* «Hacer nacer a Jesús significa renovar la decisión de no vivir ya para nosotros mismos, sino para Aquel que nació, murió y resucitó por nosotros (cf. Rom 14, 7-9). “Donde nace Dios, el hombre muere”, fue el slogan de un cierto existencialismo ateo. ¡Es verdad! Sin embargo, el que muere es “el hombre viejo”, corrompido y destinado, en cualquier caso, a terminar en la muerte, y el que nace es el hombre nuevo, “creado en la justicia y la verdadera santidad” (Eph 4,24), destinado a vivir por la eternidad. Es una empresa que no terminará con la Navidad, pero sí que puede comenzar con ella»
Video completo en italiano de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la 2ª Predicación de Adviento del Cardenal Raniero Cantalamessa al Papa y la Curia. Puedes habilitar los subtítulos de la traducción automática al español
* «Son bien conocidas y repetidas las palabras de san Agustín sobre la fe de María: ‘La Virgen María dio a luz al creer lo que había concebido. Después de que el ángel hubo hablado, llena de fe, ella, concibiendo a Cristo primero en su corazón que en su vientre, respondió: ‘Heme aquí, soy la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra’. Hay que completar la lista con lo que sucedió después de la Anunciación y de la Navidad. Hay hechos aparentemente contradictorios que María confronta dentro de sí, sin comprenderlo todo. Todos los avatares de la vida de su Hijo, toda la hostilidad y las progresivas deserciones a su alrededor, tuvieron una profunda repercusión en su corazón de Madre. Finalmente llegamos a la cruz. Ella está allí, impotente ante el martirio de su Hijo, pero consiente con amor. Es una réplica del drama de Abraham, pero ¡cuánto más exigente! Con Abraham, Dios se detiene en el último momento, pero no con ella. Acepta que su Hijo sea sacrificado, lo entrega al Padre, con el corazón quebrantado, pero firme, fuerte en su fe. Aquí es donde la voz de María alcanza su nota más alta. Lo que el Apóstol dice de Abraham debe decirse de María con mucha mayor razón: María creyó, esperando contra toda esperanza, y así llegó a ser madre de muchos pueblos (cf. Rom 4, 18)»