* «En un documental sobre su vida me llamó la atención una cosa que dijo. Juan Pablo II, si no recuerdo mal, estaba en una sinagoga en Italia y dijo una palabras que calaron en mí. No me acuerdo exactamente de las palabras pero dijo algo como que las religiones monoteístas debían de dar a conocer a Dios al mundo porque hay gente en el mundo que no conoce a Dios. Este “hay gente en el mundo que no conoce a Dios” fue lo que me marcó y en ese momento pasó por mi cabeza la idea de ser sacerdote. Ese momento marca un antes y un después en mi vida. No es que no creyera en Dios en ese momento pero necesitaba pruebas para tener mi propia fe. Un niño, al que se le trasmite la fe vive de la fe de sus padres y es la base de la suya, pero necesita pasar a tener sus propios motivos, sus propias experiencias. Entonces me encuentro con que en mi cabeza, después de esto, pasa la idea de ser sacerdote; no sé por qué, simplemente pasó. Yo me puse nervioso porque no lo quería. No es la primera vez que me planteaba lo de ser sacerdote pero antes por miedo a lo que pensarían de mi dejaba la idea de lado. Bueno yo en ese momento no sabía que pensar. No dije nada hasta el lunes que llegó mi familia de Roma. Reuní a mis padres y le conté lo que me pasó el sábado por la noche. Mi madre empezó a llorar, yo pensaba ¡hombre tampoco es para tanto! Y mi madre me dijo: ¡es lo que le he pedido a Juan Pablo II! Mi parroquia tiene costumbre de en un momento dado de cualquier peregrinación entrar a un templo significativo y rezar allí y ofrecerle al santo o virgen del lugar una intención particular y no sólo eso sino escribirla y dejarla por alguna parte de la Iglesia, y mi madre le pidió a Juan Pablo II un hijo sacerdote y parece ser que se lo está concediendo»
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viernes, 28 de septiembre de 2018
Pablo, 25 años: «Mi llamada a ser sacerdote se dio viendo un video de Juan Pablo II. Yo no tenía motivos para creer, me refugiaba en fumar porros, beber…»
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