Cristo Jesús, Salvador deseado y esperado de la historia, de mi historia, ven a caminar por ella: pasado, presente y futuro.
Tú, que caminaste por caminos, senderos y calles de pueblos y ciudades, camina hoy por mí y bendíceme con tu amor.
Tú, que curaste a los leprosos, cura la lepra espiritual que hay en mí, y que produjo como consecuencia aquellos pecados que por ser soberbio, débil o ignorante, me sumieron en la enfermedad. Clávalos en Tú cruz y unge mis heridas con Tú bendita sangre.
Tu que abriste los oídos de los sordos, cura y libérame del espíritu de sordera que no me deja percibir tu amor, escuchar tu voz, discernir tu voluntad y escuchar el clamor de los hermanos que sufren.
Tú, que devolviste la vista a los ciegos, libérame del espíritu de ceguera que no me permite verte en mí constantemente y vivir en alabanza por tu inigualable belleza.
Tú, que sanaste a los epilépticos y a los mudos, libérame de los espíritus de epilepsia y mudez, que me impiden expresarme y transmitir tu Palabra con sabiduría, prudencia, claridad, afecto y firmeza.
Tu, que hiciste caminar a los paralíticos, libérame del espíritu de parálisis en mis piernas que me dejan postrado largo tiempo haciéndome perder la virtud de la alegría y no se hacia donde dirigirme para hacer tu voluntad.
Tú, que resucitaste a los muertos, resucita las áreas de mi historia, de mi vida que están marchitas, agonizantes o muertas.
Tú, que liberaste a los poseídos por el espíritu del mal, libérame de toda fuerza o cercanía de espíritus malignos, y cólmame de tu Santo y Dulce Espíritu para que por Tu gloria brillen los dones y carismas que me diste.
Envíame a tus santos Arcángeles y Ángeles para que me guíen a lo largo del camino. Amen.
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