* «Dios me fue enamorando, no fue fácil, pero lo hizo. Dios me fue dando más pero también yo empezaba a sentir que me seguía pidiendo más y más. Mi corazón a pesar de todas las actividades que hacia seguía inquieto, como si tuviera una espina clavada en él. El llamado al Sacerdocio no es un momento, son muchos momentos llenos de Dios, los que menos te imaginas, porque a veces es en lo más sencillo donde Dios nos habla más fuerte»
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sábado, 13 de abril de 2019
Abraham Cañedo, 21 años, hablando con un cura optó por ser sacerdote: «me deje mirar por Dios, con alegría, dudas, miedos, pero con mucho amor… y me decidí a decirle que sí»
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