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miércoles, 10 de octubre de 2007

Reflexión sobre la castidad / Autor: Jorge Enrique Mújica, LC


Hoy por hoy, al referirse o al escuchar hablar de la castidad pareciera hacerse alusión a una de esas virtudes destinadas a la extinción. Apenas se escucha la palabra “castidad” y parece sonar, para una gran mayoría, a residuo de tiempos pretéritos vivida por algunos que no acaban de adaptarse a los tiempos que corren. Sí, la castidad está a la baja, pero no es la fama lo que le confiere valor a la virtud.

Ciertamente conviene hacer una distinción entre la castidad y ese grupo de virtudes que, digámoslo así, son parte de la misma familia y, en el lenguaje popular, se toman como equivalentes. Es el caso de la virginidad, la pureza, la continencia y el celibato. ¿No son palabras sinónimas? Estrictamente no. En el fondo guardan implicaciones comunes pero no significados idénticos.

Virgen es la persona que jamás ha tenido relaciones sexuales; puro es aquello libre y exento de toda mezcla de otra cosa (se dice por ejemplo que es oro puro cuando no tiene mezcla con otro mineral y se aplica por analogía al ser humano); continente es aquel que modera sus pasiones y sentimientos, quien se abstiene sexualmente; célibe es aquel que no ha tomado matrimonio; casto es aquel que se abstiene de todo goce carnal, esté casado o no. En el fondo subyace un elemento común: el físico relacionado con la sexualidad.

En el Cantar de los cantares, ese gran poema divino de amor, hay un versículo que me cautivó desde la primera vez que lo leí. Lleva en sí la frescura más radical de una auténtica declaración de amor; es la afirmación de querer entregar libre y totalmente el don más absoluto de sí mismo a la persona amada de una vez y para siempre: “Todos mis frutos deliciosos los he guardado para ti, oh Amado mío” (Ct 7, 14). Cómo no penetrar en la riqueza guardada en este minúsculo verso.

“Todos mis frutos deliciosos…”

Le sucedió a san Bernardo, muy joven, cuando todavía no entraba en la vida monástica. En cierta ocasión, cabalgando lejos de su casa con varios amigos, les sorprendió la noche, de forma que tuvieron que buscar hospitalidad en una casa. La dueña les recibió bien, e insistió en que Bernardo, como jefe del grupo, ocupase una habitación separada. Durante la noche, la mujer se presentó en la habitación con intenciones deshonestas. Bernardo, en cuanto se percató de lo que se avecinaba, fingió con gran presencia de ánimo creer que se trataba de un intento de robo, y con todas sus fuerzas empezó a gritar: “¡ladrones, ladrones!” La intrusa se alejó rápidamente.

Al día siguiente, cuando el grupo se marchaba cabalgando, sus amigos empezaron a bromear acerca del imaginario ladrón; pero Bernardo contestó con toda tranquilidad: –“No fue ningún sueño; el ladrón entró indudablemente en la habitación, pero no para robarme el oro y la plata, sino algo de mucho más valor”.

Algo de mucho más valor… mis frutos deliciosos… Sólo se da todo lo más valioso a quien en verdad lo merece. Sólo se puede dar lo más valioso de una vez y para siempre. Y darlo todo de una vez y para siempre implica que jamás se ha dado nada a nadie, ni una parte.

"...los he guardado…”

Angela Ellis Jones, abogada británica de poco más de 47 años, no puede sentirse en desventaja ante lo que suele llamarse una mujer “liberada”. Ha dirigido una asociación universitaria, ha intervenido muchas veces en programas de televisión y es activista política. No es creyente. El 12 de diciembre de 1996 escribió en el “Daily Telegraph”: “Hoy día, la mayoría de las mujeres sostiene su derecho a la libertad sexual. Pero la única libertad sexual que yo he deseado es la de estar felizmente casada. Desde mi adolescencia sabía que había de guardarme para el matrimonio, y nunca he tenido la más mínima duda sobre mi decisión”.

Darlo todo de una vez y para siempre significa que se ha ido acumulando eso que se desea dar porque quiere entregarse como el mejor y más pleno regalo en su momento; darlo todo de una vez y para siempre lleva en sí el plus del esfuerzo, las fatigas, la fidelidad, las luchas y combates por velar y defender íntegramente aquello que se ha guardado con tanto esmero para ofrecerlo sin mancilla.

“…para Ti, oh Amado mío.”

Se atribuye al pianista y compositor Isaac Albéniz un hecho que demuestra cómo se ha de guardar el corazón para impedir la infidelidad, cueste lo que cueste. Se encontraba en París cuando envió a su mujer, que se hallaba en España, un telegrama que decía: “Ven pronto. Estoy gravísimo”. Cuando la esposa llegó a toda prisa a la capital francesa, encontró al marido en la estación esperándola, y parecía a primera vista rebosar de salud por todos los poros. Un tanto indignada preguntó:
– “¿Pero no estabas enfermo?”
– “Sí –contestó el músico–, gravísimo. Estaba empezando a enamorarme

Darlo todo de una vez y para siempre es el culmen del amor. No es “a ti y a ti y a ti y a ti” sino a esa persona Amada y sólo a ella.

***

Históricamente la castidad ha estado muy vinculada a la opción de vida que muchos hombres y mujeres hacen en la Iglesia católica. Ciertamente no es únicamente el elemento externo el que prima aquí.

Podemos decir que aunque la virtud es siempre la misma, el modo de actuarla es distinto en un matrimonio que para un consagrado a Dios. Indiferentemente podemos afirmar que es una virtud a la cual estamos llamados todos.

Para los consagrados a Dios, la institución de este estado se encuentra descrita en el capítulo 19 del Evangelio de san Mateo: “Porque hay eunucos que nacieron así en del vientre de su madre, los hay que fueron hechos por los hombres y los hay que se hicieron a sí mismo tales por el Reino de los cielos. El que pueda entender que entienda”.

La palabra “eunuco” (hombre castrado que se destinaba en los serrallos a la custodia de las mujeres) suena algo dura a nuestros oídos actuales y efectivamente también lo era a los oídos de los hombres de los tiempos de Jesús. Pero para Jesús la palabra “eunuco” adquiere un significado diverso, no físico sino moral. Nació así la carta magna de la castidad, un estado de vida hasta entonces inexistente en el ambiente judío –y en muchos otros ambientes– e instituido por el mismo Jesús.

La castidad no significa esterilidad sino máxima fecundidad. El pueblo cristiano lo sabe bien al grado de haber atribuido espontáneamente el título de “padre” a los sacerdotes y de “madre” a las religiosas. Para los religiosos (as) y sacerdotes católicos no se trata de renunciar a un amor “concreto” por un amor “abstracto”, a una persona real por una persona imaginaria; se trata de renunciar a un amor “concreto”, a una persona real por otra Persona infinitamente más real.

Todos los motivos para escoger la castidad se resumen en la expresión: “Por el Reino de los cielos” que es lo mismo que por el Reino de Dios. No se escoge la castidad para entrar en el Reino de los cielos sino porque el Reino ha entrado en uno.

Pero en la enseñanza de Jesús no todo queda reducido a la parte física externa de la sexualidad, como habíamos señalado. También mira a la parte afectiva. Así, podemos hablar de una castidad en los afectos; una castidad con la misma importancia y valor que la física y a la que también están llamados los matrimonios. La castidad afectiva es una manifestación de la fidelidad.

***

La castidad es una virtud muy humana que el tiempo no podrá despojar de su valor. Como todas las virtudes no viene nunca sola sino acompañada de algunas que le preceden (humildad -hay una gran afinidad entre soberbia y lujuria: la lujuria es el orgullo de la carne y el orgullo la lujuria del espíritu-, generosidad y amor) y otras que le nacen como fruto (dominio de sí, fidelidad, coherencia, etc.). En todo caso, la castidad siempre es un don de Dios que está en nuestras manos cultivar o dejar se marchite. Digo, si la dejamos marchitar algún día nos presentáremos ante el juez que nos pedirá cuenta de los donde recibidos, ¿qué le responderemos entonces? No está de sobra recordar que nuestras respuestas se construyen ahora, no luego.

Desagravios / Enviado por Viviana Baigorría


Hay cosas en la vida que no se pueden echar atrás, pueden causar grandes heridas o destruir en un segundo lo que en mucho tiempo se quiso construir o cultivar…
La piedra lanzada que llega a golpear; la palabra dicha en un momento de enojo que logra herir, el paso mal dado que hace caer, el vaso que se quiebra, el corazón destrozado, el papel roto en pedazos, las flores que en vida no se regalaron, la ficha mal movida que hizo perder la partida…

Hay quienes viven atormentados y no se perdonan los errores cometidos o el dolor que en algún momento pudieron haber ocasionado; lo que debía haberse hecho y no se hizo, las palabras que no fueron pronunciadas, el abrazo que nunca se dio, el golpe que quizás se lanzó, el vidrio roto, el agua derramada, la hoja quemada; la vida destrozada o acabada, la infancia perdida, la inocencia arrebatada, los vacíos que nunca se llenaron, el hambre y la sed que jamás consiguieron ser saciadas…

Cada segundo de vida no se repite, el tiempo no retrocede, y aunque se quiera volver a empezar, no se puede borrar lo que pasó, por eso hay que pensar muy bien antes de actuar o de hablar.

Quizás suene pesimista esta realidad, pero no podemos ir por el mundo sin rumbo, sin tomar conciencia de lo que se dice y de los pasos que se dan; a veces es necesario caer para aprender a caminar, llegar a perder para lograr valorar…

Hay heridas que el ser humano no puede sanar, vacíos que no se alcanzan a llenar, vasijas que parecen imposibles de reparar; solo el Amor de Dios tiene el poder de saciar, reconstruir y renovar; Él logra apreciar la belleza que nadie jamás vio, ofrecer un Amor restaurador, romper las cadenas que no se habían podido arrancar, borrar un pasado oscuro que la luz del presente no dejaba apreciar. Él abre los ojos de tantos que no ven, hace caminar a los que no lo saben hacer, sólo basta abandonarse en sus manos y ante todo creer.

