“Me arrodillé y empecé a rezar el Rosario. De repente experimenté un profundo sentido de la presencia de la Virgen, como si efectivamente me estuviera abrazando. ¡Yo sabía que no estaba solo y que nunca iba a estar solo! Podía finalmente aceptar mi vocación sin temor porque ahora sabía que en el centro de mi ser la Virgen estaría siempre conmigo -siempre está y estará conmigo- como con todos nosotros, llevándonos a su Hijo”
domingo, 2 de noviembre de 2014
Jim McCormack dejó de ir a misa, tuvo novia, sentía la llamada del Señor a servirle, pero fue una experiencia con la Virgen María la que le mostró que sería sacerdote mariano
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