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domingo, 17 de junio de 2012

Raúl Oreste, rico empresario condenado por tráfico de drogas: “La cárcel ha sido la gracia más grande que Dios me ha dado”

* “Yo me decía: “Para qué quiero a Dios si tengo dos hijas y una mujer preciosa”. Pero mi esposa enfermó de cáncer y murió”
* “Había perdido el apetito de vivir y creía que la noche, la droga y cuanta mujer se cruzara en mi vida serían suficiente para recobrar la felicidad perdida… transcurrieron seis años, desde la muerte de mi mujer, en 1993, hasta que acabé encarcelado, en 1999”
* En la cárcel, “de repente, propiné un puñetazo a otro preso y cayó al suelo inconsciente. Creí que había matado a ese hombre. Me marché al patio aturdido y allí sentí a Dios en mi interior, preguntándome qué estaba haciendo con la vida que Él me había regalado. Y entonces escuché una canción que dice: “Cristo rompe las cadenas y nos da la libertad”. Y, efectivamente, rompió las cadenas que me tenían atado al fracaso, al odio y al desapego por la vida”
* “Me empezaron a llamar “el loco de la Biblia”, porque la leía constantemente. Leí la Biblia durante 5.284 días. Poco a poco, incluso los jefecillos de cada módulo comenzaron a tenerme respeto. Los presos venían y me pedían que rezara por sus familias. Me rodeaba de personas que me escuchaban cuando leía la Biblia, y así se empezaron a hacer grupos de oración en la cárcel”
17 de junio de 2012.- (Ángeles Conde - Fotografía: Ignacio Arregui / Revista Misión / Camino Católico) Al entrar en el parque de El Retiro, en Madrid, un joven corre a saludar a Raúl. Hace años que se conocieron en un entorno que nada tiene que ver con estar al aire libre: la cárcel. La historia de Raúl Oreste es digna de un guion cinematográfico, pero, en esta ocasión, la realidad supera a la ficción. De rico empresario pasó a ser condenado por tráfico de drogas y perder su fortuna. De casi matar a un hombre en prisión pasó a predicar a Jesucristo entre las rejas y los muros de la cárcel. Cristo rompe las cadenas y Raúl lo sabe. Leer más...

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