No todo está perdido, siempre tendremos otra oportunidad, cada nuevo día es una puerta que se nos abre, para mirar al futuro, retomar las riendas del presente y avanzar, hasta la meta cumplir y hacer nuestros sueños realidad.

El amor de Dios es tan grande que todo lo perdona, no deja de confiar en sus criaturas, a nuestro lado siempre está, Él no nos abandona, somos nosotros lo que a veces su mano soltamos; Él está siempre ahí, como Padre amoroso, esperando a que como el hijo pródigo, regresemos al hogar.

martes, 9 de octubre de 2007

Los que no servimos para nada / Autor: José Luis Martín Descalzo



Yo estoy seguro de que los hombres no servimos para nada, para casi nada. Cuanto más avanza mi vida, más descubro qué pobres somos y cómo todas las cosas verdaderamente importantes se nos escapan. En realidad es Dios quien lo hace todo, quien puede hacerlo todo. Tal vez nosotros ya haríamos bastante con no enturbiar demasiado el mundo.

Por eso, cada vez me propongo metas menores. Ya no sueño con cambiar el mundo, y a veces me parece bastante con cambiar un tiesto de sitio. Y, sin embargo, otras veces pienso que, pequeñas y todo, esas cosillas que logramos hacer podrían llegar a ser hasta bastante importantes. Y entonces, en los momentos de desaliento, me acuerdo de una oración de cristianos brasileños que una vez escuché y que no he olvidado del todo, pero que, reconstruida ahora por mí, podría decir algo parecido a esto:

Sí, ya sé que sólo Dios puede dar la vida; pero tú puedes ayudarle a transmitirla.

Sólo Dios puede dar la fe, pero tú puedes dar tu testimonio.

Sólo Dios es el autor de toda esperanza, pero tú puedes ayudar a tu amigo a encontrarla.

Sólo Dios es el camino, pero tú eres el dedo que señala cómo se va a Él.

Sólo Dios puede dar el amor, pero tú puedes enseñar a otros como se ama.

Dios es el único que tiene fuerza, la crea, la da; pero nosotros podemos animar al desanimado.

Sólo Dios puede hacer que se conserve o se prolongue una vida, pero tú puedes hacer que esté llena o vacía.

Sólo Dios puede hacer lo imposible; sólo tú puedes hacer lo posible.

Sólo Dios puede hacer un sol que caliente a todos los hombres; sólo tú puedes hacer una silla en la que se siente un viejo cansado.

Sólo Dios es capaz de fabricar el milagro de la carne de un niño, pero tú puedes hacerle sonreír.
Sólo Dios hace que bajo el sol crezcan los trigales, pero tú puedes triturar ese grano y repartir ese pan.

Sólo Dios puede impedir las guerras, pero tú pues no reñir con tu mujer o tu hermano.

Sólo a Dios se le ocurrió el invento del fuego, pero tú puedes prestar una caja de cerillas.

Sólo Dios da la completa y verdadera libertad, pero nosotros podríamos, al menos, pintar de azul las rejas y poner unas flores frescas en la ventana de la prisión.

Sólo Dios podría devolverle la vida del esposo a la joven viuda; tú puedes sentarte en silencio a su lado para que se sienta menos sola.

Sólo Dios puede inventar una pureza como la de la Virgen; pero tú puedes conseguir que alguien, que ya las había olvidado, vuelva a rezar las tres avemarías.

Sólo Dios puede salvar al mundo porque sólo Él salva, pero tú puedes hacer un poco más pequeñita la injusticia de la que tiene que salvarnos.

Sólo Dios puede hacer que le toque la Primitiva a ese pobre mendigo que tanto la necesita; pero tú puedes irle conservando esa esperanza con una pequeña sonrisa y un "mañana será".

Sólo Dios puede conseguir que reciba esa carta la vecina del quinto, porque Dios sabe que aquel antiguo novio hace muchos años que la olvidó; pero tú podrías suplir hoy un poco esa carta con un piropo y una palabra cariñosa.

En realidad, ya ves que Dios se basta a sí mismo, pero parece que prefiere seguir contando contigo, con tus nadas, con tus casi -nadas.


Tomado del libro: "Razones desde la otra orilla"

Sobre brujas, conjuros y todos los diablos / Autor: Enrique Monasterio

He visto una película en la tele que me ha dejado aturdido.

(Me dice Miguel que no es una peli, sino "una serie superconocida" que reponen de vez en cuando).

La cosa va de brujas: tres hermanas monísimas y "con poderes", que te congelan en el aire si estás a tiro, te hacen volar por la habitación o lanzan bolas "de energía" con resultados traumáticos. Una parece que está casada, o algo así, con una "luz blanca", un sujeto con cara de pánfilo que murió en la guerra mundial y lo devolvieron a la tierra convertido en "ángel". Ahora, aunque "ha perdido sus alas" por alguna razón que desconozco, conserva su capacidad de levitar y se desplaza por el espacio sin recurrir a medios de transporte convencionales.

Luego están los "demonios": unos tipos feísimos de rostro tumefacto rojo amoratado, que habitan en las profundidades de la tierra y van matando brujas y provocando conflictos. Son gentes de muy mal carácter, pero también hay demonios medio humanos, que pueden volverse "buenos" gracias al "amor" de una bruja. Los malos obedecen a "La Fuente" (un ente poco recomendable) y las "luces blancas", a "ellos" (léase "ellos" poniendo los ojos en blanco, hablando bajito y señalando hacia arriba con el dedo).

El telefilm no está dirigido a niños. Tampoco intenta hacer reír ni contar parábolas: es una historia mugrienta para idiotas de todas las edades.

Hace algunos años escribí algo sobre la plaga esotérica que nos invade. Entonces me lo tomé a broma. Ahora ya empiezo a perder el sentido del humor.

No teman los fans de Harry Potter. También yo espero con ansiedad la publicación del 5º volumen, mientras repaso los cuatro anteriores para no olvidar ninguna de sus hazañas. Y no diré nada contra Cenicienta o Blancanieves, a pesar de que en esos cuentos se hable de hadas madrinas, brujas perversas, gnomos, calabazas encantadas y zapatitos de cristal.

Desde que existe el mundo, los cuentacuentos han inventado historias fabulosas mucho más increíbles y conmovedoras que las de los telefilmes americanos. Son aventuras soñadas y dichas en voz muy baja al anochecer; pero su eco ha recorrido el mundo entero y ha ido edificando un universo fantástico, lleno de color y belleza.

Un buen día, alguien puso por escrito esos relatos, y nació un género literario nuevo: el más difícil de todos, porque tiene los lectores más exigentes. Después los cuentos se hicieron música, pintura, danza, cine…

— Y ese firmamento de fantasía, ¿es real?

¡Naturalmente! Existe en la mirada de los niños, de los poetas y de algún otro inmaduro como yo mismo. Y creer en él no tiene nada de supersticioso: sus adeptos saben situarlo en su lugar, que es el mundo de los sueños, de las alegorías, del humor y de la lírica, sin mezclarlo con la vida cotidiana ni con las verdades de orden espiritual.

Por eso resulta intolerable que, de pronto, lleguen unos cineastas aburridos mascando chicle, y utilicen un contexto cutre, realista y ordinario, en el peor sentido de la palabra, para llenarlo de brujas prosaicas en minifalda, demonios moteros y angelitos memos con chándal. Es, por lo menos, un atentado a la cultura.

Pero el problema de fondo es otro.

La Biblia nos revela que el mundo no tiene nada de tenebroso: cada átomo de las galaxias es conocido, amado y creado por un Dios, que vio que todo era bueno. Nada escapa a su inteligencia, al Verbo, que existía al principio de todo. El mundo es diáfano para la inteligencia creadora, y lo será para la humana, cuando llegue a amarlo como Dios lo ama.

El materialismo en cambio no entiende casi nada: le asusta la muerte, el dolor, la culpa, la conciencia, el futuro, el azar. No sabe qué significa la belleza, el amor, la risa. Comprende, eso sí, que tiene que haber algo más. Y recurre a fuerzas ocultas, a brujas y hechizos para controlar un mundo que se le escapa de las manos. Y es que, como bien dijo el Cardenal Ratzinger, cuando se expulsa a Dios de esta tierra, el mundo se convierte en un lugar peligroso. El vacío de Dios se llena siempre con dioses.

— O sea que los cristianos somos más incrédulos que los ateos.

— Y dormimos mejor.

Un mejor amigo / Enviado por Liliana Romero


Un amigo me llamó en la noche y me dió mucho gusto su llamada y lo primero que me preguntó fue: ¿Cómo estas?.

Y sin saber porqué, le contesté:
¿Quieres que platiquemos?. Le respondí que sí y el dijo:

¿Quieres que vaya a tu casa?, y respondí que sí.

Colgó el teléfono y en menos de quince minutos, él ya estaba tocando a mi puerta. Yo empecé y hablé por horas y horas, de todo: de mi trabajo , de mi familia , de mi novio , de mis deudas, y él atento siempre, me escuchó.

Se nos hizo de día, yo estaba totalmente cansada mentalmente, me había hecho mucho bien su compañía , sobre todo que me escuchara, apoyara y me hiciera ver mis errores. Me sentía muy a gusto, cuando él notó que yo ya me encontraba mejor y me dijo:

Bueno, pues me retiro tengo que ir a trabajar.

Yo me sorprendí y le dije: pero, ¿porque no me habías dicho que tenías que ir a trabajar?. Mira la hora que es, no dormiste nada, te quité tu tiempo toda la noche.

El sonrió y me dijo: no hay problema para eso estamos los amigos.

Yo me sentía cada vez más feliz y orgullosa de tener un amigo así. Lo acompañé a la puerta de mi casa... y cuando él caminaba hacia su automóvil le grité desde lejos: oye amigo, y a todo esto, ¿porqué llamaste anoche tan tarde?.

