No permitas, Señor, que la soberbia
me ciegue con sus falsos resplandores;
no permitas, Señor, que los honores
me eleven en los brazos de la tierra;
no permitas, Señor, que en mi inmodestia
olvide que de Ti son los favores;
no permitas, Señor, que en mis errores
te acuse de abandono y de inclemencia.
Sólo quiero servirte y adorarte,
ser espiga engendrada en tu semilla;
sólo quiero ser grano en tu gavilla
y la harina del pan que se hace carne;
sólo quiero de amor embelesarme,
ser la cepa del vino de tu orilla;
sólo quiero tu flor sobre mi arcilla
y consagrarme a Ti en cuerpo y sangre.
Yo te pido, Señor, libres al mundo
de egoísmo, mentira e impiedad;
yo te pido, Señor, que en la verdad
sepamos que son tuyos nuestros frutos;
yo te pido, Señor, eterno indulto
a mi falta de amor, mi vanidad;
yo te pido, Señor, por tu bondad
ser el barro de tu divino surco.
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