"No podemos ser sanados y regenerados porque no queremos abrir los ojos, ver nuestra miseria y caer de las alturas... Humilde es el que ha comprendido que su dignidad no depende de sus riquezas, ni de su cultura, ni de sus talentos, sino de su condición de hijo de Dios, y desde la seguridad inconmovible que le da el saberse amado incondicionalmente por Él, puede contemplar cara a cara su propia miseria y abandonarse a la misericordia de Dios que viene a rescatarle. Desde su sencillo asiento sobre el “humus”, los hombres dejan de ser amenazas para convertirse en hermanos, y Dios, en el que los ama y justifica. Sólo desde este asiento santo se puede contemplar la realidad en su verdad y por ello Santa Teresa decía que «humildad es andar en verdad»"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario