* «Cuando Dios se convierte en tu centro de gravedad, tu vida se convierte en todo menos normal. Porque toda gira en torno al amor que tienes dentro y el que quieres dar, Amor a la vida, a la gente que me rodea, a la que me quiere y a la que no, amor a la cruz. Y vives expectante a cuál será la próxima maravilla del milagro de tu vida, incluso cual será el próximo bache que te dejará ver todo lo bueno que compensa el esfuerzo de superarlo. Mi vida es un acto de entrega constante, a Dios y al mundo y le pido que llegue a cada persona que me rodea a través de mí. Y así se hace de la rutina algo extraordinario, poniendo todo mi ser y cada acto y dándome hasta gastarme. Y, sobre todo, la clave para que todo esto funcione está en vivir rezando, no pensando. Dejar cada decisión en manos de Dios y estar dispuesto a ser la excepción a la norma por que como dijo la Madre Teresa de Calcuta ‘a veces creemos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota’»
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