20 de junio de 2012.- (Isis Barajas / Revista Misión / Camino Católico) “Los pies en la tierra y la cabeza en el cielo”. Así se ve este artista de apenas treinta años, que en los escasos cinco que lleva exponiendo ya ha ganado varios premios de pintura, ha conseguido el aplauso de la crítica, y vende la totalidad de su obra allí donde se expone. El motor de su trabajo es su fe, que no solo da sentido a su obra, sino que se refleja en cada uno de sus cuadros.
La pintura irónica, colorista y rica en texturas de Rafa Macarrón ha conquistado tanto a los grandes coleccionistas de arte como a sencillos aficionados que decoran sus casas con los cuadros de este joven artista. Pero lo que quizá permanece fuera de la mirada de muchos espectadores es que, ante todo, la pintura de Macarrón es fruto de una profunda espiritualidad, que el autor empezó a cultivar en sus años de ciclista profesional. “Pasaba tantas horas solo con la bici, que no me quedaba más remedio que relacionarme con Dios, hablaba mucho con Él”. Cuando colgó el maillot y empezó a dedicarse profesionalmente a la pintura, trasladó ese diálogo interior con Dios a sus cuadros.“Pintar un cuadro es una gran responsabilidad, porque es algo que verá mucha gente y que permanece en el tiempo. Por eso siempre me ofrezco a Dios y rezo antes de pintar un cuadro, hasta tal punto que, en muchas ocasiones, cuando lo termino, me pregunto cómo he sido capaz de hacer todo eso”.
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miércoles, 20 de junio de 2012
Rafa Macarrón, pintor: “Cuando me enfrento solo a un cuadro, intuyo cómo pudo sentirse Dios ante la creación”
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Desconozco la fe de ese señor, pero como pintor ¡es un genio!. FABULOSO
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