El regresó y me dijo en voz baja: Es que te quería dar una noticia...y le pregunté:
¿qué pasó?. Y me dijo...fui al doctor y me dice que mis días están contados, tengo un tumor cerebral, no se puede operar, y solo me queda esperar...el día en que tenga que partir de este mundo.
Yo me quedé muda...él me sonrió y me dijo: que tengas un buen día amiga... se dio la vuelta y se fue...

Paso un buen rato para cuando asimilé la situación y me pregunté una y otra vez,
porque cuando él me preguntó ¿cómo estás?, me olvidé de él y sólo hablé de mi. ¿Cómo tuvo la fuerza de sonreírme, de darme ánimos, de decirme todo lo que me dijo, estando él en esa situación?...Esto es increíble... Desde entonces mi vida ha cambiado, suelo ser mas crítica con mis problemas, y suelo disfrutar más de las cosas buenas de la vida, ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero...

Por ejemplo él... todavía vive y procuro disfrutar más el tiempo que convivimos y platicamos , sigo disfrutando de sus chistes, de su locura, de su seriedad,
de su sabiduría, de su temple, de mi amigo...

'No hay amor mas grande que dar la vida por los amigos'.

Otros te han fallado / Enviado por Vivy


Triste es cuando otros te fallan.
Cuando esa gente en quien confiaste y creíste, (tus amigos) te desilusionan, e incluso hablan mal de tí.
Desearías poner en evidencia su error.
Sientes odio, tristeza, dolor y desilusión al mismo tiempo. Y al final no sabes qué sentir.
Aunque esto te pase, sigue creyendo en la amistad sincera.
Sigue dando lo mejor de tí a las personas y nunca pagues con la misma moneda.
Si te han fallado, haz lo posible para no fallar.
Si te han desilusionado, sé siempre recto para no cometer el mismo error.
Si te han calumniado, ofrece a Dios esa situación que sea Él quien juzgue, pero no envenenes tu corazón con el deseo de hacer tu justicia.
No importa el error que otros hayan cometido, no te hagas insensible y frío ante las personas que te necesiten.
Sigue haciendo el bien, sigue creyendo, sigue ofreciendo lo mejor que tengas y ante todo, deja el juicio en las manos de Dios.
La vida es hermosa y tienes la oportunidad de seguir viviendo.
Sigue adelante tu camino sin ver los tropiezos tuyos y menos los de los demás como obstáculos.
Y no cometas los mismos errores que otros hayan cometido contigo.

No es lo mismo muerte digna que eutanasia / Autor : + Luis Augusto Castro, Presidente Conferencia Episcopal de Colombía



COMUNICADO DEL PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBÍA
EN RELACIÓN CON EL PROYECTO DE LEY ESTATUTARIA05 DE 2007 SENADO
SOBRE LA LEGALIZACIÓN DE LA EUTANASIA Y EL SUICIDIO ASISTIDO


1. VIVIR DIGNAMENTE Y MORIR DIGNAMENTE: La vida humana es un bien superior y un derecho inalienable que no puede estar al arbitrio de la decisión de otros, ni de la de uno mismo. Todo ser humano tiene derecho a una vida digna que le permita realizarse como tal y buscar su propia felicidad. El sentido de la dignidad humana implica la búsqueda y el desarrollo de las condiciones físicas, psicológicas, espirituales y morales propias de la persona humana.

La muerte es el destino inevitable de todo ser humano, una etapa en la vida de todos los seres vivos que -quiérase o no, guste o no- constituye el horizonte natural del proceso vital. Morir dignamente no puede entenderse como el derecho a terminar con la vida de acuerdo a condiciones propicias creadas artificialmente por los servicios médicos o por un equivocado sentimiento de misericordia con el enfermo. El verdadero sentido de la muerte digna está en la conclusión natural del proceso vital en condiciones humanas de asistencia médica, familiar y espiritual.

2. VALOR HUMANO DEL SUFRIMIENTO Y DEL DOLOR: Muchos creen que la dignidad humana se degrada por el hecho del sufrimiento y del dolor. Esta es una manera parcial de mirar a la persona que sabe que el dolor y el sufrimiento son parte integrante de su existencia, del cual no puede huir sino asumirlo y vivirlo como un valor fundamental.

El dolor y el sufrimiento no son obstáculos para la vida del ser humano, por el contrario, la experiencia de todos los seres humanos nos dice que esta realidad es parte integrante de la persona considerada en su integridad y totalidad. Tener dolor no significa sin más carecer de dignidad, es la gran oportunidad de reconocer la fragilidad humana y el natural desafío a superarla. La dignidad de un ser humano no entra en conflicto con la propia naturaleza, de tal manera que, envejecer, padecer y morir no son fenómenos que degraden la dignidad de un ser humano.

3. EUTANASIA Y SUICIDIO ASISTIDO: El proyecto de ley que se presenta al Senado pretende ofrecer la posibilidad de «terminar con la vida de una forma digna y humana o de la previsión de la asistencia al suicidio». No existe forma digna y humana posible cuando se trata de terminar con la vida de cualquier ser humano. Aunque el lenguaje emplee términos, presumiblemente suaves, estamos hablando de eutanasia, que es un homicidio, que no lo atenúa, ni la falsa piedad, ni la solicitud del paciente, en el caso del suicidio asistido.

Los argumentos planteados por los Senadores que presentan dicho proyecto atentan contra los valores propios de nuestra cultura, que desde siglos, siempre ha experimentado el dolor y la muerte con un sagrado respeto y un sentido trascendente.

4. LA VIDA ES INVIOLABLE, NO HABRÁ PENA DE MUERTE (Art. 11): Agrava la situación del proyecto de ley el hecho de que haya sido avalado por el Ministerio de la Protección Social. Esta propuesta pone a unos seres humanos en situación de vulnerabilidad y desprotección, por parte del Gobierno que está en la obligación de respetar la vida como el primero y fundamental de los derechos de los colombianos.

Hay graves problemas en el campo de la salud, inasistencia, paseos de la muerte, pocas oportunidades de una atención con calidad para los enfermos de nuestro país y ahora sumamos otro elemento agravante, se aprueba la legalización de la pena de muerte.

La Iglesia siempre ha atendido al ser humano en todas sus circunstancias y ha dedicado personas y esfuerzos a asistir espiritual y humanamente a los enfermos, porque considera que todos merecemos una muerte digna, con cuidados que atenúen el dolor y el sufrimiento, pero permitiendo que el ritmo natural de la existencia termine sin decisiones apresuradas y sin prolongar innecesariamente el dolor de los enfermos.

EXHORTACIÓN FINAL: Invito a todos los colombianos, hombres y mujeres de buena voluntad, para que nos expresemos y rechacemos enérgica y valerosamente ante este proyecto que atenta contra la dignidad y la vida de nuestro pueblo. A los legisladores un llamado especial a la honestidad frente a los graves problemas que sufre nuestro país y especialmente que busquen legislar en bien de la vida y no se conviertan en los verdugos de quienes un día les confiaron el favor mediante el voto popular.

Invitación final a todo el pueblo católico para orar por esta intención y para seguir trabajando desde la atención pastoral a los ancianos y a los enfermos por una dignificación de la ancianidad, del dolor y de la muerte, que en Cristo Jesús ha recibido el don de la salvación y la gracia de la redención.

Bogotá, D.C., 3 de octubre de 2007

+ Luis Augusto Castro Quiroga
Arzobispo de Tunja
Presidente de la Conferencia Episcopal

lunes, 8 de octubre de 2007

La escucha tranquila de Dios / Autora: Catalina de Jesús

En este mundo ajetreado en el que vivimos, de carreras y prisas, de ruido y bombardeo de información, muchos buscan en la paz de los monasterios un tiempo, quizás el fin de semana, de silencio.
Y yo quería compartir con vosotros otro de mis "descubrimientos":
El silencio no es algo que esté fuera, sino que es algo que está "dentro" de nosotros.
El silencio exterior es algo que puede ayudar, pero el importante es el interior, el que llena nuestro corazón.
El silencio puede ser sólo vacio, y entonces es estéril.
El silencio fecundo es aquel que se transforma en escucha.En la escucha tranquila de Dios.
Hay algo importante que tenemos que saber:

Escuchar es callar.

Desde que nos levantamos por la mañana nos van sucediendo muchos acontecimientos, conversaciones, momentos.Y podemos dejar que en cada instante se dispare nuestro pensamiento, con "nuestro" modo de ver las cosas...o podemos vivir dejando que ese acontecer nos encuentre en silencio, escuchando a Dios. Escuchando lo que Él quiere. "Que no sea lo que yo quiero sino lo que Tú quieres."
Entonces la PAZ profunda de Dios se va haciendo fuerte en nuestro corazón.
Las cosas que suceden no pueden alterar ya esa paz, pues es cómo una brisa fresca que viene de Dios.

Muchos creen que todo esto es imposible en medio del mundo.Que con tantas preocupaciones, líos, asuntos que resolver, todo esto es "ciencia ficción".Que para vivirlo, tienen que hacer una "escapada" ( así lo llaman las agencias de viajes) a un lugar tranquilo.

Os confieso que yo también lo creía y soñaba a todas horas con esas "escapadas".Pero cómo siempre, Él me ha sorprendido, haciéndome comprender que esto no es así.Que Él no quiere que le escuchemos sólo algún rato, cuando, "¡Al fin!", podemos huir de nuestra "cutre"vida. Sino que desea que le escuchemos todos los días de nuestra vida, durante 24 horas.Que no nos quitemos nunca los "cascos".

