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viernes, 21 de septiembre de 2018

Sor Guadalupe, ahora ermitaña en Navarra, era atea y se sentía impotente ante tanta muerte: en Ruanda, tras ver morir a una niña, halló a Dios

* «Llorando y gritando en una situación crítica dentro de mí. Fue un impasse, más que una muerte. Pero poco a poco fui sintiendo, no con palabras ni nada extraño, que ella me decía: ‘yo estoy bien. Mi vida no ha sido inútil. He existido para llevarte a ti a Dios’. Mi discernimiento era apostar por lo primero de la lista, consagrarme y vivir lo que vivo. Porque lo que Dios quiere es que seas santo, lo que quiere es que llegues a tu plenitud, entra en el fondo de esto y lo demás se da por añadidura»

CaminoCatólico.com.-   Guadalupe Escudero, conocida popularmente como Sor Guadalupe o Sor Piolet, lleva ahora una vida de oración y paz en el monasterio navarro de Zamartze, a los pies de la Sierra de Aralar. Pero su vida ha estado marcada por la profunda conversión que la llevó de un ateísmo profundo a un impresionante encuentro con Dios en Ruanda, donde se había ido a vivir como cooperante. Antes había sido un espíritu libre, una mochilera que recorría el mundo y que la llevó incluso a escalar el Himalaya, apareciendo en la prensa deportiva de la época, tal y como ya publicamos en Camino Católico en 2016 cuando ya contaba su testimonio de cómo llegó a su vocación.

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