* «La ternura de Dios, las caricias de Dios. No es una actitud didáctica o diplomática de Dios: viene a Él desde dentro, es la alegría que tiene cuando se acerca un pecador. Y la alegría lo hace tierno… Cuántas veces nos lamentamos, nos quejamos y pensamos que nuestros pecados, nuestros límites, no pueden ser perdonados. Allí se oye la voz del Señor que dice: “Yo te consuelo, estoy cerca de ti”, y nos toma con ternura. El Dios poderoso que creó los cielos y la tierra, el Dios-héroe, por decirlo así, nuestro hermano, que se dejó llevar a la cruz para morir por nosotros, es capaz de acariciarnos y decirnos: ‘No llores’»
Video traducido y editado por Laudate Dominum
10 de diciembre de 2019.- (Camino Católico) El Señor guía a su pueblo, lo consuela, pero también lo corrige y lo castiga con la ternura de un padre, de un pastor que “lleva los corderitos sobre el pecho y conduce suavemente a las ovejas madres”. De este modo el Papa Francisco, en su homilía en la Misa de la mañana en la Casa Santa Marta, responde a las preguntas “¿Cómo consuela, cómo corrige al Señor?”, suscitadas por la liturgia de hoy. La primera lectura, en efecto, un pasaje del libro de la consolación de Israel del profeta Isaías, se abre, explica el Papa, con “un anuncio de esperanza”. “Consuelen, consuelen a mi pueblo”. El profeta comunica así las palabras de Dios: “hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está pagada”.
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