Vivir el silencio allí dónde estés. En tu casa, en tu oficina, andando por la calle ó haciendo la compra.Vivir en la escucha tranquila de Dios, dejando que su Paz, como brisa suave, acaricie siempre tu corazón.

domingo, 7 de octubre de 2007

El combate para aceptar el don de sanación / Autora: Hna. Briege Mckenna, Clarisa

Así llegó la noche antes de Pentecostés. 6 meses después de que yo había recibido mi curación. y, esa noche. entré a la capilla para pasar un tiempo en oración. Estaba sola, como a medianoche. ante el Señor. Muchas veces había escuchado, todos hemos escuchado: "El Señor está presente contigo". Durante esa hora en la capilla. me encontré muy distraída y empecé a pensar que quizás eramejor irme a la cama. Pero, de repente. se produjo una gran quietud en esa iglesia y en esa quietud y silencio. escuché una voz audible; era una voz muy profunda y tierna. una voz masculina. que dijo: "Briege" (Me llamó por mi nombre). Me di vuelta para ver si algún hombre había entrado en la capilla. No había nadie. pero entonces escuché de nuevo esa voz: "Briege, tienes mi don de sanación. Ahora ponte a usarlo". Y era lo menos que yo quería escuchar en ese momento!
Y cuando me volví de nuevo hacia el altar sentí una onda de calor que pasó por mis brazos y después todo desapareció. No me sentí de ninguna manera diferente de lo que antes me había sentido.

Así que me arrodillé y dije: "¡Dios mío! ¿Qué me está sucediendo?" Entonces pensé algo que. muchas veces, sirve de escapatoria para los cristianos: "Esto no es más que orgullo; es el Diablo". Cuando no queremos hacer algo es muy fácil culpar a otros. Hice un acto de contrición y dije: "Señor, aun si es cierto, no lo quiero; es demasiada complicación para mí".

Durante las próximas semanas, seguí escuchando una voz dentro de mí. Una y otra vez. De Florida fui a California. La noche que llegué estaba en una reunión de oración y había a mi lado un Sacerdote anglicano. Durante la reunión ese sacerdote puso su mano sobre mi brazo y me dijo: "Mire, yo jamás he hablado con una monja católica, pero tengo un mensaje para usted. Usted tiene el don de sanación y sabe lo que tiene, porque Dios ya le ha hablado".

Yo miré a ese sacerdote y pensé: "Pero si yo soy católica y él es anglicano. ¿Cómo va saber él?" (Yo vengo de Irlanda del Norte y he declarado varias veces: " Yo no tengo ningún prejuicio. Yo amo a todos los cristianos"; pero en realidad no creía lo que decía y ahora el Señor me mostró que yo ne
cesitaba esa sanación de los prejuicios).

El sacerdote me miró de nuevo y me dijo, como si ya supiera todo acerca del caso: "DÍgame, ¿qué le sucedió hace dos semanas en la iglesia?" Yo le contesté: "Mire, no lo creo ni lo quiero".. Entonces de una manera muy delicada, ese sacerdote cuyos ojos parecían penetrarme, me dijo: "¿Sabe usted? Dios está llamando a su corazón. Debe escucharle". Pero yo ya había decidido en mi mente: yo no. Iba a hacerme la loca.

SaIí de esa reunión y durante semanas y meses me sentí buscada insistentemente por Dios, como el alma en el poema "El Mastín del Cielo". Dios me hablaba a través de personas que no me conocían y de otras que no parecían espirituales. Por ejemplo, me preguntaban: "¿Cuándo vas a usar los dones que Dios te ha dado?" Yo percibía la voz de Dios a través de las palabras de ellos.Recuerden que el Señor continuará llamando a la puerta de nuestros corazones. pero jamás entrará por la fuerza en nuestras vidas. Siempre esperará. Esperará hasta que lo dejemos entrar.

Cuando regresaba yo a Florida en el avión, abrí la Escritura en ese pasaje que habla de la tempestad: cómo Jesús se puso de pie, extendió la mano y calmó la tempestad. Y mientras leía esto, escuche que el Señor me dijo: "Sí. tengo control sobre los elementos del universo, pero no sobre ti. Tú tienes una voluntad libre y solamente tú puedes dejar que Yo tomo el control de tu vida".

Ese día en el avión, caí en la cuenta de que yo tenía que tomar una decisión: ¿iba a decir SI como María dijo SI cuando recibió ese gran llamado?. Para todos nosotros el decir SI al Señor significa morir a nuestros planes, para que podamos vivir plenamente el plan de Dios. Porque Dios tiene un plan para cada uno de nosotros. Somos como los pedazos de un puzzle; nos gusta ponemos nosotrosmismos en el lugar en el que formaremos una perfecta imagen después.

Ese día, cuando viajaba en el avión, hice un trato con el Señor: "Señor. estoy dispuesta que Tú me uses" . Le expliqué que yo ya no iba a reservarme más, pero que esto yo no se lo iba a decir a ninguna persona. "Tú serás el que tienes que decirIe a las personas y yo oraré por ellas".

Tenemos un Dios que es grande en misericordia y compresión. A veces nos impacientamos mucho con otras personas porque no ven las cosas como nosotros las vemos. Queremos levantarIas adonde estamos nosotros; pero yo puedo decir que Jesús bajó al nivel donde estamos nosotros.

Dos o tres semanas más tarde, me pidieron una enseñanza en una reunión y antes de esa reunión yo sabía exactamente lo que iba a decir. Abrí mi boca y mi voz no me perteneció; no la dirigí. Me encontré diciéndole a todos lo que había declarado al Señor que jamás diría a nadie! Me senté e inmediatamente después, se puso de pie una señora y me dijo: "Hermana, yo soy una escritora y he venido esta tarde para encontrarme con usted. El sábado pasado, el Señor me mostró su imagen y me reveló que usted tenía mucho temor de El y que El la llamaba; que usted quería señales y que yo tenía que venir a Florida para confirmarle lo que usted acaba de contar. ¿ Ve a esa hermana que está allá? Yo ya le conté a ella todo acerca de usted una hora antes de que usted llegara esta noche". Entonces le pregunté: "¿Cómo puede conocerme si jamás me ha visto antes?" Dijo: " Sí, estaba sentada a su lado en in retiro hace unos años" (Estaba sentada a mi lado cuando recibí mi sanación física). Cuando el Señor le mostró a ella mi imagen. ella me reconoció.

Ahora bien, después de que habló ella, vino la enseñanza más grande. Yo todavía estaba un poco aturdida y me dije: "No. No saldrá ningún artículo en ninguna revista sobre mí". Pero entonces escuché lo que decía el Señor: "¿Por qué tienes tanto temor? YO me hice obediente a María y a José; me hice obediente a mi Padre hasta la muerte; esperé 30 años en ese voto de obediencia que has hecho. Entonces cree también que seré Yo el que obre por medio de tus superiores. Cree ésta es mi obra. Yo abriré las puertas". Con estas palabras vino un gran sentido de libertad. Ahí supe que si yo era obediente al Señor, Dios obraría también a través de las personas que estaban por encima de mí.

Esto es importante para los que ministramos o servimos a los demás: podemos atraerles y presentarles al Señor Jesús; podemos ser señales que indican a El; pero esa decisión y ese compromiso tienen que venir de la persona. Soy yo quien tiene
que aceptar a Cristo en mi vida.

Volví a casa y le conté a mi superiora. Casi la maté de espanto. Pero Dios no dejó de obrar ahí, porque a la semana siguiente una mujer trató de quitarse la vida. En su desesperación había dejado la Fe en Dios. Sin embargo, un día vino a la iglesia por curiosidad. No creía pero quería conocerme. En la mitad de la reunión se puso de pie diciendo: "No creo en la oración" y se fue. Esa noche en un sueño Dios permitió que yo llegara a ella y le rogara que volviera a El para que la pudiera sanar. Ella fue sanada espiritual y físicamente. Con este hecho me di cuenta de que ya no podía decirle un SI limitado al Señor. "Te doy un SI total y completo".

Entonces vi cómo el Señor fue quitando cada obstáculo que yo le había puesto. Yo había dicho: "Mi congregación no me va a aceptar". Hoy mi congregación está apoyándome totalmente. Mi obispo ora a menudo por mí y me encuentro dando enseñanzas continuamente en las iglesias. ¡Yo le había dicho al Señor que me iban a echar!

Cada uno de nosotros es llamado a ser instrumento de sanación, porque es el amor lo que sana y cada uno de nosotros está llamado a amar. Cuando yo fui a un sacerdote para consultarle me dijo algo que siempre he recordado: "Briege hace 2.000 años el Señor Jesucristo andaba sobre la tierra, extendía su mano y sanaba a los enfermos, deprimidos, desanimados; sanaba todas las dolencias con que se encontraba. Han pasado dos mil años, pero Cristo camina aún sobre esta tierra; las manos que
El tiene hoy día son las tuyas y las mías; el corazón que El tiene oye mi corazón, a través del cual El quiere amar y dar vida. Solos nada podemos hacer; no tenemos poder para cambiar ni sanar. Pero porque vive en nosotros el Cristo resucitado somos
canales de ese poder de resurrección".


En estos 7 u 8 años Dios me ha enseñado varias verdades sobre la curación. Ante todo,
me hizo comprender que sanar físicamente era sólo un pétalo de la fIor. Había otros
muchos: sanar del pecado, de las angustias, de los resentimientos, de las preocupaciones económicas y sociales.

He visto todo tipo de curaciones. Pero la sanación más grande que veo a cada rato es la resurrección de vidas; personas muertas espiritualmente que nacen a una nueva vida. Estoy consciente ahora que hay muchos que no creen en el poder de la oración. Sé que ninguna oración queda sin respuesta. No siempre estamos conscientes de lo que necesitamos, pero nuestro Padre conoce nuestras necesidades. La enseñanza más grande que he aprendido es que no hay fracaso con Dios.

Un año después de ser llamada a este ministerio oré para que el Señor me diera alguna manera de mostrar cómo era el poder de la oración el que sanaba. No era yo ni ninguna otra persona la que sanaba. Entonces el Señor me mostró una imagen mental: un teléfono. El teléfono se usa como un medio de comunicación y El utilizaría ese medio para liberar a muchas personas de los sufrimientos de esta vida.

Me maravillo cuando voy a países donde no hablo su lengua y hay gente que me llama por teléfono para comunicarme sus enfermedades. Esas personas ni saben lo que estoy diciendo, pero estamos juntos delante de Dios en oración y Dios me ha mostrado que El no tiene limitaciones. A Dios le encanta sanar a Su pueblo, para que Sus hijos estén íntegros y sanos.

