Natividad del Señor:
Isaías 52, 7-10;Hebreos 1, 1-6; Juan 1, 1-18
24 de diciembre de 2011.- Vayamos directos a la cumbre del prólogo de Juan, que constituye el Evangelio de la tercera Misa de Navidad, llamada «del día». En el Credo hay una frase que este día se recita de rodillas: «Por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo». Es la respuesta fundamental y perennemente válida a la pregunta: «¿Por qué el Verbo se hizo carne?», pero necesita ser comprendida e integrada. La cuestión de hecho reaparece bajo otra forma: ¿Y por qué se hizo hombre «por nuestra salvación»? ¿Sólo porque habíamos pecado y necesitábamos ser salvados? Un filón de la teología, inaugurado por el beato Duns Escoto, teólogo franciscano, desliga la encarnación de un vínculo demasiado exclusivo con el pecado del hombre y le asigna, como motivo primario, la gloria de Dios: «Dios decreta la encarnación del Hijo para tener a alguien, fuera de sí, que le ame de manera suma y digna de sí». Leer más...
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