“Desde que nació nuestro primer hijo habíamos empezado a poner en tela de juicio desde un punto de vista médico lo que nos habían enseñado en la Facultad sobre el límite de las doce semanas. Cada vez veíamos más claramente que aquello no era un pedazo de carne, sino una verdadera criatura humana. Fue un proceso muy duro, porque a nadie le resulta fácil reconocer que se ha equivocado gravemente durante años”
viernes, 28 de noviembre de 2014
Silvija y Gints, médicos y esposos sin fe, hacían abortos entre bromas crueles, pero dejaron de hacerlos porque Dios y la ciencia les cambiaron
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