecho en los últimos tiempos tanto él como algunos prelados "que no están de acuerdo" con los contenidos de la emisora radiofónica.
UNA LARGA HISTORIA
LA PRUEBA
sábado, 9 de febrero de 2008
Solemnidad de la dedicación de la Basílica de Montserrat / Autor: P. Abad Josep M. Soler
Publicamos la homilia del Abad del Monasterio de Montserrat, Josep M. Soler, peronunciada el domingo 3 de febrero, en la cual se disiente del documento publicado por el episcopado español ante las elecciones.
Homilía del P. Abad Josep M. Soler
3 de febrero de 2008
Is 56, 1-6; Heb 12, 18-19; Lc 2, 22-40
Cuando el peregrino ha subido la montaña -como vosotros hoy, queridos hermanos y hermanas- y llega a la plaza de Santa María, contempla la fachada de nuestro monasterio y en lo alto se encuentra con una frase latina: "Urbs Jerusalem Beata, dicta pacis visio"; es decir: "Ciudad santa de Jerusalén, llamada «visión de paz»". Esta frase corresponde a la liturgia de la dedicación de una iglesia; por lo tanto, a la liturgia del aniversario de la dedicación de esta basílica de Montserrat.
El peregrino que viene a visitar a Santa María en este santuario suyo es invitado, pues, a entrar en la basílica como si entrara en Jerusalén. De hecho, la experiencia de los peregrinos al llegar a este lugar es parecida a la descrita en el salmo: ¡Qué alegría! ...Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén (Ps 121, 1-2). La referencia a la "ciudad santa de Jerusalén" de la frase de nuestra fachada, tiene que ser entendida con un triple significado. Por una parte, evoca la Jerusalén bíblica, la capital histórica del pueblo de Israel, en la cual estaba el templo que hacía presente la gloria de Dios. Allí, los peregrinos subían, y suben todavía hoy, llenos de alegría para alabar el nombre del Señor, deseando la paz dentro de sus muros (cf. Ps 121, 4.8). La Jerusalén de la tierra, sin embargo, no es la definitiva. Hay otra Jerusalén, la del cielo, donde está la plenitud de la paz y de la luz sin ocaso porque la llena de claridad la gloria de Dios, Jesucristo es la lámpara que la ilumina (cf. Ap 21, 23). Es a esta Jerusalén sin oscuridad, ni luto, ni llanto, ni muerte porque Dios estará con ellos y enjugará las lágrimas de los ojos (cf. Ap 21, 4), a la que apunta la frase de nuestra fachada. Entre las dos realidades, entre los dos significados de la frase, hay otro. La Jerusalén futura es anticipada, en favor de los que hacemos camino hacia ella, en los lugares donde se reúne la comunidad cristiana para escuchar la Palabra de Dios y celebrar los sacramentos; es decir, en las iglesias. En esta basílica, también.
Por eso, el peregrino de Montserrat, una vez ha atravesado los arcos de entrada al recinto y ha tomado conciencia de que en la basílica encontrará la gloria de Dios en la Palabra proclamada y en la celebración de los sacramentos, es invitado por una
inscripción que hay en el centro del atrio a alimentarse de Jesucristo, el hijo de la Virgen María, con el fin de poder continuar su camino de la vida hacia la Jerusalén del cielo. Hacerse peregrino de Santa María es tomar conciencia de que toda la vida es una peregrinación para encontrarse con su Hijo divino en la plenitud de la ciudad de la paz.
La salvación que, según el evangelio que hemos escuchado, Jesús llevó a la casa de Zaqueo y que motivó su conversión y su compromiso hacia los otros, se hace realidad, también, en esta basílica. El Señor entró el día de la dedicación, hoy hace 416 años, y aquí anuncia día tras día su Evangelio. Aquí se deja encontrar por los que lo buscan sinceramente, aunque su vida no haya sido muy digna. Aquí les ofrece la posibilidad de conversión y el perdón, junto con la alegría profunda de la salvación; les da la gracia para tener un trato justo, equitativo y lleno de amor a los otros. Aquí él se hace presente en la mesa eucarística para ser alimento en nuestro camino, a veces pesado pero siempre sostenido por él y animado por la mirada serena de la Imagen Morena de su Madre.
El camino de la vida, lo hacemos junto con mucha otra gente, y son numerosos los que no comparten nuestra fe. En la escuela de la Iglesia, iluminada por el magisterio del concilio Vaticano II, hemos aprendido que los cristianos, respetando las
conciencias de las personas y la autonomía de la comunidad política, tenemos que ser, al estilo de Jesús, servidores de la sociedad de la cual formamos parte. Sabemos que ningún proyecto contingente, de carácter sociológico o político, puede pretender tener la exclusividad de representar el Evangelio. En nuestra sociedad plural, los miembros de la Iglesia no podemos pretender tener ningún monopolio; tenemos que proponer de una manera serena, atrayente y esperanzada, sin imposiciones, la luz que nos viene del Evangelio sobre la persona humana y la convivencia en sociedad. Lo tenemos que hacer a través del diálogo y de la misericordia, y no de la confrontación. Este diálogo tiene que partir de la convicción profunda de la propia identidad cristiana y tiene que aceptar respetuosamente a los otros que no tienen en la Iglesia su hogar espiritual (cf. Obispos de Cataluña, "Creer en el Evangelio...", n. 7), con voluntad de convivencia y de construir juntos una sociedad más humana, más justa, más respetuosa de la dignidad y de los derechos de cada persona; eso nos pide trabajar por la paz con todos los medios éticamente legítimos. Estas convicciones nos tienen que guiar en nuestro camino de la ciudad terrenal a la ciudad del cielo.
Hoy, nosotros -los peregrinos de Montserrat y los que participáis en esta celebración por medio de la radio y la televisión- somos invitados, no sólo a vivir en esta basílica la alabanza y la plegaria como anticipación de la Jerusalén celestial, sino también a descubrir nuestro misterio interior de bautizados. No sólo la basílica es un templo. También lo es el cristiano. Lo diremos en el canto que acompañará la comunión, repitiendo unas palabras de san Pablo: sois templos de Dios y el Espíritu de Dios habita en vosotros. El templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros (1Cor 3, 16-17). A partir de estas palabras entendemos mejor el significado de esta basílica y de todas las iglesias y capillas del mundo. La gloria de Dios está presente en esos lugares y Jesucristo actuando junto con el Espíritu Santo para que nosotros seamos templos de Dios y el Espíritu habite en nuestro interior. Ésta es, por gracia, nuestra dignidad. Y a esta dignidad misma es llamada la humanidad entera. Por eso cada persona es sagrada y merece el mayor respeto.
Peregrinos de Santa María como somos, celebramos con gozo y con agradecimiento el aniversario de la dedicación de esta basílica, casa solariega de nuestro pueblo, y acogemos la salvación que nos es ofrecida.