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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Padre Anton Luli S.J., albanés: Pasó 42 años entre la cárcel, torturas y trabajos forzados, oficiando la Misa clandestinamente

* Ya cumplidos los 80 años pudo celebrar, por fin, la Eucaristía en libertad y sin restricciones

* ”A mí el Señor me pidió, por el contrario, que abriera los brazos y me dejara clavar en la cruz y así celebrara, en el ministerio que me era prohibido y con una vida transcurrida entre cadenas y torturas de todo tipo, mi Eucaristía, mi sacrificio sacerdotal”

* ”Con mucha frecuencia me torturaban con la corriente eléctrica: me metían dos alambres en los oídos. Era una cosa horrible. Durante un tiempo me amarraban las manos y los pies con alambres, y me echaban al suelo en un lugar oscuro, lleno de grandes ratas que me pasaban por encima sin que yo pudiera evitarlo”

* ”Pero en esos sufrimientos tuve a mi lado y dentro de mí la consoladora presencia del Señor Jesús, sumo y eterno sacerdote, a veces, incluso, con una ayuda que no puedo menos de definir “extraordinaria”, pues era muy grande la alegría y el consuelo que me comunicaba”

7 de diciembre de 2011.- (Camino católico.org) El jesuita albanés Anton Luli vivió numerosas penalidades y sufrimientos bajo la dictadura comunista en Albania. Anton Luli fue arrestado en 1947 y liberado 42 años más tarde. Muchos de sus compañeros fueron mártires. No derramó su sangre, pero sí padeció profundos sufrimientos morales y físicos a causa de su fidelidad a Cristo y a su Vicario. Él mismo narró su experiencia durante las celebraciones del Jubileo Sacerdotal de Juan Pablo II en noviembre de 1996, intervención que publicó el diario L'Osservatore Romano. En el Aula Pablo VI del Vaticano, el sacerdote albanés habló ante el Santo Padre en nombre de los sacerdotes invitados que también cumplían 50 años de su ordenación. El padre Anton Luli S.J. murió en Roma el 10 de marzo de 1998 a la edad de 88 años. Este es su testimonio contado por él:

"Bendigo al Señor, que a mí, su pobre y débil ministro, me ha dado la gracia de permanecerle fiel durante una vida prácticamente marcada por las cadenas. Sólo su gracia podía hacer esto. Leer más...

1 comentario:

  1. Siento vergüenza, al leer esto, de hacer de mis pequeños problemas una tragedia pero ¡quien fuera siquiera un cabello de este sacerdote santo para poder evitarlo!

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