Recibí otra lección: la sanación es algo muy suave. Vivo en el sur de Norte América donde hay muchas sesiones públicas de sanación; ahí veía cómo muchos temblaban y caían al suelo. Y yo me preguntaba si todo eso conducía realmente a la sanación. El Señor me mostró que en realidad las emociones los sentimientos las sensaciones no son lo más importante en la sanación.

He visto a muchos que son liberados sanados: de todo tipo de cáncer, de leucemia, de ceguera; sin embargo. no sintieron nada. Hermanos. el Señor Jesús es el Sanador. no somos nosotros los que traemos curación; lo único que el Señor nos pide es que seamos instrumentos disponibles y entregados. Yo les pido. por favor. que no sean tan duros como yo fui. porque Dios tiene un plan y un llamado para cada uno de nosotros. Yo ingresé en una Orden con clausura y Dios cambió ese plan.. porque después del Vaticano II ya no fuimos de clausura. A mí no me gustaba viajar; ahora estoy viajando todo el tiempo. Es un gran gozo saber que cuando tú entregas todos tus planes al Señor experimentas la mayor liberación. Lo que dijo Jesús es tan cierto; si buscamos primeramente el Reino de Dios, El nos dará todo.

Pídele a Dios hoy día durante tu oración: " Señor. entra en mi vida a esas habitaciones privadas". Quizás temen ustedes lo que otros van a decir. ¿Saben que yo quería agradar al hombre más de lo que quería agradar a Dios? A mí me preocupaba como me llamarían los hombres. Cuando Jesús murió en esa cruz a los ojos de muchos El era un loco y un fracaso. ¿Por qué? A causa de Su Amor
por mí. Tengo que tomar mi cruz, morir a mi misma, para que El pueda vivir en y a través de mí. Pidámosle al Señor esa gracia para decirle SI.

Señor Jesús, te damos gracias y te alabamos porque nos has llamado a cada uno por su
nombre. Por favor, quita esos temores que tenemos. Muchas veces te miramos y decimos: "Señor. ¿por qué yo?" Y tú nos dices: "Es porque te amo". Ayúdanos a no resistirte; deja que yo sea barro entre Tus manos;
moldéame y fórmame. quita de mí todo lo que impida que yo sea lo que Tú quieres que
sea. Ayúdame a no mirarme a mí mismo ni a pensar que todo lo tenga que hacer solo.
Enséñame a mirar hacia Ti. Tú has dicho que me tendrás Contigo. Te pido que nos bendigas este día y que nos muestres en que áreas de nuestras vidas te hemos excluido; en que clase de emociones. Muestranos en que áreas de la vida hemos permitido que otras cosas materiales te sustituyan a tí Señor. Haznos conscientes de que estamos llamados a vivir para Ti: a servirte. a morir a nosotros mismos este día. Que seamos como Tu Madre; que también nosotros digamos SI al Padre
para que por medio de nosotros Jesús puedas tocar a tu pueblo. Lo pedimos en Tú nombre.
Amén.

La misión de la Renovación Carismática Católica / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

Como grupo eclesial tiene que estar enmarcada en el sentir de la Iglesia local o regional tal como lo determina el sínodo de obispos o Concilios Provinciales y el plan diocesano, de acuerdo con la naturaleza y carismas del grupo. La descripción que voy a dar está enmarcada en el ámbito de Catalunya y por lo tanto citaré del Concilio Provincial de la Tarraconense (CPT) de 1995

La Misión específica de los carismáticos tiene dos vertientes, una Ad intra de la Comunidad que celebra la Eucaristía como grupo profético ya que los dones son concedidos por Cristo mediante su Espíritu a la Iglesia para su organización y santificación y el don de profecía consiste en hablar bajo la inspiración de Dios, sobre cosas pasadas, presentes o futuras, no consiste en dar visiones de catrástofes, de finales del mundo, sino consolidar, edificar a la Comunidad Cristiana, para que sea fiel a Cristo. El Apóstol Pablo prefiere que todo cristiano tenga el don de Profecía para que al Iglesia sea verdaderamente fiel al Señor. Canalizan la gracia de Cristo por medio de la Oración (Sacramentales), es la que está más extendida en Catalunya pidiendo permiso al párroco o al sacerdote responsable de una iglesia de culto para hacer un grupo carismático.

Y la otra Ad Populum (Popular) debidamente actualizada de mucha tradición y fruto en nuestro pueblo (CPT 15) anunciando con poder que Cristo Vive y despertando en los cristianos los dones que en su día les fueron dados por el Sacramento de la Confirmación, creando pequeñas Comunidades eclesiales de Oración (CPT 19) con sus alabanzas, tiempos de silencio, y compartiendo la Palabra de Dios, después del anuncio del Kerigma. Estas Comunidades reciben el nombre de Células Carismáticas o Grupos de Compartir como faros o luces de la Buena Noticia de la Salvación.

Estas Células son centros misionales, o punto de encuentro entre la Parroquia y los Alejados, principalmente de los enfermos (CPT 24) que no han recibido todavía la visita del sacerdote y que se reúnen una vez a la semana en las casas y un Sábado o un Domingo en la Parroquia formando una gran Asamblea festiva desembocando en la Eucaristía dominical, poco a poco van cogiendo su sentido de pertenencia de Iglesia e irán trabajando en diferentes campos de la Parroquia o en las nuevas realidades que han ido surgiendo en la Misión.

La Escuela de Formación de Servidores de la RCC es una gran herramienta para la formación de estos servidores o animadores de las Células Carismáticas.

Seria Conveniente que el Consejo Regional o Nacional de la RCC elaborase un plan de Misión Popular Carismática, que su fase preparatoria tenga que empieza con el permiso del párroco y su consejo, la elaboración de un censo como paso previo a un estudio sociológico para saber la realidad social que la Parroquia debería estar presente, buscar las casas para los grupos y como se hace el anuncio del Kerigma y se organizan los grupos abarcando todos los sectores de la demarcación parroquial.

El Consejo tendría que tener presente en el plan que hay que avisar al Obispo que se va hacer una Misión Popular Carismática y invitarlo a que presidiese la Misa de Envío del grupo principal, de los servidores de las Células, del párroco y de dueños de casa; la Misa de clausura o de Continuidad tendría que estar presidida por el párroco.

En esta Misa de Clausura, los grupos dan su respuesta de que si desean continuar o no reuniéndose para orar en las casas.

Sería preciso elaborar unas enseñanzas para este tiempo fuerte y para la postmisión, mientras tanto se les enseñan como elaborar una enseñanza.

Resumiendo: La Iglesia que se perfila del Siglo XXI es el Pueblo de Dios, que cuya autoridad está al servicio del Pueblo (LG), que guarda y medita la Palabra que le ha sido dada y la da a conocer (DV). Esta Palabra es viva y eficaz, alimentando al Pueblo de Dios en la liturgia, celebrando la salvación (SC) y comparte los gozos y los dolores de la humanidad de hoy (GS), dando desde la fe sentido a su vida.

Es una Iglesia que tiene dos canales donde Cristo derrama su gracia para el bien de la Comunidad Cristiana y su propia edificación (La jerarquía y los grupos carismáticos), reavivando los otros dones y carismas de los otros grupos parroquiales, religiosos o diocesanos de cara a la Evangelización.

Para meditar las palabras del Ave María / Autor: P. Mariano de Blas LC


Dios te salve

Te saludo con todo mi amor
y con toda la alegría de mi corazón.’
Dios te salve, Bendita.
Y bendícenos a nosotros,
los hijos de la Bendita entre todas las mujeres.
Todos tus hijos del mundo,
en las ciudades populosas, en los valles y montañas de los cinco continentes
te saludan a diario cuando rezan el avemaría.
Yo me uno a ese coro de hijos amantes y felices,
Oh Madre bendita.
Sí, bendita mil veces, bendita para siempre.
Dios te salve…


María

Me encanta pronunciar tu nombre porque es el tuyo: María, Virgen María, Santa María de Guadalupe.
Tu nombre ha poblado de bellas iglesias
las ciudades y las montañas.
Lo pronuncian con grandísimo amor y ternura
los jóvenes, los adultos y los niños,
Tu nombre lo llevan con orgullo santo
millones de mujeres del mundo cristiano.
Porque te aman y porque quieren parecerse a Ti.
Necesitamos de verdad en nuestro mundo
muchas Marías que tengan un corazón
parecido al tuyo.
María bendita, míranos con tus ojos de cristal,
con tus ojos purísimos de paloma,
y llénanos de tu perfumada presencia,
de tu ternura inmensa, de tu fe y de tu amor.
Dios te salve, María…


Llena eres de gracia

Cántaro que rebosa de la gracia, de la vida de Dios,
de su amor inefable, de su santidad.
Más santa y pura que todos los santos,
más que los querubines y serafines.
Por eso la belleza de tu alma y de tu rostro
son el encanto de tu Dios.
Y el encanto de nosotros también.
Nos colma de tanta alegría
saber que nuestra madre es tan santa,
tan bella, tan pura y tan sencilla.
Así te saludó el ángel: Llena de gracia,
impresionado de tu alma.
Dios te salve, María, llena eres de gracia…


El Señor es contigo

Esta frase de la Biblia
siempre va después del “No tengas miedo”.
Desde que naciste Dios ha estado contigo,
porque te cuidó como a su perla preciosa,
a su rosa exquisita.
Él te preparó desde muy niña con sus manos santas
para que fueras después su Madre santa.
Todo el amor infinito de Dios
cuidando una flor llamada María.
Estuvo contigo en tus años de infancia
cuidando a la niña más bella,
más santa, más querida.
Te cuidó en la adolescencia preparando tu alma
y tu cuerpo bendito y santísimo para la maternidad.
El Señor está contigo: Te lo dijo un arcángel
y él sabía lo que decía.
Contigo estuvo en los años de tu embarazo,
dentro de tu seno, haciéndose un niño
por amor a nosotros.
Toda tu vida terrena estuvo contigo.
Y Tú estuviste con Él.
Fuiste madre, nueva Eva, corredentora.
Estuvo contigo en la cruz, muriendo junto a Ti.
También estuviste Tú con Él,
hasta que murió en el patíbulo
y pasó de los brazos muertos de la cruz
a los brazos vivos y amorosos de su madre.
Estuvo contigo en los años de tu soledad,
santificando a su madre amadísima,
para que llegara al cielo resplandeciente como el sol
y blanca como la luna.
Contigo está y estará por toda la eternidad en el cielo.
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo….


