* «Tenemos que convencernos de una cosa: de que nos realizamos como personas en la medida en que acogemos los designios de Dios para nuestra vida, sean los que sean. Espontáneamente deseamos seguridad, salud, bienestar, reconocimiento social, control de nuestra vida, pero Dios puede pedirnos que recorramos los caminos de la precariedad, la humillación y las dificultades de todo tipo para enseñarnos a ser humildes, a amar y a confiar en Él. Debemos aprender a discernir y amar nuestra vocación, lo que Dios quiere que seamos y hagamos como miembros de su pueblo. Y ello sin caer nunca en la tentación de compararnos con los demás: Dios, en su amor inmenso hacia todos los hombres, ama y conduce a cada uno por un camino distinto»
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