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viernes, 4 de noviembre de 2011

Los esposos Erin y Jennifer Conely esperaban trillizas y una doctora les propuso abortar a una de ellas, pero su fe en Dios les hizo confiar

* “Esperábamos una hija. Que tuviésemos tres, todas ellas eran un regalo de Dios para nosotros”

* “Nunca dejamos de confiar en que Dios estaría con nosotros”

* ”Nuestra fe en Dios es muy fuerte. Creemos en Él y dependemos de Él en los momentos buenos y malos, y le damos gracias por ambos, porque todo lo que tenemos es gracias a Dios”

4 de noviembre de 2011.- Son las 10 de la mañana en la casa de Erin y Jennifer Conely, en Holly Springs, Carolina del Norte, y es la hora del desayuno para sus trillizas, Jillian, Rebeca y Sara. Las tres niñas de nueve meses de edad se sientan en sillas idénticas cuando su mamá, con una cuchara, le da verduras y cereales a cada una de ellas. Adam, el hijo de 3 años de edad de Erin y Jennifer, se sienta en la sala de estar con su perro Labrador Retriever, Madison, rodeado de juguetes.

Como las chicas han crecido, han comenzado a surgir su apariencia y personalidades. Rebeca, que al nacer era la más pequeño de las tres, es ahora la más grande, mientras que Jillian, la primera en nacer y que era la más grande, es ahora más pequeña que las otras dos. Sarah se concentra en el desayuno, mientras que las otras dos parecen curiosamente felices respecto a los visitantes que han venido a escuchar la historia de sus padres.

¿Qué es más reconfortante que la visión de un niño feliz? ¡Aquí hay tres! Es imposible imaginar que alguien pueda haber deseado alguna vez hacerles daño. Sin embargo, no hace mucho, una doctora que ese especialista en embarazos y partos había sugerido que una de las chicas fuese “sacrificada”. Leer más...

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