* «En mi infancia fui profundamente creyente, pero poco a poco, en la adolescencia, abandoné toda práctica religiosa. Ingresé en una escuela de comercio. Durante mis estudios, comencé a plantearme preguntas sobre el sentido de la vida. Sentía que algo me faltaba, una especie de vacío interior. Semanas más tarde, a bordo de un tren de alta velocidad, discutí con mi compañero de viaje, un joven ingeniero que había dejado su trabajo para entrar al servicio de la Iglesia. Dio testimonio de su fe de una manera que me transformó. A partir de ese momento, deseé conocer a Dios y descubrir a Cristo. Fui confirmado a la edad de 27 años. Paralelamente, conocer sacerdotes jóvenes despertó en mí el deseo de ser sacerdote…»
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*COMENTARIO:* Padre, ¿no hay palabras de más consuelo para esa pregunta de
la tristeza?
*RESPUESTA MÍA:* La respuesta es que Dios es la alegría y la f...
Hace 3 meses
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