* «Es verdad, todos somos pecadores, nosotros los obispos. Pero intenta revelar los pecados, que se vean, para escandalizar a la gente. El Gran Acusador que, como él mismo le dice a Dios en el primer capítulo del Libro de Job, “viaja por el mundo buscando cómo acusar”. La fuerza del obispo contra el Gran Acusador es la oración, la de Jesús sobre él y la suya propia; y la humildad de sentirse elegido y permanecer cerca del pueblo de Dios, sin ir hacia una vida aristocrática que quita esta unción. Recemos hoy por nuestros obispos: por mí, por los que están aquí delante y por todos los obispos del mundo»
11 de septiembre de 2018.- (Caminocatólico.com) Que el obispo sea un hombre de oración, se sienta elegido y esté cerca de la gente. Son los tres aspectos de la figura del obispo en los que el Papa se ha enfocado en la homilía de la Misa en la Casa de Santa Marta de hoy. En estos tiempos, parece que el Gran Acusador esté enfadado con los obispos para crear escándalo. Los obispos deben, por lo tanto, recordar tres aspectos fundamentales: su fuerza es ser hombres de oración, tener la humildad de saber que han sido elegidos por Dios y permanecer cerca del pueblo. En la homilía de la Misa en Casa Santa Marta de esta mañana el Papa reflexiona sobre este ministerio inspirándose en el Evangelio de Lucas de hoy (Lc 6, 12-19). En el pasaje propuesto por la Liturgia, Jesús pasa la noche orando, luego es él quien elige a los Doce Apóstoles – es decir los “primeros obispos” – y luego desciende a las llanuras y se para en medio de la gente que viene a escucharlo y curarse de la enfermedad.
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