Bendita Tú eres entre todas las mujeres

¿Qué es Eva comparada contigo?
¿Qué son las mujeres de la tierra junto a Ti?
Tú eres la imagen perfecta, única
de la mujer que quiso crear.
Por eso, las mujeres, si no se llaman Marías,
al menos deben serlo, parecerse a Ti
que eres el modelo preciosísimo
de la mujer cristiana.
Querer llamarse como Tú es una buena elección.
Pero parecerse a Ti debe ser su ideal.
Modelo de niña y mujer,
adorable modelo de madre y esposa.
Porque Tú pasaste por todas las etapas
del crecimiento de la mujer,
enseñando cómo se puede ser una gran mujer,
una mujer santa, un apóstol de Jesús,
y, además, una mujer feliz...
Con muy poco presupuesto, en una casita humilde,
pero donde estaba Dios,
y donde Dios está nada hace falta.
La pobre casita de María rebosaba de amor,
de santidad y de felicidad.
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo.
Bendita Tú eres entre todas las mujeres…


Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

Bendita la flor, bendito también el fruto.
Jesús, el amado del Padre
ha nacido de Ti como la rosa del rosal.
La rosa pertenece al rosal.
Jesús te pertenece, es tuyo, hijo tuyo,
fruto de tus purísimas entrañas.
Y Tú eres de Jesús, toda de Jesús,
pues Él, además de ser hijo tuyo,
es tu Dios omnipotente,
del que te consideras su esclava.
Jesús y Tú sois, además, de nosotros.
Jesús, porque Tú nos lo diste,
en un gesto de amor único y lleno de misericordia…
Y Tú nos perteneces porque Él te convirtió en Madre,
en Madre nuestra.
Entre las palabras que siempre meditas
en tu corazón, están éstas:
“Ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu madre”.
Para nosotros esta sola frase constituye
todo un evangelio, una buena nueva.
Si Jesús es nuestro, si María es nuestra,
¿qué dificultad nos podrá derrotar?
¡Qué poco felices nos atrevemos a ser
cuando nos han dado la llave de la felicidad,
de la felicidad completa y eterna!
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo,
Bendita Tú eres entre todas las mujeres
Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.


Santa María

Si María es tu nombre,
santa, santísima es tu sobrenombre,
La cualidad que siempre va con tu nombre.
Por eso tu nombre nos produce inmensa alegría
y al mismo tiempo gran respeto.
Santa María, dulce María, eres bellísimo jardín
donde crecen las flores más bellas.
Espiga dorada pletórica de fruto,
mística rosa, perfumada y más pura
que todas las rosas del mundo.
Santa María, dulce Madre, Virgen pura,
Reina bellísima y sencilla campesina
de la entrañable campiña de Nazaret.


Madre de Dios

Te amamos como Madre nuestra
y te veneramos como madre de Dios,
grandeza incomparable que te ennoblece
y nos llena de orgullo santo,
porque nuestra madre es también madre de Dios.
Para tan alto privilegio se requería
una Madre virgen
una virgen santa
una mártir del alma
una criatura llena de gracia
y una humildísima esclava del Señor,
que supiera decir: Hágase en Mí según tu palabra.
¿Cómo pudiste poseer al mismo tiempo
la máxima grandeza
y la más fina y profunda humildad?
Dios te consideró digna madre suya.
Aceptó ser Hijo de tus entrañas.
Te hizo grande el que todo lo puede
y tú te hiciste pequeña como una esclava
al completo servicio de tu Señor.
Madre y esclava del Señor.
Como Madre de Dios
me infundes un respeto inmenso.
Como esclava del Señor una ternura infinita.


Ruega por nosotros, pecadores

Somos tus hijos pecadores
Somos hijos pródigos que hemos recorrido
los senderos del pecado y del hastío.
Fuimos hijos de una madre pecadora,
antes de ser aceptados por una Madre Inmaculada.
Ruega a tu Hijo omnipotente,
Tú que eres la omnipotencia suplicante.
Ruega siempre para que no nos engañe más
el padre de la mentira.
Dile a Jesús que no tenemos vino,
que se nos ha terminado la alegría y el amor.
Pide para nosotros el milagro de la resurrección
cuando caemos muertos de cansancio y de dolor.
El que dijo ser la resurrección y la vida es hijo tuyo.
El que dijo ser la Verdad y la Vida, te llama Madre.
Entonces, suplícale que nos otorgue
la resurrección y la vida.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores…


Ahora…

El día de hoy,
El día de las oportunidades de santificarnos
o de pecar.
Hoy, el día al que le basta su afán.
El único día que tenemos en las manos.
Que lo llenemos de amor y de bondad.
Ahora líbranos de caer en la tentación
Hoy que sepamos amar a nuestros prójimos,
Hoy que no endurezcamos el corazón,
Hoy que oigamos la voz del Espíritu Santo.
Ahora, en este presente que se transforma
constantemente en futuro.
Hoy, que el día de hoy amemos, nos santifiquemos,
Seamos instrumentos de la paz de Jesús.
Hoy, en esta pequeña vida que es el día presente.


Y en la hora de nuestra muerte. Amén.

En ese momento en el que se juega
nuestra salvación eterna.
Ese último día que sepamos decir
un último “Te amo en este mundo”
para repetirlo en la otra vida por siempre.
Ruega por los que en ese momento
no están preparados,
para que si no vivieron en gracia,
mueran en gracia de Dios
y no vayan al eterno dolor.
Ruega por los niños cuyo primer día de vida
coincide con el de su terrible muerte.
Así como lograste que el buen ladrón
se arrepintiera el día de su muerte,
consigue esa misma gracia a los pecadores
más rudos, a los que no aceptan a tu Hijo.
Une a la misericordia de Dios, tu bondad maternal
para salvarles de las garras de Satanás,
de la eterna condenación.
Ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.

Del libro "El camino del encuentro" / Autor: Jorge Bucay



Un señor muy creyente sentía que estaba cerca de recibir una luz que le iluminara el camino que debía seguir. Todas las noches, al acostarse, le pedía a Dios que le enviara una señal sobre cómo tenía que vivir el resto de su vida. Así anduvo por la vida, durante dos o tres semanas en un estado semi-místico buscando recibir una señal divina.

Hasta que un día, paseando por un bosque, vió a un cervatillo caído, tumbado, herido, que tenía una pierna medio rota. Se quedó mirándolo y de repente vió aparecer a un puma. La situación lo dejó congelado; estaba a punto de ver cómo el puma, aprovechándose de las circunstancias, se comía al cervatillo de un sólo bocado.

Entonces se quedó mirando en silencio, temeroso también de que el puma, no satisfecho con el cervatillo, lo atacara a él. Sorpresivamente, vio al puma acercarse al cervatillo. Entonces ocurrió algo inesperado: en lugar de comérselo, el puma comenzó a lamerle las heridas.

Después se fue y volvió con unas pocas ramas humedecidas y se las acercó al cervatillo con la pata para que éste pudiera beber el agua; y después se fue y trajo un poco de hierba húmeda y se la acercó para que el cervatillo pudiera comer. Increíble.

Al día siguiente, cuando el hombre volvió al lugar, vió que el cervatillo aún estaba allí, y que el puma otra vez llegaba para alimentarlo, lamerle las heridas y darle de beber.

El hombre se dijo:
Esta es la señal que yo estaba buscando, es muy clara. "Dios se ocupa de proveerte de lo que necesites, lo único que no hay que hacer es ser ansioso y desesperado corriendo detrás de las cosas". Así que agarró su atadito, se puso en la puerta de su casa y se quedó ahí esperando que alguien le trajera de comer y de beber.

Pasaron dos horas, tres, seis, un día, dos días, tres días... pero nadie le daba nada. Los que pasaban lo miraban y él ponía cara de pobrecito imitando al cervatillo herido, pero no le daban nada. Hasta que un día pasó un señor muy sabio que había en el pueblo y el pobre hombre, que estaba muy angustiado, le dijo:

- Dios me engañó, me mandó una señal equivocada para hacerme creer que las cosas eran de una manera y eran de otra. ¿Por qué me hizo ésto?
Yo soy un hombre creyente...
Y le contó lo que había visto en el bosque.

El sabio lo escuchó y luego dijo:

- Quiero que sepas algo. Yo también soy un hombre muy creyente.
Dios no manda señales en vano. Dios te mandó esa señal para que aprendieras.
El hombre le preguntó: - ¿Por qué me abandonó?
Entonces el sabio le respondió:
- ¿Qué haces tú, que eres un puma fuerte y listo para luchar, comparándote con el cervatillo?
Tu lugar es buscar algún cervatillo a quien ayudar, encontrar a alguien que no pueda valerse por sus propios medios.

La fiesta del perdón / Autor: José María Moriano, L.C.

De esto hace ya un mes que pasó. Justo el sábado 1 de septiembre. Fue en la explanada de Montorso, junto a Loreto, en cuya basílica la tradición señala las piedras de la que fue la casa de la Virgen María.

Allí se dieron cita medio millón de jóvenes italianos y del resto del continente europeo para reunirse con el Papa. Cantos, testimonios, música y confesiones, muchas confesiones. A esa explosión de fe, alegría y vida se unía –menos ruidosa– la reflexión, la oración y la necesidad de ponerse en paz con Dios y con uno mismo.

Los jóvenes que buscaban un confesor no tenían más que acudir a la “Fontana de la Riconciliazione” (Fuente de la Reconciliación), un recinto acondicionado para la ocasión. Ahí, cobijados bajo la discreción sacramental, sacerdote y penitente son testigos de la acción transformante del Espíritu Santo: “Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Sólo quien ha experimentado ese abrazo del Padre entiende el porqué de esa sonrisa, de ese brillar en los ojos, de esas, porqué no, lágrimas de verdadera emoción que resbalan por los rostros de esos millares de jóvenes.

Ya en la tarde, el sol se va escondiendo tras una gran cruz de madera situada al fondo del recinto. Bajo su sombra unos sentados, otros, la mayoría, rodilla en tierra oraban agradecidos por el don del perdón. Mientras, a lo lejos, se escuchaban las palabras del Papa: «Dejad que esta tarde os lo repita: cada uno de vosotros, si está unido a Cristo, puede hacer grandes cosas».

Cae la noche. Ella es testigo de un ir y venir ingente de jóvenes movidos por esa llamada interior a la conversión; a dejar atrás las propias debilidades, miserias y pecados y volver a empezar.

No sé a cuántos habré confesado: 40, 60, 100 personas…veinte horas sentado escuchando historias y absolviendo pecados dan para mucho. Aunque sólo una persona se hubiera asomado para la confesión, la desvelada estaría más que justificada. Es maravilloso ver a una persona renacer de nuevo, a una vida que se levanta llena de esperanza y retorna al Padre; un apóstol más para el mundo.

Cuando nos damos cuenta de que el amor que Dios tiene por nosotros no se detiene ante nuestro pecado, no se echa atrás ante nuestras ofensas, sino que se hace más solícito y generoso; entonces prorrumpimos en un acto de reconocimiento: "Sí, el Señor es rico en misericordia", y decimos asimismo: "El es misericordia".

Los jóvenes sí se confiesan, y mucho. Loreto era toda una fiesta de la alegría, la auténtica, la que brota de un corazón que vuelve a recobrar su filiación divina. Y esto sí que es una noticia muy buena. ¿No les parece a ustedes?

sábado, 6 de octubre de 2007

Amor...para llegar a Dios / Enviado por Vivy



Amor no es prejuicio... incomprensión. ..
rencor
Es limpiar el aire, respirar en él.

Amor es servir.

No lo quiere todo para si...
Pasa por detrás.

No presume de víctima, ni de héroe...

Sino de humilde y dispuesto.

No es la máscara que oculta...
Sino el alma
que transparenta, que todo lo hace sencillo y cristalino.

No es irritable y molesto...
es apacible.. cauteloso.

No lo bloquea todo con el reproche... Abre
rendijas para la comprensión, la tolerancia.

No tiene archivos para el resentimiento. .. deja
libre el espacio para el olvido.

No se impacienta.. . espera. No contradice.. .
aguarda. No se desenfrena.. . se silencia.

No profiere ofensas ... abre puertas, no las cierra
Siempre hay oportunidad abierta.

Nunca se detiene... Siempre llega a Dios...
Y abre lo más profundo de su ser,
el alma.

Escuchar tu Palabra / Autor: Marcelo A. Murúa


Andamos por la vida
preocupados por mil cosas
olvidando, a veces,
que una sóla es necesaria,
raíz y alimento
de nuestra existencia.

Escuchar la Palabra,
escuchar tu palabra,
Señor de la Vida,
peregrino de la esperanza
sencillo amigo y compañero.

Escuchar tu Palabra,
para hacerla centro de la vida,
pozo hondo donde alimentar
la sed de utopía
y mundo nuevo.

Escuchar tu Palabra
verdadero alimento
pan de cada día
semilla de evangelio.

Escuchar tu Palabra
como lo hace el díscipulo
en tu presencia,
oído atento,
en la rumia cotidiana.

Escuchar tu Palabra
para mirar la vida
con ojos nuevos
descubriendo
rastros del Reino
para sumar esfuerzos.

Escuchar tu Palabra
para discernir la realidad
y aprender a ver
lo que no es tu voluntad,
la injusticia, la violencia,
la muerte temprana
que excluye a las mayorías
y siembra el desánimo.

Escuchar tu Palabra
en comunidad atenta,
compartiendo vida,
trabajo y proyectos
para fecundarlos
con tu mirada.

Escuchar tu Palabra
que cambia la vida
y devuelve la alegría
del seguimiento,
para reconocerte, Señor,
en nuestros días,
caminando a nuestro lado.

¿Casarme de nuevo? / Autora: Mariana de la Torre

El primer día de los enamorados, lo tengo fresco en la memoria. Lo que no recuerdo es cuándo fue la última vez que lo celebramos. Quizá entre el segundo y tercer hijo. Él comenzó a trabajar duro, ya venía el tercero en camino y la vida cada vez más cuesta arriba. Trabajo, deudas, colegios, responsabilidades… parece negro el panorama, pero no. Le miro y sí, estoy bien enamorada y podría decir que hasta más.

No ha sido nada fácil. La verdad no te la cuentan ni las películas, ni las telenovelas, ni tu mamá… Convivir con otra persona toda tu vida, es duro. Quizá porque cuando te casas no te conoces bien a ti misma y mucho menos al otro. Las novedades resultan un tanto “asustadoras”. No lo digo sólo por él. Sé que no soy perfecta y me descubro muchas veces queriendo mejorar mil cosas de mí misma que ni yo aguanto… cuánto menos el otro…

Pero si me preguntas, ¿lo volverías a hacer? te digo sin dudar que sí, sí me volvería a casar con él nuevamente. No, no me he vuelto loca, te explico. Lo que pasa es que en el día a día todos nos quejamos de lo momentáneo que nos está preocupando, o exigiendo donarnos más. Estás cansada, tensa, pensando en cómo vas a resolver tal problema y lo que nos sale muchas veces hacia el exterior es justo lo que en ese momento nos incomoda, preocupa…

¿Te has fijado que cuando le preguntas a alguien como estás, suelen decirte un “bien” como rutinario sin vida… otros te dicen lo difícil que está algo, lo frío del tiempo, lo mal que jugó tal equipo de fútbol? Sin embargo, tenemos casos de personas que te dicen que todo va fenomenal… y piensas que seguro no me tiene confianza para decir la verdad.

Algo así pasa cuando hablamos de nuestras vidas familiares. Hay un deje de pudor o vergüenza para decir que todo va bien. Te cohíbe contar lo bueno, lo feliz, lo pleno de tu matrimonio, de tu familia. Quizá porque frente a un rutinario “¿como estás?” no crees que quien lo pregunta quiera realmente escuchar lo feliz que te encuentras porque ayer tu hija de 4 años te dijo lo mucho que te quiere. Ni pensar en comentar en plan orgulloso de tu esposo, cuán amoroso es cuando llega a casa cansado con un ¡Hola, ya llegué! y lo primero que hace es buscarte para darte el “beso de arribo”, que por cierto, a los niños les encanta ver. Mucho menos el decir a los demás lo bueno que es cuando él cocina (sólo le falta aprender a lavar lo que ensucia). El sábado me fui a dormir agotada y el domingo para que “descanse de los niños”, se los llevó con él al súper. Y lo mejor es que llegó con la comida comprada… hasta el postre. ¡Todos felices! Estas pequeñas cosas son las que hacen grande la vida en familia, los detalles en donde veo que él busca cómo hacerme feliz y yo trato de hacer lo mismo. Los dos hemos tenido que esforzarnos por mejorar, ceder, aprender a discutir sin herir, saber escuchar abiertos al pensar del otro (cosa que exige mucha generosidad), aprender a pedir perdón a tiempo y a perdonar regresando toda la confianza sin guardar mucha memoria.

Pensándolo más detenidamente, ¿Quién puede celebrar el día de los enamorados mejor que nosotros que hemos probado el amor verdadero en el tiempo?

Ser como un lápiz en las manos de Dios / Autor: Paulo Coelho



El niñito miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado, le pregunto:
¿Abuelo, estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto:
- Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
Como el lápiz

El nieto miró el lápiz intrigado, y no vio nada de especial en él, y preguntó:
- ¿Qué tiene de particular ese lápiz?
El abuelo le respondió:
- Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una persona en paz con el mundo.

Primera cualidad:
Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. Esta mano la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.

Segunda cualidad:
De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.

Tercera cualidad:
El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo
malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.

Cuarta cualidad:
Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.

Quinta cualidad:
Siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos. Por eso intenta ser consciente.

Oración por mis amigos / Enviado por Viviana Baigorria

Señor: te presento a mis amigos para que los bendigas, los cuides y les enseñes a vivir.

Tú que sabes lo que viven, lo que les preocupa, lo que sienten, lo que piensan, lo que anhelan, lo que les falta y lo que desean. Tú que sabes cuando lloran, cuando ríen, cuando están en soledad, cuídalos, protégelos, anímalos a seguir adelante; acompáñalos siempre.

"A mí Señor, enséñame a presentir lo que sienten, a estar disponible cuando más me necesiten, a ser amables cuando más necesiten ser amados, a oírlos cuando necesiten ser oídos, a darles seguridad cuando necesiten seguridad, a cuidarlos cuando necesiten ser cuidados, a acudir cuando necesiten ayuda, a celebrar cuando necesiten ser celebrados, a llorar cuando tengan necesidad de desahogarse, a sentirme orgullosa de ellos y a aprender cuanto pueda de ellos."

"Porque Tú has sido, Señor, ¡el gran amigo incondicional de tantos!, pido hoy por mis amigos por nuestra amistad y la relación que nos une, bendícenos y acógenos con tu amor.”

“Padre te pido bendigas a mis amigos y a sus familias. Revélales tu amor y tu poder.
Espíritu Santo, te pido que te manifiestes en este momento. Que donde haya dolor les des paz y consuelo. Donde haya duda manifiestes confianza por tus gracias en el precioso nombre de Jesús”.


A M É N.

¿Y por qué perdonar? / Enviado por Vivy



Cuando alguien te ofende.
Cuando alguien habla mal de ti, a tus espaldas.

