“Las hermanas Fidela, Josefa y Facunda, eran personas buenas, buenas...que se habían consagrado a Dios para ayudar al prójimo en sus domicilios y en los hospitales. No hacían el mal, sino solo el bien. No eran una amenaza para nadie. Fueron ejemplares en rezar por la paz y en el perdonar a sus verdugos. La barbarie de los asesinos fue vencida por la caridad de las tres víctimas inocentes. El martirio no se improvisa, ya que antes de su sacrificio supremo las tres religiosas eran ejemplares y auténticas siervas de la caridad de Dios hacia los enfermos”
Vídeo fragmento de una parte importante de la homilía del Cardenal Amato
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