* «Llegó el día 24 de agosto de 2009. Fui a confesarme. No soy capaz de describir lo que me pasó: lágrimas, llanto, sollozos, un dolor que me partía el cuerpo... El Espíritu Santo expulsó de mí todo mal, todas mis aberraciones y me devolvió la vida, llevó a cabo Su gran limpieza, hasta que no me quedó nada dentro…»
* «Volví de la confesión cambiado. Había empezado para mí una nueva vida: una vida en Dios y con Dios. Desde el primer día, Dios me mostró Su poder: muchos de mis defectos desaparecieron al instante, otros al cabo de un tiempo. Dios me acompañaba a cada paso y me envolvía con Su protección. Cuando contemplo mi “antigua” vida, no consigo entender cómo he podido vivir tantos años sin Dios… Y ahora Él lo es todo para mí. Estando en la cárcel, tengo la posibilidad de ayunar y rezar. Me he consagrado enteramente a Dios y a Él pertenezco»
* «Volví de la confesión cambiado. Había empezado para mí una nueva vida: una vida en Dios y con Dios. Desde el primer día, Dios me mostró Su poder: muchos de mis defectos desaparecieron al instante, otros al cabo de un tiempo. Dios me acompañaba a cada paso y me envolvía con Su protección. Cuando contemplo mi “antigua” vida, no consigo entender cómo he podido vivir tantos años sin Dios… Y ahora Él lo es todo para mí. Estando en la cárcel, tengo la posibilidad de ayunar y rezar. Me he consagrado enteramente a Dios y a Él pertenezco»
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