Cuando te traicionan.
Cuando te han estafado o engañado en tu buena fe.

Cuando hayan abusado de ti.

Cuando te mientan.

Cuando te pagan mal, por bien.

Cuando te llevan con doble cara.

Cuando sientas que han sido injustos contigo...

aun asi ..

P E R D O N A

¿Sabes por qué?

Porque ganas mucho mas con eso!!

Porque cuando perdonas, te liberas.

Porque cuando perdonas te limpias
y estas en paz.

Porque conservas tu buena salud fisica ,mental y espiritual.

Porque cuando perdonas te liberas.
Porque cuando das amor recibes
amor de vuelta.

viernes, 5 de octubre de 2007

Llamados a ser Pan de Vida para hacer crecer la comunidad / Autores: Conchi y Arturo















Nuestra vida debe ser acción de gracias o sea Eucaristía. Sin cumplir en las vivencias cotidianas todo el memorial real de Jesús el Señor, nuestra comunidad cristiana, se debilita. El versículo 42 del capitulo 2 de los Hechos de los Apóstoles dice: "Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones".

Hemos explicado en las últimas semanas las actitudes que todo cristiano debe aportar para construir comunidad formando el Cuerpo de Cristo. Hoy nos centramos en la comunión Eucarística vivida con asiduidad y transformada en oración agradable a Dios a cada instante. Muchas veces no sabemos como orar y la mejor manera de hacerlo es convertir cada acto de nuestra vida en una encarnación de Cristo en nosotros, para que Él pueda ser el centro de nuestra vida y de todos cuantos encontremos en el camino.

En Mateo 26, 26-28 se explica el momento central de la presencia real de Cristo cuando se celebra la consagración: Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:"Tomen y coman, esto es mi Cuerpo".Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: "Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados".

La conciencia de la presencia de Jesús en el Pan y el Vino se adquiere a medida que crecemos espiritualmente y nosotros somos capaces de repetir en nuestra vida esta Eucaristía interior en nuestro corazón y trasladarla a los demás. Cristo elige el lugar más intimo de una casa para celebrar la institución Eucarística: un comedor, la mesa donde compartimos el pan de cada día.

Muchas personas creen que el lugar más intimo de una casa es el dormitorio, pero realmente la mesa del comedor lo supera. Alrededor de la mesa nos sentamos para alimentar nuestro cuerpo pero también nuestro espíritu. Allí estamos para comer tanto si nuestro estado personal es de optimismo, de depresión o de rompimiento. Jesús comparte su cena con Judas que le va a traicionar y conociendo lo que le iba a suceder, bendice la mesa y a todos sus comensales, respeta la vulnerabilidad y el carácter de sus invitados.

A ejemplo de Jesús, cuando nos sentemos en nuestras mesas comunitarias a comer el pan de cada día, la voluntad de Dios Padre es que seamos alimento para aquellos que nos rodean y capaces de amar hasta el extremo. Quizá nos vemos obligados a comer en el trabajo o en la familia con quién nos hace la vida imposible. Nosotros debemos bendecir esa mesa, el pan y quienes comen con nosotros. Esa es una actitud difícil de adoptar, sobre todo cuando en el comedor uno está vulnerable. Jesús sabía que iba a morir en unas horas para salvar nuestras vidas para siempre y libremente decide bendecir a quienes horas más tarde se iban a dispersar o le iban a negar.

En Juan 6, 51, Jesús nos hace la verdadera llamada comunitaria a encarnarlo: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo.Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo." Nosotros fuimos invitados a encarnar el Pan Vivo bajado del cielo en cada acción de nuestra vida. Debemos tomarnos a nosotros mismos y hacernos alimento para los demás cumpliendo la voluntad del Padre que es dar nuestra vida en Amor por los demás.

Por eso debemos "tomarnos" como Pan y estar dispuestos a ser "partidos" y "repartidos". Sólo si nos damos en plenitud perdiendo nuestra vida por los demás Jesús tomará posesión de nosotros y nos convertirá en alimento real para los oprimidos, los cautivos, los hambrientos y los pobres. Jesús recuerda a los suyos: "Si el grano de trigo no muere no puede dar fruto". ¿Estamos dispuestos a morir a nosotros mismos para que viva en el interior Cristo y sea nuestra vida triturada aprendiendo cada día a Amar desde el corazón de Dios?. Por eso a cada instante debemos tomar conciencia que el Señor nos pide que celebremos la Eucaristía en nuestro interior. A más pidamos esta gracia y más estemos dispuestos a aceptarla es cuando se nos revelará la presencia real de Jesús en nuestro corazón y en la comunión Eucarística.

Los discípulos de Emaús estaban tristes. Cristo se les aparece y les explica las Escrituras. Es al partir el pan cuando lo reconocen y el desaparece. A más ausente está el Señor es cuando se nos hace presente. Nuestro corazón debe tener celo por arder en cumplir el Evangelio y es cuando veremos a Jesús en nosotros y en los demás.

Si alimentamos a quienes vamos a testimoniar el Amor de Dios con nuestras vidas, Jesús se nos hará presente como Pan Vivo en aquellos con quienes compartamos. Nosotros también necesitamos ser alimentados. Es en ese partirnos y repartirnos los unos a los otros que la comunidad cristiana a cualquier nivel crecerá porque tendremos la capacidad de ver el Pan de Vida en cada persona.

Partirse supone no quedarse instalado. Repartirse supone multiplicar el Reino. Jesús instituyó la Eucaristía en el momento en que iba a dar el paso definitivo de dejar a sus apóstoles en el mundo para que dieran testimonio de Él. Partirnos supone dejar pasó a los demás en nuestras comunidades y a la vez multiplicar el Reino enseñando a otros aquello que hemos visto y oído. Fue al final de su vida terrena que Jesús mostró todo el rostro de Dios Padre para la salvación del mundo. Ser verdadera Eucaristía para los demás nos supondrá un aprendizaje permanente que nos llevará toda la vida. Por eso es urgente no posponerlo cada hora bajo el pretexto de justificarnos con nuestras muchas ocupaciones y obligaciones.

Tomarnos como Pan supone aceptar que somos únicos y que Dios desea darse a los demás como nos creó, con nuestros dones particulares. Somos templos del Espíritu Santo. Jesús vive en nosotros y el Padre también quiere morar en nuestro corazón. Para que esto de frutos es necesario que les reconozcamos como los auténticos motores de nuestra vida poniendo en sus manos virtudes y debilidades. Si no lo hacemos siempre empezamos a naufragar y dejamos de ser Pan de Vida para los demás.

Partir nuestro Pan y repartirlo es consecuencia de tomarnos. Nos partimos cuando somos vulnerables, cuando la honestidad y la verdad presiden nuestro itinerario vital. Partirnos es no guardarnos nada. Jesús explica a sus apóstoles: ustedes son mis amigos por que les he mostrado todo. Se vacía y da gracias al Padre por haber podido llevar a cabo su voluntad.

Repartirnos es no hacer excepción de personas. Dios ama a justos e injustos. Desea que los justos lo sigan siendo y quiere rescatar a los impíos de su maldad y las continuas injusticias. Nosotros tenemos que imitar al único maestro: Cristo.

Al explicar estas actitudes interiores podemos pensar que eso sólo pueden hacerlo personas muy preparadas. También tendemos a creer que los prodigios y señales deben acompañar a las personas que son capaces de tomarse, partirse y repartirse. Nada más lejos de la realidad. El Señor nos dice a todos como a Pablo: "con mi gracia te basta" . Es evidente que Dios sigue realizando curaciones interiores y físicas y que cuida providencialmente de todos y cada uno mucho más de lo que somos conscientes. Los millones de grano de arena que aportamos cada vez que somos capaces de vivir cotidianamente la Eucaristía, son muy superiores al mayor de los milagros, para la instauración del Reino.

Sólo Dios necesita nuestra humildad y nuestro deseo interior de ser templos suyos para convertirnos en Pan de Vida. Para ello, perseverar en el Sacramento de la Eucaristía y de la reconciliación nos será de una utilidad vital. Lo importante no es como nos sentimos nosotros en un acontecimiento de la vida, sino que deseemos que Dios manifieste su gloria en él por muy dolorosa que sea nuestra vivencia.

La Madre teresa de Calcuta es un buen ejemplo para lo que estamos contando. ¿Alguien piensa que le fue fácil tomar la decisión de marchar de su orden para iniciar las Misioneras de la Caridad?. Nosotros no. Ahora se ha conocido los grandes momentos de sequedad, pero eso no quita valor a su ministerio sino que se le añade. Cuando no entendía los caminos del Señor ella siguió fiel a su llamada atendiendo a los moribundos y los más necesitados. Dudar de la obra que Dios hizo en ella siendo Madre Teresa "un lápiz en sus manos", es estar ciego. Dios sigue haciendo crecer a las Misioneras de la Caridad como faro y luz para el mundo.

Nos es muy fácil seguir a Cristo cuando nos felicitan por como damos las catequesis, realizamos nuestro trabajo pastoral o vemos que tenemos ciertas habilidades que nos hacen sentir bien y muchas veces mejores que los demás. Seguir al Señor en las contrariedades de cada día es el llamado que tenemos. Sacerdotes, religiosos y laicos tenemos cada amanecer a Dios pidiendonos que mostremos su rostro a quienes nos contradicen, nos calumnian, nos humillan o nos pagan mal nuestro trabajo. La Eucaristia cotidiana consiste en por la gracia de Dios realmente Amar a nuestros enemigos y a quienes nos persiguen. Ser valientes mostrandoles nuestra vulnerabilidad y diciendo con Jesús: "Padre perdonalos porque no saben lo que hacen". Que cuando el día termine en nuestro cansancio podamos afirmar: "Dios mio no he sabido hacerlo mejor, pero he deseado llevar a cabo tu obra. En tus manos Padre encomiendo mi espiritu para que mañana al levantarme pueda servirte nuevamente. Hazme Pan de Vida".